CAPÍTULO 34
Manuel.
Soy de ese tipo de personas que sin un café a lo largo del día no funciono. Es como si mi sistema necesitara de la cafeína para pasar el día.
Por lo mismo, me detuve en una esquina para llevar café para Andrew y para mí. Él, como siempre amargado se lo tomaba en la mayoría de las ocasiones negro con una de azúcar. Yo lo prefería un poco más dulce.
El plan inicial era, salir de la casa e ir a la comisaría. De la comisaría tomar el equipo de recolección de muestras e ir para que Andrew. Si había seguido al pie de la letra lo que le dije, tan sólo bastaba de unos simples pasos en adelante.
1. Ir al sitio.
2. Tomar fotos.
3. Buscar huellas.
4. Tratar de ubicarla en el sistema.
Y lo demás, es más fácil. O por lo menos eso quiero pensar.
Sin embargo, mis planes se vieron interrumpidos cuando saliendo con el equipo en mano; Frank me detuvo en plena puerta.
«Joder»
—Green, ¿A dónde vas con eso?—preguntó, cruzándose de brazos.
Miré a todos lados disimuladamente antes de apretar una de mis manos en puño.
—A que Andrew, hay unas muestras que quiero recoger.
Él pareció pensarlo un momento.
—¿Él caso de la niña, cierto?—asentí, y noté como su espalda se tensó—: Bien, voy contigo.
Intenté explicar que no había falta, pero se negó a cada una de mis excusas. Incluso, no parecía querer ir por el caso, sino por mi amigo. No creo que le caiga muy bien.
Cuando regresé con los cafés en mano lo encontré afuera apoyado en una de las puertas de la patrulla.
—Me dijiste que no querías café, ¿Cierto?
—Cierto, ya tomé en la mañana.
Alcé los hombros y ambos nos movimos para entrar en el auto e ir a que Andrew. Lo que tenía entendido después de hablar claro con él, en la noche cuando yo me fuera le daría a oler o probar una de las semillas asquerosas esas que se encontraron. Si había una reacción, solo bastaba con ir al sitio.
—Es un edificio muy bonito,—dijo al bajarse y mirar hacia arriba—: Parece caro.
Puse la alarma y me guardé la llave en el bolsillo, no uso el estacionamiento porque no soy dueño de algún piso por lo que tocaba estacionar enfrente.
—Lo es—dije sacando la placa del bolsillo para cuando estuviéramos frente al portero.
Igual no hacía mucha falta, ya me conocía.
Recuerdo los miles y un trámites que tuvo que hacer Andrew para obtenerlo. El dueño anterior tenía gustos tan caros que solamente la sala costaba un riñón y parte del otro. Una parte de mi entendía la razón por la cual quería el piso, tenía su espacio, ya venía decorado y con varios muebles. Andrew sólo quería irse del lugar donde creció para uno mejor, mucho mejor.
—¿Sabes el código?—asentí una vez nos adentramos en el ascensor.
Tomé el teléfono del bolsillo y lo llamé. Él sabía que venía hoy por lo que habíamos quedado, ya me aseguré de no llegar como un demente a perturbar a Annie. Aunque, sinceramente, lo que me perturba a mí es la manera en la que Andrew mira a Annie.
Las puertas se abrieron solo bastaron unos pasos para quedar frente a la puerta que era. Frank venía con los cafés mientras yo me encargaba de llamar.
Tres llamadas y nada, buzón.
—¿Ésto no tiene timbre o qué?—una risa se me escapó, porque no. Todas las puertas tenían pero está no.
El dueño anterior prefería que tocaran a qué un timbre le dañara los tímpanos dentro del apartamento. O por lo menos eso me comentó Andrew.
Toqué intentando no pasarme como aquella vez y no fué hasta que sentí que se me iban a caer los nudillos que abrió. No estaba totalmente vestido, cargaba sólo un pants y, aparte de descalzo, el pelo como si se hubiera metido dentro de una licuadora.
—Pero que...—pareció despertarse por completo cuando vio a mi compañero—: Pensé que venías sólo.
Y si, ese era el plan.
—Un poco de ayuda no hace daño—traté de excusarme, después le explicaba.
—¿Problemas con mi presencia, señor Reyes?—habló el policía a mi lado. Andrew alzó los hombros.
—No, adelante—se hizo a un lado para que pasáramos—: Denme un segundo que voy a cambiarme.
La puerta se cerró y ojiverde voló por las escaleras. Lo conocía, estaba tenso. Y rogaba a Dios para que no hubiera hecho una estupidez.
—¿Annie sigue aquí?—Frank como que comió perico hoy, estaba muy preguntón—: O ya se le encontró hogar y...
Interrumpí levantando la mano. Ese tema me causaba dolor de cabeza, Andrew y sus impulsos me estaban haciendo la vida imposible. Todavía me quedaba una conversación pendiente con Rosalva.
—Sigue aquí—dije sin más extendiendo el brazo para que me pasará los cafés. Tomé el mío y dejé en la barra de la cocina el de Andrew.
Estaba tardando un poco más de lo necesario. Preferí ignorarlo hasta que Frank se fuera, salvarle el culo a este hombre me estaba costando más de lo que debería.
—¿Dónde está ella?—y sólo segundos después Annie se asomó por las escaleras.
Ambos volteamos a verla, sus mejillas habían agarrado color y suponía que era gracias a la alimentación. Cuando estuvo a sólo escalones de nosotros alzó la mano en un saludo, asentí con la cabeza y fué cuando lo noté.
El pants que traía no era el que se le había dado. La camiseta si, la reconocía del bolso que había dejado aquí con la ropa de mi sobrina.
Una vez que la tuve más cerca, sus ojos parecían hinchados.
—Buenos días, Annie—saludó Frank, ella lo miró—: ¿Y el señor Reyes?
Abrió la boca para hablar pero de inmediato la cerro, ésto sólo hizo que mi mente empezara a mover los engranajes. Annie alzó los hombros y juntó sus manos en su espalda.
—No lo se, no hace mucho desperté—respondió sentandose a los pies de la escalera.
Suspiré antes de llevarme una mano a la sien—: Frank quédate con ella, iré a buscar a Andrew.
Esté asintió y se cruzó de brazos. Sentí la mirada de Annie encima cuando pasé por su lado escaleras arriba. Algo no me cuadraba, algo no estaba bien.
Abrí la puerta sin tocar de la habitación de Andrew y me lo encontré acomodando la cama. Cuándo sus ojos cayeron en mí se detuvo en seco pero eso no fué lo que llamó me llamó la atención.
—¿Me explicas?—ladré cerrando la puerta a mis espaldas.
El bolso que yo había traído estaba abierto en una de los muebles de la habitación, una camiseta de él estaba en el suelo a un costado de éste mismo. No había que hacer mucha ciencia, o por lo menos no yo.
—No pasó nada que no tenga que pasar—fué lo que dijo antes de meterse en el baño.
Lo seguí con el humo saliendo de las orejas. Se estaba lavando la cara.
—Andrew por amor a Dios que... —se enderezó en segundos para que sus brazos me empujaran hasta que casi aterricé contra la puerta. De un momento a otro parecía más molesto que de costumbre.
—Escúchame bien, Green,—me apuntó con uno de sus dedos—: No te vuelvo a hacer caso nunca más.
Fruncí el ceño—: ¿Qué coño pasó?
Sus hombros seguían tensos.
—Reconoció las semillas,—abrí los ojos con sorpresa—: Parece que no solo las olió sino que también se las hicieron comer.
—¡Andrew, esa es una muy buena noticia!—extendí los brazos a mis costados, en sus ojos parecía que quería ahorcarme.
—¡No lo es!—la vena se le iba a salir de la frente—: Al apenas acerqué un par a su nariz pareció irse en una especie de recuerdo,—comenzó a explicar mientras salía del baño, lo seguí—: Gritaba y lloraba que la dejaran tranquila, en plural—abrió con más fuerza de la necesaria el closet—: No era uno solo, eran dos tal vez tres o más, que se yo —se puso una camiseta blanca—: Forcejeaba, no parecía consiente de que era yo y no alguien más.
Era tanta información que procesar, era una muy buena señal para estar cada vez más cerca por terminar el caso.
—¡Andrew, eso es genial!—me miró como si estuviese loco—: Ahora sólo consta de llevarla a la comisaría, llevarla con las semillas y hacer que quede grabada su..
Sus puños se apoderaron del cuello de mi chaleco, alzandome antes de volverme a empujar. Me agarró tan desprevenido que casi me caigo.
—¡No la vas a someter de nuevo a eso!—ladró caminando con decisión hasta mí—: Escribiré un testimonio o si quieres graba la conversación pero a Annie no la vas a volver a pasar por eso, —gruñó—: ¡Lo hago yo, pero ella no!
«¿Qué demonios te pasa, Reyes?»
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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤
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