CAPÍTULO 54

Andrew.

«Te la quito.»

Mis piernas se movían por si solas por todas las calles, corriendo de forma automática a cualquier sitio.

«Te la quito.»

No debería de afectarme tanto el perderla, no como lo hace ahora. Las palabras de Manuel se repetían una y mil veces en mi cabeza, tal vez si quería a alguien. Alguien a quien cuidar, o solamente compañía, pero de ser sólo así no estuviera como lo estoy.

Corriendo para calmar impulsos.

El hecho de que haya más confianza entre los dos no me ayuda, no como quisiera. Pequeños gruñidos se me escapaban cuando sentía las piernas pesarme, no quería detenerme porque sabía que iba a pensar. A recordar.

La voz de Khalid desde hace tan sólo cuadras se repetía una y otra vez con Better. Fué la única vez que me detuve, para ponerla en que se repitiera todo el camino.

Me molestaba estar dividido en dos, mi parte racional no estaba funcionando, me estaba dejando llevar y la podía pagar caro.

El sudor bajaba por mi cuello y pecho, haciendo la camiseta mucho más pesada que antes. La brisa del anochecer me recibió al mismo tiempo que la música se detenía por una llamada entrante. Casi me caigo de culo al ver el nombre de mamá en ella.

Contesté a través de los audífonos—: Hola ma'—saludé intentando regularizar mi respiración.

Andrew Reyes Parks, ¿Cómo es posible que falten tan sólo días para tu cumpleaños y yo no sepa de la existencia de mi hijo de hace como dos meses?—regañó al teléfono, sonreí al escucharla.

—Estos días han sido de locos,—no era mentira—: He estado ocupado, disculpame esa.

Escuché un suspiro.

—¿Cómo has estado?—pregunté viendo a mis alrededores, estaba bastante lejos de casa.

Bien nene, cada día me siento mejor.—sonreí y cualquiera que me viera pensaría que estoy demente al sonreír mientras hablo "sólo"—: ¿Y tú?, ¿Algo nuevo?

El rostro de Annie apareció en mi mente en cuestión de segundos, bien sabía que ambas se podían ayudar. Mi madre incluso podría ser de más apoyo que yo pero no me veía dejándosela, mucho menos explicándole porque la trato de la forma en que lo hago.

—Si,—acepté en un suspiro—: Pero es complicado.

¿Qué tan complicado?

—Involucra a alguien.—podía sentir claramente su expresión de sorpresa—: y no..

¿Sales con alguien?—me interrumpió, bastante animada—: ¿Hace mucho y no sabía?

Me arrepentí complemente de haberle mencionado algo, miré a ambos lados antes de cruzar la calle y meterme en un pequeño motel al final de la cuadra.

—No salgo con nadie,—sentía que la estaba negando—: Pero si hay alguien.

Y me frustraba la situación, el hecho de que mi cuerpo reaccionó totalmente cuando Green amenazó con quitarmela, me asustaba. Tragué grueso mientras me acercaba a la recepcionista.

¡Que bueno nene, de verdad!—exclamó, se notaba que estaba sonriendo—: ¿Es algo serio?

«¿Cómo le explicó?»

La chica detrás del computador me tendió una llave en silencio y yo de la misma forma le entregué los billetes para después dirigirme al ascensor.

No era la primera noche sin Annie por la casa, pero era diferente sólo por el hecho de que no quería volver. Tenía que probarme a mi mismo que tanto aguantaba si me hacía la idea de que me la iban a quitar.

«No era mía en mi primer lugar»

Me aterré cuando ese pensamiento me molestó más del necesito.

—Ella es preciosa,—murmuré viendo el tablero de luces que indicaba el piso del ascensor—: ¿Te sirve eso?

Mamá río.

Si, eso supongo.—me llevé la mano a la oreja para ajustar el audífono cuando las puertas metálicas se abrieron—: ¿Qué edad tiene?

Todo en mi interior se detuvo, cerré los ojos con frustración y remordimiento. Estaba pensando demás, estaba dejandome llevar con algo que no podía seguir así. Sólo recordar aquella erección que se formó en mis pantalones por un simple roce me hace sentir asqueado de mi mismo.

¿Andrew?

—¿Si?—presioné con más fuerza de la necesaria el botón del tercer piso.

No me respondis...

—Ma' es que soy llegando a casa,—mentí dejando caer mi cabeza hacia atrás, ahora con un repentino dolor en ella.

¿Dónde estabas?—volvía a sonar a regaño.

—Salí a correr.—las puertas se abrieron y salí dedicandome a buscar la habitación 39.

Pareció dudar.

Nene, ¿Si estás bien?—se escuchaba preocupada.

Yo ahora tenía un nudo en el estómago.

—Si, es sólo algo que tengo que manejar por mi cuenta.—metí la llave en cuanto encontré la puerta, empujandola para pasar.

¿Necesitas ayuda con algo?, ¿Puedo hacer algo?—sonreí levemente con ternura.

—No, tranquila.—suspiré mirando las sábanas de la cama individual que había frente a mi.—: Ma, me voy a dormir.

Con tanto que tenía en la cabeza no lo veía posible pero por lo menos, pensar.

Esta bien, ¡Pero me llamas después!—bromeó haciéndome reir—: ¡En serio!, Tu cumpleaños está a la vuelta de la esquina y quiero saber cómo la vas a pasar.

—Lo más probable es que vea alguna película.

«Con Annie en mis piernas»

¡Maldita sea!, me senté en la cama llevándome ambas manos a los ojos, tenía los codos apoyados en mis rodillas, sentía que la cabeza me iba a explotar.

¡Ay no, Andrew!—rió mi mamá—: Llama a Manuel y salen, ¿Siguen hablando, no?

—Si,—y no te imaginas de qué—: Capaz le diga algo.

Bueno bueno,—escuché una risa—: Descansa nene, que sueñes bien lindo. Te amo.

Sonreí con los ojos cerrados, ocultando mi rostro en mis palmas.

—Y yo a ti, ma'—respondí sacándome un audífono—: Descansa.

Cuando escuché que la llamada finalizó alejé los cables y el teléfono de mi. Los lancé en la cama para segundos después levantarme y dar vueltas por toda la habitación. Me saqué la camiseta junto con los zapatos, sentirme pegajoso me hizo recordar que necesitaba una ducha.

Sin mucho ánimo de querer meterme dónde quien sabe que tanta gente ha usado el mismo jabón, me quedé frente al lavamanos apoyando las palmas en la baldosa. En mi reflejo bajo la luz del espejo ví claramente las ojeras bajo mis ojos, una capa brillante cubría mi frente y mis costados, supuse que el agua me calmaría.

Juntando mis manos bajo el chorro de agua me lave todas las veces que ví necesarias, con tanta agresividad que gran parte del agua que agarraba salpicaba el espejo.

Cerraba los ojos y lo único que veía era aquel rostro que más de una vez había llorado en mi hombro, aquellos brazos que desde el principio me rodearon como si yo fuese alguna especie de héroe, aquella dulce sonrisa que yo mismo había probado, esa misma que yo había hecho que volviera. Y pensar que me la iban a quitar me hizo darle un puñetazo al espejo.

Retrocedí al percatarme de lo que había hecho, el espejo estaba destrozado frente a mi. Mi reflejo antes claro ahora era solo una imagen distorsionada. Pequeñas gotas de sangre estaban en el, venían de mis nudillos.

—Joder..

Salí del cuarto de baño directo a buscar unas toallas en el pequeño clóset de la habitación, me la pasé suavamente por la mano derecha. Siseando de dolor cuando ejercí presión sobre los rasguños.

Lancé la toalla a alguna esquina mientras volvía a caminar dentro de las cuatro paredes sólo un poco más tranquilo. Tragué grueso al recordar que la había dejado sola sin haberlo querido, pero tenía que probar. Probarme.

No estaba durando mucho y cuando ví que el teléfono marcaba las 2:10 de la madrugada supe que ya fué suficiente. Me puse los zapatos junto con la camiseta, tomé los audífonos y salí de la habitación directo por las escaleras para llegar a la calle.

El frío de la madrugada me recibió con un espasmo por toda la columna. Miraba a todas las señales para intentar ubicarme, fué muy mala idea correr sin rumbo.

Mis piernas estaban tensas, mis pies con cada paso me pasaban otra factura. Pero no estaba para eso, no ahora cuando mi único objetivo estaba en lo que gracias a ella ahora no es un sitio tan grande.

Si bien que New York nunca se apagaba, disfrutaba de ver apenas unas cuantas personas mirándome de forma extraña correr por todas las calles. No está demás decir que cuando los edificios se hicieron familiares mi paso aumentó.

Entré como alma que lleva al diablo hasta el ascensor. Nadie salía a estas horas por lo que subió de forma directa a mi piso, saqué la llave y el alma se me fué a los pies cuando la encontré hecha un ovillo a los pies de las escaleras.

Me asusté y estaba por formar un escándalo hasta que me acerqué, su torso se movía. Estaba respirando.

Dejé salir el aire de mis pulmones, colocando el teléfono junto a el cable enrollado en la barra de la cocina mientras me sacaba la camiseta ahora más húmeda que antes, tirandola sobre el sofá para acercarme a ella.

Es como si no lo pudiera controlar. Mi cuerpo se mueve sólo en reacción al suyo, sin que yo me tome el tiempo de pensar sobre que es lo mejor que puedo hacer. No se que es razonamiento, mucho menos cordura cuando estoy con ella. Quisiera saber pensar en cuanto sus ojos —ahora cerrados— me ven con anhelo, tiene tanta seguridad en mi que me hace sentir capaz de atravesar la ventana de un edificio y caer de pie. Sin un rasguño. Quisiera entender la razón de querer tenerla cada vez que se puede en brazos, o porqué quiero ser el único al que ella le cuente las cosas.

Tantas preguntas, sin respuesta. O por lo menos yo no las tengo. Me senté a su lado en el suelo, arrastrandome hasta quedar acostado al mismo nivel. Estaba tan profundamente dormida que no se despertó cuando la acomodé boca arriba, dándome a mi mismo el espacio para meter mi cabeza en el hueco de su cuello y, cuando dejé uno de mis brazos reposar sobre su estómago, ahí, justo ahí fué cuando el cansancio se apoderó de mi.

A veces sin ningún motivo o razón inexplicable llega una persona a tu vida con la que sientes una conexión. Pero en realidad, si hay una explicación, que quizás estoy negado a aceptar.

Cerré los ojos y caí en cuenta que la única persona que necesito para estar tranquilo es la misma por la que estaba huyendo.

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Verlxs preocupadas por Andrew me hizo poner el corazón chiquito, mencantan.

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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤

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