2. Gallinas, demonios y una declaración de guerra.
¿Alguien me explica como me las ingenio siempre para fastidiarla desde un buen comienzo? Porque por dios, que haga parar mi mala suerte.
-¡Hermes, ven aquí!-Le grito en susurros, antes de que se pose en la palmera de una señora de la estación. Nada, el muy maldito tiene que desobedecerme siempre.- ¡No soy la mejor influencia, lo sé, pero hazme caso y ven aquí, antes de que...!
-¡UNA GALLINA!-Chilla la señora al ver las plumas de Hermes en su cara. Sí, lo sé. Debería maldecir, echarle la bronca a Hermes, sacarlo de ahí, pero lo único que puedo hacer es poner una mueca de asco.
-¿Una gallina? ¿Esta hablando en serio, señora?-Murmuro por lo bajo. Voy en silencio a por Hermes antes de que esto se complique. Entonces me doy cuenta de algo, que sí o sí debe de ser verdad.
Dios me odia.
Abro los ojos desmesuradamente al ver a un chico de mi antiguo colegio (mi compañero de matemática, a ser exactos) ayudar a la señora, mas bien, ayudar a su abuela. Cabría añadir, que además en su momento me gustaba aquel idiota de pelo negro y ojos azules, que me hacía sonrojar con un maldito "hola". Pero esta vez noto como me arden las mejillas por una diferente razón. Un calor abrasante recorre mis manos, y una furia interior llena todo mi (amable y bondadoso) corazón.
-Señorita...-Dice una voz a mis espaldas. No me entero de que se refiere a mí hasta que me toca el hombro.
-¿Sí?-Digo dándome la vuelta. La cara del hombre cambia radicalmente de sorpresa a horror y terror.
-¡El demonio!-Chilla antes de salir corriendo. Dios, ni que fuese para tanto, vale que hoy no me he peinado, pero...
-¡Estás ardiendo!-Me chilla entonces la voz conocida de Ryder, mi ex-compañero. Me miró las manos y veo que efectivamente están en llamas.
-Ups.-Digo con una sonrisa nerviosa. La gente me mira como tres segundos, callados, todos expectantes, hasta que empiezan a chillar que soy el demonio y salen corriendo en todas direcciones, todos menos Ryder, que le falta poco.
-¿Potter?-Dice respirando agitadamente. Yo miro a los lados, haciéndome la tonta, y después me señalo a mí misma.
-¿Te refieres a mí?-Le pregunto, con una sonrisa que espero que sea inocente y no me haga parecer una muñeca diabólica en llamas. Él asiente lentamente. Paso de explicarle que soy una hechicera, además de que puedo congelar, quemar o empapar cosas sin varita, que voy a Hogwarts, y todo eso. Por ahora una mentira no me hará nada.- Yo no soy Potter... Mi apellido es Black.
-Perdona... Eres idéntica a una compañera mía.-Dice con perplejidad. Yo sonrío de lado.
-No pasa nada. ¿Oye, has visto a Herm... a la gallina que estaba en la palmera de tu abuela?-Digo forzando una sonrisa. Antes de que le de tiempo a responder, Hermes aparece volando con una palmera... que por lo que parece tiene una peluca pegada en su interior. Ryder hace una mueca y yo hago otra, no por Hermes, si no porque no creo que pueda aguantar mas sin reír. Hermes me pone la palmera en la cabeza y se posa en mi hombro. Yo cojo la palmera y se la doy a Ryder, que lo acepta junto a un suspiro.- Oye, una cosa.
-¿Sí?
-Tu compañera debe de ser la cosa mas bella del universo.-Me doy la vuelta y empiezo a andar por el andén ocho, ya que por lo menos he perdido quince minutos por culpa de Hermes, y bueno... me encanta salir en plan divaza, no vamos a negarlo...
-¡Eso seguro, pelirroja!-Me grita de repente. Yo abro los ojos como platos, no porque acaba de admitir que soy bella (eso lo sabe todo el mundo), mas bien porque acaba de chillarme...
-¡NO!-Digo al ver la punta de mi coleta completamente roja. Miro a Ryder, que me mira completamente confuso, y le regalo una sonrisa.- No pasa nada... Oye... ¿De que color tengo los ojos?-Le pregunto nerviosa mientras me acerco a él. Ryder hace una mueca, de nuevo y frunce las cejas.
-Supongo que tendrás lentillas, porque los ojos naranjas no son normales... ¿Llevas lentillas?-Me pregunta dudoso. Yo ahogo un grito en mi interior y sonrío ampliamente mientras asiento. Creo que por fuera debo parecer el Joker o algo peor.- Pues, si tu objetivo es dar miedo, lo das realmente...
-¡Entonces voy a sacar un diez en la escuela!-Digo sonriente. El azabache alza una ceja, de nuevo.
-La escuela todavía no ha empezado.-Maldito don perfecto ¡¿no podías ser un chico mas fácil de engañar?!
-Bueno, verás...-Entonces veo al señor que me ha tocado el hombro venir con un guardia mientras me señala y le hace millones de gestos-...ahora no tengo tiempo de explicártelo, Ryder.
-¿Cómo sabes mi nombre?-Me pregunta retrocediendo. Abro los ojos aun mas, y el guardia empieza a acelerar el ritmo. Digo lo primero que se me ocurre.
-¡Soy el diablo, y el diablo lo sabe todo!-Grito mientras intento simular una risa malvada. El señor se desmaya de golpe, Ryder pierde el color y el guardia se debate entre ir a ayudar al desmayado o ayudarme a mí. Entonces agarro a Ryder de la camisa, mientras en la otra mano hago aparecer unas llamas y se lo acerco a la cara. Le siseo con el todo el veneno posible.- Exacto Ryder, soy Potter. Si dices algo de lo que has visto hoy o me delatas, arderás junto a tu casa. ¿Me has oído? Tu no has visto nada.
-En... en... ten... dido.-Tartamudea con sus ojos reluciendo de terror. Le suelto y salgo corriendo mientras murmuro un perdón, cojo el carrito y silbo para que Hermes me siga.
-¡ALTO!-Me chilla el guardia con una voz de niña de seis años. Quiero parar, mirarlo y preguntarle por qué narices tiene la voz tan chillona, pero sé que eso no es lo mas prudente en estos momentos, así que sigo corriendo.- ¡QUE PARES, SATANAS!
-¡Oye, tampoco te pases!-Le grito mientras me doy cuenta de que estoy en el andén siete.- No, no, no... me estoy alejando del tren.
Le lanzo un vistazo rápido al reloj y veo que son las once menos cinco. No puedo perder el tren, así que en un arranque de valentía (y sobretodo de locura), doy media vuelta con el carrito y casi atropello al guardia, pero por suerte se aparta. Sigo corriendo, mirando atrás de vez en cuando, hasta que al principio del andén nueve, ya lo he perdido de vista. Sigo corriendo y me lanzo de lleno a la pared.
Que no este cerrado, por favor, por favor, por favor... Minnie, te lo suplico.
-¡Te amo Minnie!-Grito con felicidad al ver el andén 9 y 3/4 alzarse ante mí. Me muerdo el labio y cojo la punta de mi coleta, para examinarla con calma, antes de que me de un infarto. El color rojo esta desapareciendo poco a poco, dejando ver mi pelo rarito lleno de mechas rubias y castañas. Suspiro con un alivio recorriendo mi pecho...
¡Que vas a perder el tren, Annie!
Oh dios, gracias por recordármelo, Adam.
Voy a ignorar lo indecisa que estas con los nombres.
Empiezo a correr, dejo el carrito en algún lado y subo con el baúl a rastras. El tren se pone en marcha justamente en el momento en el que cierro la puerta, y yo me dejo caer contra la pared. Maldita sea, en tu primer día de colegio no debes correr por una estación mientras te acusan de ser satan. NO es agradable.
-¿Que haces en el suelo, Lady Potter?-Dice la voz conocida de Fred.
-Parece que se haya convertido en tu casa.-Sigue George burlón.
-Me levantaría, os abrazaría y os diría que os he echado de menos, pero después de esta humillación paso.
Ellos ruedan los ojos y me levantan del suelo. Me rio sin poder evitarlo y los abrazo. En ese momento me doy cuenta de que voy a quedarme mas enana que un maldito hobbit.
-¿No estáis mas... enormes?-Digo riendo. Ahora me sacan algo como una cabeza. Parezco una niña de primero, mas que una de segundo.- Voy a ser un hobbit.
-¿Hobbit?-Pregunta George frunciendo la ceja. Fred esta tan confuso como su gemelo.
-¿Estáis seguros de que estáis preparados para esta charla? Nadie ha sobrevivido a ninguna de mis charlas sobre libros.-Digo orgullosa de ello. Los dos se miran.
-Somos demasiado jóvenes...-Empieza Fred.
-Y guapos...-Añade George.
-Como para morir.-Terminan al unísono, como siempre. Ruedo los ojos, divertida. Me froto las manos en la camisa, ya que todavía están ardiendo.
-Voy al baño, un segundo.-Digo excusándome.
-Estamos en el vagón del final, con Lee y Kurt.-Dice George. Entonces los dos se miran y sonríen pícaramente.
-Kurt.-Subrayan a la vez. Los miro con los ojos achinados.
-¿Queréis decirme algo, chicos?-Digo poniendo mi mejor cara de póquer. Ellos se ríen, niegan con la cabeza y desaparecen con mi baúl. Perfecto, ahora se supone que Kurt y yo tenemos algo. Maravilloso, no quepo en si de la felicidad. (Exceso de sarcasmo detected). Sigo por el pasillo, entro al baño y cierro la puerta con pestillo. Me acerco al espejo y me fijo en mis ojos; tienen su color avellana de siempre, pero unas motas naranjas todavía siguen ahí, al acecho. Me muerdo la mejilla interior y me mojo las manos con el agua mas fría posible. Lo último que me falta es enfadarme por una tontería y quemar el tren sin querer. Después de estar varios minutos con las manos a remojo, decido que es momento de sacarlas y salir del baño, pero antes me cambio a la túnica y me hago la coleta de nuevo. Meto mi ropa en mi bolsa, y salgo del baño. Ando rebuscando mi libro entre mis cosas cuando justo alguien choca contra mí y los dos caemos al suelo sin remedio; yo encima de... él. Un completo desconocido... ¡Slytherin! Mi suerte es increíble.
-¿Potter, verdad?-Dice con una sonrisa ladeada.- El nuevo demonio de King's Cross.
Puedo notar como el color se me va de la cara y mis manos empiezan a temblar. ¿Cómo...? No había mas niños/adolescentes en el andén exceptuando a Ryder y a mí misma. Me quedo mirando los ojos verdes del chico, preguntándome quién narices será hasta que me doy cuenta de que estamos en medio del pasillo, yo encima de él... y eso parece cualquier cosa. Me levanto lo mas rápido que puedo y le miro desde arriba.
-¿Quién eres, nariz torcida?-Le espeto con frialdad. Él me mira con una mueca; no sé con exactitud que le ha ofendido, mi cumplido o que no lo haya reconocido.
-Estamos en el mismo curso, Potter.-Dice mientras se levanta. Unas chicas de Ravenclaw, entre ellas Addy, mi compañera de DCAO, pasa justo cerca de nosotros. Entonces nariz torcida les sonríe y ellas sueltan un suspiro y alguna risa tonta. Alzo una ceja mientras las chicas se alejan y lo miro de nuevo.
-No acabas de responder mi pregunta.-Le digo perdiendo la paciencia. Se pasa una mano por su pelo castaño, desordenándolo.
-Luke Brake. Slytherin.-Dice junto a una sonrisa mientras me tiende la mano. Le aparto la mano con un manotazo, y me acerco a él furiosa.
-¿Cómo narices sabes lo del andén?-Digo mordiendo mi mejilla interior, en un susurro. Su sonrisa de estúpido se ensancha aun mas, haciendo que mis ganas de matarle a palos crezcan aun mas. Lo sé, soy extremadamente pacifica. Violencia cero.
-Deberías tener una vista algo mas aguda con gafas, Potter.-Dice dándome un toque en las gafas. Voy a soltarle una sarta de improperios, darle mil golpes hasta dejarle inconsciente, pero él me corta de lleno.- No se lo pienso decir a nadie, tranquila. Pero... tampoco voy a dejar que le hagas algo a mi casa, o a alguien que me importe, y salgas ilesa. Ahora esto se convierte en una guerra de bromas. Si no quieres salir mal parada... deja en paz a Slytherin.
-¿Crees que me das miedo, asquerosa serpiente?-Le siseo esta vez con autentico veneno. Ironías de la vida. Luke sonríe de lado.
-Tu lo has querido, Potter. Eres mi nuevo blanco de bromas.-Dice alzando ambas manos y dándose la vuelta, dispuesto a irse. Pero no.
Nadie deja a Annie Potter con la palabra en la boca.
-¿Acabas de retar a un merodeador? Estás cavando tu propia tumba, nariz torcida.-Le digo con una sonrisa ladeada. Oigo su bufido y me mira con una mueca.
-Mi nariz es la cosa mas preciosa que vas a ver en tu vida.
-Lo siento, me veo cada día en el espejo, Brake.-Le digo con una sonrisa torcida. Me doy la vuelta y salgo caminando como la divaza que soy.
Lo siento Remus, nada de un año normal.
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