22. Un té bien caliente

9 de febrero. Medio año escolar ha pasado ya. Y yo, aquí estoy, otro día más sin encontrar nada. Otro día pateando la biblioteca de Hogwarts en busca de referencias al libro de la vida que por lo que parece o no existen o yo no puedo encontrar. Gruño con fuerza, metiendo el libro de vuelta en la estantería. Mi paciencia se ha agotado por hoy. Cojo mi bolsa del suelo y con el ceño levemente fruncido, salgo de la estancia. Oigo personas hablando sin parar a mi alrededor, y todas comentan lo mismo: El partido de Slytherin contra Ravenclaw de la semana que viene. Lo cierto es que, para la amante del quidditch que soy, no tengo ningún interés en ir al partido. Seguramente no iré, me quedaré encerrada en la biblioteca otro sábado más intentando encontrar algo. Eso suena tan divertido...

-¡Annie!-La voz de Tate me hace dar la vuelta y disimular un poco mi humor de perros. Tampoco quiero espantarlo ahora que las cosas se han arreglado entre nosotros. Respira de forma irregular, apoyando sus manos en las rodillas. Río un poco.

-Respira, chico, respira. Estoy aquí, no me voy a ningún lado.-Sus ojos marrones me miran y sus labios esbozan una sonrisita.- Me das miedo ahora.

-¿Vendrás la semana que viene al partido?

-Oh, el gran partido.-Ambos empezamos a andar por el pasillo, sin ningún destino fijo. Este pone ambas manos tras la espalda, asintiendo. Me encojo de hombros.- Tenía pensado terminar un trabajo que empecé hace algunas semanas. No tengo humor para ver quidditch.

Su mano rápidamente se pone en mi frente, mientras él me mira con cara de preocupado.

-¡Annie! ¿Te encuentras bien?-Me agarra las mejillas y me las aplasta. Le doy un manotazo.

-¡No seas tonto! Claro que estoy bien.-Mi tono enfadado lo hace reír. Sonrío al ver esa dentadura perfecta. No me he dado cuenta hasta ahora cuánto lo he echado de menos estos meses.

-La gran cazadora de Gryffindor, Annie Lilianne Potter, ¿no tiene ganas de ver un partido de quidditch? No me suena a que estés del todo bien.-Su comentario me hace rodar los ojos. Me da un golpecito cariñoso en el brazo con su puño.- Anda, ven, por favor. Si hace falta, luego te ayudaré con ese trabajo que tanto tiempo te está llevando.

Se me cruza por la mente pedirle ayuda, explicarle mis dudas acerca del libro de la vida, sobre la vida propia de mis poderes, la magia blanca que desesperadamente intenta salir de mi interior para destruir todo a su paso si no consigo controlarla. Se me cruza por la mente contarle mis paranoias y mis raras pesadillas, lo de las notas, que siento que un par de ojos me sigue a todos lados, que necesito... ¿Un amigo? No, no necesito un amigo. Necesito el valor para poder decirle a alguno de mis amigos todo lo que me pasa. Pero todo se queda en mi mente.

-¿Entonces, aceptas, Potter? ¿Vendrás a verme?-La ilusión de sus ojos y el brillo de esa sonrisa no son lo mejor que te puedes encontrar cuando intentas rechazar la oferta de alguien. Suelto un suspiro largo y cargado de dramatismo.

-¿Me queda otra?-Pregunto, llevándome la mano a la frente. Este suelta una risa.

-Te prometo que merecerá la pena. Te dedicaré algún punto.-Una sonrisa encantadora le hace verse tan bien que intento no soltar la risita de tonta que me acaba de salir. Misión fallida, chicos.

-¿No será raro? ¿Un Slytherin dedicándole algún gol a una leona?

-Las reglas están para romperlas.-Voy a responder a eso con una frase que caracterizaría a cualquier bromista amante de los líos pero dos ojos verdes al fondo del pasillo captan mi atención. Me acerco lentamente, oyendo la (ahora) voz lejana de Tate.- ¿Annie? ¿Estás bien?

Los ojos me observan atentamente, pero hay algo diferente esta vez. Un brillo de preocupación, tiñendo el verde que tantas veces te deja en un estado de ensoñación ahora te deja en uno de alarma. Me quiere advertir de algo, de algo que me quiere hacer daño. ¿Pero qué...?

-¡Lo siento!-Oigo entonces la voz de Cedric, que me saca de esa distante realidad. Lo miro, después miro a donde deberían estar los ojos, pero ya no están. Cierro los ojos, frunciendo levemente el ceño, sintiendo una leve desorientación que me deja mareada unos segundos.- Lo siento, Annie, yo...

-No pasa nada.-Consigo articular. Abro los ojos de nuevo, encontrándome con los ojos marrones de Tate. Me doy cuenta entonces de que estoy en el suelo. Con la ayuda del Slytherin consigo levantarme y centrar mi atención en Cedric.- ¿Por qué tienes tanta prisa?

-Noa, ha vuelto del hospital y...-No necesito más palabras porque acabo teniendo su mismo sentimiento nada más oír "ha vuelto del hospital". Miro a Tate y le sonrío, algo nerviosa.

-Luego hablamos, ¿vale?-Este asiente y miro a Cedric, notando como una sonrisa se apodera de mi cara.- ¿Puedo ir contigo a verla?

-Está en la sala común...-No le dejo terminar la frase, sintiendo una especie de ansiedad para comprobar por mí misma que ella está allí, que no es un rumor.

-Ya sé dónde está vuestra sala común, solo habla con ella y dile que la espero fuera.

Ambos echamos a correr por los pasillos del castillo, aunque yo no puedo seguirle el ritmo y al poco rato me quedo rezagada en algún pasillo del primer piso. Suelto un suspiro, intentando coger aire. Correr nunca ha sido (y nunca) será lo mío. Hago el resto del camino a paso lento, ya que seguramente Cedric y Noa tendrán para rato. Mientras tanto, pienso en la broma que debería estar haciéndole a Luke. Al principio pensé hacérsela en el partido de quidditch pero, dejando de lado el lío en el que me podría meter y descalificar a todo el equipo por tramposa, no creo que hacerle una broma en medio de algo tan importante como el quidditch sea jugar limpio. Así que le doy vueltas y vueltas y vueltas sin encontrar la broma ideal.

-¡Annie!-Noa sale corriendo de su sala común y me abraza con fuerza. Yo la estrecho entre mis brazos, feliz de verla con ese color rojizo en las mejillas que la caracteriza y no con el color de pálida que le dejé después de lo de la magia blanca.

-Noa... cuánto me alegro de que estés bien, de verdad.-La estrecho más fuerte entre mis brazos. Esta sonríe levemente, pegándose más a mí.- Te juro que he pensado en tu salud todos los días y he rezado a Merlin para que te curases lo antes posible.

-No sabía que Merlin fuese un tipo de Dios en el mundo mágico.-Suelta una risa, soltándome. Yo niego con la cabeza.

-Da igual si es Dios o no, ¡ha funcionado!-Sonrío de oreja a oreja.- ¿Cómo te encuentras?

-Mejor, aunque a veces tengo escalofríos muy fuertes o mucho frío. Pero según el médico eso es bastante normal y se irá yendo con el tiempo.-Esboza otra sonrisa alegre y me observa con esos ojos miel verdoso.- ¿Y tú? ¿Cómo te encuentras?

-Metida en líos, como de costumbre.-Me rasco la nuca, sonriendo un poco nerviosa. Ella suelta una carcajada que me hace reír un poco.

-No me esperaba menos.-Se encoge de hombros, aun sonriente.- ¿Alguna broma entre manos?

-No una muy grande, y los gemelos tampoco están muy inspirados.-Suelto otro suspiro dramático.- ¿Qué nos está pasando?

-Recuerdo cómo John a veces me solía pintar la cara con permanente mientras dormía, ¡era de lo más humillante cuando papá me despertaba y se echaba a reír!-Niega con la cabeza entre risas.- Lo pasaba mal porque no sabía por qué se reía. Luego le di unos buenos pellizcos...

Pero yo ya he perdido el hilo de la conversación. Lo pasaba mal porque no sabía por qué se reía. Una broma sutil y humillante, ¡al estilo muggle! No entiendo cómo no se me ha ocurrido antes. La abrazo con fuerza y le doy varios besitos antes de salir corriendo.

-¡Muchas gracias por la idea, Noa! ¡Ya hablaremos!-Veo como agita su mano como forma de despedida. Consigo un rotulador de un chico muggle de primer año que dibujaba en un cuaderno, apoyado en la pared que da a los jardines. Le sonrío y bajo a las mazmorras, en busca del despacho de Snape. El mapa del merodeador está en mi mano antes de que me de cuenta y veo con satisfacción que el profesor está en la otra punta del castillo en estos instantes (quién sabe, tal vez esté rompiendo parejas felices besándose en una esquina). Entro con cuidado y corro rápidamente a los estantes de las pociones. Mi mirada se topa con el elixir de los muertos en vida. Suena a demasiado potente. Bajo a las estanterías con pociones más simples y veo una en la que la etiqueta tiene escrito "Contra el insomnio". Esto es, una poción para dormir. Sonrío ampliamente y la cojo con cuidado, asegurándome de que Snape no vaya a notar que falta un frasco.

Mi próxima parada es la cocina, donde les pido por favor a los elfos que me preparen un pequeño bote con té. No tardan más de diez minutos en traérmelo, y ya una vez fuera de su campo de visión, le echo unas gotas de la pócima al negro líquido. Cierro el tapón y voy en busca de mi víctima. No tardo mucho en encontrarla, pues le pillo viniendo a las cocinas.

-Eh, Brake, ¿te apetece venir conmigo cerca del lago?-Se vuelve y me mira con una ceja alzada.

-¿Me estás invitando a que vaya contigo?-No sé por qué, al notar el tono que ha cogido esta conversación, me sonrojo. Niego con la cabeza, pensando lo estúpida que me tengo que ver. Este suspira.- Iba a por un té ahora mismo, si prefieres quedarte dentro mientras lo tomo que salir ahí fuera...

-¡Tengo té aquí mismo!-Alzo la botella, sonriendo mientras agradezco en silencio mi buena suerte. Su mirada va del envase a mí y del envase de vuelta arriba. Suelta otro suspiro.

-Me da que no tengo más excusas. Vamos.-Se aleja del cuadro del frutero, confiando plenamente en mí. Yo juego con el rotulador dentro del bolsillo de la túnica y sonrío de forma un poco maliciosa. Voy tras él.

-¿Nervioso para el partido de la semana que viene?-Pregunto, fingiendo normalidad. Este se encoge de hombros, algo indiferente.

-No mucho. La paliza que nos ha dado Flint en el entrenamiento es bastante mayor que lo que han hecho las águilas durante casi todo el año.-Hace una mueca y se revuelve el pelo.- Además, vamos primeros por bastantes puntos.

-Porque a alguien le dio un patatús en medio de su partido. Sí, lo recuerdo.-Me limito a decir. Este me mira de reojo, como asegurándose de que no vaya estallar en llamas por lo que ha insinuado.

-Porque los leones sois malos en quidditch.-Me corrige. Lo señalo con el dedo.

-¡Cuidadito por donde vas, nariz torcida!

-No te enfades, Potter.-Me sonríe con burla mientras nos sentamos en la húmeda hierba. Noto como su boca se tuerce en una mueca.- Esto está algo mojado.

-Bébete el té y verás cómo te calientas.-Le doy el envase con algo de fuerza. Este ríe, aun burlándose de mí.

-Las damas primero.-Me tiende de nuevo la botella. Siento como un sudor frío me recorre la espalda. Me va a pillar, me va a pillar. Si bebo de eso, me voy a quedar frita encima de él.- Potter, ¿me has oído?

-¿Me dejas con mi pizca de orgullo y te lo bebes tú, por favor?-Le pido, intentando aparentar mal humor. Luke niega con la cabeza, riendo, pero me hace caso y se bebe el té. Me pasa la botella y yo la sujeto en mis manos mientras espero de forma paciente que se duerma. Suelta un bostezo y cierra los ojos.

-Estoy algo cansad...-No logra ni terminar la frase antes de empezar a roncar. Vacío la botella tirándola a la hierba y saco el rotulador del bolsillo. Es hora de empezar con mi obra de arte.

-Te voy a dejar muy guapo, querida serpiente.-Lo agarro de ambas mejillas con una amplía sonrisa; espero que nadie me esté viendo o voy a terminar siendo parte de otro rumor desagradable.- Muy, muy, muy pero que muy guapo.

Una risita se escapa de mis labios antes de empezar con la travesura.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top