4. Él.
No sabría decir cómo he terminado corriendo por los pasillos de Hogwarts pintada de verde de arriba a abajo y con un montón de plumas en mi precioso pelo ahora pelirrojo, mientras el borde de mi túnica se quema poco a poco. Ciertamente, sabría decir como e incluso podría decir el nombre de esa asquerosa serpiente, el culpable de todo esto.
LUKE BRAKE.
Horas antes...
-¡LO QUE HAS HECHO ES CRUEL, ESTÚPIDO MUEBLE!-Digo agarrándome el dedo meñique del pie.
-Annie, ¿puedes empezar alguna mañana normalmente? Ya sabes, sin romperte algo.-Me dice Angelina tendiéndome mi túnica. Lo cojo y la miro agradecida, o lo intento; la mueca de dolor no se va ni aunque lo intente.
-Es lo único que pido yo también, ¿sabes?-Suspiro. Entonces miro el techo.- Bueno... tal vez pida algo así como un unicornio que me lleve por los pasillos para no tener que andar cuando esté cansada o vaya tarde a alguna clase. Eh, es buena idea...-Digo ya pensando en cómo robar un unicornio.
¿Ha sido el dedo meñique o tu cabeza lo que sea ha dado contra el mueble?
Oh, cállate, Ryan. El plan del unicornio es maravilloso.
¿Puedes encontrarme un nombre fijo, por favor?
Primero el unicornio, después eso.
Lorcan va a replicar, pero el gruñido de mi estómago pidiendo comida lo calla de golpe. Suspiro, de nuevo, y me visto lo mas rápido que puedo para ir a desayunar. Mientras bajo las escaleras hacia el gran comedor, algo así como por el segundo piso, me paran unas Ravenclaw de mi curso. Al principio pienso que serán compañeras de Addy y querrán decirme algo de su parte o algo...
Pero el puñetazo que estampa contra mi cara me dice todo lo contrario.
-¡¿QUÉ NARICES?!-Grito agarrándome la nariz con dolor. La ironía de la frase hace que empiecen a reírse como locas. Las miro realmente furiosa, hasta que doy con la chica que me ha dado el puñetazo.- ¡¿A ti qué te pasa, estúpida?!
-Aléjate de Kurt, Potter. Es MÍO.-Dijo para después irse con su séquito de ovejas. Las miro alejarse y entonces noto algo caliente en la mano.
-Oh, genial. Ahora empiezas a sangrar, maldita nariz.-Digo yendo al baño de Myrtle la llorona. Entro y empiezo a lavarme la sangre...- ¡No, maldita sea, no!
Todo el antebrazo de la camisa esta lleno de sangre, y yo no tengo tiempo de ir a mi habitación y cambiarme... pero tampoco quiero parecer una psicópata asesina.
-Annie, que raro verte por aquí.-Dice la voz de Myrtle. Por su tono, parece enfadada... y juro que esta vez yo no he sido. Espera, ¿yo no he sido, verdad?
-Myrtle, en serio, pararía a hablar contigo, pero no puedo.-Digo cogiendo papel y limpiándome la nariz. Miro por el suelo a ver si encuentro la bolsa, pero no está.- Myrtle, en serio, tengo prisa.
-¿Y por qué debo de ser siempre yo?-Dice en un tono lastimero muy falso. Me llevo dos dedos al puente de la nariz pero es mala idea, ya que cuando lo toco, un dolor horrible me recorre de arriba a abajo. La maldita Ravenclaw sabe pegar puñetazos.- Bonita nariz, hablando de esto.
-¡MYRTLE, LA BOLSA!-Digo realmente furiosa. Me voy a meter en un lío por su culpa, ¿y adivináis con quién tengo la primera clase?
Con el pato Lucas.
-Te pondré una adivinanza, si la adivinas, te dejo ir con tu bolsa. Si no lo adivinas... bueno, te quedas aquí hasta que yo lo decida.-Dice sonriente. Gruño como toda respuesta.- ¿Sabes quien se va a quedar sin bolsa?
-¿Eso desde cuando es una adivinanza, Myrtle?-Digo alzando una ceja. Esta me sonríe con falsedad y tira el bolso por la ventana del baño.- ¡NO!
Corro hacia la ventana y veo como la mochila le da a un chico de tercero o cuarto en la cabeza. Cuando mira hacia arriba me arrastro hasta el suelo y miro el techo. Maldita sea, maldita sea, maldita sea.
¿Cómo no se ha desmayado?
¿Y ahora eso que importa, Nikolay?
-¿Por qué se te está poniendo el pelo pelirrojo?-Pregunta Myrtle acercándose.
-¿Qué mas te da?-Digo apartando la mirada y suspirando. Miro la camisa y veo que esta aun mas sucia que antes.
-¿Tienes magia blanca?-Pregunta ella demasiado cerca de mi. Noto su mano tocando mi pelo, pero aparto la cabeza de golpe.
-¿Qué dices, Myrtle?-Digo levantándome. La miro con desconfianza.- ¿Qué sabes tú de la magia blanca?
Se queda callada unos segundos. Mira se retrete, como queriendo escapar, pero antes de hacerlo me dice:
-Solo sé que él se llevo a la única bruja que conocí con una magia similar.
Antes de que pueda preguntar algo, desaparece por su retrete, tirando agua por todos lados. Me quedo callada unos segundos, procesando sus palabras. ¿Qué...? Miro el retrete, esperando que Myrtle salga y me explique de qué narices está hablando.
¡ANNIE LA CLASE, MALDITA SEA!
Es cierto, voy voy. Cálmate Damon.
Me miro por última vez como estoy en el espejo. Tengo el antebrazo sucio, la nariz penosa, todo el uniforme mal puesto y estoy sin bolsa, ni libros, ni nada. Me lavo las manos, que están rojas, y me hago una coleta mientras veo que mi pelo se está poniendo blanco. Oh dios, no.
-¡¿Por qué no me sale nada bien?!-Digo desesperada. Intento calmarme, pero mi pelo sigue resistiéndose a ponerse normal. 'Haz algo que te calme...' recuerdo las palabras de Albus. Respiro hondo y me siento en el suelo, en una esquina.- Hey Jude, don't make it bad. Take a sad song and make it better... Remember to let her into your heart, then you can start to make it better.
Hey Jude, don't be afraid, you were made to go out and get her...
The minute you let her under your skin, then you can start to make it better.
Sigo cantando, con los ojos cerrados, intentando calmar mi mente. Canto la canción entera, varias veces, perdiendo tal vez la hora entera de Defensa Contra Las Artes Oscuras. Cuando abro los ojos y cojo un mechón de la coleta, veo que esta normal. Sonrío un poco mientras me levanto. Me duele la espalda de estar tanto tiempo hecha una bolita contra la pared, pero ignoro el dolor y empiezo a andar hacia la puerta, aun medio tarareando. Cuando salgo del baño y empiezo a andar por los pasillos desiertos, noto una mano coger mi muñeca. Del susto, cojo la varita por instinto y apunto a quien me ha agarrado con ella.
-Cálmate, no pienso matarte.-Dice él con una sonrisa. Lo observo unos segundos; tiene el escudo de la casa Slytherin, ojos marrones oscuros y un cabello rubio ceniza. No es de mi curso, será un año o dos mayor. También es guapo... ¿pero eso importa en estos momentos?
-Lo siento.-Murmuro bajando la varita. La guardo de nuevo en la túnica. Él hace una mueca al ver mi nariz, que creo que ha empezado a sangrar de nuevo.
-¿Qué te ha pasado?-Pregunta acercándose para ver mi nariz. Retrocedo un poco, y él se da cuenta.- Lo siento, no quería ponerte incómoda.
-No... no pasa nada.-Digo ahora acercándome yo a él. El rubio sonríe y me toca con suavidad la nariz. Hago una ligera mueca de dolor, haciendo que su rostro exprese preocupación.
-¿Te he hecho daño?-Murmura apartando su dedo.
-Tranquilo, con la nariz rota, es normal que me duela.-Digo medio sonriendo. Él entonces saca mi bolsa.
-¿Esto podría ser tuyo? Porque de repente se me ha caído en la cabeza.-Dice riendo. Yo lo miro, después miro la bolsa y a él de nuevo. Notó como me ruborizo, y espero por dios que el pelo no se me ponga rojo.
-Es mío...-Susurro cogiendo la bolsa.- Lo siento, Myrtle me lo ha tirado por la ventana.
-Lo he supuesto. Nadie tira sus libros de la nada desde la ventana... a menos que tengas clase con Snape.-Dice con una sonrisa ladeada. Suelto una carcajada, y él me tiende la mano.- Me llamo Tate. Tate Walker.
-Annie. Annie Potter.-Digo estrechándole la mano con una sonrisa. Tiene las manos suaves y calientes, algo que me da un escalofrío.-Pregunta casual, ¿por qué no estás en clase?
-McGonagall me ha echado de clase por culpa de un compañero idiota. Gryffindor, a parte de idiota.-Resopla y me mira con una ceja alzada.- Y hablando de esto, a los Gryffindor os tienen una pelota...
-¡Hey, cuidado con lo que dices!-Digo señalándolo. Él alza ambas manos y sonríe de lado, de nuevo.
-Solo digo la verdad, Pottercita.
-Oh venga ya, ¿No se te ocurre un mote mejor?-Digo cruzándome de brazos.
-¿Pottercita basurita te sirve?-Dice junto a una sonrisa burlona. Le doy un golpe sin fuerza en el brazo, mientras él sigue carcajeándose.- ¿Qué le ha pasado a tu nariz?
-Es una larga historia, colmillitos venenosos.-Digo suspirando. Tate alza una ceja mientras me mira raro.
-¿Colmillitos venenosos?-Cuestiona divertido. Hago un gesto con la mano, restándole importancia.- Venga, te ayudo a la enfermería.
-Alto ahí. ¿Por qué iba a ayudar un Slytherin a una Gryffindor?-Pregunto con una ceja alzada. Sus labios finos se curvan en una sonrisa ladeada.
-Porque en una de estas vas, y te haces alguna otra lesión.-Me responde riendo. Lo miro mal, y tras unos minutos debatiendo, acepto su propuesta. Me ayuda hasta allí, Madame Pomfrey me echa la bronca de mi vida por ser tan torpe (exacto, no le he dicho que esto ha sido un puñetazo, si no que iba leyendo y me he dado contra un columna) y me cura la nariz en apenas un santiamén. Aunque sé que la enfermera ha tenido sus dudas al creerme, he visto que Tate no me ha creído desde un buen principio.
-¿Qué te ha pasado en realidad?-Me pregunta cuando ya estamos fuera de la enfermería. Me encojo de hombros, restándole importancia.
-Nada interesante. No te preocupes, colmillitos venenosos.-Digo sonriendo. Él suspira, porque sabe que no va a sacarme nada preguntando si yo no quiero responder. Abre la boca para decir algo, pero una voz le interrumpe.
-¡Potter!-Oigo la voz de Lea. Me doy la vuelta y la miro; tiene la respiración entrecortada, y las mejillas sonrojadas, como si hubiese estado corriendo un buen rato.
-¿Moore?-Pregunto confusa. Ella abre la boca para decir algo pero entonces aparece Amy por detrás, haciendo que la pelinegra trague saliva. ¿Desde cuando le tiene tanto miedo a su hermana?
-Lea, vámonos a la siguiente clase, anda.-Dice arrastrándola. Para de golpe al ver a Tate tras mí.- ¿Walker? ¿Qué haces hablando con Potter?
-Nada que te incumba, Moore.-Dice él rodando los ojos. Amy me lanza una mirada de odio profundo, que ni yo sé por qué y se lleva arrastras a Lea, quien me mira como si quisiese advertirme de algo.
Suspiro y me doy la vuelta, pero Tate ya no está. ¿Qué narices...? ¿Dónde se ha metido? Agarro la bolsa con fuerza y me voy a mi siguiente clase, que es pociones. Esta vez me siento al lado de nariz torcida sin rechistar, aun con varias imágenes dando vueltas por mi mente. ¿Por qué estaba Lea tan asustada cuando ha visto aparecer a su hermana? ¿Por qué Amy me había lanzado aquella mirada de odio profundo, mas profundo del habitual? ¿Por qué Tate ha desaparecido de esa forma? Tantas preguntas juntas me van a explotar la cabeza, pero necesito la solución de todas ellas, así que sigo intentando encontrar respuestas coherentes. Entonces las palabras de Myrtle me dan de lleno en el cerebro.
Solo sé que él se llevo a la única bruja que conocí con una magia similar.
¿Quién era él? ¿Cómo sabía Myrtle nada de la magia blanca?
Me llevo una mano a la cabeza cuando noto que un dolor de cabeza horrible.
¿Estoy en peligro?
Cierro los ojos con fuerza al notar la cicatriz arder.
¿Por qué debería estarlo? ¿Quién sabe que yo tengo magia blanca, aparte de tres o cuatro personas?
Me muerdo el labio al no poder soportar el dolor.
¿Qué narices está pasando?
-¡POTTER!-Oigo el grito de Luke al final. Abro los ojos y me ubico. Clase de pociones... estoy en la clase de pociones.- ¿Qué te pasa a ti ahora?
-Nada.-Murmuro negando con la cabeza. El dolor de cabeza ha desaparecido tan rápido como ha aparecido. Miro el caldero y veo que la poción empieza a echar humo, llamando la atención de Snape. Viene rápido, con su pelo grasoso moviéndose de un lado a otro. Mira la poción, para después limpiar el caldero con un toque de su varita. Hace una mueca.
-Parece que hoy no estás muy iluminada, Potter.-Dice con un tono molesto. Miro el caldero, aun sin creer que se me haya quemado la poción. Nunca antes me había pasado algo similar.- Quiero una redacción de quince centímetros sobre la poción para la semana que viene.
-¿Quince?-Repito alzando la mirada del caldero. Él asiente y se va a su sitio de nuevo, mientras yo maldigo por lo bajo. ¡Lo que me faltaba, maldita sea!
Me paso el resto de la clase enfurruñada, ignorando las burlas que me suelta Luke. No estoy de humor, y la cabeza me empieza a doler cada vez mas. Las clases se me hacen una tortura, apenas presto atención, mientras intento calmar el dolor de cabeza, que se va intensificando a cada hora. ¿Qué pasa ahora? Yo nunca he tenido tendencia a enfermarme o algo por el estilo. Me atrevería a decir, incluso, que el dolor de cabeza que siento no es normal. Decido ir a la enfermería antes de ir a comer. Por el camino, leves esperanzas de ver a Tate se encienden en mi interior, pero me llevo una desilusión al no encontrarlo por ninguna parte.
Una desilusión, a parte de un bote de pintura verde que me empapa de arriba a abajo. Entonces un montón de plumas caen sobre mí, haciendo que empiece a estornudar y no pueda parar. La furia interior que me recorre es tal, que el borde de mi túnica comienza a quemarse. Acabo de perder el control sobre mi poder, y eso no es nada bueno. Empiezo a correr, cogiendo pasadizos, pasillos vacíos y entrando en clases cerradas. A cada paso que doy, me duele aun mas la cabeza. Llega un momento en el que los pies me fallan por completo y caigo al suelo. Me agarro la cabeza con ambas manos, intentando sofocar el dolor, pero solo consigo pintármelas de verde. Intento ponerme de pie, pero no puedo. Cierro los ojos con fuerza, hasta que noto que pierdo la consciencia.
¿Qué narices me está pasando?
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