CAPÍTULO 19
Annie.
Andrew fue claro, parecía sentirse bastante responsable. Responsable por algo que estaba bien, yo lo veía así, ¿Por qué los demás no?
Sabía que todos lo miraban como si él fuera el causante de todo el daño que tengo en la piel, pero no es como lo pintan. No saben la verdad de las cosas.
Él es el responsable de que cada marca sé esté borrando, que cada herida se vaya cerrando. Él me está salvando y no parece darse cuenta de eso.
Me dió techo, me dió cama.. me está dando paz. Ojalá yo pudiera hacer más.
Y quería, claro que quiero.
—Andrew no hizo nada.
Mi voz salió con bastante espesor de mi garganta, necesitaba agua. Pero esa no era una prioridad en este momento.
El oficial delante de mí me miro con el seño fruncido, ¿No puedo hablar acaso?
Manuel bajó su vista hacia mi, Andrew tensó los brazos a mi costado. Casi me reí, en serio. Tragué grueso al ser el punto central en todo esto.
—¿Viste el rostro de la persona que te ha agredido?—No, claro que no.
—Rostro no..
—¿Entonces como sabes que no fué él?—El oficial me interrumpió—: A pesar de lo que dijo hasta no comprobarlo, podría ser una trampa, —¿Qué?—: Dejarte ir para atraparte de nuevo y..
—Oficial...
La advertencia de Andrew lo hizo callar antes de mirarme a mi.
—No es su voz,—aclaré, callandolos a los dos—: A veces, sigo escuchándolos,—me encogí de hombros, haciendo la sábana nudos entre mis dedos—: Son los únicos recuerdos que tengo.
El silencio que se formo en la habitación me agobio, sabía que no era un tema fácil de tratar, menos para mi. Pero no podría mentir con nada de eso, no tenía necesidad. Mucho menos razones para hacerlo.
—¿Únicos?—asenti—: ¿No recuerdas nada más?
Negué.
—Tenía los ojos vendados.
Se sentía como si sólo estábamos en la sala el oficial y yo, porque Manuel y Andrew no parecían tener nada que aportar a la conversación. No esperaba tampoco que fueran decir o a opinar, mucho menos que intentarán interponerse entre las preguntas. Si, lo admito. No me gusta, ni esto ni que me analicen como si tuviera la respuesta a sus problemas.
Pero una es que no lo soporte, otra muy diferente es que metan a Andrew en esto.
«¿Culpable él?»
—Se que no es de mucha ayuda pero...
—Está bien,—interpuso Manuel poniéndose de pie—: Por los momentos bastará con las fotos y con los análisis primarios.
Asentí.
—Y si dices que no te tocaron..
—No lo hicieron.
Interrumpí antes de que insistieran con el tema. Lo único que me faltó agregar es el Creo. No estaba muy segura de muchas cosas, gran parte del tiempo los dolores de cabeza dominaban mi pensamiento, todo afectaba. Recuerdo dolor, llanto, sudor... Vomito, arcadas, y sueño, mucho sueño.
Al ver que sólo quedábamos Andrew y yo supe que quizás había tomado la decisión correcta, capaz y la podría decir en otro momento.
—¿Segura que te sientes bien?
—Si,—otra vez la voz rasposa—: ¿Puedes pasarme el agua?
Rápidamente sus manos se movieron hacia la pequeña jarra con agua que había a un costado del sofá de la habitación, de ahí mismo tomó uno de los vasos de papel. Tenía los dedos temblando cuando agarré el vaso, Andrew no dijo nada, sólo esperaba pacientemente por si quería más.
—¿Qué es eso de las mentiras?
Su expresión se contrajo.
—¿Eh?
—Lo que le dijiste al oficial.
Se notaba perdido al principio, hasta que pareció recordarlo.
—Es un aparato que al colocartelo, si te someten a preguntas, tiene la habilidad de demostrar si mientes o no.
Mis cejas se alzaron.
—¿Lo vas a hacer?—murmuré.
Sus manos me quitaron el vaso vacío de las manos, dejándolo en la misma mesa. Regresó a mi costado, soltando un suspiro.
—Quiero ayudarte,—comenzó—: Y si para eso debo demostrar que no hice nada, lo voy a hacer.
—Yo se que no hiciste nada—me apresuré en decir.
—Pero los demás no.
Y desde ahí lo demás se fue al carajo. No pasaron muchos minutos después de eso cuando intentaron alejar a Andrew, por bien o por mal lo hicieron. No quería más exámenes, al parecer el tampoco los quería para mí. Lo agradecí enormemente. Pero las cosas no se detuvieron ahí, Andrew esperaba afuera mientras me intentaban suministrar más suero, decían que por mi tono de piel mis defensas podrían estar por el suelo.
Eso explicaba muchas cosas, pero no aquellos arranques de adrenalina que tenía de repente.
—Puede ser por los ataques de pánico,—explicó una enfermera cuando le pregunté—: El corazón se acelera, las manos tiemblan, y lo único que provoca es descargar todo lo retenido con reacciones involuntarias.
Asentí no queriendo hablar mucho, tampoco es que insistieron al notar mi silencio. Hay veces donde es muy difícil notar cuando una persona no está en paz, normalmente el nido de emociones está adentro. Pero suponía que todo el mundo podía leerme. Capaz y la enfermera de ahora sabía que no estaba tranquila por más que no dijera nada.
«¿Hacía falta?» No.
No estaba tranquila pero, ¿alguien aquí verdaderamente lo está?
Todavía acostada, mi vista cayó hacia la rejilla de la puerta. Sombras se movían de un lado a otro como si pasarán tantas veces posibles para dejar una marca en el suelo. Una parte de mi quería pensar que ese era Andrew y no una enfermera, o un doctor, o un policía. Tantas personas he visto en menos de 48 horas que es abrumante.
Me habían dicho que no se permitía salir, no a mi. Y mucho menos con la vía en el brazo, era frustrante. Dejé escapar un suspiro al incorporarme, mis brazos sostenían gran parte de mi peso mientras me dedicaba a mover mis piernas al borde. Tomando impulso me dejé caer sobre mis pies a un lado de la camilla, el frío del piso me tomó por sorpresa haciéndome jadear de dolor.
Estaba débil, o por lo menos así me sentía.
Pero no se lo diría a nadie de aquí, sólo haría que me detuvieran por más tiempo. Dejándome sola, como ahora.
Tomando el tubo que sostenía el suero que iba directo hacia mis venas, lo arrastre conmigo hacia la puerta.
—¿Cuándo te iras?—escuché cuando tomé la perilla, me detuve—: Ya la viste.
«Manuel»
—No te dije que me iría—respondió Andrew.
—Te dije que...
—Me dijiste que defendiera mi culo, eso hice—murmuró entre dientes—: Ahora me quedo aquí el tiempo que haga falta.
—Andrew van horas.
—No te pregunté, Green.
Andrew se iba a quedar, si seguía aquí.
Dejé caer mi frente en la puerta, de nada valía salir de la habitación si ellos seguían aquí. Si él seguía aquí.
—Señor Reyes—di un respingo, retrocediendo como si me hubieran descubierto escuchando.
—¿Si, oficial?
—Venga conmigo—«¿irse?»
—¿Dónde?
—A una sala que nos dispusieron.
—¿Para qué?
—El detector de mentiras.
Hubo un silencio, luego suspiros y por último pasos. Después no escuché nada, supuse que se había ido. Junté mis labios ahogando un sollozo al notar que de nuevo volvía a estar sola en este lugar.
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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤
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