Capítulo IV

Me quedé devastada, estaba agitada y agotada, me eché en la cama, su olor se había quedado por mis sábanas y me levanté con rabia, arranqué las sábanas y las tiré al suelo, dentro de mi rabia busqué sábanas limpias las coloqué y luego me acosté.

Tenía la mirada fija al techo, quería llorar para ver si está opresión que sentía en el pecho se liberaría pero fui incapaz de soltar una sola lágrima, estaba herida y dolida. Lo quería bastante y él se atrevió a engañarme, con lo que me cuesta confiar en las personas y sentí que estaba intentando de alguna manera culparme a mí por su error.

Decidí ponerme los auriculares para ver si un poco de música me ayudaba y así poder componer el sueño de una vez. Puse play desde mi teléfono a Dean Lewis — Be alright,  y pensándolo bien odio su apellido pero su vos y las letras me hicieron saber que todo iba a estar bien, que yo estaré bien. Gracias a Dios logré conciliar el sueño.

Mi sueño me despertó por la madrugada, soñé con mi padre, hacía tiempo que no soñaba con él, me levanté y me dirigí al baño para lavarme el rostro, observé mi rostro deprimido y fantasmal, tenía el pelo alborotado que parecía un nido de pájaros rojizo con risos, me lo recogí en una coleta y devuelta fui  a la cama, incapaz de pegar un ojo me puse a leer grandes esperanzas, resultó que comenzaba a interesarme y pronto me perdí en ella, me imaginé en ella viviendo sus vidas y de apoco fui adentrándome en mis profundos sueños otra vez.

Había dormido casi toda la mañana, desperté pasada la media mañana, me sentía tan cansada que me daba pereza levantarme pero aún así hice el esfuerzo de ponerme en pie, y luego los recuerdos de lo que había vivido la noche anterior hervían mi sangre, ni siquiera estaba triste sino furiosa, ni siquiera era por lo qué Colin me había hecho sino por permitir que me haya lastimado, prometí jamás sufrir por nadie ni preocuparme por nadie que no sea mi madre, el no merece nada mío y no vale la pena estar mal por alguien que no supo valorarme.

Estaba decidida a que este día seria productivo y que valdría la pena. Dentro de todo se lo agradecí por haber tenido los pantalones y ser sincero conmigo, pero aun no podía comprender porque las personas tenia la necesidad de traicionar, de quebrantar la confianza que se les da.

Entré a tomar una larga ducha caliente, esperando a que el agua pueda aliviar mis tensiones, al salir me seque el pelo, busque unos jeans y una camiseta la más cómoda que tenia, me puse las converse negras y gastadas de siempre, eran mis favoritas. Entonces me dije a mi misma porque he de deprimirme y encerrarme cuándo podía pasar un día interesante con Cathy y decidí llamarla.
Me contestó en la segunda tonada.

— Hola Cathy. — dije con la voz un poco apagada

— An.. Hola.. ¿Te sucedió algo? No te he visto por el campus y la maestra Huther ha preguntado por ti — tenía un tono bastante preocupado, incluso podia imaginármela con el ceño un poco fruncido.

— Sí, es que tuve una mala noche, no he dormido bien y tampoco he ido a trabajar. — confesé soltando un leve suspiro

— ¿Quieres que vaya a la residencia? — preguntó preocupada, dudé antes de contestarle, no sabía si sería buena idea desahogarme, o tal vez me vendría bien un poco de una amigable compañía. A quien no le haría bien liberarse un poco.

— Te lo agradezco Cathy, prácticamente eres como la hermana que nunca he tenido, pero tampoco quiero que faltes a tus clases. —musité.

— Oye An.. eres mi amiga y te quiero como a mi hermana y si me necesitas estaré allí para ti sin importar que, llego en diez minutos. — dijo con una voz cargada de autoridad.

— No sé qué haría sin ti, eres la mejor, te veo en diez minutos. — dije y juntas cortamos la llamada, volví a recostarme mientras la esperaba.

Me hundí en lo profundo de mis pensamientos y comencé a recordar las palabras de  Jane Austen, "Cuánto más conozco al mundo, más me desengaña y el tiempo reafirma mi creencia en la incongruencia de la naturaleza humana" , y con cada día que pasaba no puedo estar más de acuerdo con ella. Unos pasos interrumpieron mis pensamientos y devolviéndome a la realidad entonces oí unos golpes en la puerta, cuando la abrí y vi a mi mejor amiga, no me había percatado de lo que la había echado de menos, sé que nos vimos hace poco pero me sentía tan vulnerable y cuando estaba con ella sentía como en casa.

— Hola Cathy, te estaba esperando — dije con mi voz apagada y sin energía.

— An, te vez malísima, ¿qué es lo que te ha pasado? — apenas terminó de decir eso la miré y la estreché tan fuerte que sentía que la rompería, un nudo se me formaba en la garganta imposibilitándome musitar alguna palabra, a pesar de que tenía unas inmensas ganas de llorar no logre esbozar una sola lágrima. 

— An, por favor dime qué te ha pasado para que estés así, nunca te había visto de esta manera, ¿le pasó algo a tu madre? — inquirió pero esta vez en un tono más angustiado, la solté y ella me escudriñó frunciendo el ceño en señal de preocupación así como me lo había imaginado, sus ojos eran de un color verde intenso, tenía una melena castaña, llevaba puesto un hermoso vestido hasta las rodillas de un color turquesa claro, comparada conmigo era como una hermosa princesa, y yo parecía un horrible espectro con pecas, eso me hizo sonreír un poco.

— ¿Y ahora de que te ríes? — dijo y me miró un poco confundida , un tanto divertida — ¿ya me vas a contar lo que te ha pasado? — volvió a insistir.

— Ay Cathy, hay tanto que debo contarte,  no sé por dónde comenzar. —musité suspirando, no era de tristeza sino más bien de cansancio.

— Pues comienza por el principio, quiero saber hasta el más mínimo detalle — demando mirándome con una impaciencia que solo ella podía lograr.

— Antes quisiera comer algo, no he comido nada en todo el día y tampoco anoche, estoy hambrienta. — confesé frotándome la barriga.

— Está bien, vayamos a la cafetería que está por aquí cerca, no quiero que te desmayes por el camino. — dijo con sarcasmo acompañada de su más cálida sonrisa y yo se la devolví.

— Si, me parece bien, no creo que pueda llegar más lejos. — espeté en un tono algo divertido.

Mientras nos íbamos caminando, le fui adelantando los hechos y la pesadilla que había vivido hace unas horas, le conté cual era el  verdadero propósito de la visita de Colin que jamás fue porque me hubiera echado de menos, sino que más bien era para revelarme su engaño y decirme lo arrepentido que estaba de haberlo hecho.

Cathy comenzó echar pestes por la calle, las personas que iban caminando nos miraban con extrañeza y yo trataba de tranquilizar a mi amiga, cuando debería haber sido al revés.

— ¡No puedo creerlo An! Espero que no lo perdones jamás, ni se te ocurra si quiera pensarlo — exigió con rabia, se me plantó en frente como esas niñas berrinchudas haciendo gestos con las manos.

— Créeme cuando te digo que estoy igual de enojada que tu —espete, creo que ella estaba más enojada que yo, tenía la cara roja como un tomate — jamás le perdonaré lo que me ha hecho, abuzó de la confianza que yo había puesto en él, con lo que me cuesta confiar en las personas y aún más en los hombres— aseguré y para mi sorpresa he dicho esas palabras mucho más tranquila que Cathy y sonrío para mí misma.

— No se merece si quiera que pronuncies su nombre, de hoy en adelante no quiero que vuelvas a pensar en él y en lo mal que se ha portado contigo, me da náuseas de solo pensarlo — bufó autoritaria haciendo muecas de asco.

— Después de nuestra discusión de anoche le pedí que no me volviera a buscar, no he contestado un solo mensaje que me ha escrito esta mañana, no pienso darle el gusto, me conoces lo suficiente para saber qué el rencor es uno de mis mayores defectos — espeté, pero ahora es mi mejor aliado pensé para mí misma.

— Me duele tanto verte así amiga, sabes que siempre estaré para ti. — dijo abrazándome posando su brazo sobre mi hombro mientras llegábamos a la cafetería.

— Gracias, eres la mejor, gracias por escucharme y demostrarme que puedo contar contigo en las buenas y en las malas. — dije mostrándole mi mejor sonrisa para que sepa que estoy bien gracias a ella.

— No tienes nada por qué agradecer, para eso somos amigas, y sé que tú también estarás para mí en las buenas y en las malas, ya me lo has demostrado varías veces. — nos sentamos en una de las mesas y ordenamos hamburguesas con papas fritas acompañadas con refrescos de cola. — Hoy nos daremos el gusto de pasar un día extraordinario y comenzaremos rompiendo la dieta. — musitó dando unas carcajadas que me dieron pena porque todos en la cafetería se dieron vuelta para mirarnos.

— Ya para Cathy que nos están mirando —susurré a lo que ella respondió aún más fuerte y me sorprendió lo rápido que había hecho pasar el asunto de Colin.

— Ya relájate, que miren para eso tienen ojos —dijo y volvió a reír.

— Y que dieta vas a romper, si estás súper delgada, déjame lo de la dieta a mí que estoy bastante subida de peso — dije echándome a reír en su compañía, era un poco más corpulenta que Cathy y un poco más ancha en mis caderas.

— Oye, solo eres un poco más ancha que yo, ni si quiera tienes rollos así que no me vengas con eso. — bufó divertida soltando una fingida indignación y nos echamos a reír.

Mientras comíamos ella me recordó que la Srta. Huther me estaría esperando al término de las clases, lo había olvidado por completo recordé que la maestra me lo había pedido el día anterior y con todo lo ocurrido se me había pasado por completo, saqué mi celular para fijarme en la hora y apenas eran pasadas las once aún tenía tiempo de sobra para ir a ver a la maestra, le pedí a Cathy que me acompañe al campus y me dijo que de todas formas ella debía ir porque Isaac la estaba esperando, la había invitado a pasar la tarde en casa de sus padres y ella como siempre encantada. Se le notaba a leguas lo enamorada que estaba y lo feliz que era, sentí un poco de envidia, envidia sana por su relación, les iba tan bien aunque a veces peleaban por cosas estúpidas siempre traban de solucionarlo. Isaac trataba, Cathy se pasaba chillando, no pude evitar sonreír cuando la vi saltar a sus brazos como si no se hubieran visto por días cuando solo fueron horas a veces me daban náuseas.

— Hola An. — saludó Isaac meneando las manos porque no podía del abrazo de Cathy — ¿Cómo has estado? — preguntó.

— Hola Isaac, he estado bastante bien, más de lo que merezco — dije devolviéndole el saludo con las manos y con una sonrisa lo mejor que pude.

— Oye no digas eso ¡An! — me reprendió Cathy

— No la ha pasado bien estos días por eso fui a verla, pero ahora la he dejado mucho mejor — confesó alagándose a sí misma, era una engreída y no pude evitar reír al igual que Isaac, él más que nadie la conocía bastante bien como para no entender.

— Bueno An, me temo que debo robarte a tu amiga por hoy, espero puedas sobrevivir sin ella — agregó Isaac, pude notar su sarcasmo y su sonrisa malísima, tenia los rizos bastante enmarañados como los míos solo que los suyos eran negros.

— Prométeme que estarás bien An,  y recuerda no pienses tanto en ello no vale tu tiempo. — musitó Cathy dándome un abrazo de despedida.

— Te lo prometo, seguro la maestra encontrará algo para distraerme, confía en eso. —espeté y le devolví el abrazo, me despedí de ellos viéndolos marchar agarrados de las manos, nunca me había animado a hacer ese tipo de cosas en público la demostración de afecto no es lo mío y a ellos se les daba con tanta naturalidad, creo que así debería ser siempre que uno está enamorado de verdad, dispuesto a todo por esa persona siempre.

Espero algún día encontrar un amor así, que se merezca mi afecto sin límites y también espero ser una persona más abierta con respecto a mis sentimientos.

Giré sobre mis talones y me marché hacia el despacho de la maestra Huther, que será lo que me dirá esta vez.

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