14. Perder la cabeza (Parte II)
Ha pasado poco más de una semana tras el partido, ahí donde fracasamos por tan poco que dolió muchísimo y yo terminé una vez más en la enfermería. Me tapo bien con la túnica ya que al ser mediados de noviembre el frío va aumentando cada vez más, y lamentablemente las grietas de las paredes de piedra del castillo no es que ayuden mucho. Al ser sábado la mayoría de los mayores están en Hogsmeade, mientras que los pequeños, por decirlo de alguna manera, están amontonados cerca del fuego en las salas comunes; aun y a pesar del frío, debido a mi paseo de necesitas desconectar de todo antes de que te explote la cabeza estoy viendo alumnos desperdigados por todo el castillo, haciendo dios sabe qué. Aunque bueno, supongo que ellos pensarán lo mismo de mí... no lo sé, mi cabeza últimamente está muy confusa. Y yo estoy más que perdida.
No he recibido más amenazas o notitas desde el incidente en las duchas. Tate y yo no hemos vuelto a hablar, sobretodo porque yo llevo esquivándole todo el mes. Estoy teniendo sueños raros y confusos que después resultan ser mis recuerdos de infancia. Ese par de ojos verdes me sigue a todos lados y estoy dudando si es real o ciertamente me estoy volviendo paranoica. El libro de la vida es otro misterio que desearía solucionar pero en donde estoy atascada. Y a causa de estos embrollos me he apartado más y más de la gente, encerrándome en una bolita de soledad continua. Es horrible sentirse como una loca, que la gente te mire con compasión por parecer un mapache con esas ojeras enormes y que, si fuese suficiente, medio Slytherin te hiciese la vida imposible. Y no, no hablo de nariz torcida y sus bromas. Hablo de una nueva enemiga, un nuevo miembro de el club de odio a Potter. ¿Alguien se acuerda de Amanda Avery, la chica de pelo rubio y ojos grises? ¿No? Vale, esperad... ¿A la que le gustaba Luke y reía como una horrible cosa chillona? ¿Ahora sí? Me lo imaginaba.
Esa pequeña especie de zoológico me ha hecho la vida imposible desde el partido, seguramente porque Luke fue a la enfermería a visitarme (y no por el hecho de ser amigos, sino por la magia blanca). ¿Por qué todo el mundo me odia? Entiendo que soy algo sarcástica, y hago bromas, y soy... algo irritante pero digo yo que tampoco será para ir al extremo de que me pongan una poción para enfermarme en el desayuno. Eso roza lo psicópata por si alguien no se ha dado cuenta. Dirijo mi mirada al libro que llevo en manos, que es, una vez más, orgullo y prejuicio. Lo meto en el bolsillo de la túnica ya que una de las cosas que menos me apetece ahora es leer. Sigo andando por el pasillo hasta bajar a las mazmorras. Sin saber por qué mis pies me dirigen hacia aquí y, dad gracias a mi suerte chicos, me encuentro con Luke.
-Nariz torcida.-Saludo, con una sonrisa pequeña. A pesar de ser enemigos es de las únicas personas que me entiende... en cierta medida. Este me mira y me coge de repente del brazo para hacerme subir arriba. Abro mucho los ojos porque literalmente me está arrastrando y su agarre duele un poco. Salimos al patio, y como no tengo ni bufanda ni guantes aprieto la mandíbula para aguantar el frío.- ¡Eh, cálmate un poco!
-¿Cual es tu relación con Tate Walker?-La pregunta me deja helada (no en el sentido literal, que también podría ser). Intento abrir y cerrar la boca pero se me hace imposible articular algo. Me sacude un poco, haciendo que reaccione.- ¡Annie!
-¡Ninguna!-Me suelto de él y retrocedo unos pasos. Luke se pasa una mano por el pelo y mira el suelo, como dudando en hacer la siguiente pregunta. Trago saliva, porque si va a abrir la boca para mencionarlo me voy y no vuelvo a dirigirle la palabra nunca más. En ese momento me mira y tras morderse el labio, en un susurro casi inaudible, me pregunta:
-¿Y qué sabes de la familia que custodia el libro de la vida?
Noto como la respiración se me corta, pensando que Luke es ese Lucas del que hablaron en los baños del hospital y tal vez me haya confundido en todo momento al pensar que era un aliado. Retrocedo más pasos, sintiendo cómo la cicatriz me empieza a arder. Me llevo la mano a la frente, tragando saliva una vez más, aunque pronto me doy cuenta de que tengo la boca seca. El color verde de los ojos de la serpiente se tiñen de preocupación mientras se acerca a mí.
-¿An?-Murmura, algo asustado. Intento articular alguna palabra hasta que otra voz me roba por completo la mía.
-¿Annie? ¿Te encuentras bien?-La voz medio grave de Tate hace que, sacando fuerzas de algún lado, eche a correr. Luke reacciona al instante y intenta venir detrás de mí, pero él no se sabe este castillo como la palma de su mano. Annie Potter en cambio sí. Corro y corro y corro por un millar de pasadizos, escaleras y túneles. Siento como poco a poco la cicatriz va calmándose. Con la respiración agitada, me siento en la piedra fría del suelo y me llevo las manos a la cara. Estallo en sollozos. Por primera vez desde hace tiempo, estallo en sollozos.
Tengo doce años, no debería tener dolores de cabeza insoportables, sueños destrozándome el corazón, alguien amenazándome de muerte, aun menos poderes incontrolables que me agotan tanto física como mentalmente, o la etiqueta de paranoica. Tengo doce años y siento que tengo una carga enorme en los hombros, una carga que pronto me romperá algún hueso. Y me siento cansada pero no sé a quien pedir ayuda porque al parecer nadie es de fiar. Y todo porque mi apellido es Potter y un idiota sin nariz decidió matar a mi familia, matarnos a Harry y a mí que de chiripa sobrevivimos. ¿Para qué sirvió sobrevivir si en momentos como estos quieres desaparecer por completo de la faz de la tierra? Alzo la vista del suelo y lo clavo en el techo, dejando que mis ojos se sequen durante un buen rato. Me quito las gafas y me seco las mejillas, aun respirando algo irregular. Me levanto y en ese momento oigo la risa de los gemelos desde el fondo del pasillo. Mis ojos se abren tanto que parecen planetas y tras palpar un rato la pared, abro una puerta que extrañamente no sé a donde conduce y lo cierra rápidamente, deseando que no me hayan escuchado/visto. Me quedo en silencio unos instantes apoyada en la pared, intentando calmarme y manteniendo silencio. Cuando estoy segura de que no están ahí, doy un paso hacia delante y paro en seco. Los estantes de la sección prohibida se alzan ante mí, haciendo que vuelva a retroceder. Un ruido cercano me hace saber que no tengo tiempo para entrar otra vez en el pasadizo, así que corro y me escondo en uno de los pasillos. Si me pillan aquí, me expulsarán. Y si me expulsan...
-Tiene que estar por aquí.-Susurra entonces la voz del profesor Lucas. Retrocedo otros pasitos mientras él sigue murmurando por lo bajo. Mi mirada recorre los pasillos, hasta darme cuenta de que estoy casi al final de la estancia. La puerta me queda por desgracia lejos y no sé si él está lo demasiado ocupado como para no ver un alumno correr hasta allá. Me escondo en otro pasillo. Es arriesgado, pero... necesito información y es la segunda vez que pillo a Lucas por la biblioteca. Si es lo que yo creo que es, me he confundido de forma estrepitosa en juzgar a Luke tan rápidamente. Me pego a los libros más cercanos a él y intento escuchar lo que murmura entre dientes.- Tiene que estar por aquí, vamos... vamos...
Siento sus pasos venir hacia al pasillo donde estoy yo y retrocedo despacio hasta meterme en el siguiente. Durante este baile raro no hace más que murmurar una y otra vez lo mismo, lo cual no me aporta nada nuevo. Aprieto los labios cuando llegamos al último pasillo. Me meto por el tercero, para asegurarme de que no me pille, y en ese momento desearía haber permanecido en el segundo.
-¡¿Donde... estantería... vida...?! ¡...Hogwarts!-Oigo el portazo y me dejo caer en el suelo. Las pocas palabras que he recibido por sus gritos susurrantes se cuelan en mi cabeza. Intento encontrarles algún orden aunque no haya que basarse en las hipótesis a la hora de sacar conclusiones. Me levanto de un salto y miro la salida. No puedo salir por allí porque Madame Prince me vería. Corro hacia el final y abro de nuevo el pasadizo, pero cuando estoy al borde de cerrar la puerta, se abre otra vez la de la entrada. Miro sin poder evitarlo (es curiosidad que me sale desde lo más profundo del corazón, lo siento) y me quedo de piedra al ver a Tate. Quiero cerrar rápidamente el pasadizo y olvidarme de lo que he visto pero se me hace imposible. ¿Qué hace Tate aquí?
Sus ojos marrones oscuros observan detalladamente la estancia, cada estantería, cada libro, cada mota de polvo en la madera. Y de repente, sus ojos marrones oscuros se clavan en mí. Cierro rápidamente el pasadizo y empiezo a correr, reprimiéndome mentalmente por ser tan idiota y haberme quedado mirando.
Un poco idiota sí que ha sido, debo admitirlo...
Shhhhhh, ahora no, Fox
Intento recorrer el mismo camino que antes pero entre los primeros cruces me pierdo bastante rápido. Oigo pasos detrás de mí y sinceramente el corazón parece que también a tomado lugar en mis oídos. El miedo me recorre cada parte del cuerpo como si fuesen pequeñas descargas de electricidad que me obligasen a correr cada vez más rápido. La ansiedad que me produce ser perseguida me hace sentir que me están estrangulando. Miro atrás y de repente veo una bola de humo negro siguiéndome sin problema alguno. Suelto un grito ahogado con los ojos muy abiertos, mirando al frente.
¿Qué narices era eso?
¿El pelo de Snape revelándose contra ti? No le gustaría el chiste del champú
Aprieto la mandíbula, ya que hablar con mi voz interior es imposible. Sigo corriendo, notando una presencia cada vez más cerca. Cierro los ojos con fuerza y tras unos segundos, los abro y me chocó con fuerza contra un cuerpo conocido.
-¿Annie?
-¡George!-Lo abrazo con fuerza, cerrando los ojos de nuevo. Mi respiración irregular debe causarle cierta incomodidad ya que por su altura básicamente cae en su cuello. Hey... he crecido, antes le llegaba al pecho. Vale, a lo que iba.- George.
-¿Qué ha pasado?-Me abraza bien y de repente me siento en el país de las maravillas... ¿qué narices? Me quedo muy quieta unos segundos, intentando procesar por qué me siento así. Pero cuando me da otro apretón, intentando protegerme con sus brazos algo delgaduchos...- ¿Te encuentras bien? ¿Por qué corrías?
-Yo...-Lo miro, sin saber si debería confiar en él o no. Pero al ver sus ojos llenos de preocupación mirarme... ¿desde cuando me pasa a mí esto con George?-...alguien me seguía. O algo. No sé, estoy confusa y...-Trago saliva una vez más. ¿Y si esa bola negra fuese mi imaginación? ¿Y si de verdad Tate no estuviese en la biblioteca y me estoy volviendo loca?-...yo...
-¿Estás bien?-Me corta él, sin querer escuchar mi explicación de "no estoy paranoica créeme por favor". Asiento con lentitud pero al poco rato niego con la cabeza.- No estás bien. Se te nota.
-¿Se me nota?-Murmuro, metiéndome en sus brazos. Noto como cierra los ojos.- ¿Y que más se nota?
-No sé si los otros lo han notado, pero yo noto falta de apoyo. Y creo que puedo apoyarte.-Me abraza bien, lo cual me hace sentirme bastante protegida.- Yo y Fred, o Kurt, o Lea... Cualquiera de tus amigos.
Me pego a él sin decir nada. No creo que me pueda proteger de las paranoias de mi propia cabeza. Pero se agradece, oye.
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