CAPÍTULO 26

Andrew.

Las ganas de estampar el puño contra el espejo por reflejar una versión de mi tan demacrada, estaban a rojo vivo. Y no por el término, sino por la razón.

Preguntas cómo si dormía, con quién dormía, si estaba comiendo o no, me habían mantenido a ojo abierto. Y no tenía porqué, capaz y eso era lo que tanto me molestaba.

Sin haber salido el sol ya yo me encontraba bajo la ducha, tratando de que el agua fría me diera la energía suficiente para tolerar la mañana. Duré por lo que pensé que fueron horas así, pero aún con mis dedos arrugados y músculos entumecidos, no me moví.

El sonido del teléfono a lo lejos me hizo abrir los ojos, ¿Cuando los había cerrado?

Deteniendo el agua, me envolví una toalla en la cintura para ir a la sala. Dejé un camino de pisadas húmedas mientras buscaba el aparato entre los cojines del sofá, pero no me importaba.

La alarma que me recordaba que tenía que estar en la cita con la de servicios sociales iluminaba la pantalla, haciéndome correr hacia la habitación.

Dejando caer la toalla blanca al suelo, me vesti. Unos pantalones oscuros con una camisa color vino me acompañaban en el día de hoy, el reloj en mi muñeca me indicaban que tenía tiempo de sobra para poder pasar por la oficina después de la reunión.

Suspiré pesadamente antes de tomar las carpetas que se encontraban en la mesa del comedor, las llaves y recoger el teléfono del sofá. Una vez afuera, el viaje en ascensor fue rápido ya que estaba sólo, salí negando con la cabeza al darme cuenta que el portero seguía sin levantarse.

Un día de estos lo despedirían por seguir de holgazán.

La brisa mañanera me recibió en cuanto bajé al estacionamiento, saqué las llaves del bolsillo y el sonido de la alarma desbloqueada de la camioneta me hizo apresurarme. Suspiré en cuanto me senté, no había caminado tanto y el que ya estuviera cansado me asustaba.

Pero, me asustaba más saber que era por la misma razón por la que había volteado hacia atrás. No había nada, no había nadie, pero joder, todavía recordaba aquellos nervios por haberla tenido ahí atrás.

Decidí que mis sentidos se concentrarán en otra cosa en cuanto escuché el ruido del motor, cuando me dejó avanzar dejé que las calles de la cuidad a plena mañana me animaran.

Tantos comenzaban su día a estas horas, cada quien metido en su mundo y en lo que tiene que hacer y yo aquí, cometiendo lo que consideraba el mayor pecado del mundo, dejando que en mi mente predomine alguien que no debería ni aparecer.

«Traumas»

No.

Cuando se pudo, gracias a qué se movió cielo y mar, mi madre pudo superar aquello. Sus cicatrices pasaron a ser tan leves que hasta para ella pasaban desapercibidas y, algunas que sí llegaban a notarse exageradamente las tapo con tatuajes.

La mayoría en su espalda.

«¿Annie tendrá en la espalda?»

Cuando visualice el pequeño café me estacione enfrente, apenas iban abriendo la santamaría cuando me bajé. El portero me miro extraño mientras confirmaba la hora en el teléfono.

—¿Madrugando?

Asentí—: Así parece.

El sitio estaba solo por las horas tempranas, escogí la mesa que quise, preparándome para esperar. Sin moverme ya me que me escuchaba, la camarera de turno me trajo el café. Al probarlo, lo caliente y lo amargo bajaron por mis entrañas, haciéndome hacer una mueca mientras tomaba el canasto con bolsitas de azúcar.

Después de unas dos, el café estaba bebible.

Esperé por lo que consideré que fué una hora, una hora y unos minutos más tarde apareció una mujer mirando un trozo de papel. Levanté la mano para que me notará ya que por su atuendo y sus dudas, parecía ser ella.

—¿Licenciado Andrew Reyes?—preguntó con miedo.

Miedo a equivocarse, supongo. Cuando le dije que si, el alivio fué palpable.

—¡Ay gracias al señor!—se sentó frente a mí—: Antes que nada, primero quiero ofrecerle una disculpa por las horas de la llamada de ayer.

Negué con la cabeza.

—No se preocupe.

Asintió—: Me llamo Rosalva, Rosalva Carreño. Trabajo como le dije en servicio sociales y sino le molesta me gustaría ir al punto de la conversación..

«Mejor para mi»

—Por favor.

Asintió de nuevo, juntando sus manos—: Como le dije en la llamada y sino lo mencioné, perdóneme—me miró—: Pero me gustaría escuchar su versión de lo que pasó aquella noche en la vía,—de su bolso sacó su computadora, abriéndola mientras continuaba la conversación—: Cuando me reuní con Annie no mostró algún signo de inquietud hacia usted, pero si a lo que había pasado anteriormente.

—¿A qué se refiere con, Anteriormente?

—Al traumado desarrollo que tuvo,—parecía avergonzada por sus palabras—: Normalmente los niños a los que ayudo no vienen de un pre tan inhumano, sino de abandonos en orfanatos, separados de un matrimonio riesgoso... No sé si me explico bien.

—Si, lo hace—me llevé la taza a la boca.

—Bien,—alejó sus dedos del teclado y los juntó frente a mi—: Su nombre fué mencionado muchas veces en la conversación, ella no parecía incómoda. Pero si agradecida y por lo mismo quisiera entender porqué, ¿Me explica que pasó en los días que estuvo con ella?

A pesar de que habló si ella hubiera vivido conmigo siglos, no me frené a la hora de contar a detalles lo mismo que le dije a la policía y a Manuel. Omití los detalles dónde una parte de mi se sentía extraño sin la presencia de ella, no quería pensará cosas peores de las que ya pensaba todo el mundo. 

Los incidentes con sus desmayos, con su carencia de palabras con los demás pero no conmigo. Rosalva escuchaba atentamente cada una de mis palabras, haciendo notas de vez en cuando.

La crisis dónde lanzó al suelo parte de la peinadora fué de su interés, le intenté explicar el porqué de lo que yo había resumido de la situación. Preguntaba de su dormir, de su comer, de si habían dicho algo de abuso o violación.

Negué, uno porque ella se negó a hacerlo, y dos porque ella misma me aseguró que no.

En forma de comentario le dejé saber que estaba consciente de que era todo ese tipo de cosas ya que viví de cerca una experiencia parecida. Lo que Annie alguna vez dijo de sentirse presionada también, las veces que había discutido con Manuel sobre ser una rata de laboratorio la hicieron pedir una taza de café negro.

Pensé que era mucha información.

—Lo que creo que en estos momentos necesita es tranquilidad, pienso que la policía ya tienen huellas, rastros y no se.. —Manuel me va a matar—: Lo necesario como que para que la dejen tranquila un rato.

—Si pero, tranquila... ¿Dónde?—revolvió su café—: Hasta por lo que entendí no tienen pistas o papeles que la vinculen a alguien.

Asentí y las manos me picaron.

—Ella ya salió del hospital, está en un refugió adolescente colectivo,—comentó y me tensé—: Siempre hacen reuniones de terapia, dinámicas para intentar hacer amigos, ya sabe—sonrió a medias—: Para no sentirse tan solo.

Tragué duro considerando la nueva información.

—Annie no reacciona bien al estar con mucha gente,—alejé la taza de mí—: Como le dije, si hay un sobre nivel de voces empieza a entrar en pánico.

No fué consciente de la gravedad de la situación hasta que vió mis ojos.

—Señor Reyes, pero es muy difícil buscarle un sitio para ella sóla, siendo menor de edad y no cualquiera,—estaba nerviosa—: Una muy elevada que es bastante complicado conseguir adopción.

«¿La iban a dar en adopción?»

Miré por la ventanilla antes de regresar la vista hacia ella. La determinación que tenía en la consciencia debía reflejarse en mi rostro porque se enderezó.

«Eso es»

—Yo mismo me ofrecí a tenerla el tiempo que fuera necesario,—solté y ya no había vuelta atrás—: Todos han comprobado que se siente bien estando conmigo y no la culpo,—casi sonreí—: Soy el único que no la mira como un caso más que resolver.

No dijo nada.

—Respeto su trabajo y la ayuda que le brinda al país,—me aseguré que lo tuviera claro—: Pero si es necesario firmar algún papel, tener unos documentos o permiso para poder cuidar de Annie hasta que consiga dónde irse dígame y hoy mismo los consigo.

Sentí que sobrepasé la línea, pero no iba a flaquear. Ya me veía a Manuel yendo para mí piso con una metralleta en mano listo para descuartizarme, me imagina hasta como sería mi velorio. Ya no había marcha atrás, no podía mostrar inseguridad.

Ella estaba buscando eso.

—Bien,—la escuché de pronto—: Sólo tengo que cuadrar unas cosas pero,—juntó sus cejas—: Hay condiciones.

Alcé los hombros.

—Usted dígame.

—Tendrá visitas frecuentes de mi colega o mías para revisión del estado de Annie mientras está bajo su techo, —asentí—: Debe realizarse una supervivencia a su hogar para asegurarnos que cuenta con los servicios para vivir con una protegida.

—Entiendo—me tengo que ir, apúrese.

—Ella estaría bajo su responsabilidad así que todo lo que le pase va primero por su cuenta.

«¿Lo estoy logrando?»

—Listo todo, ahora...—me crucé de brazos—¿Cuando?

Frunció el entrecejo—: ¿Cuando que?

—¿Cuando todo lo que dijo?—no iba a repetir tanto.

Dudó por unos segundos hasta que cerró la computadora de golpe y se puso de pie.

—Hoy mismo.
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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤

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