12. Perder la cabeza (Parte I)
Salgo de los vestuarios con la bolsa echada al hombro y hecha un desastre. A pesar de haberme tomado una ducha, siento todos mis músculos agarrotados y un calor que hace que me derrita a pesar del frío. Lo peor es que ahora tengo el castigo que le debía al pato Lucas por haberle hecho tragar babosas el primer día del curso, así que eso de descansar no está dentro de mis planes. Subo a la sala común y dejo la bolsa en mi habitación. Bajo corriendo hasta la biblioteca; en la entrada está Lucas, quien me espera aburrido. Me paro frente a él con la respiración agitada y le saludo con un gesto de mano.
-Llegas dos minutos tarde.-Me reprende. Abro la boca para argumentar pero me corta de lleno.- No, llegas dos minutos tarde así que saldrás dos minutos más tarde.
-Pues menos mal que no ha sido media hora.-Suelto un suspiro y tras una mirada fulminante de su parte, ambos entramos en la biblioteca. La estancia está casi vacía ya que aun la temporada de exámenes queda lejos y la cantidad de deberes varía un poco las primeras semanas del curso. Exceptuando a algunos que como siempre lo dejan para el último momento y están hasta arriba de trabajo, no hay nadie. Sigo al profesor hasta el fondo de la biblioteca, donde hay un montón de libros desperdigados por el suelo, más bien, por todo el pasillo. Suelto un quejido.
-Vas a poner todos los libros ordenados de forma alfabética y no vas a salir hasta terminar.-Sonríe con suficiencia. Lo miro con la boca medio abierta.
-¡¿No has dicho DOS,-Pongo dos dedos en alto- DOS minutos?!
-Me lo he pensado mejor. Ahora empieza, que no creo que los libros se ordenen solos. Oh, casi se me olvida. La varita.-Extiende la mano. Cierro los ojos ya solo del cansancio que siento al pensar la cantidad de trabajo que tengo por delante. Saco la varita de mi túnica y se la doy.- Mañana te daré la varita. Mientras... al trabajo, Potter.
Se aleja a pasos firmes por el pasillo. Me arrastro al suelo y cuando está lo suficientemente lejos, le saco el dedo del medio, con todo mi odio. Gruño y al poco rato empiezo a poner los libros por letras. Es un trabajo bastante pesado, ya que si al menos los libros fuesen de mi interés, podría ojearlos un poco. Dos horas y media más tarde, cuando ya todos los libros están clasificados por su letra, me dejo arrastrar al suelo y tras unos segundos, me levanto y me doy el breve capricho de ir al baño para estirar un poco las piernas. Por el camino estiro los brazos, los dedos y el cuello, mientras tarareo una melodía que siempre he tenido en la cabeza. No me sé el nombre, ni siquiera sé si tiene letra, simplemente me acuerdo de la melodía. Pero paro de tararear al oír una risa algo chillona y otra algo más grave. Otra que reconozco en seguida. Mi corazón late a mil por hora mientras mi cabeza intenta procesar lo que oigo. Cuando noto que se empiezan a mover, me escondo todo lo rápido que puedo y me arrastro al suelo con la mano en la boca, intentando amortiguar el sonido de mi respiración. En ese momento pasa Tate con una chica rubia abrazada a su brazo, mientras de puntillas le da besos por todos lados. La posibilidad de solo serán amigos cruza mi mente pero rápidamente se va al verlos darse un beso. Eso me sienta como un puñetazo en el estómago.
Doloroso.
Cierro los ojos, intentando olvidarme de lo que acabo de ver, pero se me hace imposible. No sé en que momento he empezado a llorar pero ahora mismo solo puedo sentirme como una estúpida. ¿En serio, Annie? Es dos años mayor, sigues siendo una niña. Y aunque sé que mi yo interior tiene razón, ojalá no la tuviese. Sacudo la cabeza, intentando espantar las lágrimas y me levanto. Sigo mi camino al baño como si nada hubiese pasado, me echo algo de agua a la cara y me hago otra vez la coleta. Se me hace raro que la magia blanca no haya hecho acto de presencia, pero por ahora es mejor. No quiero que la situación se agrave un poco más. Vuelvo a la biblioteca lo más rápido que puedo para no cruzarme con nadie y me escondo tras las estanterías para que nadie me vea. Uno a uno, empiezo a clasificar los libros del montón A y a ponerlos en su sitio.
-Al menos los libros no te pueden fallar.-Murmuro mientras empiezo con el montón B. El tiempo esta vez pasa mucho más rápido de lo que esperaba y antes de darme cuenta ya voy por el montón W. Mi cuerpo me lanza punzadas de dolor por estar tanto tiempo agachada o de pie, a parte de sentada y del entrenamiento. Pero consigo terminar antes de que Madame Prince me eche a patadas por estar hasta tan tarde. Se me encoge el estómago con solo pensar en comer algo, así que me salto la cena y me voy directamente a la sala común. Esta vacía ya que todos están reunidos en el comedor, así que subo a mi habitación con paso lento, sin prisa, y me dejo caer en la cama. Sé que una ducha ahora mismo no me vendría mal, así que mi siguiente paso es moverme hasta coger la toalla e irme al baño. Me meto bajo la ducha y dejo que el agua caliente resbale por mi piel. Suspiro cerrando los ojos y dejando caer algunas lágrimas retenidas anteriormente. De tanto pensar en cosas malas, caigo y caigo y caigo hasta hundirme en un pozo que he cavado yo solita, así que termino sintiéndome la peor persona del mundo. El vaho que se ha formado a mi alrededor me recuerda que llevo demasiado tiempo en la ducha; cierro el grifo y me cubro con la toalla para después ir a desenredarme el pelo, ya que si no lo peinas ahora luego no hay manera de hacerlo. Pero al llegar al espejo, un grito ahogado sale de mi garganta y retrocedo tirando el peine al suelo. Hay seis palabras, escritas en letras rojas las cuales reconozco segundos más tarde como sangre.
Esconde el libro o te matará
Siento como tantas emociones juntas de golpe me embotan la mente, haciendo que un dolor de cabeza horrible aparezca de nuevo. La cicatriz me arde como nunca y no puedo evitar arrastrarme al suelo. Miro el espejo de nuevo, sintiendo la bilis subir por mi garganta. Una figura oscura aparece desde las duchas. El miedo me recorre el cuerpo, pero antes de poder hacer o decir nada, siento como la consciencia se va y con ella, yo.
-Simplemente, ella es diferente.-Oigo la voz suave de Dumbledore. Abro los ojos de golpe y me encuentro con el salón de casa. Con el salón de Godric's Hollow. Mi cara se convierte automáticamente en un poema mientras intento averiguar que está pasando. Mi mirada recorre la estancia para encontrarme con mis padres. Mamá tiene pinta de estar cansada, preocupada o sin haber pegado ojo desde hace bastante. Papá tiene peor aspecto que ella, aun más ojeroso y cansado. Se me revuelve el estómago una vez más al verlos así de alicaídos. En ese momento me doy cuenta de que una pequeña yo de tres años juega bajo los pies de papá, congelando todos los juguetes que tengo cerca. Parpadeo mientras siento los ojos llorosos, y entonces caigo de que es un recuerdo de mi infancia, almacenado en mi mente y reproducido ahora por alguna extraña razón.- Tiene un gran poder, aunque no sé aun por qué... es justo ella.
-A nosotros no nos importa si tiene un gran poder o si es squib, si tiene tres ojos o cuatro brazos. La querremos igual. Lo que nos importa es que está en peligro a causa de ese poder, y no sabemos cómo protegerla.-Replica papá.
-Lo sé, James.-El director de Hogwarts suelta un suspiro largo y les mira con su habitual serenidad.- Pero ella debe aprender a controlarlo. Nadie puede protegerla, es su propio deber protegerse a si misma.
-Pero es una niña.-Murmura mamá.- Ni siquiera ha cumplido tres años aun. ¿Cómo se va a proteger ella misma?
-¡Mira mamá!-La mini Annie alza en el aire el chupete congelado. Ella lo coge con una sonrisa pequeña y después me sienta en su regazo, acariciándome pelo.- ¿Podemos jugar, mamá?
-Luego jugamos, ¿Vale An?-Yo asiento para seguir congelando cosas y ella mira a Dumbledore, diciéndole con la mirada que siga hablando. Este se sube las gafas.
-Sinceramente, y aunque me duela admitirlo, no lo sé. Lo que sé es que Voldemort no tendrá entre sus planes matarla si tiene tal poder. La creerá necesaria. Como bien sabéis... no es ella quien aparece en la profecía, su destino no es matar al Señor Tenebroso.
-¿Quieres decir que ella está a salvo?-Se atreve a preguntar papá. Dumbledore lo mira.
-No creo que ningún Potter esté a salvo, y menos ella. Lo que digo es que Voldemort quiere algo de ella, y no parará hasta conseguirlo.
-¡Annie!-La voz de Angelina me saca del trance en el que me encontraba y abro los ojos de golpe, reincorporándome con la respiración agitada. Mi mirada se dirige de un lado a otro, intentando buscar a Dumbledore o a mis padres, pero no están. Tardo varios minutos en darme cuenta de que todo ha sido en mi mente, que no era real, que solo era un recuerdo. Me tapo la cara con las manos mientras ella me masajea la espalda, intentando calmarme. Me tapa bien con la toalla.- ¿Estás bien? La profesora McGonagall ha ido a por algo de comer. Tenías la tensión muy baja o ha dicho algo así.
-Estoy bien...-Mi mirada se dirige al espejo. Está limpio de nuevo, lo cual hace que me sienta confusa y desorientada.- Angie, ¿has limpiado tú el espejo?
-¿Qué?-Ella se da la vuelta y mira el cristal. Niega con la cabeza.- Cuando te he encontrado estaba así, creo. Además, no te he dejado sola en ningún momento, y nadie ha entrado o salido de aquí salvo la profesora McGonagall.
-Ahí había algo escrito.-Digo mirándola.- Te lo juro. Había una persona al fondo, no sé de dónde ha salido...
-Annie, cálmate, ¿vale? Habrá sido tu imaginación. Es imposible que hubiese nadie, tenías la puerta cerrada con pestillo. Nos ha costado lo nuestro entrar.-Me dice, mirándome preocupada. Empiezo a alterarme. En ese momento entra Minnie con cara de preocupación. Angelina le explica lo poco que le he contado mientras yo miro fijamente el espejo. Había algo escrito.
-Annie, es imposible que hubiese nadie que no fuese de Gryffindor. Es más, es imposible que hubiese nadie, ya que tenías la puerta cerrada.
-¡Se lo juro, había alguien, y había algo escrito en el espejo...!-Las miro, intentando que me crean, pero sé que es inútil.
-¿Cuanto has dormido hoy, An?-Me pregunta Angie. La miro.
-Cinco horas. ¿Eso qué importa?-Meneo la cabeza.- ¡Había alguien!
-¿Y desde cuando llevas sin comer?
-¿Eso qué más da? No creo que esa persona estuviese dentro de mi desayuno.-Le digo, empezando a enfadarme.
-Potter, tal vez ha sido producto de tu imaginación. Al estar tan cansada y haber dormido tan poco... la bajada de tensión sería por falta de fuerzas, por eso te has desmayado. Tu cabeza habrá creado algo a causa de la tensión que has acumulado durante el día.
-¡No es producto de mi imaginación! ¡Había una persona ahí!-Señalo las duchas.- ¡Y algo escrito en el espejo! ¡No estoy loca, ni me invento cosas!
-Deberías ir a dormir, Annie.-Me recomienda Minnie. Mira a Angelina.- Le he dejado algo de comida en la habitación, haz que cene.
-¡Sigo aquí!
-Recupérate, Potter.-Se despide con un gesto de cabeza y sale del baño. Me agarro la cabeza con las manos.
-An...-Me llama mi amiga. Meneo la cabeza.
-Déjame sola, por favor.-Musito. Ella suspira, pero tras unos segundos de indecisión, se va. Miro el techo. Sé que no me estoy volviendo loca. Lo que he visto era real. ¿Era real, no?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top