CAPITULO 70

Annie.

—Annie..—habló el que reconocía como Jerry, intentando analizar la sorpresa—: ¿Lo reconoces?

Claro que lo hacía, aquellas manos eran las que habían plasmado aquellas alas hechas tinta en mi espalda. No había otra emoción más que asombro de verlo de nuevo, ahí. ¿Qué tenía que ver él conmigo aparte de lo que yo sabía?

—Annie.—llamaron mi atención pero yo seguía ida.

Ese día lo que más resaltaba era la tinta roja en ambos brazos, ahora es la forma en la que tiene lastimadas las mejillas. Blanco, casi tanto como yo, nariz perfilada. Por la forma en que sus manos estaban direccionadas hacia atrás daba a la vista una imagen de sus hombros tensos, miraba con cierto desprecio a su alrededor por haberle prendido las luces con tanta brutalidad.

Estaba despeinado, su cabello totalmente oscuro hacia la combinación exacta con sus ojos, no eran verdes como los de Andrew. El rubio fácilmente al verlo dejaba en transparencia lo solitario que era, lo amable. Phillippe sin embargo no me decía nada, solo rabia.

Eso cambio cuando miró hacia el vidrio, sino fuera porque me habían prometido que no nos vería, juraría que sabe exactamente dónde estoy.

Retrocedí unos pasos disimuladamente.

—Es el que me tatuó—comenté.

—¿Perdón?—exclamó Manuel con inconformidad, mirando a Andrew de segundo—: ¿La llevaste a qué se tatuara?

El ojiverde no parecía estar de humor para preguntas cuando voltee hacia él. Hombros y brazos tensos, miraba la imágen de Phillippe sin esconder su enojo, suponía que estaba pensando.

Él me llevó ahí, cree que tiene culpa.

Negué aunque sabía que Andrew no estaba al tanto de lo que pensaba. Me aproximé unos pasos hasta él y estaba cerca, hasta que una voz clara y profunda se escuchó por el micrófono de la habitación.

—¿Hola?—era Phillippe—: Si me van a prender las luces, por lo menos avisen joder.

Nadie dijo nada, solo escuchábamos nuestras propias respiraciones. Intenté ubicar su voz en otro lado pero no, no era él, no fué difícil seducir que Manuel me estaba preguntando eso con los ojos.

Negué con pena.

—No es su voz,—murmuré para él, el policía suspiro—: Lo recuerdo, si...—miré de nuevo al ventanal—: Pero de mi cumpleaños, no de antes.

Mirando a Jerry con algún sentimiento que no supe adivinar prendió el micrófono de ésta sala, sólo así nos podían escuchar.

—¿Descansaste, Phillippe?—habló Manuel a través del aparato, yo me aproximé a Andrew.

El pelinegro bufó, no parecía asustado.

—Te conozco hace unas horas y me caes del culo, Green.—gruño, intentando acomodarse en la silla.

—Oficial..—Phillippe alzó los hombros.

—Es lo mismo.

Los brazos de Andrew me tenían como cuando llegamos, ambos brazos rodeandome por los hombros. Está vez no me decía nada, miraba al frente al igual que yo. Manuel no lo notaba pero su compañero si, el que estaba detrás de los comandos de la cabina nos escaneaba con curiosidad, no pasaba por alto la forma en la que el rubio me tenía sujeta mucho menos la manera en la que Andrew reaccionó al ver que si reconocíamos al pelinegro.

«Me preocupa que tanto le pueda decir a Manuel»

—A ver,—la voz de Phillippe resonó por las paredes—: ¿Va a venir alguien o voy a seguir viendome en el espejo?

Jerry miró a su jefe.

—Asi estás bien.—dijo al micrófono.

El que estaba sólo en la habitación de enfrente ladeó la cabeza, mirando a su alrededor antes de sonreír de forma torcida. Aquella sonrisa fué acompañado por un brillo en los ojos que me inquietó, aquella miraba del pelinegro sólo decía una cosa.

«Ten cuidado»

—Ella está aquí.—sin borrar la sonrisa dejó de ver a las esquinas para centrar la vista en el espejo—: ¿Cierto?

Aquella mirada traviesa no se despegó de lo que para él era su reflejo, era tan inquietante su expresión que estaba por volver a preguntar si en verdad él no nos podía ver. Me incomodaba si, pero no me asustaba.

—Quiero hablar con ella.—demandó haciendo que mis ojos amenazar con salirse de mi rostro.

Los brazos que me sostenían se tensaron, haciendo que su pecho se pusiera mucho más duro que antes.

—Ni lo sueñes.—escuché su murmullo, sin embargo Manuel me miró con súplica.

—¿Para qué?—preguntó el policía mientras me notaba divagar.

La sonrisa de Phillippe aumentó, le habían confirmado que estaba aquí.

—Sólo hablaré con ella, Green.—se removió en la silla—: A ti ya no te quiero ver la cara.

Jerry ocultó su sonrisa cubriéndose la boca con la palma de su mano, a diferencia de todos nosotros él era el menos tenso de aquí.

—¿Cómo que sólo vas a hablar con ella?—ladró Manuel al aparato.

Phillippe rio, haciendo que los vellos de la nuca se me erizaran.

—Ella es la única que merece respuestas,—extendió sus piernas por debajo de la mesa metálica, no sabía que tan alto era. Sonrió de costado mirando la puerta—: Tú solo eres un miserable policía que quiere una estrella más en su chaleco.—soltó con veneno en su voz.

Lo que el pelinegro no sabía era que ese comentario provocó que el policía le diera un puñetazo a la pared. Andrew a pesar de que lo sentí preocupado no me soltó, no sabía porque. ¿Por su amigo o por Phillippe y su intención de hablar conmigo?

—Annie, usa el micrófono—ordenó Manuel intentando recuperar la compostura.

«¿Qué?»

—¿Hablar con él?—no lo creía.

—¡Si!

—¡No!—respondió Andrew por mí—: ¿No lo vez? Parece un puto loco—señaló con una mano a Phillippe.

—¡Tiene respuestas, sabe más de lo que crees!—ladró Manuel hacia el rubio—: Hay una caja con sangre en su casa, hay cintas, vendas y quién sabe que más.

—¿Es de Annie?—el policía lo miró como si le hubiera salido una segunda cabeza.

—¡Andrew, desde el primer instante sabe de quién le estoy hablando!, ¿No lo vez?—le respondió con la misma frase, cargada de ironía—: Él es clave para esto, y si Annie quiere resolver esto de una vez por todas tiene que colaborar.

Por más que me molestaba el hecho de que hiciera referencia a mi como sino estuviera presente, una parte de mi sabe que tenía razón.

Ignorando aquella sensación de miedo que se instalo en la parte inferior de mi estómago, hice ademán de soltarme de los brazos de Andrew antes que le respondiera a su amigo.

—No.

—Si,—contesté con duda—: Esta bien, tiene razón.—miré a Manuel esperando que me diera un voto de confianza con los ojos.

No pasó, solo estaba sorprendido.

Con pasos pesados me acerqué hasta Jerry, él me señaló con el dedo el botón rojo que encendía el micrófono. No quise ver hacia atrás, ambos hombres a mis espaldas me estarían intentando convencer de dos opciones totalmente diferentes.

Era mejor avanzar, o por lo menos intentarlo.

—Hola..—saludé en cuanto presioné el botón.

El torso de Phillippe se puso tenso, dando un respingo en cuestión de segundos, dirigiendo su vista hasta el centro del espejo. Otra vez, como si supiera que estaba justo ahí.

—Hola beba,—murmuró, parecía que a su tono venenoso le había bajado tres niveles.—: ¿Estás bien?

Era desconcertante el cambio que había tenido en cuestión de segundos, era como si supiera que conmigo no tenía que pagar aquellos malos ratos.

No sabía cómo sentirme con eso.

—Si,—«¿Tenía que preguntarle por él?»—: ¿Y tú?—era estúpido considerando la situación.

El pelinegro dejó escapar una risa leve.

—Me estás viendo,—Phillippe miró a su alrededor antes de torcer la boca hacía un lado—: Lastima que yo no a ti.

Mis palmas empezaron a sudar.

—Así está bien.—intenté no tartamudear.

—Para ti, tal vez—contestó rápidamente—: Quiero verte.—sonó seguro, acomodándose de nuevo en la silla. Estaba más derecho ahora.

La mano que no estaba presionando el botón aprovechó para estrujar la tela del pants. Escuchaba el tintineo de sus esposas chocar con los barrotes de la silla, estaba tan inquieto como yo sólo que no parecía.

—Ya me viste.

Negó.

—No lo he hecho, —se mantuvo serio—: Lo que más recuerdo es tu espalda.

Por primera vez en horas sentí cosquillas en la espalda, recordando el tatuaje que terminaba de sanar en mi espalda. Recordaba perfectamente estar acostada un buen tiempo bajo sus manos, aquellas que sostenían aquella pistolita que dejaba tinta en mi piel.

—Es extraño,—murmuró Jerry haciendo que soltara el botón—: Está paciente ahora, entrando la tarde quería romper la patrulla a patadas.

Manuel se llevó sus manos a sien, Andrew se había sentado de brazos cruzados mientras se apoyaba en la pared.

—Preguntale a que se refería con respuestas, lo menciono hace rato—dijo Manuel apoyándose a un lado del ventanal.

Tomé aire y presioné el botón.

—Phillippe,—murmuré, su sonrisa al oírme me aterró—: ¿A qué te referías con respuestas?

Tras su sonrisa vino una risa, una que hizo que dejara caer levemente su cabeza hacia atrás. Mi vista cayó en su cuello, ahora marcado.

—Asi no se juega,—miró al frente—: Si quieres tus respuestas ven y deja de ser perrito faldero de los que tienes ahí contigo.—algo en sus ojos cambio—: Quiero tus preguntas, beba. —hizo una pausa mirando a la puerta de la habitación—: No las de Green.

Solté el botón, respirando el aire que no sabía que me hacía falta.

Escuché el gruñido del policía, seguido por la respiración pesada de Andrew. No sabía que pensar con que estuviera tan callado.

—Creo que tiene una imagen tuya que quiere confirmar,—soltó Jerry, dando vuelta en la silla para verme—: En su cabeza, ya hay dos posibilidades vistas. Dos que quiere verificar o cambiar teniéndote enfrente.

—Eso no tiene sentido.—dijo Manuel, cansado.

Jerry movió sus manos.

—No del todo, pero no lo descarto por la forma en que la trata.—continuó, está vez mirando al pelinegro—: Él sabe que eres la razón por la que está aquí, pero no parece culparte de eso, Annie.

Me sentí incómoda.

—Si ya te llegó a ver y no hizo nada, ahora esposado no hará mucho.—intentó bromear ahora, nadie le vio la gracia. Aclaró su garganta antes de señalar la puerta—: Si sientes que está bien ir, ve. —suavizó el tono—: Ten en cuenta que cualquier cosa que puedas conseguir que diga es vital.

Miré con duda a Manuel, pero sólo segundos antes de que mis ojos cayeran en el ojiverde. Me dolió ver qué ni siquiera intentaba verme, su amigo sin embargo me asintió con la cabeza dando entender que estaba de acuerdo con lo que dijo su compañero.

—Tu puedes,—se ve que le costó decirlo—: Cualquier cosa nosotros no nos moveremos de aquí.

Asentí buscando de nuevo los ojos de Andrew, no los conseguí.

Con un nudo en la garganta y un pitido que me estaba torturando el oído, respiré hondo para no entrar en pánico. Abrí la puerta segura de que nadie me iba a detener por más que lo quisiese, en mi campo de vista apareció aquella otra puerta color gris que retenía a Phillippe dentro.

Respiré varias veces, intentando agarrar el valor que me iba a hacer falta. La primera vez que lo ví no me asustó, pero ahora no puedo pensar que me va a tatuar de nuevo.

Abrí la puerta, apareciendo frente a mi el perfil de un hombre un tanto más alto de Andrew y eso que estaba sentado. Sus brazos estaban tensos, unidos por unas esposas en sus muñecas, eso hacia ver sus manos mucho más grandes. Al verlo de perfil y más de cerca pude notar que su rostro no tenía ninguna imperfección. Quitando todos los pequeños raspones que tenía en sus pómulos.

Giró su rostro hasta la puerta con lo que pude jurar era sorpresa, pero ese brillo cambio tan rápido a una expresión tan traviesa que me aseguré no haberla visto.

—Hola.—saludé de nuevo sin saber que decir.

—Hola de nuevo, beba—ese tono de voz ahora en vivo hizo que hasta la piel de mis brazos se erizara.

Otra vez, aquella sonrisa me dijo lo mismo.

«Ten cuidado..»

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Adivinen quien narra el que viene, ¿Pista? Annie o Phillippe.

Phillippe tengo calor, ayúdame con eso. Ahno JAJAJAJJ

La canción es de la playlist del libro.

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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤

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