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1. LaRusso
Miraba con dolor la tumba de mi madre. No podía creer cuan rápido se la había llevado el cáncer.
Recuerdo el día que recibió la noticia de su doctor diciendo que las pruebas que se había realizado habían dado a positivo.
Cáncer de estómago en etapa avanzada.
Ni el dinero que gastamos en su tratamiento, ni el tiempo gastado en quimioterapias, ni las veces que fui con ella a sus citas y tomé su mano sirvieron de algo porque al final... Ella se fue.
Lo último que me hizo prometerle fue buscar a mi padre, Daniel LaRusso, para que me ayudara.
Tengo 16 y soy lo suficientemente independiente como para buscar a un hombre que sólo me vio una vez en la vida y que para navidad me enviaba una tarjeta y un regalo que jamás abrí y terminé dándolo a cualquier vecino.
Me agaché colocando mis rodillas al suelo para dejar el ramo de alcatraces sobre la tierra. Limpié mis lágrimas tras sentir como calentaban mis mejillas y suspiré.
Dejé un beso en mi mano que luego coloqué sobre lápida y me despedí.
Mamá se había encargado de escribir la diré de LaRusso en un papel para que pudiera llegar.
No quería ir con él porque nunca se preocupó por nosotras y no quiero que sienta pena por mí.
En realidad, no quiero la lastima de nadie porque siempre fuimos ella y yo, no necesitamos de nadie, y no lo necesito. Pero se lo prometí y siempre cumplo una promesa.
Salí del cementerio directo a tomar el autobús.
Cuando este se detuvo, me subí y pagué mi pasaje. De camino a casa llegó a mi memoria todo lo que yo y mamá vivimos.
Lo único bueno que me dejó de recuerdo de Daniel en mi infancia fueron los bonsáis.
Ella aprendió gracias a él cuando eran jóvenes, y ella me enseñó a cuidarlos.
Cuando me bajé en la parada que me tocaba, caminé un par de calles hasta llegar a casa. Abrí la puerta con la única llave que me quedaba y al entrar sentí cuan vacía y solitaria ahora estaba esta casa que con tanto esfuerzo mamá terminó de pagar.
Ella siempre le aportó vida, y ahora era solo es una casa vacía en venta.
Suspiré yendo a mi habitación y miré las cajas que tenían mis cosas.
Cuando mamá supo que... Que moriría, puso la casa en venta y se aseguró de que recibiera el dinero para cuando fuera a la universidad.
Consiguió un comprador, que en unos días recibiré su pago y la casa será suya.
Y tengo que salir antes de que ellos lleguen.
Terminé de empacar mis cosas y saqué las cajas de la casa. No tengo muchas posesiones, pero no quiero dejar nada mío o que me una con el recuerdo de mamá.
Además, todos los "muebles" ella los donó a la caridad, allá ellos sabrán si los venden o los conservan.
Alguien me dijo que mi mamá fue un ángel que Dios escogió para su reinado, pero yo creo que él estaba celoso de cómo era mi mamá. No digo que él se la haya llevado o que provocó ese mal, pero cualquiera estaría celoso de la mamá que tuve.
Llamé un taxi y recogimos nuestras cosas. Le di la dirección a donde iría.
Poco a poco noté como nos acercamos al valle, sobre todo por el inmenso cambio de colonias de adinerados.
Cuando se detuvo, el hombre me ayudó a bajar mis cosas y le di unos dólares más por aquello.
Sentí como mis manos comenzaron a sudar.
Suspiré para intentar calmar mis nervios y avance hacia la puerta.
—Se ve que no has perdido el tiempo —dije para mí mirando lo bonita que es la casa, pero antes de acercar la mano al timbre me detuve— lo hago por ti, mamá— solté un largo y pesado suspiro y finalmente toqué el timbre y segundos después la puerta se abrió dejando ver al mismísimo Daniel LaRusso.
—Hola ¿en qué puedo ayudarte?
Genial, ni siquiera me reconoce.
—Hola, soy Annie... Anette Andrews.
El pareció saber de mí y sonrió grande.
—Wow, hola, que sorpresa —su sonrisa cambio un poco a confusión cuando miró mis pertenencias a mis espaldas.
—Si, no estaría aquí de no ser importante —hice una mueca mientras rascaba mi brazo con algo de incomodidad.
—¿Pasó algo?
—Mamá... Murió —trague duro aguantando el nudo en mi garganta.
—¿Cómo? Pero Jessica...
—Si, ella no te lo dijo porque siempre supo cómo salir adelante sola —un golpe bajo.
—Yo... Lo lamento mucho Annie. No tenía idea de que esto pudiera pasar. La última vez que la vi estaba bien.
—Si, lamento llegar así, pero vendió la casa y...
—Tranquila. No pasa absolutamente nada. Siempre serás bienvenida aquí. Ahora... Pasa, yo te ayudaré -asentí a lo que Daniel dijo y pasé a la casa. Solo el tamaño de la sala es el tamaño de mi casa —Amanda.
Una mujer bien vestida y muy hermosa apareció ante el llamado de él.
—¿Qué pasa?
—Amanda, ella es Annie, es mi otra hija de la que te hablé.
—Oh, hola cariño —al menos es amable— soy Amanda, mucho gusto.
—Hola.
—Ella se quedará con nosotros a partir de ahora. Te cuento en el trabajo, pero por mientras ¿ya desayunaste? —negué— bien, yo cocinaré algo mientras Amanda te muestra tu habitación —asentí— y no te preocupes, estarás bien aquí.
Seguí los pasos de la esposa de Daniel hacia una habitación que era mucho más grande que la mía.
—Se que no está arreglada, pero...
—No, descuide. Así está bien. Es... Perfecta.
—Bien. Si necesitas algo, solo dime. Y no te preocupes, puedes llamarme Amanda y tutearme.
—Ok.
—Te dejo para que te acomodes.
Cuando Amanda se fue me senté en la cama y suspiré.
Sería un largo día.
Lo último que acomodé fue la fotografía que tenía con mamá la última vez que plantamos un bonsái.
Sentí como mis ojos picaron y abracé mis piernas sintiendo un vacío en mi pecho.
Escuché que tocaron la puerta, pero no contesté.
Está se abrió y divisé mis zapatos costosos de Daniel.
—Annie ¿estás bien? —negué sin levantar la mirada.
—No sé cómo voy a seguir sin ella.
—Oye, no digas eso —sentí la mano de Daniel en mi hombro— mira, sé que no estuve en toda tu vida, pero quiero enmendar esto. Conocí a tu mamá hace mucho, era muy segura de sí misma y ruda. Me defendió un par de veces cuando éramos jóvenes. Y yo pienso que tú eres igual a ella.
—¿Y por qué no estuviste con ella?
—Fue difícil —miré a Daniel y sus ojos estaban brillosos por las lágrimas— estuve con ella varios años. Un día quedó embarazada y se fue... Le iba a proponer matrimonio. Me sentí vacío y abandonado, y la busqué, pero jamás la encontré. Después la supere. Unos meses después me casé con Amanda y tuvimos a Sam, luego a Anthony.
—Ella me contó que tú te habías ido.
—Formar una familia era todo lo que quería. Pero... No sé porque no luché por ti.
Daniel no es malo como creí.
—Y luego la encontraste.
—Por casualidad la encontré en el centro comercial. Hablé con ella y fue cuando te conocí. Le rogué que me dejara ser parte de tu vida, pero solo me permitió verte ese día. Y en navidad te enviaba regalos para que supieras que tenías un padre. Quizás no fui un buen padre para ti, pero hice lo que pude.
—Lo entiendo —sorbí mi nariz —siempre creí que te habías ido porque no querías una familia. Quizás mamá tuvo miedo a que me alejaras de ella. Pero... Ahora, puedes ser un buen padre.
—¿Me lo permitiría? —asentí y por primera vez en 16 años pude abrazar a mi padre.
Buenos días mis karatecas
Espero estén bien y les dejo el primer capítulo de Annie
También espero les guste y sea de sus historias preferidas de Cobra Kai
Por cierto, hay algo raro que me sucedió jaja, conforme escribo los otros capítulos en borrador, me doy cuenta que Annie va pareciendose a Estela, de A dos metros de ti, si lo notan, no me culpen jaja, me encanta esa peli.
Nos leemos pronto 💟
Editado
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