3. Un primer día algo especial.

SUERTE: La suerte es un evento que ocurre más allá del control de uno, sin importar la voluntad propia, la intención o el resultado deseado.

Mi horrible día empieza al darme cuenta de que el despertador no ha sonado, ni mis amigables compañeras de habitación me han despertado.

-¡Malditas!-Digo cogiendo las gafas y saliendo de la cama lo mas rápido que puedo. Lamentablemente, la suerte no está de mi parte, y me enredo los pies con las sabanas, tropezando, y cayendo con un estruendo al suelo. Ahora juraría que estoy muy despierta, pero como conmigo pasan cosas imposibles, y al imaginar la bronca que me espera, me despierto aun mas y intento desenredarme los pies con toda la fuerza de voluntad que tiene una persona los lunes a la mañana... esto es, nula. Cuando al fin consigo soltarme, me levanto del suelo y voy al baño. Para alegrarnos esta bonita mañana, me doy cuenta de que tengo la nariz sangrando... Sangrando y rota.- Como odio los lunes.

Me visto y me peino a toda prisa, cojo la mochila y meto los libros según el horario, para después salir pitando escaleras abajo, mientras intento parar la sangre de la nariz con un pañuelo. Sí, lo sé, todos estaréis pensando lo mismo... ¡Ve a la enfermería, Annie, y ya tienes excusa!

Ya, con Snape, te puedes morir y sigue dándole igual. Te suspende pociones.

Bajo a las mazmorras, tropezándome varias veces mas, y voy a mirar la hora en mi muñeca hasta que me doy cuenta de que yo nunca en mi vida he usado reloj. Meh, tampoco es que lo piense usar ni nada. Entro y noto la mirada de toda la clase en mí. Los Slytherin sonríen burlones, y mas que nadie, el asqueroso de nariz torcida. Los Gryffindor (y Lea) se compadecen de la bronca que me va a caer... y los malditos de los gemelos se ríen de mí. Voy a abrir la boca, ofendida, pero la voz fría y distante de Severus pues... como que deja a todo el mundo callado.

-Vaya, Potter, ¿te has pegado a las sabanas?-Dice con una sonrisa desagradable, provocando carcajadas en su casa.

-¿A decir verdad? Sí, y por eso me he caído al suelo y tengo la nariz medio rota.-Digo algo furiosa, con una gran sonrisa falsa. Ahora les toca a los Gryffindor reír, haciendo que la sonrisa de Snape se esfume. Odio que me humillen, lo odio desde lo mas profundo de mi ser.

-Castigada, Potter. Siéntese al lado de Brake.-Dice señalando el único asiento vacío del aula. Miro a donde está señalando y entonces veo a nariz torcida con una sonrisa ladeada.

-¿Al lado de nariz torcida? Prefiero sentarme en el suelo.-Digo al ver a Luke. Los Gryffindor empiezan a reír de nuevo, e incluso algunos de la casa Slytherin lo hacen. El castaño me lanza una mirada fulminante y yo le sonrío con falsedad.

-Potter, siéntese donde le he dicho y cállese.-Y vuelve a dar el largo discurso que he interrumpido al entrar. Arrastrando los pies, me siento al lado de Luke.

-Tu llámame a mí nariz torcida, pero tampoco es que la tuya esté mejor.-Me susurra burlón. Le miro con una ceja alzada y entonces le suelto:

-Lo mío ha sido un accidente, así que dejará de estar así. Lo tuyo será siempre así, no tiene cura. Y mi nariz,-Añado, acercándome a él- incluso rota es mas bonita que la tuya.

-Creo que desde que te caíste encima mío en el tren, no puedes estar alejada de mí, ¿eh?-Dice con una sonrisa torcida. Le doy un golpe en el pie bajo la mesa y me alejo, dirigiendo mi mirada a la pizarra.

-No te hagas ilusiones falsas, nariz torcida.

-No son ilusiones falsas, demonio de King's cross.-Dice burlón. Le pego otra patada bajo la mesa y lo miro de nuevo.

-No me llames así.-Digo mirando la clase, preocupada de que alguien lo haya oído. Se acerca a mí, haciendo que yo quiera alejarme, pero sus palabras me dejan petrificada.

-Algo me da, que soy de las únicas personas que sabe que tienes magia blanca, ¿verdad?-Susurra burlón. Aparto la mirada, mientras una furia interior recorre mi cuerpo. Mis manos empiezan a arder de nuevo, y eso no es algo bueno. No, definitivamente no lo es.

-No...-Murmuro mirando mis manos. Entonces Luke coge mi mano entre las suyas. Intento soltarme pero definitivamente, tampoco puedo- ¿Que haces, idiota?

-Cállate, o Snape nos va a castigar a los dos.-Dice apretando mi mano. De repente noto mis manos enfriarse poco a poco, haciendo que Luke pierda un poco el color. Lo miro de hito en hito. Cuando suelta mi mano, se desploma en la silla y suelta un resoplido, agotado. Yo no paro de mirar mis manos, aun sorprendida de lo que acaba de pasar. ¿Que...?- No tengo magia blanca, si es lo que te preguntas.

-Entonces... ¿Cómo...?-Consigo decir antes de que me interrumpa de nuevo.

-Mi hermana heredó la magia blanca, pero cuando murió por una enfermedad muggle, no me acuerdo cual ahora... ¿cáncer? creo que se llamaba así, heredé una parte de la magia. Solo puedo controlar el frío y el hielo, y tampoco es que pueda hacer mucho, o si no... pues lo que ves, me agoto en seguida.-Dice él encogiéndose de hombros. Aunque intente ser todo un Slytherin respecto al tema, veo que sus ojos verdes han perdido el brillo.

-Yo... lo siento.-Digo sin saber muy bien que decir. Entonces, como si se diese cuenta de que yo sigo aquí, hace que el brillo de sus ojos aparezca de nuevo. Me pregunto cuantos años llevará simulando que no le duele ese tema. Simulando que todo esta bien cuando sencillamente no lo está.

-No hace falta que lo sientas.-Dice él negando con la cabeza. Sonríe de lado.- ¿Ahora no te convertirás en una fresita, no, Potter?

Y de vuelta al nariz torcida arrogante que conozco.

-No, tranquilo. Te pienso aplastar, nariz torcida.-Siseo amenazante.

-Estas muy guapa cuando amenazas gente.

-¿Crees que no lo sé?

***

Cosa horrible dos del día: Defensa contra las artes oscuras. Mas bien, el profesor (si es que se puede llamarlo así) de Defensa contra las artes oscuras.

Por dios, algún año tendremos a alguien decente.

-Por lo cual, y en mi opinión, los duendes son un peligro extremo en la vida, ya que pueden hacerte mas daño con sus garras que quien vosotros sabéis con una varita.-Dice suspirando, y con su acento español bien marcado. Lo miro y estoy apunto, pero apunto de chillarle que es idiota pero de los buenos, pero él se me adelanta.- ¿Así que Potter, eh?

Pasan unos segundos hasta que me doy cuenta de que ya he cogido la varita debajo de la mesa. Si no fuese por Kurt, que ha visto mis intenciones, nuestro querido nuevo profesor ya estaría volando por la ventana hasta el campo de quidditch encima de un cerdo. Bueno, tal vez podría convertirlo a él en cerdo...

-¡ANNIE!-Chilla toda la clase entonces.

-¡¿QUÉ?!-Digo con el mismo tono, solo que con cara de horror por ser todos tan... siameses. Es posible... ¿EL MALDITO PROFESOR LES HA LAVADO EL CEREBRO?

-Lleva esperando tu respuesta cinco minutos.-Me murmura Kurt entonces. Yo suelto un gruñido y miro al hombre, toso un poco para "aclararme" la garganta y empiezo a dar mi largo discurso:

-Sí, soy Annie Potter, hija de James y Lily Potter, apellido de soltera Evans, tengo la mejor calificación del curso,-Y entonces miro a la clase- y que nadie me lo niegue. Soy una orgullosa amante de las bromas, y mi enemigo es aquel de allá...-Digo señalando a Luke- Nariz torcida. Nací el uno de octubre del...

-Cállate, produces dolor de cabeza.-Me corta él de lleno. Sonrío falsamente... y mis palabras salen antes de que pueda contenerlas.

-Bueno, no sé quien le ha nombrado profesor, pero es un claro inepto si cree que unos duendes son peores que Voldemort. Me gustaría saber su infalible truco para escaparse de la muerte.-Sé que mi tono suena frío y hostil, incluso yo misma me sorprendo un poco al oírme hablar con semejante odio acumulado. La clase guarda silencio y observa al profesor, que achina sus ojos hacia mí. Oigo a mi lado como Kurt suspira, y ahora me hace pensar por qué narices no me he quedado callada. La acabo de fastidiar, y bien fastidiada además...

-Verás, Potter. No es de tu incumbencia quién me ha nombrado profesor o no. Lo que es de tu incumbencia, es saber que soy TU profesor, y que debes respetarme por eso. ¿Te crees que por decir el nombre de quien tu sabes eres mejor que yo?-Dice él, como si humillarme ahora fuese su hobbie. Kurt me agarra la muñeca al ver que voy a sacar la varita de nuevo.

-Verá, profesor.-Digo esa palabra con todo el desdén posible. Ahora mismo, me da igual que me suspenda la maldita clase.- Lo que sé es que Voldemort mató a mi familia, y que usted está diciendo que unos duendes son peores que él. Si cree que va a conseguir mi respeto, la lleva bien clara.

-Potter, lamento que ahora empieces a ponerte sentimental, pero la muerte de tus padres fue algo por el bien común.-Su tono, frío, y con un toque de diversión, me deja claro que le importa tres que mis padres ahora estén en un cementerio.- Si dos magos inexpertos como lo fueron ellos pudieron acabar con quien tu sabes, unos duendes claro que son un peligro mayor.

-¿Qué acaba de decir?-Digo levantándome de la silla, furiosa.

-Se acaba de pasar.-Dice Kurt mirando con tanto odio como yo al profesor. La clase guarda silencio, pero veo por el rabillo del ojo a los gemelos con la varita en la mano. Lea mira al profesor como si necesitase varios hechizos en la cabeza.

-He dicho, que si dos magos inexpertos, como lo fueron tus padres, pudieron vencer a...-Kurt no ha podido sujetarme mas la muñeca y el primer hechizo que sale en realidad es una porquería, pero me vale lo suficiente como para verlo sufrir durante un rato.

-¡Traga babosas!-Digo con toda mi furia contenida. Doy gracias a que no este ardiendo y no parezca la muñeca diabólica de la estación. La cara del profesor se torna algo morada, y tiene unas arcadas horribles. Entonces, vomita la primera babosa al suelo. Ahora que tengo la cabeza un poco menos nublada por el enfado, me doy cuenta de que acabo de firmar mi expulsión. Acabo de agredir a un profesor...

-¿Qué esta pasando aquí?-Dice Minnie entrando con paso apresurado. Cuando ve al profesor vomitando babosas, y después dirige su mirada a mí, sosteniendo la varita, suspira pesadamente. Da una palmada y se dirige a los demás alumnos.- Hoy tenéis esta hora libre. Lucas, ve a la enfermería y Potter, sígueme.

Sé donde vamos a ir, y antes de que ella salga, salgo yo corriendo hacia el despacho de Dumbledore. Los manos me arden, siento mi pelo helado y mis mejillas húmedas. Paro de correr y me apoyo en la gárgola, mientras arrastro mi espalda por la pared y me siento en el suelo. Escondo la cara entre mis manos y suelto un sollozo. He sido tan imprudente, tan vengativa, tan estúpida que ahora por ello me van a expulsar. Felicidades Annie, tienes una forma de fastidiar todo increíble.

-Annie, por favor, sígueme.-Dice la voz conocida de Minnie a mi lado, con el tono firme... pero algo en sus palabras me denota compasión. Me seco las mejillas y me froto los ojos para después seguirla. Aunque sea útil saber la contraseña, no presto mucha atención a lo que hago o a mi alrededor. Simplemente, solo puedo pensar que voy a irme de Hogwarts, que tendré que olvidarme de todo lo que me rodea... tal vez trabajar con Hagrid. Bueno, no estaría del todo mal... Mentira, sería horrible ver como todo el mundo avanza en los estudios, como siguen con su vida y que yo...

-Annie, ¿Que has hecho?-Oigo la voz de Albus. Miro al frente de nuevo, pero al ver sus ojos azules con un toque de decepción, bajo mi mirada al suelo. Siento unas ganas de llorar terribles, pero no es lo mas aconsejable por ahora.

-He atacado al nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras.-Digo lo mas firme que puedo.

-¿Por qué?-Aunque solo mire el suelo, sé que estará negando con la cabeza.

-Porque se ha metido con mis padres. Ha dicho que eran unos magos inexpertos y que han muerto por el bien común y...-No tengo fuerzas para seguir argumentando.- ¿Va a expulsarme, verdad?

Un silencio se apodera del despacho. Por unos segundos, alzo la vista y me encuentro con los ojos del director de nuevo.

-¿Crees que debes ser expulsada?-Me pregunta, entrelazando las manos encima de la mesa.

-Yo... creo que tal vez haya hecho mal. Tuve que tener paciencia y no ser tan impulsiva y atacar a la primera. Pero tampoco creo que lo que haya hecho el profesor Heller sea justo y tampoco ético, mucho menos honrado.-Digo intentando que la voz no me tiemble.

-Yo creo que mereces un castigo, pero no una expulsión.-Argumenta él. La fuerza de las rodillas me falla y creo que me hubiese caído si Minnie no me hubiese sujetado.

-¿No me va a expulsar?-Digo con un hilo de voz.

-No, no te voy a expulsar, Annie. Ahora... el profesor Heller se encargará de tu castigo hasta navidad.

Asiento, mientras lágrimas de alegría escapan sin remedio. Pero mi largo y frustrante día no termina aquí, que va. Después de agradecerle mil veces a Dumbledore, y secarme las lágrimas, bajo las escaleras y sigo corriendo por el pasillo hasta transformaciones. Pero...

-Annie, debemos hablar.-Dice la voz conocida de Kurt. Paro en seco y me doy la vuelta.

-Sí, es buena idea.-Desde la insinuación de los gemelos en el tren, he intentado evitar a Kurt, y él me ha evitado a mí, haciendo una especie de barrera entre nosotros. Aun así, sabía que este día llegaría.

Estas hablando como si fueseis viejos amantes.

Cállate, Danny.

-Tú... no... ¿Sientes nada por mí, verdad?-Dice él dudoso. Yo suspiro y niego con la cabeza.

-¿A parte de amistad? Lo dudo mucho. Te quiero muchísimo, pero como amigo.-Sonrío al ver que suspira de alivio y me abraza con fuerza.

-Menos mal, porque no quiero perderte como amiga. Ni quiero pensar en perderte, An.

-Tranquilo, no me vas a perder.-Digo abrazándolo con fuerza también. Kurt también ha crecido un montón, haciendo que sea mas baja que él. Sonrío un poco y digo el chiste mas malo que se me ocurre.- ¿Que tal las vistas ahí arriba, gigante?

-Hoy no estas muy inspirada, ¿Verdad?

-Te quiero mucho Kurt.-Digo riendo y llorando de nuevo. Hoy por hoy, me da que estoy sensible hasta la médula.

-Yo también te quiero mucho, Annie.-Dice él acariciando mi pelo para calmarme. No sé si mi suerte es buena o mala, solo sé que tengo suerte de tener amigos tan buenos como Kurt.

Lamentablemente, ninguno de los dos nos dimos cuenta de que alguien nos había visto.

Y para nuestra mala suerte, ninguno de los dos estaba preparado para lo que paso el siguiente día.


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