Capítulo XLII - Final
"Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta."
Sam Keen
Cuando llegamos a Sandpoint una opresión en mi pecho comenzó a inquietarme, no sabía exactamente con qué me encontraría aquí, nos instalamos en la misma cabaña que Lili había alquilado la primera vez que estuvimos aquí, no sé cómo tiene cabeza para pensar en todo y en todos.
Bajamos nuestras cosas de forma apresurada, el arrendador le entregó las llaves a Lili y nos ayudó a subir las maletas en las habitaciones.
— ¿Estas lista? — preguntó.
— No, no estoy lista.. pero vamos ya no puedo esperar más.. — confesé afligida.
— Antes de que salgamos de aquí.. — empezó a decir y gruesas lágrimas bajaron por sus mejillas — Helena.. — la voz se le ahogó en sollozos. Me acerqué y la abracé con fuerza, mis ojos se inundaron de lágrimas mientras se me partía el alma por Helena y por ella, se me desgarraba el alma por todos ellos, por todos los que la amaron y conocieron en vida.
— Lo siento mucho.. — murmuré, mientras ella se derrumbaba en mis brazos, se contuvo tanto que era momento en que lo dejara salir.
— Siempre será mi mejor amiga.. — susurró sollozando.
El rostro de Lili lucia demacrado mientras le secaba sus lágrimas, como si no hubiera dormido en semanas al igual que yo, sus párpados hinchados y sus ojos cubiertos por estrías rojas como si se les hubiera inyectado sangre. Intentamos recuperar la compostura, ella se tranquilizó, tomó aire y salimos.
No me di cuenta de mi aspecto hasta que me vi reflejada en el cristal de la ventanilla, mi pelo desaliñado y la mirada perdida, como si no me encontrara en este plano.
El trayecto se me hizo eterno, el camino se me hacía angosto y sentía mis dedos fríos como si la sangre no llegara a ellos.
La casa se hizo visible ante mis ojos, lucia más apagada y sombría que nunca, había varios coches de marcas muy costosas aparcados en el estacionamiento. Debían ser de los familiares de Helena y del Sr. Decker.
Con el corazón en la mano baje del auto y esperé a que Lili tomara la iniciativa de llamar a la puerta.
Segundos después de haber llamado a la puerta esta se abre, era Novalee, cuándo la miré a los ojos pude ver la tristeza infinita en ellos, llevaba puesto un vestido negro cuyas mangas le llegaban hasta los codos, sin ninguna gota de maquillaje, no había una pizca de aquella mujer dulce, todo de ella emanaba dolor y aflicción.
— Buenos días Novalee.. — saludó Lili acercándose para abrazarla, nuevamente Lili rompió en sollozos y Novalee la acompañó en su dolor.
— Bienvenidas.. — murmuró Novalee con la voz ronca y seca.
Por mi parte traté de mantenerme fuerte, de contener mis lágrimas y no echarme a llorar con ellas, quería estar fuerte para Thomas y para Lili, que vieran en mi un apoyo para poder sostenerse.
— Hola Novalee.. — salude acercándome para darle un abrazo luego de que Lili se separó.
— Hola Anne.. me alegro de que estés aquí.. — confesó ya más calmada — Él no está aquí, se fue con su padre a esparcir las cenizas de su madre.. dijo que si venías tú sabrías dónde encontrarlo.. — agregó y una leve sonrisa se asomó por sus labios.
— Gracias Novalee.. — agradecí volviéndola a abrazar para luego alejarme y salir de allí directo a buscar al hombre de mi vida.
— Voy contigo.. — musitó Lili despidiéndose de Novalee — Volveremos en un rato..
Caminé deprisa por el camino rocoso que conducía al lugar donde espero que esté.
— ¿Sabes donde están? — preguntó Lili apresurando sus pasos para poder alcanzarme.
— Eso creo.. — murmuré — ¿Ves esa montaña? — me detuve y señale con el dedo para enseñarle el lugar al que Thomas me había traído hace no más de ocho días.
— Eso está.. — dijo deteniéndose a mirar la cima — muy alto.. — murmuró intentando cubrir su rostro del sol.
— Fue lo que le dije a Thomas.. — musité y volví a caminar, un intento de sonrisa se asomó de manera repentina al recordar aquel paseo con Thomas, es un bonito recuerdo que conservaré por el resto de mis días.
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No sé exactamente cuánto nos tomó llegar a la cima pero las dos llegamos con el alma por el suelo, nuestras respiraciones eran pesadas como si no hubiera suficiente oxígeno en el aire, tenía la garganta seca y sentía que mis extremidades comenzaban a fallarme.
— Creo que para la vuelta iré rodando.. — se quejó Lili.
— No te preocupes.. te haré compañía.. — agregué.
Me quedé quieta y en silencio cuándo los vi terminando de arrojar las cenizas de aquella urna blanca no tan extravagante que Thomas sostenía, cuándo me miró sentí el peso de su mirada gris rodeada de pequeñas estrías rojas, sus ojos hinchados eran señal de haber llorado tanto, sentí algo pesado en mi interior al verlo así, en su rostro se reflejaba el dolor y la aflicción.
Mientras los dos nos quedamos absortos por el momento él Sr. Decker se refugio en los brazos de Lili quien ya estaba derramando litros de lágrimas, no podría decir lo qué murmuraban porque los ignoraba, así de sencillo, toda mi atención estaba sobre él, él hombre a quien amo y que ahora está sufriendo.
Me acerqué con cuidado, con mis pasos arrastrándose por el suelo, mi corazón latía y sentía que con cada latido se me despedazaba el alma, todo de mi se desmoronaba por dentro, pero no quería que él me viera así, debía mostrarme fuerte por él.
Caminé hasta estar parada frente a él, hasta el punto en que sentía su cálida respiración, él se veía desarmado, vulnerable, no era el Thomas que había conocido, el dolor de la pérdida puede trasformar a las personas, pero muy en el fondo sé que él sigue ahí.
— ¿Lo sabias? — preguntó de repente, su voz áspera y gélida fue como un balde de agua fría, me sacó de golpe de mi estado absorto y automáticamente miré para los lados supongo que intentando encontrar apoyo pero resulta que ya estábamos solos, no sé en qué momento Lili y el Sr. Decker desaparecieron. Ni siquiera escuche sus pisadas. — Lo sabias.. y ¿me lo ocultaste? — inquirió. — Respóndeme. — sonó casi frustrado, pero no era eso lo que podía sentir, sentía decepción y dolor. Mi corazón latía mucho más acelerado que hace un momento y retumbaba en mis oídos, estaba apunto de sufrir un infarto.
— Lo.. lo siento mucho.. — murmuré agachando la mirada.
— Dímelo de frente.. — insistió.
— No era mi.. no podía decírtelo.. no me correspondía a mi.. — musité levantando la vista intentado defenderme, pero lo que vi no fue exactamente comprensión.
— Te agradezco que hayas venido.. pero ahora.. necesito estar solo.. — soltó de repente.
No dije nada, me quedé pasmada y me sentí herida, sus palabras fueron tan afiladas y fueron a parar directo a mi corazón, por otro lado intenté comprenderlo, intenté ponerme en su lugar, él estaba perdido en su dolor, estaba roto por dentro y ahora también yo lo estaba.
Le di un último vistazo, mis ojos se humedecieron y gruesas lágrimas se apoderaron de ellos, intenté decir algo pero el nudo en mi garganta amenazaba con derrotarme, él solo miraba al vacío, con los ojos perdidos hacia un lugar lejano de la increíble vista que teníamos, en algún momento creí que este lugar era el paraíso pero en éste preciso instante se volvió mi infierno.
Volví por donde vine, esperé a estar alejada de él para romper en llanto, quería gritar y deshacerme de este dolor tan intenso que sentía en mi pecho, quería liberarme, pero no podía, algo me lo impedía, me detuve sobre una roca y traté de calmarme, porque bajar la montaña en estas condiciones podría terminar peor.
Alguna vez le prometí que nada ni nadie cambiaría lo que siento por él y así es, lo amaré hasta que Dios me diga basta, aunque creo que hasta después de la muerte nuestro amor seguirá latente, jamás podré amar a alguien con tanta intensidad y con tanta entrega, él cambio mi mundo por completo, me hizo ver que podía sentir de nuevo, él me hizo creer de nuevo en el amor.
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Llegué al final del camino, no me percaté de lo que ya había caminado, resultó que ya me encontraba cerca de la casa, los coches ya se hacían visibles, cuando me disponía a culminar mi camino y terminar con mi destino, algo llamo mi atención, más bien un lugar, era un muelle, así que dirigí mis pies hacía ese lugar que me llamaba con desesperación.
La vista era hermosa, me froté los ojos secando las lágrimas que aún corrían por mis mejillas, el lago se veía tranquilo, se movía pacíficamente en armonía con el viento, la suave brisa me hizo inspirar profundo, llenándome por completo.
— Quédate.. — él susurro de una voz llegó a mis oídos, volteé a ver y era él, que se acercaba cada vez más a mí cuidadosamente, cauteloso, acortando con cada paso la distancia que había entre nosotros, la madera rechinaba bajo sus pies.
— Creí que querías estar solo.. — expresé un tanto sorprendida por lo que mis ojos estaban viendo, había creído que era el final de todo, creí que la mitad de mí ser se había perdido en aquella montaña.
— Cuándo perdí a mi madre.. creí que lo había perdido todo, pero cuando te marchaste y me quedé realmente solo en la cima de esa solitaria montaña.. — tomó aire y suspiró — me di cuenta de que aún tenía algo porque luchar.. — confesó deteniéndose justo enfrente de mi.
Un destello de esperanza hizo presencia en mí, un pequeño rayo de luz iluminó dentro de la obscuridad en la que me había consumido.
— Lamentó tu perdida y no sabes cuánto.. yo solo hice lo que creí que era correcto.. yo solo.. — afirmé y luego él me impidió continuar dejándome absorta al tomar mi mano. La calidez de su piel hizo contacto con la mía, me acarició el rostro, solo pasó una semana y no me había dado cuenta de cuánto necesitaba de su contacto.
— Solo querías protegerme de la realidad.. — terminó por mi — mi madre es y siempre será el pilar más importante de mi vida, solo que por un momento me sentí perdido.. pero luego entendí que sin ti todo mi mundo se desmoronaría.. — afirmó, lágrimas se asomaron nuevamente y comenzaron a humedecer mis mejillas, con suavidad y cariño él las recogió entre sus dedos.
— Solo quiero que sepas.. que estemos juntos o no.. siempre voy a estar para ti.. siempre.. — musité.
Él me abrazó con fuerza y yo traté de grabar este momento para siempre, como una obra de arte, la más hermosa y perfecta obra de arte.
El final de una historia no es un beso, no es una pedida de mano, no lo es una boda, muchas veces el punto final es cuando termina el sentimiento, cuando se agota, no como nos cuentan en las películas, pero quiero creer que mi historia con Thomas apenas está empezando y que aún nos queda mucho por recorrer, mucho que vivir el uno con el otro y sobre todo mucho que aprender.
— Quédate conmigo.. — susurró escondiendo su rostro en mi pelo.
— Ya estoy aquí.. siempre voy a estar aquí.. — murmuré abrazándolo con más fuerza, aferrándome a él con toda el alma.
— Tú eres una parte de mi.. — agregó tomándome del rostro. — Quédate a vivir conmigo esta historia..
— No existe un mundo en el que pueda vivir sin ti.. — dije rozando con suavidad sus manos y mirando en la profundidad de sus ojos — Te voy a amar en esta vida y en la otra.. — confesé.
Él pegó sus labios con los míos, anhelaba este momento, sentir sus besos reclamar los míos me hacía sentir completa de alguna manera, nuestros besos se mezclaban con mis lágrimas saladas, todo mi cuerpo me exigía con demanda y mi corazón ardía por dentro, él siempre será la llama que arderá en lo más profundo de mi alma.
Nunca encontraremos a una persona perfecta que se ajuste a todo lo que nosotros creamos necesitar, aprendemos a amar y a reconocer que son las imperfecciones de esa persona la que nos atrae, las aceptamos, porque nadie es perfecto, no existe el hombre perfecto, no existe una mujer perfecta, todos somos complicados.
A veces nuestras heridas tejen su nido en nuestro interior, impidiéndonos ver más allá de ellas, esas heridas que un día nos dolieron y que ahora ya no lo hacen nos han dejado una lección, un aprendizaje, una nueva forma de ver el mundo.
Creía que lo que estaba roto no podía recuperarse, pero no podía estar más equivocada, resulta que si podemos recuperarnos, he podido reconstruirme y abrirme a un mundo de sentimientos, de posibilidades, no digo que todo vaya bien y que lo que se haya recuperado no vuelva a romperse, pero si lo hace, volvemos a reconstruirnos, volvemos a levantarnos.
Acepte mi pasado, de el aprendí que no podemos forzar al amor y que muchas veces nada es lo que parece, vivo mi presente como un regalo porque como lo dice su nombre es un presente, un obsequio de Dios, del universo o del destino, del futuro no tengo mucho que decir porque es incierto, lo único que sé es que nosotros labramos nuestro propio camino.
"Cuando sanamos los recuerdos de nuestra vida, el presente se ve de otra forma".
Bernardo Stamateas.
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Nota de la autora: Hemos llegado al final de esta hermosa historia, estoy muy contenta por haber logrado llegar al final.
Siempre dicen que el hombre propone y Dios dispone, me lo propuse, Dios dispuso y aquí lo tienen, el capítulo final.
No habrá una segunda parte porque no la planeé así desde un principio, pero como toda historia merece un después habrá un epílogo después de este capítulo.
No tengo palabras para agradecer todo el apoyo que he recibido departe de todos ustedes, infinitas gracias a todos, hay muchas personas a las que quiero agradecer pero no citaré nombres porque odiaría olvidarme de alguno.
Los espero en En esta vida y en la otra, mi nueva historia que ya está disponible en mi perfil, y que espero también les guste.
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