🅽︎🆄︎🅴︎🆅︎🅴︎

9. Halcón.

Esta mañana, cuando llegué al dojo, noté a Eli completamente diferente. Ya no era el mismo chico que conocí. Ahora se veía... Tremendamente genial, aunque ya lo era antes. Además tenía un peinado bastante llamativo que desviaba toda la vista de su cicatriz.

—Wow, tu si que aplicaste lo que te dijo el sensei —le dije admirada— te ves muy bien, Eli.
—Soy Halcón.
—Ok, Eli —le hice burla y él me miró mal, lo que no entendí —oye, yo te conocí como Eli y para mí lo seguirás siendo.
—Bien, solo tu puedes decirme así —él rodó los ojos con una sonrisa.
—Formense —dijo el sensei—Shime. Reverencia —hicimos lo que nos indicó— posición de pelea. Estabiliza tu base, Halcón. Mantén el equilibrio, rotación completa al golpear.
—¡Si, sensei!
—¿Acaso flaqueaste, virgen?

El sensei caminó entre nosotros.

—Santos cielos, tenemos una sala llena de flaqueadores.
—¡Si, sensei!
—¡Esa no era pregunta! Levanten la mano los que nunca han sido golpeados en la cara —la mayoría la levantó, salvó nosotros tres— bajen las manos. Todas sus vidas, han estado evitando peleas para no romperse la nariz o perder un diente. Esa tontería de las contusiones. Así que hay una solución, y es que antes de salir del dojo, todos y cada uno de ustedes recibirá un golpe fuerte en la cara. Señorita Robinson y Señorita Andrews, quitenles lo flaqueadores.
—Si, sensei —dijimos las dos.

Avanzamos con cada chico, salvo con Miguel, hasta que me topé con mi amigo.

—Te quiero, Eli —el cerró sus ojos y lo golpee en la boca haciendo que cayera al suelo —esta bien —dije preocupada porque usé mucha fuerza.
—Si, estoy bien, solo es un diente.

En la escuela, la mayoría notó el cambio de Eli, y también como nos íbamos apartando poco a poco de Demetri.

—Oye Annie —Miguel me apartó del resto— necesito preguntarte algo.
—Claro.
—Quiero invitar a Sam a salir —asentí— y quisiera saber a dónde podría llevarla.
—Oh, bueno, puedes llevarla al observatorio, le gusta ver las constelaciones y eso. Pero tienes que ser cuidadoso, después de lo que ocurrió con Kyler.
—Si, lo tengo en cuenta.
—Hablo en serio, Miguel. Si la lastimas, te pondré los brackets de cejas.
—Si —tragó saliva.
—Pero tranquilo, seguimos siendo amigos.

Cuando las clases terminaron, Sam me contó que saldría con Miguel sin ser una cita, y que le gustaba la idea ya que él se le hacía interesante.
Había funcionado.
Por la tarde fui al concesionario para pedirle un consejo a Amanda, pero ya que estaba muy ocupada, decidí darme una vuelta por el lugar secreto de papá: el jardín de los bonsáis.
Divisé que había alguien ahí y al entrar noté a Robby con un bonsái frente a él y unas tijeras.

—Hola —me miró.
—Hola Annie.
—Veo que estás batallando un poco.
—En realidad, mucho —vi que tenía un brazito del árbol en la mano— no soy bueno para esto. No sé que estoy haciendo.
—Tranquilo. Yo tampoco era buena.
—¿Tu papá te enseñó?
—Mi mamá —frunció el entrecejo, quizás es hora de contar la larga historia— yo no soy hija de Amanda. Soy el producto de una antigua relación de Daniel.
—¿Eres de mi edad?
—Un año menor que tú, pero unos meses más grande que la otra hija de papá —el asintió— mi mamá me enseñó a cuidar estos pequeños árboles así como mi papá le enseñó a ella.
—¿Y dónde está tu mamá?

Es un trago amargo pensar en ella.

—Ella murió hace poco.
—Oh, lo siento Annie, yo...
—Tranquilo. Está bien —le sonreí— ¿quieres que te enseñe un truco?
—Si.
—Cierra tus ojos —él dudó— confía en mí.
—Espero no me cortes el cabello, porque me gusta así —ambos reímos.
—Tranquilo. Cierra los ojos —él lo hizo— y despeja tu mente. Imagina como te gustaría que luciera el árbol. Ahora inténtalo —Robby abrió los ojos y comenzó a hacer pequeños cortes— bien.

Ambos nos quedamos mirando unos segundos y después seguimos con lo nuestro.

—Yo arreglaré el mío —dije un poco nerviosa.
—¿También usas el mismo Kata que tu papá?
—Eh, no. Sólo te enseñé lo que mi mamá me enseñó. ¿Sigues practicando con papá?
—Si, creo que vamos bien.
—Eso es bueno.

El resto de la tarde Robby y yo continuamos adornando los bonsái, haciendo otras tareas y probando sabores raros de palomitas, que él mismo degustó. Ya casi por anochecer, invité a Robby a ir a casa y entrenar, pero se negó diciendo que tenía algunos asuntos pendientes. Quedamos de vernos otro día, en el concesionario, y fui a casa con Amanda.

—Amanda —ella iba conduciendo— tu qué conoces a Daniel, ¿crees que se enoje si le estoy ocultando algo?
—Ah... Creo que depende de lo que hagas.
—Es que...
—¿Qué pasa?
—Estoy haciendo algo que no le gustará.
—¿Te drogas? —me miró con terror.
—¿Qué? No, no. Tampoco bebo ni fumo. Es otra cosa.
—Bueno, Daniel tiene el privilegio de escuchar. Quizás si le explicas tus razones, lo entienda.
—¿Y guardarías un secreto por mi?

Nuevamente me miró y volvió la vista a la carretera.

Uy uy uy uy uy

Bueno, hace unos días días les pregunté que quien era su personajes o crush favorito, ya ni me acuerdo cómo dije, pero les confieso que él mío es el sensei Lawrence (⁠ ⁠ꈍ⁠ᴗ⁠ꈍ⁠)

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