Por la tarde no pude dejar de pensar en lo que Robby dijo.
¿Sería capaz de hacer lo que dijo? ¿Pelear para esclarecer las cosas?
Miraba mi celular en espera de algún mensaje o llamada de su parte, de verdad quería que lo hiciera y me dijera que nada era verdad, que no íbamos a pelear.

Pero conforme el tiempo pasó y la noche llegó, aquella idea de pelear se iba esfumando, hasta que me llamó.

-¿Robby?
-Estoy en la playa, te veo aquí.

Antes de que pudiera responderle, me colgó y me quedé observando la pantalla como tonta.
Tomé las llaves de la casa y salí.
Conduje mi bicicleta hacia allá y conforme me acercaba sentía un revoltijo en el estómago, pero no porque tenía miedo, sino porque sentía emoción.

Lo divisé parado en medio de la arena y dejé mi bicicleta en el suelo, acercándome para finalmente estar cara a cara con él.

-Puedes irte si no te sientes cómoda.
-¿Estás seguro de que no será difícil vernos a la cara después de esto?
-Con Miguel funcionó, y no le digas, pero comienza a agradarme -reí nasalmente y miré hacia la playa soltando un suspiro- lamento que hayamos tenido que pasar por mucho.
-También yo -Robby dió un paso hacia mi, pero lo empujé y eso lo sorprendió- pero hiciste pedazos mi corazón, atacaste a mis amigos, te besaste con mi ex mejor amiga y te convertiste en un imbécil -me coloqué en posición de pelea- yo no voy a temer golpearte.
-Sin remordimientos.
-Sin remordimientos -el adoptó la misma posición que yo y nos movimos en un círculo por un segundo, pero después ataque.

Hoy pondré en práctica lo que aprendí por primera vez con Cobra Kai: sin piedad.

A diferencia de él, sigue siendo el mismo chico bueno que conocí aquella vez que chocamos, pero yo no soy la misma.
Estar tanto tiempo bajo estrés, coraje y resentimiento ha ido transformando mi carácter, y no ha sido correcto.

-Sin piedad -no fui capaz de medir la fuerza con la que lo golpeaba, pero sentía una extraña satisfacción cada vez que lo oía quejarse. Él también tiraba golpes, y eran fuertes porque lo sentía cuando los bloqueaba. Pero conseguía que no me dieran ni en la cara ni en el estómago. Aprendí mucho este año.

Cansada de solo golpes de ambas partes, tomé el brazo de Robby y giré debajo de él aún sosteniendolo, salté para enredar mis piernas en su hombro haciéndole una llave, jale mi cuerpo hacia atrás para que sintiera esa presión, y Robby me dió dos toques en la pierna pero lo ignoré.

Cegada por el enojo, pase su brazo por atrás de mi rodilla y me impulse hacia adelante colocando la otra sobre su pecho, cerca de su cuello, me coloqué cara a cara con él y levanté mi puño en lo alto, pero al sentir que le costaba respirar, solté un golpe y un grito al mismo tiempo, pero el golpe lo di a un costado de su cabeza, en la arena.

Me deje caer a espaldas del suelo colocando mis piernas encima de su torso, sin lastimarlo más, y extendí mis brazos ya cansados.
Comencé a reír mientras recuperaba el aliento, pero mis emociones me jugaron chueco y mi risa se mezcló con llanto. Robby se sentó sin apartarme de él y me observó mientras reía y lloraba. Me tomó de la mano obligandome a sentarme y me abrazó.

Ha sido demasiado para alguien tan joven como nosotros en tan poco tiempo.

-Esta bien, sácalo todo -acarició mi espalda y cabello mientras yo lloraba sin control. Nunca me había roto así delante de alguien- estoy aquí para ti.

Seguimos así por un tiempo más hasta que mi llanto cesó, y en ningún momento me dejó.

-Perdón -le dije- perdón por todo.
-No Annie, nada de lo que pasó fue tu culpa.  Yo fui el causante, yo debería rogar por tu perdón. Yo te lastimé, herí tus sentimientos, te traté mal, pasaste por el peor momento de tu vida, te dejé caer, te lastimé cuendo fuiste buena conmigo, me desquité contigo por mis problemas... Todo fue mi culpa.
-No Robby, no es tu culpa. No es culpa de nadie -sorbí mi nariz y me separé de él y miré su playera húmeda- eso sí es mi culpa.
-Esta bien -Robby rio al ver su playera llena de lágrimas y mocos. Agaché la mirada sintiéndome avergonzada cómo si fuera la primera vez que nos conocimos, pero él me tomó por el mentón y me hizo mirarlo a los ojos- Annie, te amo.
-Yo también te amo, Robert.

No había duda de mis sentimientos, y haberlo golpeado me ayudó a darme cuenta de lo que realmente siento por él.

Así que amigos, ya saben, si les gusta alguien pero tienen dudas, golpeenlo