CAPITULO 78
Manuel.
Más y más carpetas se acumulaban en el escritorio, más y más llamadas sin responder caian en mi buzón. Hace horas que no respondo un mensaje en asunto personal, mi mujer está preocupada porque lo primero y último que entra en mi sistema es café.
Llegando de hablar con Andrew lo primero que hice fué azotar la puerta. Dejando las llaves en la sala, caminé a paso cansado hacia el comedor. La calefacción estaba encendida pero eso no evito que me dejara la chaqueta.
Esparci las fotos en la mesa, mirandolas por encima vez.
—¿Cómo está Andrew?
Rodee los ojos.
—Igual de imbécil.—contesté recordando cómo me había dado migraña gracias a él.
Cuando levanté la mirada hacia ella note que estaba con el pelo regido en una coleta alta, siempre lo hacía cada vez que iba a limpiar.
—¿Qué hacías?
Me dedicó una sonrisa.
—Sacaba navidad del armario,—soltó con emoción contenida—: No falta tanto.
En realidad si, más de un mes y medio, pero su familia contaba con la tradición de que se esperaba hasta que terminase halloween para empezar a sacar todos los adornos rojos y verdes. No teníamos hijos pero eso no significaba que no se luciera para darle lo mejor a nuestros sobrinos.
Cuando se acercaba la fecha, está casa era un caos.
Ella con la intención de calmarme me dejó un beso en la sien, sus manos se acomodaron en mis hombros mientras miraba con curiosidad las fotos en la mesa.
—¿Quién es la bebé?—extendió la mano hasta la imagen familiar.
—La víctima de mi caso.—ella sabía cuál.
—¿Qué dijo ella de ésto?—acarició el material con nostalgia.
—No lo recuerda, y no lo entiendo.—apoyé ambos codos en la superficie plana—: ¿Quien no recuerda a sus padres?
—Intenta entenderla cariño,—se movió hasta sentarse en la silla a mi lado.—: No debe ser fácil.
—Y sé que no,—me apresuré en decir—: Pero no quiero pensar que es ella la que no quiere recordar.
Ella juntó sus cejas.
—¿Por qué?
Decenas de imágenes turbias de mi amigo con la víctima me abrumaron la mente. Escenas dónde esos espectaculos que Andrew había dado dónde demostraba tener más que un simple abrazo con Annie me hacían pensar que partieron de un lugar. De algo, de algo que no estoy viendo.
—No lo haría..—murmuré más para mí mismo que para aportar en la conversación.
—¿Quién?—si me escuchó.
—Andrew,—me miró con confusión—: Annie se está quedando con él, ¿Cierto?
Ella asintió.
—Bien, —moví las manos intentando buscarle la lógica al camino corto—: Andrew hasta cierto punto la entiende, pero es que no lo haz visto amor,—me exasperé—: Él desde que empezaron a hacerle estudios a Annie anda como una piedra en el culo,—rodó los ojos por la groseria—: Perdón.
Movió su mano quitándole importancia.
—¿Annie que hace cuándo él está así?
Reí.
—Nada, se deja.—dejé caer la espalda en el respaldo—: Andrew cada día está peor.
—¿Peor?
—Si,—asentí buscando las palabras—: No quiero pensar que de verdad se ha atrevido a, a...—sacudí la cabeza—: No quiero ni decirlo.
—A mi sí me vas a decir,—se cruzó de brazos sobre la mesa—: ¿Atreverse a qué?
Miré las fotos con repudio.
—Involucrarse con ella—solté a regañadientes.
Ella rio mientras extendía los brazos—: Ya lo está.
Alcé las cejas.
—No ese sentido,—me incliné sobre la mesa—: En que se haya atrevido a tocarla, que se yo.
Con el dedo índice y el pulgar apreté mis párpados, evitando que esas escenas me aruinaran lo que quedara de mañana.
Ella por fin entendiendolo, apoyó su mentón en su puño. No fué hasta que me miró que entendí que iba a hacer muchas preguntas.
—¿Cuántas novias le conoces a él?—mis cejas amenazaron con abandonar mi frente.
—¿Por qué me preguntas eso?
—Responde y ya.—resoplé.
—No se,—no era mentira—: Ni siquiera sé si las que pudiera recordar cuentan como novias.
Asintió.
—¿Tienen confianza, cierto?—me tocó a mi asentir, ella lo sabía bien—: Se conocen y sabes por lo que dices que no ha estado actuando igual.
—Aja.
—¿Tienes foto de ella actual?—la miré con recelo—: Ay menso, quiero ver.
Me levanté y fuí hacia la habitación, recogí el maletín para llevarlo de nuevo al comedor. Cuando lo abrí lo único que tenía que servirle eran las fotos ampliadas de la mañana siguiente al ser encontrada.
—No está totalmente así,—comenté al tenderselas—: Tiene mejor cara ahora, medicinas y buena alimentación le hicieron la diferencia.
Me dejé caer de nuevo sobre la silla mientras ella analizaba la imagen.
—Es linda.—murmuró—: Se ve triste también.
—Lo está,—lo pensé mejor—: O lo estaba, ya no lo sé.
—¿Andrew que hizo esté día?
Viendo la imagen mi mente dió viaje a aquella mañana dónde me tocó darles a los enfermeros junto a los recolectores de evidencias miles de explicaciones de porque Andrew los había hecho irse al apenas diez minutos de estar ahí. La escena dónde Andrew se la llevaba hacia la habitación, dónde creí que Annie lanzaría la habitación por la borda o sobre mi amigo.
Se lo conté, también haciendo un leve comentario de como ella no se quejaba con él.
—Es muy extraño,—rió levemente—: No recuerdo a Andrew así.
La señalé con ambas manos.
—Exacto,—por fin alguien parecía entenderlo—: Entonces justo después Annie cayó al suelo, llamé a la ambulancia y al otro casí se lo come la ansiedad.
—¿Por qué?
—Annie no hacía más que llamarlo, de preguntar por él.—la pelea en el pasillo del hospital me apareció—: Peleamos y después no supe mucho de él hasta días después dónde me enteré que la tutoría temporal de Annie la había tomado él.
Mi mujer se rió, una carcajada que no me esperaba al mismo tiempo que yo intentaba entenderlo. Tener el ceño contraído parecía causarle más gracia, sólo me veía y volvía a reír.
—El rubio se mueve rápido,—sonrió levantándose y yendo dirección a la cocina—: No lo recordaba así.
—¿Y te ríes?—la seguí con la mirada—: ¿Qué te causa tanta gracia?
—Los hombres.—escuché que dijo a lo lejos, sólo cuando volvió noté que seguía sonriendo.
—¿Perdón?
Ella con toda la tranquilidad del mundo, peino con su mano la coleta y tomó del vaso de agua que tenía en mano.
—Se que es tu trabajo, que es tu caso y que es el que más te ha tomado problemas en el último tiempo,—suavizó el tono—: Pero creo que eso Andrew puede que no lo tenga muy presente.
—¿Qué quieres decir?
Juntó su boca en una línea.
—Él ha vivido solo mucho tiempo, muchísimo en lo que recuerdo.—asentí—: Y que de la nada alguien allá llegado a su vida me imagino que tampoco ha sido fácil para él.
—¿Lo defiendes?
Puso los ojos en blanco.
—Intento entenderlo,—rodeo el vaso sobre la mesa con ambas manos—: No lo veo hace tiempo, no sé si su actitud es diferente, si sonríe más o no, si está más nostálgico que antes. ¿Tú notas algo diferente?
—Aparte de su comportamiento protector no,—me sentí mal—: O no sé si tampoco he querido darme cuenta.
Movió la cabeza en un asentimiento leve.
—Andrew sólo tiene a su madre, ¿No?—ella misma se respondió—: Y no viven juntos, trabajaba más de lo que tenía tiempo para él, apenas y salía de su encierro.—hizo una mueca con su boca—: No me sorprendería que le atrajera la inocencia de Annie, tampoco que disfrutase de su compañía.
—Que se busque una novia por algún lado,—comenté frustrado—: Mi víctima no.
La mujer a mi costado me miró con recelo.
—No pienses como policía..
—Eso es lo que soy—la interrumpí.
—¡Y él es tu mejor amigo!—odiaba que la cortara—: Sólo digo qué deberías estar más pendiente de cómo se siente Andrew con todo ésto—lo pensó mejor—: Probablemente no te lo diga por eso, por ser el policía que quiere quitarle lo único que ha tenido diferente.—murmuró para los dos, ya en su voz había melancolía—: Se conocen desde hace años, no sería lindo que su amistad termine por un trabajo.
Me hundi en mi propia silla, tapándome el rostro como si la oscuridad proporcionada por mis manos me fuera a dar respuestas. Cómo si estar aquí plantado pudiera servir para que todo se solucionará.
—¿Qué crees que deba hacer?—le pregunté.
Se encogió de hombros.
—¿Qué fue lo último que le dijiste hoy?
Me sentí peor.
—Qué podría ir a juicio si él no permitía que Annie se fuera de su apartamento—el tono bajo que utilicé me recordó a cuando le decía a mi madre que la había cagado.
No me equivoqué, un empujón de su parte me hizo subir la guardia.
—¡Es que no piensas!—ahora ella se cubrió el rostro.
—¿Qué querías que hiciera?—reclamé—: Él la quiere tener ahí todo el día, parece un perro cuidándole la espalda.
—No te refieras a él asi, es tu amigo.
—Por lo mismo puedo referirme a él como quiera,—nos miramos al mismo tiempo, una guerra de miradas que terminé perdiendo—: Cielo, no quiero que termine embarrado en todo esto. No quiero verlo siendo juzgado como si tuviera algo que ver.
—Andrew está bastante grande para hacerse responsable por lo que hace.—no mentía—: No sé que tanto hizo o que piensa hacer, pero él debe estar consciente.
—¿De?
Tomó de su vaso.
—De si hacer algo con Annie o no vale lo suficiente para ir a juicio,—de solo pensarlo un nudo se me atoraba en el estómago—: Sin embargo, no creo que lo ayude mucho que su único amigo le esté juzgando por solo moverse cerca de ella.
Se levantó, me dió un beso en la mejilla y fue a la cocina de nuevo. Dejándome a mi metido en mi propia nube, frente a la foto de Annie.
Solté una maldición antes de caminar hasta el pasillo que daba directo al patio. La pequeña piscina que habíamos construido tenía flotando hojas naranjas y marrones, no importase cuánto las quitaramos ellas volvían. El frío dejaba me dejaba ver cómo mi respiración se hacía humo. Caminé hasta sentarme en unas de las bancas cerca del agua.
Cerré los ojos mientras me frotaba las manos.
No odiaba mi trabajo, me gustaba. Pero no era fanático de que una de las personas más importantes en mi vida se viera involucrada a tal punto de que pudiera terminar mal. Si hubiera sido más rápido Annie ni siquiera habría tenido tanta relación con él.
En otros pensamientos, si Andrew no hubiera parado en aquella calle nada de esto habría sucedido.
Pero no podía ser así, la vida y salud de una mujer estaba en juego. Y sin el rubio Annie capaz ni estuviera viva, él se ha encargado de ser bueno con ella, quizás demasiado y eso no lo sabia.
«¿Sigue confiando en mi?»
Justo en ese momento una de las mujeres que más amaba hizo su aparición en la puerta del patio, tenía su delantal puesto.
—¿Tienes hambre?—preguntó.
Omitiendo la pregunta, ví como se acercaba.
—¿Crees que siga confiando en mi?
Ella frunció el ceño antes de alzar las cejas, se aproximó un poco más hasta colocarse sobre una de mis piernas. Tenía las manos heladas, lo supe porque intentó quitarme los mechones de pelo que me caian por los ojos.
—No lo sé,—me besó la frente—: Eso ya tendrías que pregúntaselo.
—Es que sé que hay cosas que no me ha dicho.
—¿Por qué?
—Por lo que dijiste,—su boca otra vez presionó está vez sobre mi sien—: Por ser policía.
—No cuestiones a tu trabajo,—alzó un dedo para señalarlo—: Policía o no ustedes ya eran amigos.
—¿Entonces?
—Cielo, eres el policía encargado del caso de la mujer que posiblemente le guste,—abrí los ojos espantado—: Ese puede ser el problema.
—¿Quieres que deje el caso?—cuestioné confundido.
Negó antes de levantarse, alcé la vista.
—Habla con él.
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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤
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