Quinceavo año
El señor Loud se levantó primero con una fuerte urgencia de ir al baño. A su lado su esposa continuaba dormida. No pensó que el plan de su hijo fuese a dar resultado, pero había funcionado tal y como se lo recomendó. Una alarma habría sido riesgosa ante la posibilidad de despertar también a Rita. Con cuidado salió de la cama, se puso las pantuflas y abrió la puerta para salir.
Encontró a Lincoln ligeramente soñoliento sentado contra la pared a un lado de la habitación todavía con el pijama puesto, lo había estado esperando leyendo uno de sus cómics de Ace Savy ayudándose con una linterna. Al ver a su padre, el niño de ocho años enrolló la historieta y se la puso por debajo de su pijama para guardarla, lo mismo intentó hacer con la linterna dejándola dentro de uno de sus bolsillos, pero por el peso casi se queda sin los pantaloncillos.
—Dame eso —se la pidió su padre hablándole en voz baja. La casa estaba en un inusitado silencio, por lo que les era fácil escucharse hablar en susurros—. Yo te la guardo para después. ¿Tienes mucho esperándome?
—Quince minutos. Descuida, papá. ¿Qué tal hasta ahora?
—Bastante bien. El truco que me enseñaste funcionó a la perfección.
—Te lo dije. Tres vasos de agua antes de dormir y tienes garantizado el madrugar sin necesidad de usar el despertador. A mí siempre me resulta cuando no quiero despertar a Lynn o a Lucy.
—Genial. Sin duda... un momento. ¿Qué tienen que ver tus hermanas si se supone que duermes solo en tu propia habitación?
El chico se encogió de hombros como si el asunto en realidad no tuviese importancia alguna.
—A veces una de ellas tienen pesadillas y quieren pasar la noche conmigo. Lo normal.
Cuando más pequeñas, Lori, Leni, Luna, Luan, al igual que ahora de tanto en tanto lo hacían las gemelas, e incluso Lisa cuando lloraba, lo más normal era que buscaran a sus padres para pasar la noche con ellos, siendo Leni la primera en superar esta fase, a no ser que tras nacer Lincoln ella...
—Hijo, siendo tus hermanas como son, me cuesta imaginarme a cualquiera de las dos asustándose de una pesadilla hasta ese punto, incluso siento que Lucy hasta las disfrutaría.
Más de una vez la había descubierto intentar ver a escondidas películas de terror. Cuando le llamaban la atención por esto, la pequeña de cinco años se limitaba a decir que le parecían divertidas, además estaba el asunto de los libros que leía, tan distantes de ser las típicas fábulas infantiles. Se preguntaba si en serio su hija no se aburría con los libros de Edgar Alan Poe, o si era verdad que podía comprenderlos. Lincoln le aseguraba que los entendía mejor que él mismo.
—Papá, no tenemos tiempo para discutir eso. Tenemos que poner en marcha la Operación: "Intentar levantarse antes de las seis de la mañana, hacer un desayuno especial, preparar su regalo de aniversario y montar un tema romántico en toda la casa antes que mamá y las demás despierten". ¿Qué opinas?
—Primero, que tu operación tiene un nombre demasiado largo. Este tipo de planes suelen tener nombres más sencillos de una o tres palabras como mucho.
—Bueno, entonces más tarde buscaré un nombre más corto para la operación.
—Segundo... ¡Ah! Primero deja ir al baño.
Su padre estaba por advertirle que quería retomar esa conversación acerca si en serio sus hermanas inmediatas continuaban escabulléndose de vez en cuando a su habitación para pasar la noche con él, pero cierta incomodidad le hizo olvidarse del asunto por completo.
* * *
Rita estiró los brazos y bostezó ruidosamente. Más que la alarma, fueron sus hijas quienes entre gritos animados tocando a su puerta lo que la despertaron. Cuando se dio la vuelta, se extrañó de no encontrar a su esposo en el otro lado de la cama.
—Está bien. Todo mundo pase.
En manada y empujándose entre sí, consiguieron entrar nueve chicas de distintas edades a la habitación al mismo tiempo.
—¡Feliz aniversario mamá y papá! —con afecto les deseó una hermosa adolescente rubia de trece años usando un estrafalario vestido de colores pastel, con parches con forma de velas, globos y regalos; extrañamente fuera de verse ridícula, lucía muy adorable. Confundida, miró el espacio vacío al lado de su madre—. ¡Oh! ¿Es que este año solo es el aniversario de mamá y no de papá?
—Creo que tu padre se levantó primero, Leni. Tal vez fue al baño.
—No estaba en baño, mami —le aclaró una adorable niña rubia de tres años que llevaba una bolsa de regalo—. Yo jui primero. No había nada.
—Y yo jui la última —agregó una pequeña niña también de tres años idéntica a la primera, pero con el cabello un poco más corto. No parecía quejarse de haberse quedado tan atrás a la hora de asearse—. Creí que staban los dos juntos.
Pronto Rita notó que su esposo no era el único que faltaba en el cuadro.
—Chicas, ¿y dónde están Luna y Lincoln?
Una jovencita castaña de once años, que no dejaba de tallarse los dientes con los dedos, contestó tras soltar un gruñido.
—Creo que Luna volvió a desvelarse escuchando su música anoche, por lo que no pude conseguir que se despertara. Si quieren puedo volver a intentarlo arrojándole una cubeta con agua, que al cabo hay pronóstico de lluvias, ¿entienden?
Todos lanzaron un quejido, pero de fastidio por tener que haberla escuchado.
—Ni te atrevas —la reprendió una chica de catorce años, la mayor del grupo, rubia y que de no ser por los braquets, podría ser una belleza por completo, en lugar de quedar opacada por su hermana menor inmediata, al menos ya no tenía acné— Nada de cubetazos de agua, Luan. Literalmente puedes volver a arruinar otro colchón. ¿Pero alguien sabe en dónde se metió Lincoln?
Rita tardó solo unos segundos en comprender por qué de pronto todas voltearon a ver a la chiquilla de diez años, cuyo cabello castaño lo llevaba agarrado en una coleta.
—¿Qué? ¿Cómo quieren que sepa dónde está el pequeño nerd? ¿Es que acaso duermo con él?
—Normalmente —todos contuvieron el aliento llevándose una mano al pecho por la impresión que les ocasionó su presencia. Ni Rita ni las demás se habían dado cuenta que la niña pelinegra de seis años estaba también presente—. Pero puedo dejar constancia que la noche anterior, ahora sí Lynn no ocupó más cama que la suya.
—Ahí lo tienen. Gracias por ayudarme, Lucy... sólo no vuelvas a aparecerte de esa manera.
—*Suspiro*.
Rita de pronto se distrajo al sentir un tironcito del brazo. Al bajar la mirada, se encontró con una pequeña niña castaña de tan sólo un año que llevaba puesto únicamente un pañal, a la vez que intentaba de entregarle un sobre.
—Feizh aniveshaio, mami.
Todas soltaron un "aw" por la ternura que la pequeña Lisa les provocó. Conmovida, su madre sacó del sobre la hoja de papel. Al instante se sintió inquieta.
—Hmm... Lisa, ¿Qué se supone que es esto?
—Un coiazhón —señaló a Leni—. Ella me ijo que lesh gushtaia un dibujo de um coiazhón.
Aunque se sintió tentada a preguntarle si realmente ella lo dibujó, a último momento le pareció de más la pregunta. Por supuesto que la artista de semejante dibujo tenía que ser Lisa.
Al año de vida, Lincoln que era de toda la familia a quien ahora mejor se le daba dibujar, todo lo que hacía con las crayolas cuando no intentaba comérselas, eran simples garabatos y dibujos, por otro lado Lisa superó la etapa de los garabatos más rápido que cualquiera, mejorando en pocas semanas su estilo, al punto que lo que tenía frente a ella, era un dibujo bastante detallado de un corazón humano desde una perspectiva anatómica, con arterias y ventrículos incluidos.
—Es... muy lindo, hija.
—A mí me parece algo perturbador.
Esta vez Rita no reprendió a Leni por su falta de tacto, pues ni ella ni ninguna de sus hermanas fue disimulada al pensar exactamente lo mismo.
Lo siguiente fue recibir el presente de Lucy, algo que podía hacerle muy buena competencia al regalo de su hermana bebé por lo inquietante que resultaba: un poema que comenzó a declamarle. Uno que en principio sonaba romántico, al menos hasta que comenzaba a hablar sobre la perpetuidad del amor sobre la muerte y el trasfondo de la misma.
—¿De dónde sacaste este poema, hija?
—Yo misma lo compuse.
No es que le sorprendiera. Lucy se había vuelto una lectora voraz, siendo la poesía su género favorito. Por supuesto no pasó mucho cuando quiso dar el salto de ser una lectora a una escritora, lo que llenó de gran orgullo a Rita dado su propio sueño de convertirse en una escritora; aunque las connotaciones de las composiciones de su hija eran un tanto deprimentes. Pese a la temática, tenía que reconocer que ese era su mejor trabajo hasta el momento. Pudo darse cuenta del esfuerzo que le invirtió, pues salvo por unos pocos detalles y errores, ese poema le parecía que hasta podría pasar por uno profesional.
—Es increíble, Lucy. Fue una hermosa composición.
Tomó el papel en el que lo escribió para guardarlo con cariño. Más tarde analizaría a profundidad las palabras que empleó, su ortografía y su gramática. No dudaba que la escuela hacía un buen trabajo, por no mencionar que gran parte lo aprendió de Lincoln, pero a pesar de su edad, Lucy por sí sola comenzaba a sobresalir más que Lincoln e incluso que Lynn en su redacción.
Las gemelas le entregaron una enorme tarjeta de cumpleaños hecha con crayones, plumones y muchos brillitos. Además del mensaje en letras empalagosas de "Feliz Aniversario", tenía dibujos un tanto burdos como podrían ser los de cualquier niña de tres años ordinaria. Aparentemente la imagen la representaban a ella y a su esposo tomados de la mano, con un manchón negro al lado de Lynn, mientras que junto a Rita estaba algo sin forma con puntos negros, junto con un halo amarillo sobre ambos.
—Es muy hermoso, hijas. ¿Pero qué es esto?
Les señaló las formas extrañas a los lados de ambos. Lola hizo una mueca de inconformidad, mientras que animada Lana se apresuró a explicarle.
—Ese es Cliff, acá está Charles contigo y este es Waltz —con el dedo señaló lo que Rita había pensado que se trataba de un halo—. Lola decía que no los pusera, pero creo que se ve más bonito con ellos.
—Pues es verdad. Les quedó muy bonito.
Animosa, la siguiente en acercarse era una niña en apariencia de la misma edad de Lincoln, aunque lo cierto es que esa niña castaña ya tenía diez años. Había ocasiones en que a Rita le preocupaba que no estuviese creciendo adecuadamente como sus hermanas mayores lo habían hecho; se preguntaba si esto tendría que ver con los delicados episodios de salud que padeció cuando bebé por nacer tan prematura.
—Tanto papá como tú van a amar mi regalo, mamá. Estoy segura que papá lo va a cocinar en la cena.
—¿De qué se trata, cielo?
—Kilo y medio de la mejor barbacoa que pude conseguir.
Se sentía orgullosa de su obsequio, en especial porque la había comprado con sus propios ahorros dándole por adelantado la sorpresa a su padre anoche para que la preparara. Sin duda ambos se sorprendieron ante el hecho que una de sus hijas les obsequiara carne.
—Estoy segura que estará deliciosa, cariño.
—Mi regalo se los daré cuando estemos todos reunidos —le explicó su hija de once años cargando su muñeco de ventrílocuo con una mano y sin dejar de frotarse los dientes con la otra—. He preparado toda una rutina cómica que de la risa los hará saltar por la ventana.
—Como si fuera necesario reír para desear hacer eso con tus rutinas. —Añadió Lori.
—¡Lori, basta! —la reprendió Rita por decir en voz alta lo que ella solo había pensado—. Muchas gracias Luan, estoy segura que tu padre la apreciará.
—¿Y tú?
—Ah... por supuesto que apreciaré el momento, cariño —el momento en que termine, seguramente todos lo harán, salvo su esposo que compartía con su pequeña un sentido del humor semejante. Nuevamente Luan comenzó a frotarse los dientes—. Cielo, creo que ya no habrá más pretextos. Te llevaré con el doctor Feinstein mañana.
Esto hizo que Luan se dejara los dientes en paz. No le hacía gracia visitar el dentista si no era solo para visitar a su madre.
Aunque los pendientes que Lori le compró eran lindos, el vestido que la misma Leni había hecho ella misma era hermoso. Parecía una copia casi exacta de un vestido que había visto la última vez que pasó por los aparadores del centro comercial con sus hijas primogénitas, uno muy costoso que por supuesto no podría costearse, pero con algunas diferencias como que la tela no era tan fina, aunque se compensaba por los detalles incluso mejor elaborados que el original.
—Te quedó excelente, hija —le dio un gran abrazo y un beso, orgullosa no tanto por el obsequio en sí, sino en el logro que tuvo al realizarlo tan magníficamente—. Los pendientes son hermosos, cariño. —Repitió el gesto también con Lori.
—Muchas gracias, mamá —Rita notó la otra bolsa que Lori llevaba—. También le compré una corbata a papá. Espero que le guste.
Sacó de la bolsa una corbata café muy presentable. Animada, Leni sacó de su bolsa una corbata con los mismos colores femeninos del vestido que le había hecho a su madre, por lo que se veía bastante estrafalaria además de afeminada.
—Con lo que me sobró de la tela del vestido, le hice también una corbata a papá.
Rita se reprimió a sí misma para no reírse. Sería divertido hacer que su esposo un día se llevara esa corbata a trabajar bajo el pretexto de que era para que su hija notara que la apreciaba, aunque dado el carácter burlón de Lynn, incluso es posible que tomara la iniciativa en hacerlo sin necesidad de pedírselo.
—Estoy segura que a su padre les encantarán ambas corbatas.
Hasta Lori apreció la gracia de esto al entender lo que su madre pretendía.
El perro de la familia se acercó ladrando animadamente alrededor de Lana, detrás de él a pasitos más discretos se acercó un gato negro.
—Mira mami. Hasta ellos vienen a desearte feliz anivesario.
—Que bueno, Lana. Aunque creo que solo están buscando que les demos de comer.
La niña se metió la mano dentro de su bolsillo y sacó algunas semillas. Rita estaba por decirle que ninguno de los dos comía eso, cuando un pajarito amarillo entró a la habitación posándose en la cabeza de la niña. Lana alzó la mano y el animalito picoteó las semillas.
—¡Lana! —la regañó Lori—. ¿Sacaste otra vez a Walts de su jaula? Te dijimos que no debías hacerlo.
—No le gusta estar adento. Si tiene alas, es mejor que se quede afuera para volar.
El temor de Lori y el que compartían todas, era el que ave se le escapara por una ventana y eso deprimiera a sus hermanitas, sin embargo ya eran varias las ocasiones en que a Waltz se le presentaba la oportunidad de escaparse, pero por alguna razón en lugar de aprovecharla, terminaba regresando siempre a Lana. Cliff ronroneó y Charles trepó por las piernas de la niña.
—En un minuto les doy también a ustedes de comer.
La pequeña salió rodeada por las mascotas familiares, dejando a las chicas y a la madre un tanto intrigadas por que Waltz se posara sobre la cabeza de Cliff y este no intentara cazarlo como sucedió las primeras veces cuando lo trajeron del parque donde lo encontraron herido siendo un polluelo al pie del árbol. Lana dijo enseñarle que Walt era su amigo y no su comida, aunque nadie se explicaba como la pequeña lo consiguió. Rita se levantó aprovechando el momento para arreglarse.
—Tal vez su papá esté haciendo el desayuno. Será mejor que ya nos preparemos para bajar.
Las chicas corrieron al baño a hacer fila. Se tomarían su tiempo, esta vez no tendrían que ir a la escuela. Lo que tardaron en hacer lo suyo, fue casi lo mismo que su madre empleó para peinarse y vestirse.
Una vez abajo, quedaron impactadas. El desayuno era regio. El señor Loud había ordenado la mesa de forma que todos cupieran en ella sin tener que separar a las más pequeñas de los grandes. Cada una tenía sus huevos al gusto acompañados de tocino, jugo y tazas para que de la cafetera Lori, Leni, Luna y sus padres se sirvieran. Así como además había dos jarras de jugo de naranja para que de ellas Luan y el resto de los menores se sirvieran en sus vasos. Una torre inmensa de grandes, dulces y calientitos panqueques en medio de la mesa hicieron salivar a las chicas. Tras colocar una rosa en el pequeño florero frente a su asiento y el de su esposa, el señor Loud y Lincoln les hicieron una reverencia.
—Hora del desayuno.
Rita se apresuró a darle un beso a su esposo, mientras que animadamente el resto de las chicas tomaron sus respectivos asientos. Lisa parecía intentar trepar por sí misma a su silla especial, aunque sin mucho éxito, al menos hasta que Luan le dio una mano cargándola y poniéndola adentro.
Sin importarle lo engorroso que sería para sus braquets, Lori tomó uno de los panqueques y le pegó una buena mordida atraída por el delicioso aroma.
—¡Estos panqueques están deliciosos, papá! Sí que te esmeraste.
—Gracias, hija. Pero en realidad eso fue lo único que no preparé. Si los panqueques les gustan, las gracias se las pueden dar a su hermano.
Las chicas quedaron sorprendidas. Debido a la reacción de Lori al probarlos, todas habían tomado uno quedando también encantadas, con excepción de Lisa que se esforzaba desde su sillita de estirar sus brazos para alcanzar el plato donde estaban servidos. Unánimemente las chicas estaban de acuerdo en que eran los mejores panqueques que habían probado en su vida.
—¡No se los coman todos! —les advirtió el chico alarmado al ver que sus hermanas estaban adelantándose al comerlos—. Dejen algo para mamá y papá. Es parte de mi regalo de aniversario para ellos.
—¿Uma parpe? —preguntó su hermana Lynn con la boca llena— ¿Cuáj esh la ota papte?
—No hables con la boca llena —la reprendió Lola asqueada—. Eso es muy gosedo.
—¡Yo quelo uno! —Exigió Lisa. Leni le dio en pequeños trozos la mitad del suyo.
Un tanto apenado, el padre señaló el "otro" regalo de Lincoln frente a sus asientos. Se trataban de las dos tazas de café un tanto disparejas. El niño hinchó el pecho con orgullo. Las mayores intercambiaron risillas discretas.
El teléfono sonó y el padre se apresuró a contestarlo. Frunció el ceño y miró a Lisa en su asiento para bebés chupando parte de uno de los panquecitos encantada.
—Lo siento, doctor. Preferiría que por hoy suspendiéramos la cita en la Universidad... Sé que ustedes pueden venir a recogerla, pero de verdad no es un buen momento. Verá, mi esposa y yo celebramos nuestro aniversario y... no necesitamos niñera, gracias —le estaba costando trabajo mantener su buen humor. El sujeto en la otra línea comenzaba a irritarlo—. Preferimos este día pasarlo todos juntos en familia. No creo que suceda nada por faltar a una sola sesión... —abrió los ojos sorprendido—. ¿Es en serio? Ya veo... entiendo... sí, algo así sospechábamos, pero... sí, también creo que es muy pequeña para los contactos o para usar anteojos... no tiene qué decírmelo, sé que es especial y sí, sé que no es común que una niña de un año ya pueda hablar, pero... bien, hagamos esto: mañana tanto mi esposa como yo la llevaremos a la terapia como siempre y esta vez nos quedaremos para que nos explique todo lo que crea conveniente, ¿está bien?
Rita que desde el principio había estado siguiendo la conversación se sintió preocupada. Compartió una mirada con Lori, quien también parecía estar al pendiente de lo que sucedía.
—Mamá, ¿no van a llevar hoy a Lisa a sus terapias de aprendizaje?
—Espero que no, cariño. Preferiría que nos quedáramos todos reunidos juntos hoy en casa por lo menos.
Leni de pronto pareció interesada en lo que hablaban. Le limpió la boca a la bebé con una servilleta.
—Es increíble que ya te estén enseñando a contar, Lisa. ¿Ya puedes contar hasta el cincuenta?
La bebé eructó antes de responderle buscando su vaso de entrenamiento.
—Puedo contal hashta el millón. ¿Me dash másh juguito, hemanita?
Mientras Leni abría el vaso para servirle más jugo, el señor Loud colgó el teléfono; su preocupación era evidente.
—¿Todo bien, cielo?
—Sí, amor. Ya sabes cómo se ponen estos "genios". Parece que se les olvida que al final nosotros somos quienes tenemos la última palabra, aunque... —miró a la bebé escudriñando la papilla acercando con sus manitas una porción muy cerca de sus ojos— quieren hacerle unos exámenes especiales.
—Eso no es novedad —opinó Luan haciendo ruidos al chupar los restos de comida que se le quedó entre los dientes—. Le hacen tantos exámenes que ya podría ir a la escuela avanzada, ¿entienden?
—Se tratan de exámenes de la vista, hija.
Eso fue lo que Rita y Lori habían temido.
—Bueno —trató Lori de animarlos—. Todo sea por el bien de Lisa, chicos.
Finalmente casi todos ya estaban a la mesa. En el momento en que el señor Loud ocupó su lugar, gritó:
—Luna, el desayuno se te va a enfriar si no vienes en este momento.
Como si esa fuera la señal que esperaba, Lincoln sacó de debajo de la mesa un pequeño amplificador y lo encendió para sorpresa de todos.
—¡Ahora, Luna!
La familia entera se hizo para atrás sorprendida por el estruendoso sonido del acorde de guitarra electrónica. De pronto una chica de doce años con el reducido corte de cabello castaño al igual que un niño, apareció casi dando un salto con el instrumento entre sus manos, el cual comenzó a tocar apasionadamente con los dientes apretados y una mirada extasiada.
—¡Feliz aniversario, chicos! ¡Ustedes rockean! ¡Que su canción nunca termine y siga sonando hasta que estén viejos y arrugados!
Poco a poco, la familia se recompuso mientras se acostumbraban y disfrutaban de la interpretación de Luna. La chica les había compuesto una canción de rock a sus padres acorde a la ocasión.
Pese al susto que sufrió, Lisa no lloró, aunque parecía más malhumorada que Lola, quien se alisó el cabello. Divertida, Lana movía la cabeza siguiendo el ritmo al igual que Lincoln y Lynn. Lucy parecía mustia como de costumbre. Lori y Leni pronto siguieron el ritmo de la tonada disfrutando de la misma. Aunque los padres quedaron sorprendidos, de buen grado y tomados de la mano escucharon alegres la interpretación de su hija. Lynn Sr. se acercó a su hijo discretamente, resultándole obvio que se confabuló con la intérprete de la casa para dar aquella presentación privada.
—¿Por qué no me dijiste que tu hermana sería parte de la sorpresa?
—Porque entonces no hubiera sido una sorpresa.
—Esho esh ógico —reconoció Lisa tratando de taparse los oídos con dos trazos de panques— Eshto no shilve.
Finalmente Luna terminó el último acorde.
—¡Eso es todo! ¡Feliz aniversario, Louds!
La familia aplaudió, e incluso Lincoln y Lori silbaron como si acabaran de escuchar a un auténtico ídolo de la música.
—Eso fue genial, hija —la felicitó su padre—. Pero creo que el desayuno se te enfrió. ¿Te lo vuelvo a calentar?
—Por favor, papá; en lo que voy a guardar mi hacha en mi habitación.
Una vez que se marchó, Rita suspiró.
—Vaya que es talentosa —miró a su esposo ligeramente molesta—. Aunque extraño esos días cuando solamente tocaba música clásica.
El padre no pareció entender por qué lo miraba de esa forma.
—¿Y yo qué hice? No es mi culpa que quisiera experimentar con el rock y le gustara. Fuiste tú quien le compró la guitarra eléctrica de todas formas.
Como Rita no quería discutir y solo deseaba disfrutar el día, no dijo más. Por supuesto que le compró la guitarra, fue la única forma en que logró persuadirla para que se olvidara de las clases de canto, las cuales ya de hecho no parecía necesitar, pues su voz ronca le quedaba bastante bien para cantar aquella música tan ruidosa. Toda la transformación había ocurrido desde que regresó del concierto de rock al que su padre principalmente fue quien le permitió asistir casi un año atrás con la familia de una de sus amigas, desde ese momento no había hablado de otra cosa que no fuera el querer experimentar con el género.
"Sólo es una etapa. Se le pasará pronto", le había dicho su esposo. Como le dolió a su madre un día verla llegar con su hermoso cabello castaño tan reducido. De pasar a ser de sus hijas quien tenía la cabellera más larga en la casa, pasó a ser la que lo tenía más corto solo siendo superada por Lisa. Sin embargo reconocía que pese a su "estrafalario" cambio, su hija parecía más optimista y feliz. Aun no estaba del todo segura que le gustara el que cambiara sus amaneramientos estirados, por un comportamiento un tanto rebelde que en ocasiones le parecía algo inapropiado. El marcado falso acento inglés era lo único que conservaba de su personalidad anterior.
Finalmente Luna regresó y reanudaron el desayuno. Pese a todo, tanto Rita como Lynn reconocieron que este se trataba de uno de los mejores aniversarios que hubiesen tenido.
* * *
Tras disfrutar todos juntos de una buena película romántica apelotonados en el sofá y algunas sillas frente al televisor en la sala, Lori y Leni se limpiaron con pañuelos desechables las lágrimas por el hermoso final, del mismo modo lo hubiera querido hacer Rita, se no ser porque su esposo se terminó los pañuelos. El hombre se dirigió a Luna sorbiéndose la nariz.
—Hija, ¿no tienes más pañuelos que me prestes?
—¿Es en serio, viejo? Cielos. Pero esta vez también dale algunos a mamá.
Le pasó otro paquetito. Luna también había disfrutado de la película, aunque no le pareció para tanto. Lucy parecía luchar por mantenerse despierta, cosa que Lana no había conseguido al quedarse dormida sobre la alfombra con Lisa roncando encima de ella chupándose el dedo. Leni les tomó una fotografía al notarlas así.
—Eso es tierno.
Lori le señaló entonces a Lincoln dormido también a un lado con Lynn encima de él abrazándolo.
—¿Deberíamos comenzar a preocuparnos por eso? —Preguntó incómoda la hija mayor.
—Solo son niños, hija. —Le recalcó Rita con desagrado comprendiendo lo que insinuaba.
Lori pareció meditarlo, cuando una notificación de su celular la distrajo. La adolescente de catorce años miró con desagrado la notificación de sus redes sociales.
—¿Carol de nuevo? —le preguntó Luna al verle la cara.
—Por supuesto. No deja de presumir que ya tiene novio a toda la escuela. Es tan molesto. Se ve ridícula mandándole mensajes a su novio todo el tiempo, pero cuando está con él se ve peor hablándole como una tonta —hizo una sonrisa malvada y comenzó a teclear—. Creo que no tiene enlazado a Roberto, así que le reenviaré la publicación.
—¿Por qué haces eso? ¿Es amigo de Carol o de su novio?
—No, pero me gusta molestarlo y Roberto odia a las personas empalagosas. Seguro lo haré vomitar.
Rita sonrió.
—Pareces realmente llevarte muy bien con tu amigo.
—Solo lo tolero. No es que seamos amigos realmente —sonrió un momento tras revisar algunas cosas en su celular—. Vaya, parece que consiguió un empleo de medio tiempo. Bien por él —su voz se volvió empalagosa—. ¡Que lindo! Es una foto de él en la fiesta de su hermanita. Parece un osito con esa diadema que ella le puso.
Luan se rio un poco antes de susurrar por lo bajo.
—¿No decía que la cursi es Carol?
El señor Loud reprendió un poco a Lori.
—Hija, estamos todos reunidos en familia. ¿Te importaría mensajear más tarde con tu novio?
—¡Que Bobby no es mi novio! ¡Ni siquiera me cae bien!
—¿Bobby? —Leni se sintió confundida—. ¿Creí que se llamaba Roberto?
—Bobby es un diminutivo que le dicen algunos de cariño.
Rita parecía encantada.
—Entonces al chico que "no te cae bien" sueles llamarlo con su "nombre de cariño".
Su hija se sonrojó. Molesta guardó su celular.
—¿Podemos ver otra película?
El padre miró su reloj. Compartiendo una mirada cómplice con su esposa, se dirigió a los chicos.
—Creo que por este día ha sido suficiente. No me había dado cuenta de lo tarde que es. ¿No quieren ir a jugar al parque o algo así? —la mayor parte de la familia asintió encantada—. Perfecto. Lori, Luna, cuiden a sus hermanos. Que nada les pase y cómprenles un helado.
Se sacó la cartera y les dio algo de dinero, incluso a Leni a pesar de no haberle pedido que contribuyera, aunque seguramente lo haría. Lori no parecía muy contenta por la encomienda y mucho menos por la cantidad que le dieron.
—Que tacaños. ¿Saben que a las niñeras les pagan más por hacer esto, verdad?
—¡LORI! —Le llamaron la atención ambos padres por el modo en que les habló.
Por el contrario, su hermana de doce años vio con humor el asunto.
—No seas tan exigente, hermana. Supongo que esto para ellos es incluso más barato que contratar una habitación, ¿cierto?
—¡LUNA! —exclamaron los padres con Lori abochornada reprendiéndola.
Lucy se rascó la cabeza y le preguntó confundida a Leni.
—No entendí. Si ya tienen una habitación, ¿para que querrían otra?
La rubia se encogió de hombros.
—Supongo que quieren hacer bebés.
—¡LENI! —Esta vez hasta Luna se unió a la reprimenda de sus padres y Lori.
La rubia de trece no entendió por qué la regañaron.
—¿Qué? No se pueden hacer bebés de madera en su cuarto. Se necesita una habitación especial para eso, me lo dijo el maestro en el taller de carpintería en la escuela. Una vez tallé uno.
Sus padres y hermanas mayores suspiraron tranquilos. Luan comenzó a reírse.
—Yo pensaba que hablaban de tener sexo.
—¡LUAN! —Leni se unió al coro
Sorprendida, Lori le increpó.
—¡No digas esas cosas delante de nuestros hermanos!
La siguiente chica castaña gimió fastidiada, aunque con cierto humor.
—Seguro nos traumaríamos por el gran misterio. Como si no supiéramos de lo que se trata.
—¡LYNN! —Luan se unió a la reprimenda comprendiendo lo que Lori quiso decirle.
—¿Y tú cómo sabes de esas cosas? —Lori estaba segura que todavía no les enseñaban "eso" en el grado de primaria que cursaba su hermana de diez años.
—Lincoln me contó una parte.
—¡LINCOLN!
El niño retrocedió asustado.
—¡Perdón! No sabía que el tema estaba prohibido. Me puse a investigarlo cuando leí esas cosas en los libros que Lucy lee a escondidas.
—¡LUCY!
—*Suspiro*. Son libros de vampiros y eso es lo que me interesaba, pero como había partes que no entendía, le pedí a Lincoln que me las explicara, aunque al principio no sabía nada tampoco, pero después que lo averiguó no me quiso decir.
Waltz voló del hombro de Lana dejándole un "regalito" sobre el hombro. Divertida, la niña sin ascos lo tomó con su mano y lo embarró en la cara de Lola.
—¡LANA!
La pequeña le increpó furiosa.
—¡Eres una maldita!
—¡LOLA!
La bebé la miró extrañada, pero deseosa de aprender una nueva palabra.
—¿Maldita?
—¡LISA!
Afuera, el señor Grouse se asomó por la ventana molesto hacia la casa de sus vecinos.
—¡LOUDS! ¡Todo mundo conoce sus nombres! No tienen por qué gritarlos. ¡Dejen de hacer tanto ruido!
Afuera, el abuelo Albert acababa de llegar de sorpresa con un regalo entre sus manos. Le indignó el arrebato del anciano.
—¡GROUSSE! ¡Deje de molestar a mi familia!
—¡POP-POP! —Gritaron sus nietas y nieto felices al escucharlo y saber que había llegado.
* * *
Pese a la tentación de castigarlos por todo el escándalo que provocaron, los padres lo dejaron pasar por esta ocasión. Todavía les quedaba media hora antes que Albert regresara con todos del parque como acordaron. La feliz pareja reposaba sobre la cama sin nada más encima que las sábanas.
—Esto fue maravillo. —Suspiró Rita feliz. Su esposo la vio emocionado.
—¿En serio tan bueno fui?
—Me refería al día en general, pero supongo que tú tampoco no estuviste tan mal —el hombre se enfurruñó, lo cual le hizo gracia a su esposa—. Estaba bromeando, tú también fuiste excelente. Estoy segura que sabes a lo que me refiero.
—Sí —sonrió satisfecho—. Fue un día genial. Ya hacía tiempo que no me divertía con toda la familia reunida al mismo tiempo —de pronto algo le preocupó—. ¿No sientes que en ocasiones los dejamos demasiado estar por su lado?
Justo la pregunta que Rita ya tenía mucho tiempo haciéndose, quizá con más frecuencia desde que Lisa nació, pero con la que había llegado en buen término para sí misma.
—No creo que tenga nada de malo darles su propio espacio, eso les ayudará a desarrollar cierta independencia.
—Supongo que tienes razón, aunque me pregunto cómo es que Lucy consiguió esos libros
—Sí... ya sabes, los niños se las arreglan para con ciertas cosas. Deja que me encargue yo de investigar eso, querido.
Satisfecho, Lynn sonrió y la besó disfrutando el momento. De ninguna manera Rita pensaba confesarle que ella, emocionada por el profundo interés que su hija demostraba por la lectura, le compró los libros que la pequeña le pidió buscando ser parte de su fomento en la misma. Había corrido con la suerte que Lucy fue prudente para no delatarla en ese momento. Lo mejor sería que pusiese más atención en los libros que su hija estuviese leyendo.
—Feliz aniversario, mi vida.
—Feliz aniversario, querido.
Ambos compartieron el mismo sentimiento que pormucho ese era uno de los mejores aniversarios que habían tenido, sin culpas, o remordimientossignificativos. Diez bendiciones. Estaban ya satisfechos y complacidos con eso.
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