7. Amanda Avery
Me siento frente a Albus, quien está completamente serio. Lo cierto es que nunca de los jamases le he visto así, y eso que he hecho bromas que realmente merecían un castigo y una expresión más severa de lo que recibí por aquel entonces. ¿Pero y si la gallina realmente ha sido la gota que ha colmado el vaso? Ciertamente, lo entendería...
-¿Qué quieres decirme, Albus?-Me arriesgo bastante al llamarlo por su nombre si me va a expulsar, pero bueno... Si me van a expulsar, ¿ya que más da?
-Hoy a la mañana he recibido una carta de San Mungo.-Su expresión se ensombrece un poco y yo trago saliva para desenredar el nudo que se está formando en mi garganta. Mi silencio lo invita a seguir hablando, así que la mala noticia sigue su curso.- Han ingresado a Remus; tenía temblores incontrolables, la piel pálida y su temperatura corporal descendía muy rápido.
Abro y cierro la boca, sin saber qué decir. Termino con las dos manos en la cara, intentando aguantar un grito de desesperación y preocupación. Remus no. Remus es lo único que tengo en lo que respecta a mi familia ahora mismo. Sin él, estoy perdida.
-¿Cómo está? ¿Qué tiene?-Me atrevo a preguntar después de unos minutos de silencio. Dumbledore suspira y mira algunos papeles para después hacer una leve mueca. Me muerdo la mejilla interior mientras espero su respuesta.
-Está bastante estable. La enfermedad todavía es desconocida. No se había visto nada así antes, o eso dice esto.-El director me mira con la expresión un poco más suavizada.- Sé que mañana tienes las pruebas de quidditch...
-¿Cómo sabes que pienso apuntarme?-Lo interrumpo, con la ceja alzada. Él suelta una pequeña carcajada mientras desenvuelve un caramelo de limón. Me lo tiende y yo lo cojo mientras murmuro un agradecimiento.
-Tienes la sangre de James Potter. Claro que te vas a presentar.-Sonríe con algo de nostalgia y tras unos segundos, se recompone para seguir hablando.- El fin de semana puedes ir a visitarlo si te apetece. Aunque creo que te apetece, sí.
-¡Eso sería fantástico!-Sonrío un poco, ya que al menos puedo ir a visitarlo. Albus suelta otra carcajada y sonríe, como dándome ánimos.
-Bien. Pues ahora deberías volver a clase.-Se mete un caramelo a la boca y se sube las gafas de media luna. Asiento y en apenas segundos, ya estoy bajando las escaleras de la gárgola. Suspiro mientras noto el último trozo de caramelo derretirse en mi boca. Meto mis manos en los bolsillos de la túnica y entonces mis dedos dan con un papel. Un suspiro aún más hondo sale desde mi interior y lo desenvuelvo para esperar encontrar las mismas cuatro palabras de siempre. Pero esta vez no es así.
Él la engañó. Él se la llevó. Ella desapareció.
Para siempre.
Las dos últimas palabras están mucho más marcadas que las otras, como dando más énfasis de lo que uno debería dar. Un escalofrío recorre mi espalda y doblo la nota para después mirar a mi alrededor. Todo está vacío, señal que me recuerda que estoy llegando tarde a clase... otra vez. Aunque una parte de mí -la que heredé de mi madre- quiera correr, disculparse con el profesor y sentarse en la primera fila, la otra no quiere si quiera ponerse en medio de toda la muchedumbre y aguantar las tres horas de clase que restan de la mañana. La noticia de que Remus está en el hospital me ha dado más duro de lo que pensaba, y ahora mismo solo tengo ganas de tirarme en la cama y mirar el techo. Ni siquiera dormir... solo mirar el techo, sin hacer nada. Pero aun así, la parte responsable de mí gana y mis pies se dirigen directamente a la clase de transformaciones. Apenas estoy a dos pasillos de distancia cuando algo me empuja contra la pared. Noto como mi cabeza choca contra ella y hago una mueca de dolor; en ese momento oigo una risa horrorosa y estridente.
-Potter, ¿No?-Me doy la vuelta mientras masajeo mi cabeza con dolor. Ahí, frente a mí, una chica de pelo rubio y ojos grises me mira con burla, como si la situación fuese un chiste. Le lanzo una mirada fulminante mientras ella da vueltas a su varita en la mano. Un escudo de la casa Slytherin está grabado en su túnica, haciendo que algo así como un 'maldita sea' se repita varias veces en mi cabeza. No estoy de humor para aguantar a las odiosas de mi clase.
-Muy bien, sabes mi apellido. ¿Qué te apetece, un título de aprobado de primaria?-Le espetó con algo de rencor. Mi usual buen humor -sarcasmo para quien no lo haya notado- ahora está mucho más bajo que de costumbre, así que paso de ser cortés... mucho menos educada. Le voy a sacar los colmillos del tirón si no me deja en paz.
An, estás violenta.
Puede ser, Jason. Puede ser.
-Deberías calmar esos humos, Potter.-Se acerca a mi mientras me tiende la mano y su varita viaja al fondo de su manga.- Amanda Avery.
Su mano se queda en el aire, mientras mi ceja se alza con algo de burla. La rubia la baja, algo molesta. Sus ojos se tornan de un color violeta raro, mientras su pelo cambia a algo parecido como... ¿Naranja?
-No te conviene buscarte más enemigos de los que tienes, Potter.-Me espeta con odio. Me encojo de hombros, como restándole importancia. Tampoco es que ella sea la mejor amiga que imagino en estos momentos a decir verdad.
-Creo que tu ya has entrado en ese grupo, ¿No?-La miro algo desafiante, mientras noto como un leve dolor se expande por mi cuerpo. Hago una leve mueca pero no retrocedo o me quejo del dolor. Amanda parece estar perdiendo el control de algo que ni siquiera ella misma sabe qué es.
-Aléjate de Luke. Es lo único que te digo.-Me gruñe para después hacer que el dolor pare. Su pelo y sus ojos vuelven a su estado normal y yo la miro confusa. Frunzo ambas cejas mientras noto algo parecido a una carcajada subir por mi garganta.
-¿Luke? ¿Luke Brake? ¿Nariz torcida?-Pregunto con una sonrisa torcida. Amanda gruñe una vez más, y estoy apunto de decir que el zoológico no está por aquí pero me callo. Me muerdo el labio para aguantar la risa y sigo hablando.- ¿Por qué me iba a interesar Luke?
-Te he dicho que te alejes de él, no que iba a responder tus patéticas preguntas.-Entonces una sonrisa adorable se compone en su rostro y yo hago una mueca de asco. Una vez más, tiende su mano para poder estrecharla con la mía.- Un placer haberte conocido, Potter.
Su mano se queda una vez más en el aire, mientras yo sonrío de lado.
-Diría lo mismo, pero prefiero no mentir.-Y tras dejarla ahí, mientras sus ojos se vuelven violetas y su pelo más rojo que nunca, me alejo mientras una carcajada sale de mi interior. He intentado aguantar, pero es que es imposible. Lo patético de la situación me hace una gracia tremenda. Voy a clase de transformaciones. Voy a entrar hasta que noto unos ojos clavados en mí. Doy media vuelta y entonces lo veo. Unos ojos, completamente verdes, mirándome desde detrás de una columna. Pero solo han sido unos segundos antes de desaparecer, haciendo que la duda de si lo que es visto es real o no cruce mi cabeza. Niego con la cabeza tras unos minutos de tener una mano en el pomo. Entro en clase y me siento al lado de Kurt. Y aunque intente concentrarme, no puedo.
Esos ojos verdes no desaparecen de mi mente.
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