20. Guerra y paz

La música que suena en mi cabeza me hace mover los pies más rápidamente. Una vuelta, dos, tres, y de vuelta a ponerse en puntillas para no perder el equilibrio. Pero mi equilibrio falla y yo fallo otra vez el maldito paso que llevo practicando las últimas tres horas. Hoy, temprano, no sin antes sentir nauseas al ver la mesa del gran comedor llena de comida y no haber probado ningún bocado, he venido a ensayar para que mi mente dejase de darle tantas vueltas a lo que vi en Godric's Hollow, lo estancada que estoy en las respuestas a mis preguntas. ¿Por qué me cuesta tanto hacer el maldito paso? Gruño con fuerza y empiezo de nuevo.

-Uno, dos, tres...-Empiezo a dar las vueltas pero caigo sin remedio al suelo. Esta vez me quedo ahí, mirando el techo, sin saber por qué últimamente todo me sale mal.

Decido que sentarse va a ser mejor que quedarse tirada, así que me siento, sintiendo la respiración agitada. Cierro los ojos e intento calmarme, volver a respirar de forma normal. Cuando me siento a tomar un respiro siempre vuelven a mí las mismas palabras: Godric's Hollow, Luke, magia blanca, el libro de la vida, y luego, el recuerdo de cómo le hice daño a mi padre. Eso es lo que de una vez por todas me ha dejado un cacao mental con el que no me siento capaz de lidiar. Me levanto una vez más, dispuesta a seguir bailando de forma que me concentre en otras cosas, pero mi cuerpo me lo impide. No da más de si, y es que, si te paras a pensarlo, es norma. A duras penas duermo por las pesadillas y mi apetito se ha quedado como mi habilidad para las matemáticas: Inexistente. Apoyo ambas manos en el suelo y vuelvo a respirar hondo. Necesito una ducha y comer algo, aunque sea un trozo de pan. Pero el suelo se me hace excesivamente cómodo para la dura piedra que en realidad es y mi cuerpo no quiere levantarse. Suspiro.

-Muévete, Annie. Necesitas comer.-Murmuro, intentando que la razón vuelva y las ganas de moverme también. Me desato las cintas de las zapatillas de ballet y las dejo en una esquina. Me masajeo un poco los pies antes de ponerme los zapatos normales. Me estiro.- Que bien me vendría ahora un vaso de agua...

Suspiro levantándome y me pongo la sudadera por encima. Meto las cosas en la bolsa y frunzo el ceño al ver un vaso de agua con una jarra al lado en una mesita, cerca de la puerta. No recuerdo que eso estuviese ahí cuando he entrado, pero sin darle mucha importancia me acerco y bebo casi toda la jarra. Sonrío levemente. Que buena está. Salgo y me encamino a la sala común de Gryffindor. Lo cierto es que no me preocupa mucho que la gente me vea así ya que uno, aun ni la media parte de Hogwarts ha llegado de las vacaciones (suelen llegar mañana, y lo cierto es que me hace ilusión volver a ver a los gemelos y Kurt) y dos, al estar en el equipo de quidditch nadie sospecha que me pongo zapatillas de ballet y salto de un lado al otro al ritmo de la música dentro de mi cabeza.

Aun algo perdida en mi mundo y mis pensamientos algo confusos, noto como alguien me da dos toques en el hombro y me doy la vuelta, encontrándome de lleno con los ojos marrón oscuro de Tate. Se ha cortado un poco el pelo y tal vez sea yo, pero ha adelgazado. Y lo cierto es que no tiene pinta de haberlo hecho de forma saludable, o al menos la piel algo más pálida de lo habitual y sus ojos levemente hundidos me dicen que no. Me pregunto qué le habrá pasado para que termine así.

¿Entonces, admites que aun te importa aunque sea un poco?

Frunzo el ceño al darme cuenta de que mi voz interior tiene razón. Miro a Tate y le regalo una sonrisa rápida pero no real, aunque tampoco falsa ni que indique que le quiero cuatrocientos kilómetros alejado de mí.

-Ahora no puedo hablar contigo.-Me doy la vuelta de nuevo y empiezo a andar rápidamente, queriendo alejarme de él. Pero en seguida oigo sus pasos detrás de mí.

-Annie, espera, necesito hablar contigo.

-Y yo necesito una ducha.-Empiezo a subir las escaleras pero tengo que parar ya que gracias a mi buena suerte les da por moverse ahora. Suelto un gruñido y me revuelvo el pelo. Noto el sudor y arrugo la nariz. Sí que necesito una ducha.

-Annie, necesitamos hablar.-Se corrige entonces. Me doy la vuelta y me cruzo de brazos.

-¿En serio? Necesitamos hablar. Ya.-Lo miro sin entender por qué sigue con el santo tema. Cada uno por su lado y punto. Este sube otro escalón, y esta vez yo no subo otro para esquivarle.

-No puedes esquivarme toda la vida.-Me reclama este con el ceño fruncido. Suelto un bufido.

-Lo he hecho el último mes, o los últimos dos meses, o todo el tiempo que hiciese falta para no verte.-Las escaleras encajan en ese mismo momento y sigo subiéndolas a pesar de que hayan cambiado de dirección y ya no me lleven a la sala común. Solo quiero alejarme de Tate. Cuando comento que estoy en un cacao mental en el cual no quiero ver ni a mis amigos, lo digo en serio. Si no quiero ver ni hablar de ello con nadie, imagínate cuánta ilusión me hace encontrarme con un chico que solo juega contigo y va y viene.

¿Por qué me meto en estas cosas si solo tengo trece? Por Merlin, fui estúpida al seguirle el rollo.

-Annie, mira. No me apetece seguir así contigo. Creo que me merezco algo más que tus constantes huidas de mí.-Suelta esas palabras con un toque de reproche en ellas. Me doy la vuelta, parando de andar.

-¿Qué te mereces, según tú?

-¿Que te parece una explicación?-Sonríe algo falsamente. Alzo las manos, desesperada.

-¿Qué explicación? ¡No necesitas explicación, necesitas saber que cuando dejas a alguien al borde de un beso por muy pequeña que sea luego no se va por ahí con otra chica!-Vaya, ahora que lo digo en alto suena aún más estúpido. Este se me queda mirando. Sorprendido.

-¿Estás así por eso?

-¿Y por qué si no? ¿Acaso me has intentado matar mientras intentaba no cruzarme contigo?-Gruño, mirando a otro lado. Este se acerca un poco más. Yo alzo la mano, parándolo.- No. Cinco pasos lejos de mí y entonces intentaré hablar contigo.

Tate alza ambas manos y retrocede cinco pasos exactos. Me digno a mirarlo entonces. Sé que tengo una mirada algo dura cuando me enfado, y tal vez por eso él baja levemente la cabeza cuando le lanzo mi mirada asesina.

-Perdóname. No era mi intención...

-Ahorratelo, de verdad.-Le corto, cansada.- Solo dime por qué narices estás tan empeñado en ser mi amigo otra vez.

-Mira, Annie.-El chico respira hondo y me mira a los ojos.- Fui mal amigo, tal vez te lié e incluso te hice daño. Pero no era mi intención. Quería ser, y quiero ser tu amigo porque me importas y quiero cuidarte. Ahora más que nunca.

-¿Por qué ahora más que nunca?-Frunzo el ceño. Tate mira alrededor, como asegurándose de que nadie nos oye.

-Estás en peligro.-Mi mirada se suaviza, como si toda esa capa de chica dura flaquease por primera vez en toda la conversación. Sí, sé que estoy en peligro, lo estoy desde la aparición de las notas y del suceso de la ducha y mis constantes dolores de cabeza pero... ¿Cómo lo sabe él? Tate se digna a mirarme a los ojos.- Y me da que tu también lo sabes.

-¿De qué vas, Tate?-Pregunto, empezando a enfadarme y entristecerme a la vez.- ¿Ahora piensas protegerme?

-No voy de nada, ¿me quieres escuchar?-Empiezo a agobiarme y siento que necesito el aire de vuelta en los pulmones. ¿Cómo es posible que se te olvide respirar justo en los momentos más importantes?

-¿Por qué sabes todo esto?-Lo miro, con el agobio destellando en mi mirada. Sus labios esbozan una media sonrisa, entre amarga y triste.

-Cuando te he dicho que quiero protegerte, y quería protegerte, no hablaba simplemente de deseos.

-¿Por qué harías eso?-Mi voz va perdiendo fuerza a cada pregunta que formulo. Recorro su cara con la mirada, la analizo e intento descubrir alguna expresión de burla, alguna mueca, algo que indique que me está tomando el pelo. Pero no hay nada. Simplemente se agacha para que su cara quede a la altura de la mía y me dice:

-Porque me importas. Ser una serpiente no significa que tenga que odiar a todos los leones, ¿sabes?-Sonrío levemente al oír mis palabras en su boca. Me da un beso suave en la mejilla y se levanta de nuevo, no sin añadir con una sonrisa sincera.- Espero que esta vez no me esquives por los pasillos, ¿eh?-Suelto una risa.

-¿Amigos de nuevo, entonces?-Le digo, solo para asegurarme de que todo lo que ha dicho es verdad y no un sueño creado por mi mente. Asiente y me ofrece la mano.

-Amigos de nuevo, Potter.-Estrecho mi mano con la suya y ambos nos quedamos un momento en silencio.

-Me alegro de que sea así.-Confieso para después dar media vuelta e intentar encontrar el camino más corto para la sala común de los leones, sintiendo que algo dentro de mí se ha quedado más tranquilo. Que mi gran cacao mental se ha reducido, aunque sea, un poco. Voy a ducharme pero algo me hace parar frente al espejo. Mi reflejo luce tan sorprendido como yo. Veo todo mi pelo lleno de colores: mechones blancos, pelirrojos, marrones, negros e incluso alguno rubio. El iris de mis ojos es una mezcla de verde, azul, rojo, celeste y mi natural marrón avellana. Suelto el bote del champú, que se estrella contra el suelo, sin saber cuánto tiempo llevo así. Cuántas personas me pueden haber visto. Intento recordar; no me he cruzado con nadie de camino a la sala común, ni cuando iba a los baños. La última persona con la que he hablado ha sido Tate. Oh dios, ¿Y si Tate me ha visto así? No, no creo, si no diría algo, ¿verdad? Algo como "oye Annie, parece que el arcoiris te haya vomitado en la cara". Cierro los ojos, sintiendo el dolor de cabeza volver. Frunzo el ceño con fuerza.- ¿Qué me está pasando?

Me arrastro al suelo, sintiendo que algo quiere escapar de dentro de mí. Agarro el lavabo con ambas manos y aprieto, aguantando un pequeño gemido de dolor por mi cabeza. Las manos se resbalan al poco rato por falta de fuerza y termino tumbada en el suelo, agonizando. Aprieto las manos convirtiéndolas en puños, sintiendo que algo dentro de mí me va a matar. Oh dios, ¿no soy algo joven para morir?

Me llevo las manos a la cabeza y aprieto, sintiendo miles de agujas clavarse en mi piel, martillos golpeando el interior de mi craneo, un constante y helador frío que a veces se torna en un calor sofocante. Me clavo las uñas en el cuello intentando no gritar de dolor para no atraer la atención de nadie. Y de repente, todo cesa, como si la guerra la hubiese ganado mi corazón en vez del poder que quería destrozarme.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top