CAPÍTULO 24
Andrew.
Una vez el equipo de Manuel se llevaron todo lo que había tocado Annie me encerré. En sus manos habían sabanas, alfombras, almohadas y alguna que otra huella que pudieron extraer de los platos usados en su único desayuno aquí.
Y pensar que estaba por prepararle otra cosa cuando se fué.
Una vez solo, me repartí tareas mentales. Desde un comienzo había estado sólo y mi propósito era volver a mi orden del inicio.
Lave, limpié y recogí cosas que no me acordaba que tenía. Mi mente estuvo tan ocupada toda la tarde que no me detuve a pensar en ningún momento en que estuviera pasando en aquellas paredes blancas en las que estaba encerrada Annie.
Confiaba en que Manuel tampoco la dejaría a la deriva, en sus manos estaba que ella encontrara un sitio, un espacio donde poder quedarse.
«¡Yo me ofrecí!»
Con más fuerza de la necesaria cerré la puerta del closet, dejando que un eco perturbador se escuchara en la habitación. Me detuve a paso seco frente a la cama, si bien había cambiado las sábanas, las fundas e incluso el cobertor pero eso no impedía que todavía la pudiera ver vuelta un ovillo en el centro.
Me acosté, lo intenté.
Daba vueltas y vueltas entre las sábanas sin poder conciliar el sueño.
Así fueron dos días, dos días sin poder dormir bien por el remordimiento que me carcomía la conciencia. Cuando me veía en el espejo solo notaba unas bolsas oscuras bajo mis ojos, me pasaba el día cansado pensando en que poder hacer para recuperar mi tranquilidad del inicio.
Maldecia una y otra vez a aquella avenida por estar tan concurrida, al estado por darle licencias a todo el mundo sin estar totalmente seguros de que maneje perfectamente un puto auto. A los semáforos por no dar el tiempo suficiente para que uno pase sin preocupaciones.
Si ese accidente no hubiera ocurrido en mi via, no habría tomado la otra que me llevó a conocer a Annie.
Y no sólo por ella, sino también por los problemas. Puedo ser un sospechoso de una de las acusaciones más grandes del país, soy un potencial alto para la policía por ser el único que creen que se atrevió a algo que yo jamás haría en mi vida.
Nunca seré alguien que lastime a una mujer.
El teléfono sonó haciendo que prestará atención a mi alrededor, mi cena estaba en mis piernas mientras en el televisor de la sala emitían el canal de noticias.
Número desconocido.
—¿Diga?—contesté poniendo la pantalla en mudo.
—¿Licenciado, Andrew reyes?
«Una mujer»
—Él habla, ¿Qué necesita?—mis ojos fueron a dar el reloj en una de las paredes, 8:20 P.M
—Por favor discúlpeme la hora pero éste ha sido el momento en el que me han pasado su número,—sus palabras sólo hacían que mi curiosidad aumentara—: ¿Interrumpo algo? Puedo llamar más tarde si así lo desea.
—No, no—me aclaré la garganta—: ¿Qué sucede?
—Me gustaría que nos reunamos, es sobre un asunto importante que hay que tratar.
—Disculpe...—no sabía su nombre—: No la conozco, no se su nombre y ¿Quiere que nos reunamos?
Sentí como ahogó un grito al otro lado del aparato.
—¡Oh por Dios, señor Reyes, perdone!—de verdad parecía avergonzada—: Trabajo en servicios sociales, más específico para que me ubique, fuí la asignada para el caso de la joven Annie.
Al oír su nombre fué como si mi cuerpo reaccionara solo, me enderece haciendo que los restos de mi comida se esparcieran por el suelo.
«Luego lo recojo»
—¿Qué sucede con Annie?—mi tono de voz me hacía dudar hasta a mí de mi interés hacia la persona dueña del nombre—: ¿Está bien?
—Si, si. No se preocupe por eso es que..—escuché un chasquido de dedos—: No se de qué otra forma decirlo sin incomodarlo, disculpe—un suspiro por mi parte le hizo ver qué no había colgado—: Está tarde me he reunido con ella y mencionó su nombre varias veces.
Un vuelco incómodo en no se qué parte del cuerpo me hizo poner nervioso, fué muy similar a la sensación que sentí cuando cargaba con ella en la parte trasera del auto.
—¿Señor Reyes?—su voz llena de duda me hizo aclararme la garganta.
—Perdone,—al ponerme de pie empecé a dar pasos lentos por la sala—: ¿Puedo saber que dijo?
Esperaba que no fuera algo malo, algo que me hiciera sentir peor de como me siento ahorita. Aunque, ¿Para qué mentir? Me lo merecía después de haberla dejado así.
—Nada preocuparse si eso lo deja tranquilo, pero si me gustaría que acordemos vernos en una parte para que pueda escuchar su versión de los hechos,—sonaba segura, bastante intrigada—: Leí lo que pasó el oficial Green pero de todas formas, es sólo una hoja y...
—¿Dónde?—pregunté, interrumpiendola.
—Como necesito que quede registrado me gustaría que fuera en algún café sino le molesta, —asentí mientras miraba mi reflejo en el ventanal—: A primera hora mañana, ¿A las 7 le parece bien?
—Si, perfecto—«¿Manuel sabría de esto?»
—Coffee's Italy a las 7 de la mañana entonces—hablaba más para ella que para mí—: Nos vemos mañana, señor Reyes, que tenga buena noche.
—Igual—al no escuchar más nada, colgué.
Repasando la dirección más de una vez, regresé mis pasos para recoger el desastre que había provocado por mis arrebatos. Tirando los platos en la encimera me dejé una nota mental que los limpiaría mañana.
De regreso al cuarto fué la misma guerra de no poder cerrar los ojos, ahora me tenía que levantar temprano y no por asuntos de oficina, a la que por cierto estoy cumpliendo desde casa.
La psicóloga de la empresa al verme la cara lo primero que haría es recomendarme calmantes o pastillas para dormir. No soy un niño, y tampoco tengo ganas que me anden diciendo como controlar mi vida. O mis pensamientos que es lo que más me atormenta.
Tomando la almohada a regañadientes salí de mis cuatro paredes para ir al sofá y poder siquiera, pegar un ojo ahí.
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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤
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