CAPITULO 90
Manuel.
« —: Sino eres lo suficientemente consciente para saber que se encuentran bajo un peligro que ninguno de los dos sabe manejar, alguien debe saber que es necesario algo para ambos puedan dormir tranquilos.
—Sé lo que es proteger a alguien.—gruñó Andrew entre dientes.
—No es lo mismo, Andrew. —la intensidad de mi tono había bajado—: Lo sabes. »
Teniendo la oportunidad de poder dormir por fin unas merecidas horas más, no podía. No cuando estaba tan preocupado.
Tras un día bastante beneficioso de resultados gracias a lo que habia en las pertenencias de Phillippe, mandé a todos a casa. Todos, incluyendome; nos mereciamos un descanso. Apostaba que más de uno se encontraba durmiendo, lo que yo debería de estar haciendo, pero no.
No podía.
—¿Qué haces despierto tan temprano?—la voz de mi esposa sonó a mis espaldas. Al girar en el sofá, la vi con su bata de dormir color amarillo, nunca le encontré el mismo gusto que ella le tenía a ese estampado tan horrendo.
—No podía dormir.—admití volviendo a ver por aquel vidrio, las únicas luces encendidas eran las del árbol de navidad a mi costado.—: ¿Qué hora es?
—Casi las cinco,—arrastró sus pies hasta caer a mi costado en el sofá, apoyando su cabeza en mi hombro.—: ¿Qué tienes en mente?
Negué un par de veces.
—No lo sé explicar, —mi mano hizo camino por las hebras de su cabello, decidiendome que lo más inquietante de mi día, era lo que debía saber—: Andrew no quería que pusiéramos vigilancia en su edificio.
—¿Ya es tan arriesgado que ande sin seguridad?—preguntó, sin perder la tinta de preocupación.
Sabía que apreciaba al rubio, aunque tenían mucho tiempo sin verse. Una luz verde que siempre ví es que a Andrew que es la única persona que consideraba sabía para consejos y opiniones, de ella nunca dijo nada malo.
Asentí.
—Y se negó, sino fuera porque Annie dijo que si era necesario..—un chasquido salió de mi boca, todavía sin poder creerlo—: Andrew cree que lo puede manejar solo, cómo hizo con su mamá.
Y después de esa conversación, estaba más que demostrado que esos recuerdos todavía lo perseguían. Sin embargo, volver a hablar de los mismos temas de Andrew no nos iba a llevar a ningún lado.
—¿Cómo se están llevando ustedes últimamente?—preguntó sigilosamente.
Casi reí.
—Sólo me contesta lo necesario.—pasé la mano libre por mi cabello—: Lo último que hicimos fué discutir.
A estas alturas estaba casi seguro que Annie pasaría con nosotros Navidad, incluso año nuevo. Me preguntaba si su familia tenía planes de que fuera lo contrario, que pasará las fiestas con ellas. Sólo imaginaba a esas dos mujeres gritándose una a otra investigando e intentando pensar todas las opciones posibles para sacar a Annie de las manos de Andrew.
Elena dejó salir un pesado suspiro, que no sabía si era porque ya estaba harta de las discusiones con Andrew o porque no sabía que hacer conmigo y la situación de ambos.
«La segunda opción»
—Hablame del caso, ¿Han encontrado algo?
Asentí.
—Hay una posible testigo de los reflejos de los traumas de uno de los cómplices del secuestro.—comenté acordándome de la mujer con cierta similitud a Annie, Phillippe la pudo pasar muy bien o muy mal.—: Antes de irme les dije que necesitaba la localización actual, a media mañana iremos a interrogarla.
Ella negó con la cabeza, todavía sin verme.
—Es obsesivo, ¿Verdad?—preguntó con la vista fija en la ventana.
—¿Qué cosa?
«Mejor dicho, ¿Qué de tantas cosas?»
—El que sino puedes obtener algo de una persona, buscarla en otra que se le parezca.
Pensé un poco en la frase.
—¿No crees que eso puede ser lo que le esté pasando a Andrew?—pregunté sabiendo que no le iba a gustar lo que quisiera decir.
—¡¿Que?!—soltó el primer grito de la mañana, alzando la cabeza para verme.
—¡No en un sentido turbio! Cómo es el caso de mi sospechoso, —aclaré viendo sus ojos—: Sino que, Andrew por mucho tiempo estuvo cuidando de su madre por como él creyó que podía hacerlo.—comencé, su entrecejo seguía arrugado—: Sabe que si hubiera sido más grande pudo haberlo hecho mejor, — mis ojos circulaban entre los suyos y su expresión, con cautela—: ¿Y si cree que Annie es su segunda oportunidad para proteger a alguien de la manera correcta?
Eso la hizo alzar las cejas, supe que lo estaba considerando por un momento.
Andrew siempre ha sido una persona que sabe mantener sus problemas bajo la manga, considerando que puede hacer con ellos lo que quiera sin necesidad de necesitar de alguien más para ayudarlo.
Por lo mismo, cada detalle de su vida antes de ser quien es ahora, los lleva a cuestas. En sus hombros, en su mente. Carcomiendolo cada vez que alguien hace presión en una de esos recuerdos.
—No creo que Andrew finga sus sentimientos..
Fué mi turno de arrugar el entrecejo.
—¿Sentimientos?—cuestioné.
—Manuel Green, está conversación ya la tuvimos—juntó sus manos en su regazo, apoyando de nuevo su cabeza en mi hombro—: Los sentimientos no se dirigen, no sabes por quién vas a sentir cosas,—murmuró—: No se toman en cuenta las circunstancias tan complicadas que haya de por medio, —alzó su vista hacia mi—: Sólo sientes y ya.
Tuve recuerdos de aquella conversación con el rubio en su piso, tantas cosas entre líneas que salieron ese día a la luz. Tantas emociones que él tenía por dentro que no estaba soltando.
Andrew tampoco la debe tener fácil.
Tomando eso como lo último de la conversación, se levantó para ir a la cocina, suponía que a preparar el desayuno de ambos. Ya que en menos de dos horas me tenía que devolver hacia la comisaría.
La ansiedad me picaba en las manos, se me hacía tan difícil la batalla entre la moral y la lealtad. Moral, porque estaba defendiendo lo justo, Annie tenia que volver con su familia, a dónde pertenecia después de tantos años fuera de su vida. Y lealtad, porque tenía los sentimientos que creí casi inexistentes del mejor amigo que nunca tuve.
—Maldición.—musité antes de dirigirme hacia la ducha.
Con pocas ganas de iniciar el día, llegué con diez minutos de retraso, dando el tiempo suficiente para que la gente se organizará con lo necesario para la búsqueda de Anet Rhod.
—¿Qué tenemos?—pregunté al apenas entrar a la misma sala donde estuvimos hace tan solo horas, ya todos estaban—: Que sea bueno.
Los buenos días a estas alturas ya no eran necesarios, no son buenos días.
—Anet Margaret Rhod, 26 años, cuidadana ubicada a las afueras de Brooklyn,—leyó lo mismo de ayer—: Trabaja en una floristería cerca puente, vive actualmente sola con su mascota.
—¿Cuando empieza su turno?—preguntó Christina.
Jerry regresó su vista a la pantalla y luego a su reloj.
—En 20 minutos.—comentó, mirándonos a ambos.
—¿Tienes la dirección?—asintió de forma obvia—: Andando.
No necesitaba más.
Si aquella mujer admitía que Phillippe tuvo con ella algunos momentos de falta de lucidez, era material suficiente para sumarle a los cargos del pelinegro. Un trato no será suficiente, mínimo 10 años se merece tras las rejas.
—¿Qué piensa, jefe?—preguntó Jerry, ambos veníamos en la patrulla. Una camioneta que nos seguía al fondo era Christina.
«¿Por qué hoy todo el mundo quería saber que pensaba?»
—¿Qué piensas de Phillippe después de todo esto?—pregunté en la parada de un semáforo, volteando a verlo de reojo.
Su brazo estaba apoyado en la ventana, sosteniendo su cabeza con su puño.
—Es inteligente,—fruncí el entrecejo, pero no podía negarlo—: Pero está jodido, no igual que Annie pero..—alzó los hombros—: Bastante jodido.
Al no poder mover las piernas, moví con inquietud los dedos índices apoyados en el volante.
—Si está mujer dice algo de Phillippe que pueda involucrar a Annie,—continuó al no tener respuesta, hizo una mueca con su boca, dejándola caer a los costados—: Sabremos que tan jodida está su cabeza.
Asentí, viendo como el semáforo volvía a ser verde.
Unos minutos de silencios después, aquella floristería color celeste opaco apareció frente a nosotros. Miré mi reloj para comprobar la hora, ya la señorita Rhod debería estar trabajando.
Encendimos la radio que estaba en conección con la camioneta de Christina, quien se estacionó unos metros más cerca que nosotros.
Una camioneta más disimulado que una patrulla.
—¿Me acercó yo primero?—preguntó la única mujer entre nosotros antes que habláramos.
—Si,—confirmé—: Verifica que Anet esté ahí, y cuando veas que la zona este libre nos avisas.—miré alrededor, no había muchos autos cerca—: No queremos asustarla.
—Entendido.
Poco después, localizamos como Christina se acercaba a la entrada del local. Ella volteo a ver a dónde sabía que estaba la patrulla, llevandose la mano hacia la oreja.
Entendí la señal.
—Enciende la radio inalámbrica—ordené hacia Jerry, quien como yo, llevó la mano hacia el audífono ubicado en los oídos.
—¿Todo bien?—preguntó Jerry al micrófono.
De inmediato, obtuvimos respuesta—: Todo bien, la veo.
Mi estómago se contrajo, una señal positiva.
—¿Está sola?—pregunté sin poder ver si había o no clientes en el local.
—Si, jefe.
Esa fué toda la señal que necesitaba para asentirle a Jerry antes de prepararnos para bajar y hacerle compañía a Christina.
Ya cuando las puertas estaban a solo pasos de nosotros, el celeste se volvió más vivo. Las flores por montones adornaban la entrada, junto con los letreros informativos sobre los horarios de apertura y cierre.
Una campana avisó nuestra llegada al interior, observé como Christina estaba fingiendo ver unas orquídeas, estaba por acercarme a su lado hasta que la vi. Justo detrás de la caja estaba una mujer que podía ser de lejos una versión mucho más madura de Annie en unos años. Habían diferencias, claro que las habían. Anet tenía la nariz un tanto más ancha, Annie no. Ella tampoco contaba con la presencia de pecas, y la contextura de ambas era totalmente distinta.
Anet se veía que era alta, Annie ya confirmado por genética de su madre y su abuela, siempre fué y será bajita.
Esas diferencias entre ambas, pasaron por alto para Phillippe.
—Buenos días,—saludé una vez que estaba frente al mostrador, la mujer me sonrió—: ¿Se encuentra Anet Rhod?
Ya sabia que era ella, solo teníamos que confirmar.
—Con ella habla,—habia un poco de duda en su voz—: ¿Ha sucedido algo?,—observó como Jerry se posicionaba a mi costado izquierdo—: ¿Puedo ayudarles en algo?
«Por lo menos no salió corriendo como Phillippe»
—¿Tiene tiempo para unas preguntas?—cuestioné y, al momento de sentir a Christina a mi derecha, saqué la placa policial—: Intentaremos ser breves.
Asintió.—: Síganme por favor.—levantó la puerta de madera que descansaba sobre el mostrador, para pasar frente a nosotros y dirigirse hacia la puerta para voltear el cartel de la entrada.
Pasó de decir Abierto, a decir Cerrado.
Volviendo a su sitio inicial, nos hizo seguirla hasta lo que suponiamos que era la sala de descanso de los empleados. Ella, un tanto incómoda nos hizo sentar a los tres en unas sillas de metal rodeaban una mesa cuadrada del mismo material en la habitación.
Se sentó con nosotros, juntando sus manos por encima de la mesa. Saqué la grabadora de mi bolsillo trasero, colocándola encendida en el centro de la mesa.
—Bien señorita Rhod,—comenzó Jerry sacando su teléfono—: ¿Conoce a este sujeto?
Extendió su mano, tomando lo que yo suponia que era el teléfono de Jerry con una foto de Phillippe tomada en su registro al llegar a la comisaría.
—Pipe,—comentó con un pequeño suspiro, sus hombros se relajaron. Una disimulada sombra de sonrisa apareció en su rostro—: Si, claro que lo conozco.
—¿Es su novio o algo?—preguntó Christina.
Ella negó, haciendo que un color rosado apareciera en sus pálidas mejillas.
—No, no..—salió una risa un tanto avergonzada de su boca—: Phillippe siempre aclaro que no quería relaciones, hacia referencia a qué eso era estancarse.—movió sus manos—: Sin embargo, si nos veíamos varias veces, ya sea o porque se aparecía de la nada en el trabajo pidiendo verme o me llamaba, —admitió, apareciendo en mi cabeza las imágenes del registro telefónico del pelinegro.—: Para él decir que no quería una relación, se comportaba bastante.. —volvió a mover sus manos en busca de la palabra correcta—¿Posesivo podría ser? Extraño a veces.
Algo en mi interior se alarmó.
—¿Podría explicar que era lo que usted llamaba posesivo?—pregunté, sin apartar la vista de su rostro.
Ella se volvió a sonrojar ante lo que suponía que eran los recuerdos.
—Bueno, desde que lo conocí y empezamos a tratar mucho más, Phillippe comentaba que no quería que tuviera marcas realizadas por otros hombres.—comentó y segundos después dejó salir una risa seca—: Era irónico, porque yo sabía que él si veía a más mujeres pero él no me dejaba a mi ver a otros hombres.
—Cariño, no creo que haya sido solamente por eso.—comentó Christina por mi, pensando exactamente lo mismo que yo.
—Continúa.—le pedí, ella asintió.
—Ahm, una vez..—sonrió de costado, mirándonos con vergüenza—: Nosotros nos acostabamos a veces, ¿Es necesario decir esos detalles?
Jerry asintió.
—No te preocupes por eso—comentó el más joven de nosotros, cruzando sus brazos sobre su pecho. Me lanzó una mirada cómplice.
—Phillippe tenía gustos bastantes..—hizo una mueca con su boca—: ¿Peculiares? Esposas, y lencería blanca. —juntó su entrecejo—: No era rudo, era bastante suave hasta que yo le pedí lo contrario una vez.—se sonrojó mirandonos a los tres—: Sin querer se me salio una lágrima de tantas emociones juntas y Phillippe enloqueció.—el sonrojo lo acompañó una pequeña sonrisa—: Supuse que se había preocupado por si me había hecho daño o no.
Ella no sabía que Phillippe enloqueció por otra cosa totalmente distinta. En mi mente danzaron a una velocidad preocupante sus gritos desgarradores pidiendo a Annie que dejara de llorar, todo porque lo transportaba a las veces donde la misma lo único que hacía era llorar en aquella habitación vecina a la suya, bajo su mismo techo.
Las manos me picaban de la necesidad que sentía por ir a la comisaría, directamente a su celda y estrellarle la cabeza en los barrotes. El pelinegro lo único que hacía era vivir en base a sus traumas generados por Annie, traumas generados por él mismo al permitir que su casa fuera sitio de un abuso.
—Cielo,—Christina con un tanto más de tacto que nosotros para las preguntas, se inclinó en la mesa para lograr un tanto más de intimidad en la pregunta—: ¿Phillippe y tu tenían una manera en particular de llamarse, algún apodo o algo?
Para otros, esa pregunta era totalmente estúpida. En el rostro de ella se notó la confusión, sin embargo, para nosotros esa respuesta significaba todo.
—Bueno, Phillippe me comentó que su apodo tanto de trabajo como cuando era mas pequeño le decían Pipe, —confirmó algo que ya sabíamos—: Así que, cuando lo utilicé una vez y no le molestó lo seguí usando.
Asentí—: ¿Y él hacia ti, te decía de alguna forma?
—Al principio era Anet,—comentó como si fuera lo más normal—: De niña me decían Nenet, y se lo comenté, pero nunca le gustó,—nos sonrió con una expresión de disculpa—: Él después de las primeras veces que nos vimos, solo me llamaba Annie y me gustó, nunca me habían dicho así.
Justo en ese instante, agradecí tener todo grabado.
Juraba por todos los santos que las expresiones de los tres tenía que ser la misma. Una expresión que solo reflejaba sorpresa, emoción, horror, y satisfacción en una sola.
—¿Cuando fué la última vez que lo viste?—preguntó Jerry, siendo el único que recuperó la habilidad para hablar después de aquella confesión.
—Oh, —una pequeña carcajada salió de su boca—: Eso si fué hace ya como un mes,—llevó su mano a su nuca—: ¿Principios de noviembre podría ser?, ¿Finales de halloween?
Coincidía con la línea de tiempo del cumpleaños de Annie, justo cuando la tatuó el mismo por su cumpleaños.
—Oficiales,—comentó a los segundos de no tener respuestas—: ¿Me podrían decir que pasa con Phillippe? No entiendo nada.—su mirada confundida viajo entre los tres buscando respuestas.
—Tenemos a Phillippe detenido bajo información en la comisaría.—su mandíbula pareció despegarse de su rostro tras el comentario de Christina.
—¿¡Qué!?—llevó su mano hacia su boca—: ¿Qué hizo?—abrió más los ojos, de ser posible eso—: ¿Lo atraparon tatuando con una tinta rusa? Yo le dije muchas veces que eso olía raro y que..
—Señorita,—interrumpí, atrayendo su atención—: Phillippe está detenido por ser cómplice de un secuestro a una menor de edad ocurrido hace poco más de una década.
Su rostro palideció, y una confusión mucho más grande apareció en su rostro.
—¿Secuestro?—cerró los ojos por unos segundos, abrumada por la información—: ¿Y que tengo que ver yo en esto?—sus hombros se tensaron—: ¡Yo no secuestré a nadie!
—Lo sabemos,—comenté, sus hombros se relajaron—: Dimos con usted porque su número se repetía varias veces en su teléfono. Al preguntarnos porqué, apareció su foto.—ella seguía sin comprender—: El parecido con la víctima del secuestro es bastante abrumante.
—Pero..
—La víctima se llama Annie,—fué capaz de decir Christina por mi, sonando con un poco de pesar al comentarlo—: Tras varias conclusiones, creemos que Phillippe acudía a ti por el parecido que tienes con ella.—explicó con tranquilidad, Anet había empezado a soltar lágrimas silenciosas.
—¿Estaba conmigo por el parecido con la que secuestro?—preguntó con un tono que expresaba claramente repulsión pero sobre todo, dolor.
Asentí.
—Creemos que Phillippe desarrollo una especie de trauma generado por aquel secuestro del que fué cómplice.—continué con la explicación—: Flejandolo en alguien más, en este caso usted.
—Lamentamos lo que está pasando—se disculpó Jerry, al ver a la mujer palidecer.
—No se preocupen,—murmuró, herida por supuesto. Nos dió una sonrisa lastimera—: Yo creí que le gustaba...
Negué, ya sintiendo que la conversación había finalizado.
—Agradecemos mucho su colaboración,—me enderece, metiendo la mano en la chaqueta del uniforme. Sacando una de las tarjetas de presentación con el número de la comisaría. Ella la tomó entre sus dedos—: Si recuerda algún otro tipo de información por favor avísenos.
Ella asintió lentamente, poniendose de pie para acompañarnos hacia la puerta.
Dentro de lo que cabe, a pesar de la situación, teníamos testigo de los episodios post trauma de Phillippe que lo involucraban en el secuestro de Annie.
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Un beso.
Recuerden que son lo más bello de Wattpad.
¿Algunx lee Divorced también? Preguntita.
-heroscot.
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