CAPITULO 67

Manuel.

Sin escándalos.—dijo el rubio antes de colgar.

Los presentimientos a veces son buenos. Desde que me desperté había sentido esa extraña sensación en el estómago, incluso de camino al comando pensé que se refería a la ida de hoy al puerto. Estábamos listos, había dividido el equipo en dos.

Hasta que entró la llama de Andrew.

Conozco al ojiverde más de lo que me gustaría, no sonaba nervioso. Pero sabía que lo estaba. Justo ahora debe estar pensando en mil y un cosas, no es su culpa. Él ya es así.

Mencionó una nota, que fuera. Andrew no se había arriesgado a tanto desde aquella llamada para decirme que tenía a Annie bajo su techo. Le dije a los demás que fueran al lado sur, a los puntos que teníamos dirigidos para esta mañana.

Jerry fué con ellos, mientras yo me unía con Christina en la patrulla.

—¿Mencionó otra cosa?—no estábamos tan lejos cuando habló, refiriendose a la nota.

—No.

En menos de 24 horas pasé de tener una media pista a tener casi dos completas. Sin contar que pedí a la misma embajada Australiana algún contacto con la familia del caso de hace diez años. Me debieron tomar por loco pero a estas alturas no me importa.

Cada vez estaba más cerca de no sólo terminar el caso, sino de que también Andrew volviera a su vida normal.

Divisé el edificio a lo lejos, encendí la sirena logrando que varios de los autos aparcados se movieran para darme espacio. Cuando estacione de la peor forma posible le dije a Christina con señas que hablara con la recepcionista.

Yo iba con Andrew.

De la cajuela saqué aquel maletín de emergencia forense. No era mi área, pero no tenía a mi equipo. No es como si hubiera ocurrido un asesinato a unos metros, sólo es lo necesario para estos casos.

«Rogaba por no recoger un cadáver en este caso»

Cuando entré, ya Christina estaba entablando una conversación con la recepcionista, a simple vista, después de años aprendes a analizar a las personas con solo una ojeada. En este momento, parecía ansiosa pero estaba hablando.

Me atrevería a decir que hasta demás.

Tras subir por el ascensor después de que me indicara el piso de Andrew, me asomé enseñándole la placa a todo el que se me interpusiera enfrente. El rubio a lo lejos estaba tras su escritorio, con las piernas estiradas apoyando su mentón en uno de sus puños.

Cuando estaba más cerca me fulminó con los ojos.

—Te dije que sin escándalos.—espetó, bastante malhumorado.

—No hice nada.

Dejé el maletín en el piso bajo la atenta y curiosa mirada de todos a nuestro alrededor, lo abrí y saqué un paquete de guantes.

—¿Dejar la patrulla casi a media calle te parece la mejor forma no causar escándalos?—masculló con los dientes apretados, corriendo la silla hacía atrás para darme mejor vista del escritorio.

Alcé los hombros.

—¿Dónde está?—omití lo anterior y señaló aquel trozo de papel tirado encima del teclado.

Cuando lo tuve entre mis manos aquel mensaje estaba haciendo eco en mi cabeza. Está escrito de forma despreocúpada, como sino le importara dónde o cómo lo escribiera, sino que el mensaje fuera recibido.

Miré al rubio, se había levantado y estaba mirando hacia la calle por medio de la ventana. Sus manos estaban juntas hacia atrás, la mandíbula estaba apretada.

«Deja de pensar, Reyes»

Tomé una de las bolsas transparentes del maletín para meter la tarjeta, en otra el sobre. Eso se iba al laboratorio hoy mismo.

Dejándome los guantes escanee a todos los curiosos, muchos ya habían dejado de ver, otros querían respuestas. No sé les iba a dar nada, sin embargo. Ninguno cargaba nada que me dijera que tenían que ver algo con lo sucedido.

Me acerqué a mi amigo y ambos miramos hacia la calle. Más personas con el ceño fruncido miraban la patrulla, seguido del edificio. Andrew no era una persona problemática, nunca lo fue. En ningún momento desde que lo conozco a tenido que ver en nada fuera de lo común.

Incluso en lo común a veces ni se metía.

Con la llegaba de Annie me ha causado muchos dolores de cabeza, muchos. Pero eso no quitaba todo lo demás, una parte de mi quiere creer que lo hace sólo porque él es así, ayudar es parte de él.

—No creo que el mensaje sea para tí—solté de pronto haciendo que se tensara.

Me preocupaba no saber que tanto puede estar pensado, que tanto pueda haber en su cabeza ahora. O peor, ¿Han pasado cosas que no sé?

—¿Por qué?—su voz sonó pastosa.

Me encogí de hombros, sacándome los guantes.

—Andrew, tu no haces una mierda mal.—casi reí—: Sin embargo, la otra opción tampoco es muy linda.

Lo conozco, sé también que Annie ha adquirido cosas nuevas. Y no lo crítico, pero eso quiere decir que se ha expuesto. Annie es un caso abierto, alguien que escapó de Dios sabe que malas manos.

Alguien a quien no sabemos si siguen buscando aunque, después de ésto. No me quedan muchas dudas.

Annie nunca debió parar con él en primer lugar.

"Que lindo por fin verte de cerca"—cité la frase del trozo de papel—: Tú no te relacionas con nadie, a Annie sin embargo.—no era agradable decirlo—: Puede que todavía la estén buscando.

A Reyes pareció caerle una tonelada de agua encima. Sus ojos pasaron de dudas a enojo en cuestión de segundos, metió las manos en sus bolsillos y se volvió al escritorio.

Que hablen de proximidad solo me hace caer en la conclusión que ya hay alguien que sabe dónde está, o de donde viene. Y no sólo de él.

De la misma Annie también.

El hecho de que solo estuviera cuidando de Annie no justificaba su actitud, no justificaba muchas de sus reacciones a lo largo de los últimos días.

—¿Hay algo que no sepa, Reyes?—pregunté caminando hacia él.

Se sentó en su silla sin mirarme.

—¿Cómo que?—escupió.

—¿Algo ha pasado con Annie?

Giró la silla hacía mi pero antes de decir algo divisé a Christina apareciendo con la libreta en mano.

—Es un hombre,—leyó las páginas—: Según ella le escuchó la voz bastante forzada, estaba cubierto hasta la nariz con una bufanda. No lo vió raro porque estábamos a casi pleno invierno,—el estómago se me apretó—: Lo acompañaba un gorro de lana marrón.

Andrew parecía ausente a la conversación, me quejé para mis adentros rodeando el escritorio para ponerme al lado de mi compañera.

—Vamos al edificio de enfrente, quiero ver si tienen cámaras.—miré de reojo al rubio mientras recogía el maletín—: Reyes.—llamé su atención.

Alzó la mirada.

—Me llamas si pasa otra cosa.

Asintió y con los ojos le hice una seña a Christina de que nos fuéramos.

No quería que el caso pasara a mayores, no quería tener que hacer más protocolo del necesario. Estaba preocupado pero ansioso, habían cometido un error.

Uno muy grande que fué el acercarse.

Si Annie es el objetivo de todo esto, los golpes previos no hacen símbolo de otra cosa que no sea dominación. La única forma de que Annie dejara de llorar y obedeciera era hacerla entender que cualquier cosa mal tenía su castigo. Pasando tanto tiempo el culpable de tantas marcas no agarró más que una obsesión o costumbre por seguir haciéndolas.

Al ella irse, ¿Quién le quedó? Ella nunca mencionó a otra persona, deduzco que fué ella sola dando lucha en todo esto.

Si lo único que lo mantenía como dominante se va, lo buscas o lo cambias. Solamente para sentir esa sensación de vuelta, con la nota de ahora concluyo que no está la opción disponible de cambiarla.

Si la busca y la ve, sabe que no está sola.

Abrí los ojos por la sorpresa.

—Eso ya lo sabe.—murmuré bastante fuerte, Christina me miró con una ceja alzada.

—¿Qué cosa?

Negué.

—Les explico luego.

Cruzamos la calle, mirando hacia los postes de luz que habían cada dos metros. Nos dividimos en los pequeños locales que habían alrededor para preguntar sobre las cámaras.

Después de unos veinte minutos, sólo la recepcionista del edificio de al lado nos dió una respuesta.

—¿Para que necesita las cintas?—sonaba preocupada la morocha.

—Señorita,—habló mi compañera, sacando la placa—: Hay un caso abierto y uno de los posibles sospechosos apareció por estos lados hace unas horas.—tragó fuerte—: ¿Se va a interponer en la investigación?

—No, no—respondió de inmediato—: Lo que sucede es que...—miró hacia atrás—: No le digan a mi jefe, por favor.

«¿Eh?»

—¿Decirle, qué?—ladré, haciendo que se enderezara.

Un sonrojo la acompaño.

—En estos días mi novio me vino a dejar al trabajo, como siempre.—mordió su labio antes de sonreírnos de forma nerviosa—: Pero creo que una cámara captó como se despedía de forma muy,—llevó su mano a la nuca—: Cariñosa.

Resoplé y negué antes de apoyar las manos en su escritorio.

—No me interesa su vida privada, señorita, mucho menos andar de chismoso con su jefe.—ella asintió efusivamente—: Sólo necesito las cintas, sino hay nada que me sirva ahí usted no nos vuelve a ver la cara.

Tras eso, la morocha se fué a la sala de video a traernos lo nuestro. Christina miraba todo con curiosidad, yo no. Ya en mi cabeza estaba todo lo necesario para no poder dormir en cinco días.

«Cerca, cerca..»

Cuando nos entregaron lo nuestro nos fuimos directo a la patrulla hasta el comando. En medio del camino una llamada de Jerry me emocionó.

—¿Tienen algo?—pregunté al teléfono mientras conducía.

Negativo jefe, no hay nada ni importante ni sospechoso por aquí.—esa respuesta me decepcionó—: El perfil no encuadra con ninguno.

—Falta el lado norte, para ir a ese me uno a ustedes.—avisé.

Entendido, jefe.—comentó antes que colgara.

La ansiedad recorría tan fuerte mi cuerpo que no fuí consciente de nada hasta que ya estábamos conectando los discos con los vídeos. Christina se puso a ver lo básico, el que se encarga de estas cosas es Jerry pero por ahora, una simple vista tenía que bastar.

—Mañana de hoy—comentó, logré ver la camioneta del rubio entrar.

—Alto.

Y si, una silueta que nos daba la espalda caminaba hacia el edificio tan solo minutos después que Andrew. Pedí zoom, ubicando perfectamente la bufanda junto con el gorro marrón.

—¿De dónde salió?—pregunté volteandola a ver.

—Del frente.

—Retrocede unas horas para ver si podemos notar alguna placa o un indicio de rostro.—junté mis manos para tronarlas.

—Entendido.

Aquella misma silueta en retroceso se quedaba sentada en el mismo sitio. Todavía a las cuatro de la mañana, esa misma persona no se movió.

No entiendo.

—Cámara rápida, hasta el día anterior—mascullé con enojo.

Al instante, las horas pasaron en retroceso hasta la mañana de ayer. Lo más espeluznante es que esa silueta no se movió, solo unos centímetros para voltearse o enderezarse.

—¡Maldito!—le grité a la pantalla—: Antes de ayer, ¡Regresalo unas horas más atrás!

La cinta seguía pasando, aumentando todo mi enojo hasta que por fin apareció caminando por la cera hasta detenerse dónde estuvo por los siguientes dos días.

—Lo estaba esperando—apreté los dientes y volví a maldecir.

Si bien nosotros dos aquí no podíamos hacer mucho, Jerry si. Podría ver si existía algún momento dónde algún rastro de su rostro se vea, aunque, ya después de lo que vimos nosotros no había mucho que ver más que aquella bufanda que escondía a mi posible sospechoso.

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Maratón 1/?

MIL GRACIAS POR LOS 200K, SIGO SIN CREERLO.

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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤

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