CAPITULO 69
Andrew.
Detesto estar con el estómago revuelto, tengo el pulso latiendo a mil por hora cada vez que vuelvo a pensar en que aquella nota no era dirigida hacia mi, sino a la razón de que se me quite el sueño.
Aquella sensación de adrenalina tan conocida para mí mezclada con el miedo, la ansiedad, la preocupación de que alguien puede entrar por esa puerta a joder a lo que estoy protegiendo.
Cómo si fuera ayer, la viva imagen de mis noches en vela cuidando a mi madre aparecieron en mi cabeza.
Esos días en los que me prohibí tener algún tipo de distracción que no fuera estar pendiente de lo que fuera que ella necesitara. Dejé de jugar, dejé de dormir, lo dejé todo. ¿Lo valió? Claro que sí.
Y tal parece que la historia se empieza a repetir, ahora sentado en el centro de mi cama con los pies pisando la alfombra, los ojos no se me despegan de la puerta y pienso, negandome a dejar que esto me consuma de nuevo.
No iban a pasar igual, no iba a dejar que el mismo universo se pusiera en contra de la tranquilidad que estoy empezando a sentir con ella. Me pregunto si hice algo tan malo en una vida pasada para tener que estarlo pagando en esta, doblemente.
Me traje el trabajo a casa, no lo había logrado mirar sabiendo que Annie estaba sola aquí. Ella se extraño cuando me vio, estaba cruzando la puerta con un nudo en la garganta cuando la ví.
Estaba con uno de los suéters nuevos, uno color morado bastante grueso. Las puntas de su cabello estaban húmedas, dejando pequeñas gotas en el pants gris que cargaba. No podían faltar sus medias.
—Tardaste poquito—fué lo primero que me dijo al entrar, suspiré. Ella estaba bien—: ¿O ya es de tarde?
Volteó hacia el ventanal, reí levemente.
—No, no había mucho que hacer—mentí, por ahora sería así—: ¿Dormiste bien?
Asintió.
—¿Comiste?
Volvió a decir que si.
—¿Y las vitaminas?
—Tambien—me sonrió, me acerqué para dejarle un beso en su cabeza. Dejando el papeleo en el comedor antes de subir.
Subir a dónde estoy, encerrado en mi habitación para poder pensar. No estaba en mis planes decirle de la nota, lo último que quería era asustarla, sin embargo la necesitaba pendiente.
Cuando estaba por salir, el teléfono sonó. Me acerqué a la cama buscándolo entre las colchas, cerca de la almohada lo encontré.
Manuel.
—¿Dime?—me aclaré la garganta.
—Tengo algo,—me paré en seco—: Un sospechoso también.—no quería adivinar que seguía, me quedé en silencio esperando que siguiera hablando—: ¿Me estás escuchando?
—Si.
Subí la mano libre a mi nuca, caminando por la habitación.
—Necesito que Annie...
—No.—interrumpí, pude escuchar su suspiro.
—Andrew..—probó su paciencia.
—No.
—Reyes.—masculló—: No era una pregunta. Necesito que Annie venga y me diga si le reconoce la puta voz o no.
—No creo que.. —escuché un golpe del otro lado del aparato.
—¡Si la respuesta es no, entonces busco otra mierda!—apreté los dientes—: Pero ya no puedo estar perdiendo el tiempo con este caso. Por fin hay indicios de algo y necesito que colabores.—resopló.
Recordé aquella última vez que estuvimos en la comisaría, ni una ni la otra terminaron bien.
—Bien.—colgué, el trabajo podía esperar.
Me desnudé sacando cualquier cosa del armario. Lo de siempre, en realidad. Pants, camiseta y chaqueta. Por más que me estuviese muriendo de frío no iba a apagar el aire acondicionado, me negaba.
No era mi prioridad ahorita de todas formas, me hice nota mental de pasar por la ferretería de regreso a casa. Salí ya vestido y entré a la habitación de Annie, tomé los zapatos que estaban a un lado de la cama, por inercia mis manos se fueron a la chaqueta más gruesa.
La que era mía, ella no soportaba tanto frío.
De sólo pensar que de no haber pasado lo de esa noche, ella pasaría estás fechas en aquella fábrica o quién sabe dónde. Borré esa idea de mi cabeza antes que se me cerrara el estómago. Bajé con las cosas en mano, ella escuchó mis pasos pero sonrió cuando vio mis pies, antes de ver lo que cargaba en mano.
Los mismos zapatos que se iba a poner.
—¿Vamos a salir?—tomó lo que le dí con el entrecejo fruncido.
Asentí, sin saber que decirle para que vaya consciente.
—La policía encontró algo, —la miré de reojo mientras agarraba de nuevo las llaves—: Manuel quiere que lo vayas a ver.
Un tanto tensa, asintió.
Cuando ambos estuvimos en la camioneta, ella en vez de mirar a la ventanilla como siempre miraba sus manos. Las estaba apretando, estaba nerviosa y lo sabía, no la culpaba. Ninguno de los dos teníamos buenas experiencias en ese sitio.
Agradeciendo el espacio libre en la acera, bajé primero para abrirle la puerta. Me extrañó ver a más gente por los alrededores de la comisaría, rápidamente mis pensamientos volaron al que tenían adentro.
Avisándole con un mensaje a Manuel que ya estábamos aquí, fué el primero en aparecer cuando ambos pusimos un pie dentro. Green estaba ansioso, me atrevería a decir que hasta nervioso.
—Hola Annie—saludó, ella le sonrió sin mostrar los dientes—: ¿Lista?
—¿Qué tengo que hacer?—no lo dejaba de ver.
—Primero, vamos a ir a una sala como la de hace unos días, ¿Te acuerdas?—Annie asintió—: Sólo que ahora en vez de un espejo vas a ver a alguien, él no te va a ver a ti y..
No había terminado de hablar cuando Annie intento retroceder unos pasos, en segundos me puse a sus espaldas para abrazarla por los hombros. A Manuel se le iban a salir los ojos en advertencia cuando bajé el rostro hasta su oreja.
—Recuerda que no te dejaré sola—aprovechaba que mis antebrazo tapaban lo decía, sólo ella podía oírme—: Cuando quieras me avisas y salimos de aquí—le susurré antes de besarle el cabello como hace rato.
Poco a poco mis brazos perdieron fuerza cuando me aseguré que no se iba a ir corriendo, Manuel me preguntaba mil y un cosas con los ojos. Cosas que no iba a responder.
—¿Me sigues?—le preguntó a Annie. Sin embargo cuando ella empezó a caminar, me le pegue detrás.
Una habitación en color azul oscuro muy parecida a la del primer encuentro de Annie conociendo a Christina, se hizo presente. En vez de estar una mesa metálica, habían controles. Controles que otro de los compañeros de Green manejaba, cuando me vió alzó el mentón en forma de saludo.
Ya había visto a alguno de ellos, varias veces.
El supuesto espejo que había mencionado Green estaba en negro, por no decir apagado. No saber quién o qué estaba del otro lado me ponía los pelos en punta. Miré a Annie y ella parecía más nerviosa que yo, sus ojos recorrían la misma pantalla oscura con dudas.
—¿Hay alguien del otro lado?—pregunté, apoyándome en una de las esquinas de la habitación.
El que estaba detrás de los controles asintió.
—Cuando nos indiquen una luz en la habitación de enfrente se prenderá y lo podremos ver,—explicó gritándose en la silla hacía nosotros para no darnos la espalda—: Él no nos podrá ver a nosotros, ni escuchar.
Escuché el suspiro de alivio de Annie.
—Solo quiero que lo mires bien, hasta cuándo hable necesito que prestes mucha atención—le dijo Manuel antes de ponerse a un lado del de la silla—: Tómate el tiempo que quieras.
Annie volteo un poco para verme, sus ojos estaban enormes pero no llorosos. Ansiosos pero sin miedo, estaba orgulloso de como había cambiado para bien en este corto tiempo. Cómo sus ataques de pánico se controlaron, como sus pesadillas empezaban a tener ausencia en las noches.
Y lo principal, como su sonrisa empezaba a ser constante.
—Luces.
El de la silla se volteó y las dos lámparas de techo poco a poco revelaron la silueta de un hombre con cabeza agacha.
—Alza la mirada Phillippe—ladró Manuel al micrófono, haciendo que el que estaba en la silla de metal se removiera.
Cuando su cabeza fue alzada sentí como miles de toneladas de agua me cayeran encima, mis brazos junto con mis piernas se entumecieron. No fuí consciente de mis reacciones hasta que me encontraba intentando abrir la puerta.
—¡¿Qué mierda haces?!—gritó Manuel tomándome de los hombros.
—¡Abre la maldita puerta o la tumbo!—grité de vuelta intentando soltarme.
—¡¿Reyes que te pasa?!—en medio de uno de los cuartos de interrogaciones estaba a punto de perder los estribos, sentía asco.—: ¡¿Annie, quien es?!
Lo empujé por los hombros haciendo que chocará con la pared. Antes que yo dijera algo, Annie estaba mirando el vidrio con curiosidad.
—El de los tatuajes.—murmuró con asombro.
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Maratón 3/4
¡FELIZ NAVIDAD A MIS HERMOSXS LECTORES DE ANNIE! literalmente quería subir este cap ayer pero ustedes ya saben que si para mí no está perfecto para ustedes no lo subo.
La parte 4 del maratón se las estaré subiendo entre el 25 y 26 espero lo entiendan, de por sí ya estás fechas son movidas aquí.
¡Mil besos y bendiciones!
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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤
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