CAPITULO 44
Andrew.
«—¡Parece que una de las fotos coincidió en el sistema!—me gritó por el teléfono—: ¡Una de las malditas fotos que habían allá coincidió con el sistema!, ¡Estaba entre los desaparecidos como una niña, Andrew!»
Parpadee concentrándome en el camino. A pesar de que ya estaba entrando la noche, esta cuidad parecía que nunca dormía.
En un semáforo, miré al asiento del copiloto. Annie estaba apoyada en el mirando por la ventanilla todas las luces que se le cruzaban. Sonreí sin quererlo, pero esa sonrisa no me duró tanto al recordar lo que estaba a punto de pasar en aquel sofá.
Evitando pensar, presioné el claxon con fuerza haciendo que Annie diera un respingo.
—Lo siento,—balbusee—: Pero el de enfrente no se apura.
Antes de que el semáforo volviera a verde la vi ajustando el cuello de la chaqueta y es que si, había frío. Se acercaba el final del otoño, haciendo que la temperatura no tuviera consideración con uno.
Me mordí el labio pensando si fué buena idea traerla de una vez solamente para salir de aquel momento incómodo que se iba a formar.
Una vez que llegamos, estacione frente a la comisaría. Este solo contaba con estacionamiento disponible para los empleados así que no tenía más remedio que dejar la camioneta afuera. Soltando un suspiro me baje primero para caminar por la parte trasera antes de abrirle a ella y ponerle el seguro a las puertas.
No había pronunciado palabra en todo el camino y eso no sabía cómo tomarlo. Con un movimiento de cabeza saludé al vigilante de turno que estaba en toda la puerta, nos dejó pasar y como no veía a Green por ningún lado, dejé a Annie a un costado de la puerta con las manos aferradas en la chaqueta mientras me acercaba al primer escritorio que ví.
—¿Disculpe?—miré hacía atrás para comprobar que seguía ahí antes de ver a la oficial que me estaba mirando con interrogación.
—¿Qué necesita?—alzó una ceja con superioridad.
Suspiré, ¿Nadie está de humor aquí?
—Con el oficial Green—ella me miró con más duda aún.
—Él está..
Una mano me tocó el hombro.
—Justo aquí,—me voltee y parecía cansado—: Gracias, Emilia.—agradeció a la petulante antes de girar en busca de algo.
Me soltó para ir hacia Annie. Inclinó levemente la cabeza para hablarle, entre él y yo no había mucha diferencia de estatura por lo que ví en vivo como se veía cuando yo tenía que hacer lo mismo para poder hablarle de vez en cuando.
—Vamos.—llamó mi atención antes de caminar con Annie a un lado.
Los tres nos adentramos en un pasillo bastante alejado de los demás, el color azul oscuro de las paredes y los pocos bombillos de luz artificial solo volvía el ambiente más tétrico. Algo en mi se tensó cuando le pidió a Annie que esperara en una habitación.
—¿Qué va a hacer ahí?—apoyé mi mano en el marco de la puerta antes que ella diera un paso.
Manuel rodó los ojos.
—Necesito hablar contigo,—abrió más la puerta, era la sala de interrogatorios—: Necesito que espere aquí que puede estar sola y no allá rodeada de todos mis hombres.
Vi la duda en los ojos de ella pero asintió, no me miró antes de entrar. Mordí mi labio de nuevo antes de soltar alguna estupidez.
—Le pediré a alguna disponible que te traiga algo de comer, ¿Está bien?—él le hablaba con la puerta ligeramente abierta, me quité y esperé del otro lado del pasillo.
A lo que cerró, me llevó hasta otra sala mucho más grande. Debía de ser el doble de grande que mi habitación. Paredes pintadas del mismo azul oscuro, dos pantallas enormes ocupaban el 80% de la pared más larga. Una pizarra con muchos papeles y fotos estaba en una esquina, frente a los que estaban sentados en la mesa central. Con más cara de cansancio que Green.
Sólo cuando me acerqué pude ver qué las fotos que estaban en aquella pizarra eran de Annie.
—Buenas noches.—saludé sin muchas ganas manteniendo mis brazos cruzados en mi pecho. Manuel seguía a mi costado.
—Al punto,—me interrumpió el mismo antes que lo que estaban en la sala me respondieran el saludo—: El sistema...
—¿Qué hace él aquí?—reprochó una voz a la derecha de la mesa. Era Frank.
Manuel agarró aire.
—Para ti,—señaló al que lo interrumpió—: Y para todos, él por más que he intentado alejarlo de todo ésto, —me miró con molestia—: Siempre termina en medio, ahora más que es cómo tutor temporal de la víctima.
Frank se levantó de la silla para ir a una de los estantes para tomar la cafetera y servirse café.
—Te dije que ese amiguismo no me gustaba.
—La puerta está abierta para cuando quieras irte,—le contestó antes de pasar por un lado de la mesa hasta la pizarra—: ¿Alguna otra queja?
Todos negaron, Frank me lanzó una mirada cargada de molestia que ignoré. No sé que problema tenía, o tiene conmigo.
—Las fotos que fueron encontradas esta misma tarde fueron tomadas con una cámara Instax mini 9. De esas baratas que venden en cualquier centro turístico,—comenzó a explicar señalando una de las fotos pegadas en la pizarra—: El estado en el que estaban de deben a las condiciones en las que estaban sometidas las fotos.
Asentí, viendo cómo se movia hacia la mesa con los demás para mover la imagen en la pantalla que estaba detrás de mi. Me giré y apoyé un hombro en la pared todavía cruzado de brazos.
—El error que cometimos, que era muy obvio, —hizo aparecer en la pantalla una de las fotos de Annie tomadas en mi piso—: Es buscar con una imagen de ella actual..
—Señor, era lo único que teníamos. Según el reporte de parte de su declaración es que ella llevaba más de diez años sometida al abuso. Era imposible buscar algo con lo que no contabamos.—objetó un oficial que estaba a la izquierda de Green, suficiente canoso para doblarle la edad.
Manuel asintió.
—Desde hace días llevaba con la idea en la cabeza de que ella no es de aquí, —carraspeo haciendo que lo mirara—: Y no me equivoqué.
Movió las pestañas en la pantalla hasta que apareció un correo con un archivo adjunto. Al comenzar a cargar la foto, salió en color casi amarillo el trozo de un periódico, en el, la imagen de una niña con dos coletas aparecía en primera plana.
—Las fotos, ninguna coincidía con nadie registrado y eso que buscamos entre las desapariciones de menores los últimos 20 años en Nueva York,—se frotó la sienes antes de señalar la pantalla—: Para quitarme la espina, llamé a cada comando que teníamos en el directorio de cada estado y país en un radio aproximado, pasándole los datos de su caso y lo que obtuvimos es este correo que me enviaron hace una hora.
Se estaba haciendo el interesante y eso estaba haciendo que perdiera la paciencia.
—¿Puedes hablar bien por una vez en tu vida?—ladré evitando ver la foto frente a mi.
Movió sus manos por el escritorio, revolviendo todos los papeles buscando uno que tenía una oficial en mano. Se lo quitó antes de lanzarmelo.
—Annabell Marie Hall, nacida el 2 de noviembre del 2003 fué secuestrada a la salida del colegio una mañana el 16 de marzo del 2010,—relató Green al mismo tiempo que yo leía las líneas, sentía un peso en el estómago—: En Australia, Sídney
Agradecía tener la pared de soporte.
—Eso está a más de 17mil kilómetros aproximadamente,—comentó la misma oficial a la que le fué arrebatado el papel—: Él que la raptó no quería que correr riesgo de que la encontrarán ni por casualidad.
—Una vez la víctima mencionó un hogar nuevo,—recordé la mañana que él fué después de mi llamada—: Debían de estar rotandola más de tres veces.
—¿Pero de Australia hasta acá?-Frank preguntó—: Es más de un día de viaje.
—En algún lado se deben haber quedado,—concluyó Manuel alzando los hombros—: Aquí todavía pueden estar.
—Ya pasó tiempo desde que escapó, podrían seguir buscandola—comentó el canoso.
Iba a vomitar.
Manuel empezó a caminar por la habitación—: Estamos hablando de más de dos hombres más o menos, para cargar con un reen han de tener gente en los aeropuertos incluso en las fronteras-se llevó las manos a la sien—: Allis, llama al oficial que envío el correo y dile que necesito el listado de cada una de las personas que viajo de Australia a Nueva York en los últimos 15 años.—ella asintió, yendose.
—¿15 años?—pregunté.
Un pelinegro que analizaba el mapa de la pared asintió.
—Para alguien viajar debe tener algún recorrido previo, debe de haber alguna persona que repita la misma ruta más de una vez. —explicó mirando la foro de Annie en la pizarra—: Iba con reen, de ser así ya tenía un sitio de hospedaje, alguno que debió visitar antes de llevársela.
—Estas cosas no se planean de un día para otro,—intervino Frank aproximandose a los comandos de la pantalla para hacer aparecer fotos de las cadenas en el piso de la fábrica—: Esas cosas están puestas inestablemente, sabían que la víctima no tenía fuerza para luchar contra ellas.
—¿Qué quieres decir con eso?—preguntó el canoso.
—Estaban en otro sitio antes de llegar a dar con la fábrica,—alzó los hombros pasando las fotos una a una—: Todo está improvisado, el lugar de escondite de las fotos, el lugar está muy cerca de alguna recidencia. Aunque sea de los barrios más pobres, es gente—me miró—: Son testigos.
—A ver,—interrumpió Green poniendo las manos en la mesa—: Ellos sabían del aislante.
—No son estúpidos, oficial Green—escupió con arrogancia Frank—: Cometieron algún error después de una década, pero si el invitado a esta reunión no hubiera aparecido por esas calles, aquella adolescente estuviera todavía bajo aquél techo en ruinas.
Muy pocas veces me dedicaba tiempo a agradecer, incluso a rezar. Pero ahora, le daba todas las gracias a aquel accidente en mi via principal.
—¿Qué más dice el correo?—pregunté apoyando por completo la espalda en la pared para verlos.
Manuel apuntó a las hojas que tenía en mano.
—Lo tienes ahí.
Negué—: No quiero leerlo.
Suspiró pidiéndole a Frank con una seña que abriera el correo de nuevo.
—Ahm, el mismo día de la desaparición de Annie su padre murió en un accidente de auto,—leyó haciendo que mi pecho se contrajera—: Salió a buscarla por las calles hasta muy tarde, chocando en una de esas. El accidente fué reportado a la hora por una señora que salía del trabajo a unas cuadras. Murió en el impacto. —hizo una mueca—: Los forences dijeron que tenía altos niveles de alcohol en la sangre.
—¿Y su mamá?—me sorprendí a mi mismo preguntando.
Él me miró con una ceja alzada pero aún así respondió.
—Todavía no sabemos nada,-tiró una carpeta a la mesa—: Ya se le confirmó por mediante el correo que ese caso,—apuntó a la pantalla—: Ahora está aquí.
—Y no parece fácil.—dijó tras un suspiro el pelinegro, haciendo que todos asintieran.
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¡No me aguanté un choto y lo subí! Amo sus comentarios, me tienen llorando de la felicidad.
Aclarando dudas, ya ahora que se sabe la fecha de nacimiento. La historia está ubicada en el 2021.
Annie no tiene 10 años, si bien lo intenté explicar de forma poco explícita porque no soy fan de lanzar detalles solo por lanzarlos.
Al principio, Annie en el el primer interrogatorio con el oficial Green hace referencia a su edad con los dedos.
En gran parte, se hace referencia a una adolescente.
Y, unos capítulos atrás Manuel dice: " Estamos hablando de una niña de 5 a 7 años aproximadamente" haciendo incapié en la edad en la que fué secuestrada.
Amo dejar dudas, porque yo paso por ellas pero está si hacía falta aclararla. Ahora con este cap creo que ya está todo claro. ¡Mil gracias por los 40K!
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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤
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