10. Noa, intentos de asesinato y pastillas verdosas.
Mis ojos vuelven a abrirse y a encontrarse con el familiar techo de la enfermería. Una hilera de recuerdos borrosos pasa por mi mente provocándome un dolor de cabeza insoportable. Suspiro mientras masajeo mis sienes y intento acostumbrarme a la repentina luz. Me reincorporo lentamente, para intentar evitar mareos o dolores aun más fuertes (la experiencia...) y enfoco mi vista, que está borrosa. Alzo una ceja y en ese momento me doy cuenta de que no tengo las gafas puestas. Suelto un gruñido mientras intento encontrarlas en la mesilla. Entonces alguien coge mi mano y la deja en la cama para después ponerme las gafas. Cuando por fin puedo volver a ver, veo las cabelleras pelirrojas de mis gemelos favoritos. Los miro algo en shock.
-Te diste un buen golpe en la prueba.-Dice Fred con una pequeña sonrisa.
-Nos preocupaste demasiado.-Sigue George. Si no han comentado nada sobre mi pelo, será que está normal o que ya saben lo de la magia blanca. Espero que sea lo primero.- Aunque Madame Pomfrey ha dicho que pronto podrás salir.
-Esa es una buena noticia.-Murmuro, algo en mi mundo. Suelto un suspiro y parpadeo varias veces mientras que los dos intercambian una mirada nerviosa. Eso me pone los pelos de punta, ya que tal vez tengan miedo de confesarme que ya saben lo del poder. Espera, tal vez ya no quieran ser mis amigos...
Los flashbacks de Tate congelándose en el suelo inundan mi mente.
Soy un monstruo...
-Oye, Annie.-Empieza Fred con tono de voz suave.- No te alteres cuando te digamos esto, ¿vale?
-Vale...-Murmuro algo insegura. George coge mi mano en señal de apoyo. Lo miro con una pequeña sonrisa de agradecimiento.
-Han ingresado a Noa en San Mungo.-Suelta Fred de golpe. George le mira con reproche, pero yo solo me concentro en su hermano. Por mi culpa. Por mi culpa.
-Oye, An...-Empieza George.
-Necesito aire.-Murmuro, intentando levantarme. El pelirrojo me tumba de nuevo, intentando calmarme, pero yo ya estoy sintiendo el frío llenar mi interior. Trago saliva con mucho miedo. No quiero hacerles lo mismo a ellos. Entonces me acuerdo de otra persona que podía estar afectada.- ¿Y Tate?
-¿Tate Walker?-Pregunta Fred. Asiento, intentando ignorar la mueca de George. Los dos se encogen de hombros, sin saber la respuesta. Suspiro sin saber si eso es algo bueno o algo malo. Entonces las puertas de la enfermería se abren, dejando ver al director y a la profesora McGonagall. Muerdo mi labio, mientras mis acompañantes se levantan. Los dos me dan un beso en la cabeza que me hace sonreír un poco y se van. Los dos mayores toman asiento a mi lado y yo les miro unos segundos para después bajar la mirada.
-Creo que sabes de lo que venimos a hablar, Annie.-Dice Dumbledore con voz queda. Yo asiento con lentitud mientras suelto otro suspiro.
Aprende a suspirar con Annie.
Oh, cállate Zed.
¡ELIGE UN NOMBRE!
No.
-¿Me vais a expulsar?-Pregunto, mirándolos de nuevo. Se miran y Dumbledore niega con la cabeza. Frunzo las cejas, sin comprender nada.- Deberíais hacerlo por el bien de los alumnos. Mirad como está Noa... y Tate, no sé cómo está, pero pensad en lo que le hice. Y lo de Remus... seguramente fui yo también.
-El señor Walker ya está, gracias a dios, bien de nuevo.-Dice Minnie con una leve sonrisa.- Lo cierto es que estaba deseando verla pero se nos hizo imposible, dada las circunstancias, dejarle vía libre para verla. Respecto a Remus y Noa...
-Mejorarán, tenlo por seguro.-Me tranquiliza Albus. Suelto un suspiro, no muy convencida.- Pero ahora centrémonos en ti, Annie. Tu poder... es inmensurable, casi incontrolable.
-¿Debería tomar eso como algo bueno?-Musito, algo cohibida.
-He de remarcar que he dicho casi incontrolable. Aun puedes hacerlo.-Albus suelta una pequeña risa y Pomfrey viene con un pequeño bote lleno de pastillas.- Deberás tomarte éstas pastillas para no empezar a congelar todo lo que toques.
-¿Pastillas...? ¿No sería mejor una poción?-Replico con una mueca. Minnie sonríe.
-La poción sería más sospechosa. Le hemos dado forma de pastilla para que si te preguntan, puedas decir que es una enfermedad muggle o algo por el estilo.-Me explica mientras me tiende las pastillas. Yo las cojo y las observo. Son de un color verdoso, nada apetecibles. Arrugo la nariz un poco pero me limito a sacar una del envase y, junto a un vaso de agua que me han traído, tomarla. Como esperaba, el sabor es amargo y nada bueno; gracias a ello debo tomar varios tragos de agua para intentar quitar el gusto que me ha dejado en la boca y en la garganta.- Debes tomarla dos veces al día. Uno a la mañana y otro a la noche. Procura que nadie te vea tomarlas o algo por el estilo, ¿entendido, Potter?
-Sí Minnie, entendido.-Murmuro junto a un suspiro. Me siento del todo, con las piernas cruzadas y tras unos segundos de silencio, con voz algo ronca, pregunto.- ¿Podré seguir con mi vida norm...? bueno, no normal, pero se entiende.
-Esperemos que sí. Las pastillas no son algo permanente porque la magia que llevas ahí dentro es mayor a cada día que pasa. Pero por ahora... deberían funcionar.-Albus suelta un suspiro y se recoloca las gafas.
-Deberían.-Repito en voz baja. Juego con el envase mientras pienso en las locuras que me están pasando solo en las primeras semanas de curso.
-Por cierto, Potter.-La voz de Minnie hace que alce la mirada a donde ella y alce levemente una ceja.- Wood me ha dicho que quiere hacerte otra prueba para entrar en el equipo. La bludger, por lo que parece, estaba... manipulada, lo cual estamos investigando. Aunque no es lo que importa, sino que tienes otra prueba el Lunes, ¿vale? Sales antes de clase de encantamientos con este...-Saca un papel-...permiso y vas al campo de quidditch.
-Entendido.-Una sonrisa sincera se dibuja en mi rostro en lo que llevamos de conversación y cojo el permiso. Los dos intercambian unas últimas palabras con Pomfrey y se levantan para irse. Vuelvo a clavar mi vista en el papel pero entonces noto la mano de Albus en el hombro.- ¿Sí, Albus?
-El libro de la vida tiene más respuestas de lo que una persona real te puede dar.-Me dice con una leve sonrisa. Sale de la enfermería mientras yo miro el bote de pastillas con una mueca. ¿Libro de la vida? Mi mente da un vuelco de 180 grados. ¿Y si...?
***
Mi mano sigue acariciando lomo tras lomo otra estantería entera, mientras mis ojos saltan de un título a otro con rapidez. ¿Cómo he conseguido salir de la enfermería? Me he pasado lloriqueando como unos treinta minutos hasta que Madame Pomfrey se ha hartado y me ha dejado salir. Así que ahora voy ya por trigésimo pasillo de la biblioteca, intentando encontrar alguna referencia al libro de la vida. Pero mi búsqueda no está siendo nada provechosa... y yo estoy perdiendo la paciencia. Gruño palabras incomprensibles mientras sigo el cruce para entrar en otro pasillo. Pero cuando pierdo la paciencia es cuando alguien choca contra mí.
-¡¿NO PUEDES MIRAR POR DÓNDE VAS?!-Grito una vez que estoy en el suelo. Entonces veo que con la persona con la que me he chocado además de ser Slytherin, es Luke.- ¡¿Tu maldita nariz torcida no te deja ver?!
-¿Estás con la regla o algo parecido?-Me pregunta mientras se le escapa una sonrisa burlona. Gruño para mis adentros mientras me levanto. Sacudo mi túnica del polvo del suelo y sigo andando, ignorando que Luke se ha quedado en el suelo. Entro en otro pasillo y sigo mirando libros, o más bien, sigo mirando en busca del libro. Entonces, de la nada, noto otra presencia detrás de mí.- ¿Qué buscas?
-¿Qué más te da, nariz torcida?-Gruño mientras sigo leyendo títulos. Entonces noto un golpe en el brazo, lo que hace que suelte un quejido de dolor.- ¿A ti qué te pasa?
-Responde, Potter.-Dice con algo de mal humor. ¿Contagio mal humor? Ah, bueno.
-Ay, vale.-Gruño mirándolo. Este sonríe ampliamente.- Estoy buscando un libro que me de respuestas.
-¿Respuestas a qué?-Inquiere él, pero yo sigo andando, leyendo títulos.- POOOOOOTTTTERRRRRR.
-Maldita sea, nariz torcida.-Gruño, una vez más. Ya debo parecer un perro de todas las veces que he gruñido.- Prefiero no decírtelo.
-Por favor, Potter.-Suplica él. Alzo una ceja. ¿Un Slytherin suplicando a un Gryffindor? Que alguien grabe esto, por favor.
-Vale...-Murmuro. Él sonríe ampliamente y sus ojos brillan de la felicidad de saber la respuesta. Sonrío.- Estoy encontrando la cura para tu idiotez.
Sonrío falsamente y me alejo por el pasillo, dejándolo con la boca abierta por la ofensa y las orejas rojas del enfado y la vergüenza. Suspiro mientras me meto en otro pasillo para intentar esquivarlo, pero entonces él salta encima de mí y ambos caemos al suelo, creando un estrépito que se oye en toda la biblioteca. Suelto un quejido de dolor por segunda vez y lo miro a los ojos.
-Maldito, duele más de lo que crees. Deberías dejar de comer tantas magdalenas en el desayuno.
-¿Soy yo o siempre terminamos así?
-No te hagas ilusiones, nariz torcida.
-¿Annie?-Pregunta la voz confusa de George. Aparto bruscamente a Luke de encima mío y lo miro. Lo saludo con la mano y le regalo una sonrisa. Nariz torcida se lleva una mano a la cabeza, dolorido. El pelirrojo me ayuda a levantarme y yo sonrío aun más.
-Gracias.-Y lo agarro de la muñeca para arrastrarlo al siguiente pasillo. Él me mira con una ceja alzada y yo sonrío, como intentando disimular lo que hace un rato pasaba en el otro pasillo.
-¿Tú y Luke...?
-No. Parecía que nos estábamos besando, pero...-Hago una mueca de asco, suena peor en alto.-... no.
-Me alegro de oír eso.-Suelta un suspiro y yo frunzo ambas cejas. Él me mira y sonríe nervioso.- Ya sabes, por si tenemos que hacer bromas sería incómodo pasar por alto a un Slytherin.
-Y Lea...-Alzo ambas cejas, extrañada. Este hace un gesto con la mano, restándole importancia.
-Lea... Lea me cae bien. Luke no.-Sonríe. Yo bajo las cejas lentamente y me encojo de hombros.
-Vale.-Y suelto un suspiro.
-¿Vienes a cenar?-Dice con una sonrisa. Asiento y meto las manos en mis bolsillos. Entonces toco algo fino y algo áspero. Un papel.
-Adelántate, ahora voy.-Sonrío un poco, mientras él se aleja por el pasillo. Saco el papel y la misma caligrafía de siempre me provoca escalofríos.
Él se la llevó. Aléjate de él, Annie. Aléjate.
Trago saliva. Nunca había escrito mi nombre... nunca salvo ahora.
-¡ANNIE!-Grita George.- ¿VIENES?
Guardo el papel una vez más y tomo una bocanada de aire.
-Claro.-Y corro tras él antes de que la señora Prince nos pille y nos niegue la entrada a la biblioteca por el alboroto causado durante varias semanas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top