Capítulo XXXVI
Sus palabras venenosas penetraron mis pensamientos y aún las tengo contaminando mi mente, ¿Cómo pude permitir eso? ¿Quien se ha creído para provocarme de esa manera? ¿Cómo pude perder el control de mi misma?.
— Oh aquí estas niñita. — dijo al entrar con su voz tediosa y pesada.
La ignoré, seguí refrescando mis manos intentando apaciguar el repentino ataque de ira que me invadió.
— Así que.. ¿tu eres su nuevo juguete? — insidiosamente se colocó a mi lado para mirarse al espejo disimulando que se retocaba el maquillaje.
Era como un espectro que habría salido de alguna película de terror con su tez pálida y anémica, Morticia se queda corta a su lado.
Frustrada ante su comentario cerré el grifo y la miré atreves del espejo, le sostuve la mirada, sus ojos eran cautelosos y engañosos. No iba a permitir que se aprovechara de mi, siento pena por su pobre alma que ha venido a buscar problemas en donde no debería.
— ¿Qué es lo que pretendes? — solté esas palabras de la forma más gélida posible.
— ¿A caso no te das cuenta de lo ridícula que te vez? — dijo con desdén escudriñándome de arriba a bajo — Él solo te está utilizando niña estupida — dijo volteándose para verme a la cara y yo hice lo mismo era un poco más alta que yo, pero aún así puse una postura más imponente.
— Solo una idiota contesta una pregunta con otra. — dije con hastío — y ese es mi problema no el tuyo, así que quítate de mi camino rubia oxigenada. — impetuosa pase por su lado rozando su hombro.
— ¡Maldita zorra! — exclamó — ¡¿A donde crees que vas?! Aún no he acabado contigo — colérica me tomó del brazo clavando sus largas uñas en mi piel.
— ¡Suéltame! — me liberé de su agarre de un tirón, sus uñas afiladas rasgaron mi piel provocándome un ardor intenso, seguro se infectará con lo contaminada que está — ¡Tu no sabes nada sobre Thomas o sobre mí!— exclamé furiosa, sentía el calor cubrir mis mejillas y mi corazón se aceleró cargado de adrenalina.
— Lo se todo sobre él, pronto se cansará de ti y volverá a mi. — lo dijo casi en un tono desquiciado.
— ¡Te equivocas!— defendí — Tu crees que lo conoces, pero no es así, has perdido la dignidad al humillarte de esta manera, has caído muy bajo Georgia tanto que hasta te arrastras como una alimaña. — dije negando con la cabeza — me das lastima y se que no vales la pena. — una media sonrisa se formó en mis labios, y eso era lo que hacía falta para que Georgia terminara de sentirse humillada por completo, al ver sus ojos se podía recrear la erupción del monte Vesubio.
En un instante su mano venía hacia mi cara y como reflejo automático la detuve con la mano izquierda, por instinto mi cerebro dio órdenes de ataque y un gancho derecho reventó por su ya operada nariz. Un quejido de dolor salió de aquella venenosa boca, y se tapo la cara con ambas manos.
— ¡Esto no se quedará así! — exclamaba con dolor y furia— ¡Ya verás de lo que soy capaz! — dijo rabiosa y cierta cantidad de sangre emanaba de entre sus dedos que cubrían su nariz.
— Haz lo que se te plazca, ya he visto suficiente. — refuté y salí de allí sin gastar más mi tiempo.
Al salir me encontré con esos ojos grises desde lo lejos, por un momento sentí que no se dio cuenta de mi estado pero luego su mirada se tornó preocupada, negué con mi cabeza intentando hacer desaparecer las palabras de aquella víbora pero no, se impregnó en mi mente repitiéndose una y otra vez, me apretujé las manos recordando de lo que ellas fueron capaz de hacer, nunca pensé que podría dañar a alguien, trague grueso ese nudo que se ha atravesado en mi garganta, lo miré por última vez y luego salí de allí, necesito respirar alejarme de todo para poder pensar con claridad.
Ahora estoy aquí sentada en la cama luego de liberarme y quedarme solo en ropa interior, necesitaba calmarme, miré mis manos temblorosas pensando en lo que fui capaz de hacer, definitivamente hay veces en las que yo misma me desconozco, había golpeado a alguien de esa manera, ni siquiera sabía que podía hacer eso. Definitivamente uno nunca termina por conocerse del todo, siempre hay algo oculto en lo más profundo de cada uno de nosotros, listo para atacar.
Fue difícil para mí dejar que Thomas se quedara con ella, pero eso era lo correcto, en ese momento no era yo misma y no estaba pensando con claridad, temía de lo que podría salir de mi boca y lastimarlo también a él, todo lo que Georgia me dijo me afectó y de la peor manera, sacando lo peor de mí. Y quien sabe que le habrá dicho ella, pero allá él si le cree o no, ya tuve suficiente de su drama.
— Necesito darme una ducha fresca. — murmuré mientras me dirigía al baño.
Entre bajo la ducha y dejé que el agua fría se llevara toda la rabia por el drenaje, porque es allí donde pertenecen, creo que estar en mis días tampoco ayudó mucho, tengo la sensibilidad a flor de piel y en este estado cualquier situación se vuelve en mi contra.
Salgo limpia y fresca, busco mi protector y me lo pongo con mi ropa interior, solo la parte de abajo sin sostén, necesito estar lo más calmada posible para cuando llegue Thomas, no puedo dejar de pensar en sus ojos llenos de preocupación que me observaban con cautela mientras me desidia a marcharme de allí. Busqué una de sus remeras y me la puse, era de color negro y tenía su aroma impregnado en ella, era fascinante como algo tan simple podía apaciguarme y devolverme esa paz que tanto anhelo, me encanta envolverme en su aroma es como si estuviera entre sus brazos.
Me acosté y me cubrí con una sábana, mi pelo húmedo y rojizo se esparcía sobre la almohada de color blanco haciendo contraste con ella, cuando me disponía a cerrar los ojos mi teléfono sonó, era el de una notificación. Lo tomo y encuentro un mensaje de Thomas.
— Anne, llegaré enseguida, no te muevas de allí.. Espérame por favor, te amo. — al terminar de leer suspiraré profundo, devolví mi teléfono en su lugar y decidí no contestar, no tenía ánimos de escribir o decir algo.
A penas cerré los ojos enseguida la obscuridad del sueño se fue apoderando de mí y de mis pensamientos más profundos, llevándome a otra dimensión.
Unos ruidos en la puerta me devolvieron a la realidad pero mis párpados no quisieron obedecer y no se abrieron, solo me deje guiar por el sonido, no sé cuánto tiempo pasó desde que me quedé más que dormida, no sé cómo pude hacerlo después de todo lo qué pasó. Creo que muy dentro mío disfrute hacerlo, se lo merecía por meterse donde nadie la llamó.
— Temía en que ya te hubieras ido.. — dice una voz gruesa y profunda, Thomas se sienta a mi lado y su cuerpo pesado aplasta el colchón. — ¿Quieres hablar conmigo sobre lo qué pasó? — susurra mientras acaricia mis piernas desnudas que se habían destapado mientras me cubre con la sabana lentamente.
Me quedé en silencio con los ojos cerrados intentando disfrutar de sus caricias, sus manos recorriendo mi piel lentamente provocándome esa sensación maravillosa bajo mi vientre.
Entonces me da un beso en la mejilla para luego levantarse y escucho sus pasos alejarse para entrar en el baño, enseguida oigo como el agua empieza a salir de la regadera, espere en mi sitio a que saliera, y nuevamente me deje llevar por mis pensamientos perdiéndome en ellos.
Unos brazos fuertes me rodean la cintura con fuerza y sus labios acarician mi cuello con suaves besos, de esos que te hacen olvidar a todos tus demonios, entonces me muevo y volteo para mirarlo bajo la luz tenue de la lámpara, su mirada era dulce pero a la vez había un atisbo de preocupación en esos hermosos ojos grises salpicados de avellana que tanto me gustan.
— No quiero perderte.. — susurra muy cerca de mis labios.
— Yo tampoco quiero perderte.. pero — mi voz salió más dudosa que nunca ¿qué me está sucediendo?
— ¿Pero que? — preguntó acariciando mi mejilla. Se veía tan tierno con su pelo húmedo revuelto y sus ojos llenos de cariño iluminaban hasta los más obscuros rincones de mi alma.
— Es que me dijo tantas cosas.. — mascullé conteniendo mi respiración — no quiero tener que volver a pasar por esto Thomas, para mí son dramas innecesarios.. — confesé mientras él me envolvía más entre sus brazos.
— Créeme yo tampoco.. y perdóname por haberte expuesto a eso.. — dice escondiendo su rostro en mi cuello.
— No se trata de eso, no es tu culpa.. ella está desquiciada.. tanto así que no quiero creer nada de lo que me ha dicho.. — murmuré por lo bajo.
— ¿Que fue lo que te dijo? — preguntó preocupado.
— Que soy solo un juguete para ti, y que pronto te cansaras de mi.. — contesté un tanto cabizbaja.
— Desde el momento en que te vi supe que te seguiría a donde fueras y si tuviera que volver a empezar lo volvería a hacer todo del mismo modo, no cambiaría nada.. — afirmó mientras entrelazaba nuestros dedos — No eres un juego para mí Anne.. y creo que ya deberías saberlo.. — señaló.
— Lo sé.. pero no puedo evitar sentirme abrumada con las cosas que me dijo.. sé que no vale la pena.. — manifesté. — ¿Qué fue lo que te dijo ella? — cuestioné.
— Debiste ver su cara.. — dijo casi divertido, pero cuándo vio mi rostro serio su sonrisa desapareció — estaba furiosa y amenazó con levantar cargos en tu contra.. — confesó.
— ¡¿Qué?! — exclamé sorprendida.
— Por agresión física, psicológica y moral.. — explicó.
— Pero.. — dije intentando contener la rabia que repentinamente me volvió a invadir — Ella comenzó todo, ella se lo buscó.. — manifesté.
— Es tu palabra contra la suya y no es que las cosas estén muy a tu favor.. casi le rompiste el tabique nasal.. — aseguró — Por cierto.. que buenos reflejos tienes preciosa.. — dijo en un tono divertido pellizcando mi mejilla.
— La verdad es que ni yo misma me reconozco, ¿Cómo pude caer en su juego? Ahora puedo ir a la carcel.. — dije en un tono casi desesperado.
— Tranquila.. no hará nada.. Lili y yo ya hablamos con ella.. así que no te preocupes.. — me tranquilizó con un beso en los labios.
No me dejó decir más, sus besos ahogaron todas las palabras que tenía por decir aún, sus caricias se fueron intensificando, mis manos recorriendo y grabando en mi mente la perfección de su torso desnudo, la suavidad de su piel y sus músculos tensos bajo mis manos, me sentí por un momento poderosa de poderlo disfrutar de esta manera.
— Thomas.. — solté jadeante entre besos y caricias intensas, esa leve presión bajo mi vientre se abrió paso nuevamente — No puedo.. — susurré.
— ¿Qué? — dijo absorto intentando recuperar el aliento — ¿Porque no? — preguntó consternado.
— Es que estoy.. en mis días.. — dije apenada — y no siento que sea lo correcto en este momento.. — confesé.
— Eso no es un impedimento.. — dijo divertido, y por un momento sentí náuseas, imaginarme que lo hacemos en éste estado sería asqueroso. — disfrutarás mucho más..
— ¿No te resulta asqueroso? — pregunté avergonzada y algo asqueada.
— Es algo normal, no es nada del otro mundo.. — dijo con indiferencia — lo disfrutarás mucho más porque tienes la sensibilidad al cien por ciento.. — manifestó.
— Tal vez.. — murmuré dudando — pero no quisiera dejar este lugar como una escena del crimen.. — expliqué un tanto divertida.
— Está bien.. — dijo abrazándome a modo de que mi espalda quedó pegada a su pecho y el metió su nariz entre mi pelo enmarañado aspirando y suspirando — solo quiero tenerte así, cerquita de mi.. — murmuró.
— Disfrutemos de éste momento juntos, quien sabe cuándo podamos volver a estar así.. — mi voz salió en un susurro casi inaudible.
Cuando él escuchó esas palabras se aferró más a mi como si esta fuera la última vez que estaríamos juntos, disfrutando de nuestra cercanía y del calor que emanaban nuestros cuerpos.
No fue un momento cargado de pasión ni mucho menos, si no que fue uno de esos en los que solo quieres estar ahí y sentirlo completo, su respiración, sus latidos y sus caricias, era como tocar el cielo con las manos.
— Te amo.. — murmuró antes de quedarse completamente dormido, seguro está exhausto, esta noche no ha sido nada fácil.
— Y yo a ti.. — susurré. Mientras me deje hipnotizar por el aquí y ahora, perdiéndome en él como nunca lo había hecho antes.
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Me desperté envuelta entre las sábanas blancas, tenía las piernas al descubierto y una de las manos de Thomas reposaba sobre mi muslo, sus leves ronquidos me daban la sensación de que estaba aún en su profundo sueño, así que al levantarme intenté no despertarlo pero fue inútil.
— Buenos días preciosa.. — dijo con una voz ronca, me sostuvo de la muñeca y me jaló hacia él, un grito se escapó de mi boca — ¿Para donde crees que vas? — me examinó con sus ojos grises y luego se montó a horcajadas sobre mi, sosteniéndome de las muñecas.
— Thomas.. ¿Que haces? — dije asombrada mientras mi corazón comenzaba a latir con fuerza, mi pecho subía y bajada, él se sostuvo con sus rodillas sobre mí como para que su peso no recayera por completo sobre mí.
— ¿Te ibas a escapar? — preguntó con un tono lascivo y seductor — Quiero disfrutar un poco más de ti antes de que volvamos a la realidad.. — confesó.
— ¿Qué? — murmuré — ¿qué quieres hacer conmigo? — inquirí. Me retorcí un poco debajo de él al notar lo duro que estaba y lo delicioso que se sentía la presión contra mi vientre.
Liberó mis muñecas para quitarme la remera que lleva puesta y dejarme al descubierto solo con mi ropa interior en la parte baja, me quedé vulnerable ante sus ojos llenos de deseo, se humedeció los labios carnosos esos que me encantaría morder, luego se aproximó a mi cuello para besar y recorrer con su lengua cada centímetro de mí piel.
— Quiero que te quede claro que para mí tú nunca has sido un juego.. — murmura contra mi piel succionando y besando las partes más sensibles de mis pechos haciéndome gemir y explotar en infinitas corrientes que recorren mi cuerpo.
— Cuánto más tiempo espere y comparta contigo, será más difícil dejarte ir.. — dije entre jadeos.
— No quiero que me dejes ir.. — confesó con su respiración agitada — No tendré miedo alguno si estás conmigo..
— Me quedaré contigo.. — confesé mientras él continuaba su asalto. — Pero ahora permíteme tomar una ducha..
— Está bien hagámoslo juntos.. — dice apartándose pero aún sosteniéndome de las muñecas con sus brazos bien definidos, podía notar como se tensaba cada fibra de su cuerpo.
— No.. — refuté — ¿Cómo crees? — dije algo incomoda, a pesar de que ya hemos compartido y explorado nuestros cuerpos pienso que a la hora de tomar un baño es un momento demasiado íntimo.
— Entonces no te liberaré.. — inquirió. Una sonrisa maliciosamente provocativa se formó en sus labios.
— Sabes que estoy en mis días.. — intenté justificar — y no quiero que me veas en esas, es algo muy privado.. — sostuve un poco irritada.
— Está bien preciosa.. ve tu primero que luego voy yo.. — dijo ya menos encendido, se bajo liberándome de sus brazos para volver a acostarse. — Te espero preciosa.. — agregó sonriendo.
— Gracias.. — dije suspirando.
Me levanté así semidesnuda con el torso al descubierto, antes de entrar al baño volteé para mirarlo y así provocarlo.
— Yo que tú, hubiera insistido un poco más.. — confesé con una sonrisa diabólica en mi rostro, él me observó con cautela y antes de que él pudiera hacer algo cerré la puerta y me metí en la ducha.
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Nuestro viaje de regreso con Lili fue bastante tranquilo, mientras ella conducía para llevarnos a su casa la última conversación con Thomas volvió a mi mente, cierta satisfacción me invadió al recordarlo.
— Esta semana estaré por Idaho, debo ir a ver a mi madre.. — decía mientras acomodaba nuestras cosas en el vehículo — pero volveré por ti el fin de semana para llevarte conmigo y así puedas conocerla mejor..
— Me encantaría conocerla mejor, ella es una mujer admirable.. — sostuve.
— Si.. — soltó un poco cabizbajo.
Así que me acerqué a él y lo abracé, lo miré a los ojos quería que supiera que no estaba solo en esto.
— Estoy contigo.. — susurré y le di un suave beso en los labios, como si estuviera sellando una promesa.
Se lo mucho que le duele hablar de su madre, cuándo casi pierdo a la mía mí mundo casi se me cae a pedazos y él estuvo ahí sosteniéndome para que eso no sucediera, así que es mi deber acompañarlo en su dolor, estar para él ahora que más lo necesita.
Llegar de nuevo a Madison es tan extraño, en estos días estuve tan acostumbrada a la compañía de Thomas y a Manhattan, el ambiente allí están diferente, es como lo había dicho Jou como si cruzáramos a otra dimensión.
Dejé mis cosas en lo de Lili y me apresuré por ir a ver a mi madre, tenía un montón de cosas por hacer, volver a mi residencia y llevar todas mis cosas, asistir a mis clases de la universidad y ponerme al día con los manuscritos de Lili, pero por sobre todas las cosas mí madre es mí prioridad, pedí un taxi porque ya no quería molestar a Lili, además se le notaba agotada por el viaje y entendí que también necesitaba un tiempo a solas con su futuro espeso, así que me despedí de ella y tomé algunas cosas para ir a ver en qué líos se habrá metido mi madre, esa mujer es de cuidado, no le gusta estar quieta por mucho tiempo.
Cierta nostalgia me invadió al llegar a casa y ver ese viejo roble donde Thomas y yo estuvimos platicando hace unos días, es como si él tiempo no hubiera pasado y aún estábamos allí, disfrutando el uno del otro.
Cuándo entre a la casa me recibió la enfermera que había contratado que estaba desesperada buscando a mi madre.
— ¡Oh! — exclamó aliviada — Gracias a Dios que ha llegado Srta, su madre está por matarme.. no sé dónde se ha metido esa mujer.. — ella luce un poco cansada, es una mujer caucásica de unos treinta y cuatro años, su pelo es de un castaño claro y sus ojos avellanas rodeados de unas ojeras como las de un panda, dentro de todo es una mujer muy dulce.
— No te preocupes Sherlyn.. tomate un descanso yo la buscaré.. — dije intentando calmarla mientras dejaba mis cosas en el sofá, ella me agradeció y se retiró a descansar.
Salí de la casa y fui directo hacia los prados que estaban aún un poco húmedos por el rocío de la mañana. Camine por un angosto sendero que era muy antiguo, éste camino llevaba al único lugar que a mi madre le traía paz, el invernadero.
Abrí la puerta con esfuerzo debido a que ya es muy antigua y esta muy oxidada.
— ¡Sra. Anette Scholler! — exclamé al entrar — Mamá ¿qué crees que estás haciendo allí? — ella estaba arrodillada sobre el suelo húmedo que ella misma había regado, estaba enlodada por todos lados.
Ella me mira y de un salto se incorpora para abrazarme, me cubre por completo de un lodo húmedo, manchando mis vaqueros y mi básica blanca.
— Te extrañé mi niña.. — confesó mientras se apartaba. — Me alegro de que ya estés aquí.. — dijo con entusiasmo.
— También te extrañe madre.. pero ¿porque rayos no estás reposando? — reclamé un poco furiosa. Había recibido un disparo por mi, casi muere y ahora está aquí arrancando malezas.
— Solo necesitaba un poco de aire fresco.. — sostuvo mientras se quitaba los guantes de jardinería.
— Casi vuelves loca a Sherlyn mamá.. — la reprendí — ven vayamos a adentro.. — le extendí mi mano y ella lo tomó.
— Sherlyn ya exagera.. — refutó — Dime cariño.. ¿Qué tal estuvo el viaje? — preguntó entusiasmada.
— Bastante interesante y muy didáctico.. — confesé mientras volvíamos a la casa.
Vaya que fue un viaje muy didáctico, aprendí y descubrí muchas cosas nuevas, sobre todo con Thomas, ¿Quien hubiera imaginado que yo sería capaz de tantas cosas? Definitivamente tengo mucho por descubrir aún sobre mi misma.
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Nota de autora: ¡Listo Calixto! Espero que disfruten este capítulo, ¿Quien hubiera pensado que Anne sería capaz de reaccionar de esa manera?
Definitivamente las personas más calladas tienen las mentes más ruidosas y a veces hasta peligrosas.
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