Doceavo año

Ya era de tarde. El trabajo y la escuela había terminado, por lo que toda la familia estaba reunida en la sala para celebrar la ocasión.

La expresión de felicidad de los señores Loud al recibir sus presentes fue forzada, pero ni Lincoln ni sus hijas, excepto por una, se dieron cuenta de ello.

—Son... maravillosas. Muchas gracias.

Tras decir eso, Rita sintió como su esposo le presionó el hombro en señal de apoyo.

—Sí, son geniales... mucho mejor que las del año anterior.

Lincoln y Lynn cruzaron miradas satisfechos por su trabajo, igual las chicas. Las tazas de este año habían superado por mucho a su criterio a las anteriores. Lori parecía abochornada.

—Yo... tengo otro regalo para ustedes.

—¿Cuál es, cariño?

A Lynn padre no le extrañaría que se tratara de otra taza. La niña rubia de once años por un momento miró a Lincoln, como si esperara que él le hiciera alguna sugerencia. El niño peliblanco de cinco años que deseaba ver pronto un programa por la televisión que estaba por comenzar, vio el reloj de su muñeca. Lori como siempre agradeció mentalmente que al final sin saberlo, su hermanito le diese la respuesta.

—¡Tiempo de calidad para ustedes dos! Yo me ocuparé de la casa todo el día para que puedan hacer lo que quieran. ¿Qué les parece?

La idea resultaba tentadora para la pareja, más aún así se mostraron un tanto inseguros de la misma.

—Gracias, hija. Pero... creo que primero llamaré al señor Grouse.

Rita le palmeó la espalda.

—Cariño, recuerda lo que pasó la última vez. No creo que el señor Grouse quiera cuidar a todos tan pronto de nuevo.

Ciertamente con el paso del tiempo habían agotado por mucho la paciencia del anciano. Su esposo comprendió lo que quería decirle, por lo que preocupado meditó al respecto. Lori lo intentó una vez más.

—Vamos, literalmente podrían irse a comer o a pasear a algún lugar romántico por algunas horas. Les aseguro que la casa seguirá en pie cuando regresen.

De verdad querían tomarle la palabra. Últimamente se habían sentido más agotados de lo acostumbrado, no es que ignoraran el motivo o, mejor dicho, los dos motivos.

Un llanto irrumpió la conversación, a ese muy pronto se le unió un segundo llanto. Rita estaba por levantarse del sofá, cuando Lori la detuvo.

—Calma, mamá. Iré yo. Leni, ven a ayudarme.

—Cariño —dudó Rita—. ¿No crees que sería mejor que Luna te ayude?

La niña castaña de nueve años se estaba levantando incluso desde antes que la nombraran, pero bastó una mirada de la mayor de sus hermanas para volverse a sentar.

—Mamá, estoy segura que Leni puede ayudarme.

La niña rubia de diez alegremente siguió a Lori. Al retirarse, los padres vieron al resto de sus retoños con duda.

—¿Si los dejamos solos nos prometen portarse bien y hacer caso de lo que su hermana les diga?

Aunque no entendían cuáles eran las intenciones de Lori al haberles hecho esa propuesta, todos asintieron mostrándose de acuerdo. Con especial atención miraron a la pequeña castaña de siete años, quien después de responder que sí y sentir cierta severidad en la mirada de sus padres, Lincoln y sus hermanas, suspiró con fastidio.

—Haré lo posible por estar quieta, ¿de acuerdo? De verdad.

Una niña de ocho años con un muñeco sobre sus rodillas, hizo que este se moviera y abriera la boca.

—"Posiblemente inquieta se esté, en eso todos estamos de verdad de acuerdo". ¿Entienden?

Rompió en risas, aunque por el modo en que todos rodaron los ojos y musitaron con fastidio, su chiste no pareció haberle hecho gracia a nadie, salvo a su padre, que se detuvo al notar enfurruñada a su hija cruzada de brazos, al menos lo estuvo hasta que su hermanito se acercó a ella para reconfortarla.

Los llantos cesaron. Lori y Leni regresaron, cada una cargando a una bebé de ocho meses con un mechón rubio. Ambas bebés eran completamente idénticas, siendo lo único que las diferenciaba una pulsera de plástico en sus muñecas.

—Ven, fue fácil calmarlas —les dijo Lori con orgullo cargando a la bebé de la pulsera azul, la cual estaba dormida—. Lola sólo despertó porque su hermanita comenzó a llorar.

La otra bebé que Leni cargaba llevaba una pulsera rosa y bebía de una mamila gustosa.

—Y Lana se despertó porque tenía hambre.

Los padres dieron su gusto bueno por el modo en que se las habían arreglado para controlar rápidamente la situación. Tal vez no les hiciera daño darse un descanso a sí mismos después de todo. El señor Loud miró a su esposa decidido.

—Supongo que el que las dejemos unas tres...

—Dos.

—Dos horas solas será suficiente sin que hagan nada malo. Lori sabrá arreglárselas con las demás. En todo caso llevamos nuestros celulares.

—Bien, entonces salgamos.

No fue difícil convencerla. Un largo respiro sería bueno para terminar de cerrar el día, especialmente siendo su aniversario.

Cuando subieron a su habitación para cambiarse, las chicas miraron a Lori, siendo Luna la primera en preguntarle.

—Hermana, ¿a qué se debió esa sugerencia? ¿Tienes algo pensado para pasar la tarde?

En ese momento Lynn aburrida se marchó para jugar al patio con su pelota, arrastrando a Lincoln con ella. Lori pensó que era mejor así para que los pequeños no se sintieran heridos por lo que diría.

—Creo que están comenzando a aburrirse de las tazas que les damos todos los años. Creí que sería buen momento para hacer un cambio que apreciaran.

Luna y Luan lo comprendieron, pero Leni pareció tener dificultades para hacerlo.

—Pero si ya fueron a cambiarse de ropa. ¿Es por eso que les pediste que salieran?

—Leni, me refiero a —suspiró—... si algo así. Vamos, hay que dejar otra vez a las gemelas en su cuna.

* * *

Más tarde, tan pronto terminaron de darles las indicaciones debidas a sus hijas, ambos padres subieron a Vanzilla, aunque Rita no dejó de mirar con cierta apuración a su familia cuando salieron a despedirse de ellos por la ventanilla hasta que partieron.

—Entonces —comenzó su esposo en tono seductor—. ¿A dónde te gustaría ir, preciosa? Si lo deseas podemos ir a ese restaurante que tanto me has dicho que quieres conocer, o quizá en una buena habitación de hotel en las afueras podríamos intentar el de...

—Tal vez debamos de regresar y traer a las bebés con nosotros al menos.

—Rita, vamos. Confía en las chicas. Has estado cada hora y cada día con las gemelas desde que nacieron. Trata al menos de relajarte y olvidarte de ellas por una tres...

—Dos.

—...dos horas, ¿quieres? Lori es responsable, siempre carga su teléfono para cualquier emergencia, Luna la ayudará y Leni también.

Lo cierto es que no le daban mucho crédito a Leni, aunque siendo justos, salvo por pocos tropiezos, era muy buena para cuidar a sus hermanas y hermano desde que estos eran bebés.

—Supongo que tienes razón. Podemos divertirnos solos nosotros dos.

—¿Y yo?

Rita lanzó un grito corto y Lynn por cuestión de segundos casi pierde el control del volante, todo por la niña albina pelinegra de dos años que de pronto se irguió en uno de los asientos traseros.

* * *

Lori y sus hermanas regresaron adentro de la casa. Tan pronto cerró la puerta, fue a la sala y dio una orden levantando mucho la voz.

—¡Quiero ver a todos inmediatamente ahora!

Todas sus hermanas y hermano aparentemente con excepción de las bebés aparecieron de inmediato. Lori tomó a Leni de la mano e hizo que se pusiera al principio de la fila, luego hizo lo mismo con Luna al situarla entre Leni y Luan, invirtió al final las posiciones de modo que Lynn quedara primero antes que Lincoln y al final asintió satisfecha.

—Recuerden ese orden, así quiero que se formen cuando yo les hable, ¿entendieron? —todos asintieron intimidados—. Perfecto. ¿Estamos todos?

—Faltan las gemelas.

—Están durmiendo, Lincoln. Además son muy pequeñas para entendernos todavía.

—¿No deberías ir a mi lado?

—Pero yo estoy dando las órdenes, Leni. Por eso no estoy en la fila. Bien, si no falta nadie entonces...

Tocaron a la puerta. Lori se interrumpió para abrir. Tan pronto lo hizo, sus padres con cara de fastidio con Lucy en brazos se la entregaron. Sonrojada, la rubia la tomó cual muñeca, pues la pequeña no cambió en ningún momento su expresión apática.

—*Shuspiro*.

Tratando de ponerla en evidencia, Rita se dirigió a sus hijos sorprendida de ver la alineación en la que estaban.

—¿Alguien sabe qué fue lo que olvidó su comandante?

Lincoln levantó la mano apresurándose a responder.

—¿Preguntarles si de verdad querían llevarse a Lucy antes de que se fueran al no ocurrírsele que en realidad se les olvidó dejarla?

Ahora quienes se abochornaron fueron sus padres. Rita abrió la boca, pero al no ocurrírsele nada la volvió a cerrar. Su esposo asintió incómodo.

—Touché.

Una vez que volvieron a marcharse, Lori colocó a Lucy a un lado de Lincoln, a quien le revolvió el cabello con cariño y agradecimiento por sacarla del aprieto con sus padres. Tan pronto estuvo en el suelo, la niña parecía tener intenciones de marcharse, por lo que su hermano mayor se apresuró a tomarla de la mano para que no lo hiciera. Lucy lo miró confundida, pero no dijo nada ni intentó irse de nuevo. Lori volvió a plantarse delante de ellos recobrando su porte autoritario. Se sacó por el cuello de su blusa un silbato que por un momento había olvidado que llevaba.

—Muy bien. Como iba diciendo, ahora estoy a cargo una vez más. La próxima vez que las llame usaré este silbato y quiero que estén en esta formación, ¿entendieron? —volvieron a asentir. Lucy suspiró—. Perfecto. Pueden hacer lo que quieran ahora, pero si rompen algo o hacen tanto ruido como para despertar a las gemelas, sin importar quién haya sido, habrá un castigo para todos por igual. ¿Entendieron?

De esa manera se aseguraría que a nadie se le ocurriría ni por asomo hacer alguna tontería.

—¡Pero eso no sería justo, hermana! —saltó Luna—. Si sólo una se porta mal, entonces las demás no deberíamos...

—¡Pregunté si entendieron! —si alguien tenía más reclamos, prefirieron callárselos y por el contrario asintieron asustados—. Bien, pueden romper filas.

Lori se llevó el silbato a la boca para pitarlo y dar la orden, en cuanto lo hizo, las gemelas comenzaron a llorar. Sus hermanos la miraron de mal modo. La niña tragando saliva sólo atinó a levantar las manos.

—Está bien, literalmente esta vez fue mi culpa, lo admito, esa no cuenta. Leni, ven a darme una mano de nuevo.

Apenas entraron a la habitación, retrocedieron dos pasos asqueadas llevándose ambas manos a la nariz.

—No creo que el ruido sea lo que las haya despertado, Lori.

—Sí, ya lo creo. ¡Luna, tráeme los pañales!

La niña que se disponía a practicar con el pequeño teclado en su habitación, musitó con cierto fastidio.

—Sí, ya voy —pero tan pronto entró a la habitación, volvió a salir—. ¡Válgame! No creo que un simple cambio de pañales solucione algo, hermanas.

—¡Guacala! —Se quejó Lynn al pasar cerca de la habitación­ —. Huelen peor que yo después del receso y siempre creí que eso no era posible.

Curiosa, Luan se alejó también tras intentar entrar. Aún con ambas manos cubriéndose la cara, se detuvo para dar su opinión al respecto.

—Este momento "literalmente apesta", ¿entienden?

Lincoln subió las escaleras, encontrándose a Lucy en el pasillo acostada boca arriba y recta con ambas manos sobre el pecho.

—¿A qué estás jugando?

—Toy muelta.

—¿Y de qué te moriste?

—No aire. Lola y Lana me quitaron. *Shuspiro*.

—Vamos, Lucy. No seas tan exagerada —pero apenas el niño entró a la habitación de sus hermanitas más jóvenes para averiguar a qué se refería, retrocedió asqueado—. Esta bien, lo que esas niñas necesitan es un baño.

Lori tuvo que darle la razón.

—Bien, creo que necesitaré otro par de manos por aquí. ¿Luna, Luan?

—Yo ya me bañé, gracias. ¡Con permiso!

Luan desapareció. Luna no parecía muy entusiasta tampoco.

—Yo... ah, necesito practicar y... no quiero.

Lori miró a Lucy, que continuaba en el suelo haciéndose la muerta, o quizá se había quedado dormida. Seguía siendo muy pequeña de cualquier forma para ayudarles. Lynn y Lincoln discretamente se estaban alejando de la escena.

—¡Alto ahí! Ustedes se encargarán de Lola. Nosotros prepararemos a Lana para bañarla.

Ambos disgustados al mismo tiempo bufaron. Lynn cargó resignada a la bebé de la pulsera azul que no dejaba de llorar, Lincoln la acompañó haciéndole muecas detrás de Lynn para calmarla. La niña dejó de llorar y su expresión se suavizó y comenzó a reír un poco.

—¿Por qué tenemos que hacernos cargo nosotras de Lana? —se quejó Leni un poco—. Lola es más fácil de tratar.

—Precisamente por eso se las dejé a ellos. Ambas somos más grandes y podemos con Lana que es más difícil.

Procedieron a quitarle el pañal. Lana ciertamente tenía una expresión hosca muy distinta a las normalmente traviesas y agradables expresiones de Lola. Lori tuvo que cerrar los ojos y la boca para contener el asco. Aunque Leni arrugó el ceño, no vaciló a diferencia de su hermana mayor a la hora de limpiarla, por su parte Lori decidió preparar la tina llenándola muy por debajo de la mitad con agua tibia.

Lola en la otra habitación no dejaba de reírse de Lynn y Lincoln quienes para divertirla, o al menos eso quizá pensaba la bebé, no dejaban de hacer más muecas graciosas, muecas de asco y de estarse sofocando.

—¡No deberíamos de hacer esto! ¡Es trabajo de Lori y las otras! —Se quejó la niña—. ¡Por algo son las mayores!

—Ya sé, pero ni modo —su hermanito tampoco estaba nada contento, pero trataba de hacer más llevadero el momento recordando algo que su madre le había dicho mientras cambiaba a las bebés un día enseñándole cómo hacerlo—. Mamá dice que es buena práctica para cuando tengamos hijos.

Lynn tardó un momento en entender lo que escuchó. Por un momento y quizá por culpa de la manera en que Lola la distraía, se imaginó que se había referido a los hijos que tendrían los dos juntos. Aunque extraño, tampoco es que a la inocente pequeña de siete años la idea le sonara mal, aunque no estaba segura de cómo se supone que el estómago se le hincharía como a su madre cuando los estuviera esperando, aunque...

—Creo que prefiero tener un perrito a tener hijos.

—¡Sí! Yo también. Me gustaría uno que... ¡No, Lola!

Cuando Lynn vio lo que su hermanita hizo, se sintió verdaderamente enferma. Sin ningún asco, la bebé se había puesto a jugar con el pañal sucio. Parecía divertida por estar ensuciándose cada vez más por la forma en que se reía. Era un hecho que Lori se las había dejado para buscar zafarse de lidiar con Lola encargándoles a los chicos la tarea difícil.

Por mucho que quisiera huir y dejarle a Lincoln el problema, Lynn no fue tan ingrata y como pudieron entre los dos hicieron el intento de quitarle todo, salvo la pulsera azul. Al menos Lola dejó de llorar y parecía estar divirtiéndose de lo lindo en su propia mugre. Lynn molesta le dio un golpecito en la nariz con el dedo.

—Eres una traviesa.

La bebé comenzó a reír ante el gesto que le hizo.

—Creo que no se dio cuenta que te enojaste, Lynn.

—Lana lo haría. Se enfurece cuando le hago eso a ella.

Mientras tanto en el baño, Lana parecía más relaja ahora que su cuerpo estaba empapado y con cuidado sus hermanas comenzaron a lavar con una esponja su cuerpo.

—¿Estás segura de lo que haces? —le preguntó Luna a Leni.

La niña de nueve años al final se tocó el corazón por darles una mano a sus hermanas, sorprendida que en realidad Lori terminó relegando muchas de las actividades del baño a Leni. Increíblemente, a pesar de lo torpe y distraída que parecía ser en muchas cosas, su hermana mayor inmediata era tan cuidadosa como su propia madre al asear a la pequeña.

—He visto a mamá hacer esto cientos de veces.

Lincoln entró seguido de Lynn sosteniendo a Lola con cuidado como si de una bomba a punto de estallar se tratase, comparativa que usualmente les gustaba hacer a todas las chicas también, dada la manera en que Lola era propensa a ensuciarse cada vez que la desatendían por segundos desde que aprendió a gatear más rápido que su gemela mayor.

—Literalmente se tardaron bastante —les llamó la atención Lori, entonces reparó en el estado en que la bebé se encontraba—. ¡Pero qué rayos le sucedió a la bebé!

—Solo es Lola siendo Lola —sentenció Lynn cansada—. Como si se pudiera estar en paz igual que Lana.

Apenas la pusieron al lado de su hermana, Lola comenzó a llorar demostrando lo mucho que le disgustaba que la bañaran. Lana la miró de un modo altivo, pero en cuanto Lola le pegó en el pecho y se dio cuenta que por esto estaba sucia de nuevo, también se puso a llorar. Los presentes se llevaron las manos a los oídos esperando que esto no durase mucho. Leni hacía todo lo posible para calmarlas, pero ni ella sola podía con ambas, por lo que resignándose, Luna se remangó la blusa y se acercó a darle una mano.

—¿No deberíamos de quitarles las pulseras para limpiárselas también? —sugirió al notar lo sucia que estaba la pulsera azul de Lola.

—Pero si hacemos eso, después no sabríamos quién es quién. —Razonó Leni.

—Hermana. La de la izquierda es Lola y la de la derecha es Lana, así de sencillo.

—Pero mamá y papá dijeron que nadie debía quitarles las pulseras, excepto ellos.

Luna estaba por decir algo más, cuando Lori intervino.

—Literalmente tiene razón. Que mamá y papá se encarguen de las pulseras, nosotras ya estamos haciendo la parte difícil.

Las chicas y Lincoln quien con Lynn les acercaban las toallas a sus hermanas, vieron de mal modo a Lori por decir el "nosotras" en lugar de "ustedes", pero nadie se atrevió a responderle.

Una vez terminada la labor sacaron a las bebés de la tina y las llevaron a la cama de Lori. Dado que ella no había colaborado mucho a final de cuentas, no puso ninguna objeción.

—¿Terminaron ya? —Les preguntó Luan entrando a la habitación con un espejo en una mano y su cámara en la otra.

—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó Lori previniéndose a lo que su traviesa hermanita de ocho años tuviera entre manos.

—Quiero hacer un experimento. ¿No han visto esos videos en internet de bebés cuando se ven por primera vez en el espejo? Mamá no me ha dejado grabar a las gemelas haciéndolo. Esta es mi oportunidad.

Lincoln carraspeó incómodo con cierto recuerdo en mente.

—Eso una vez lo hice con Lucy y no salió muy bien.

—¿Qué cosha?

Lincoln pegó un salto por lo que terminó en los brazos de Lynn, incluso ella había retrocedido asustada cuando notaron a Lucy repentinamente en la habitación sin haber notado el momento en que entró.

—¿No dijiste que estabas muerta? —le reclamó Lincoln bajando de los brazos de su hermana.

—*Shuspiro*. Shoy vampida como de la tele.

Y acto seguido, la pequeña que el próximo mes cumpliría los tres años, se dio impulso para dar un salto y alcanzar a su hermano abrazándolo y mordiéndole suavemente el cuello. Todas comenzaron a reír, Luan especialmente lamentando no haber grabado eso con su cámara. Intentó hacerlo, pero para cuando la tuvo lista, Lynn se apresuró a quitársela de encima regañándola de paso.

—Lucy, eso no se hace. No se muerde a la gente.

—*Shuspiro*.

Lincoln se tocó el cuello, en realidad ni siquiera le había dolido, siendo muy leve la mordida por lo que estaba bien, salvo un poco húmedo por la saliva que le había dejado. Reconoció que había sido divertido. Lucy le sonreía, eso era bueno. Desde que volvieron a cambiar de habitaciones para ajustarse con las gemelas y a Lincoln le dieron su propia habitación, Lucy que terminó ahora con Lynn, parecía extrañarlo.

—Entonces, Lori. ¿Me dejas?

Con el ambiente más amenizado, Lori asintió permitiéndole a su hermanita hacerlo.

—Pero si se ponen a llorar, esta vez tú te encargas.

Aceptando el riesgo, una vez que Leni y Luna terminaron de secarlas y ponerles pañales limpios, las sentaron juntas mientras Lincoln se ofreció a sostener el espejo frente a ellas con Luan grabándolo todo a un lado de las gemelas.

Afortunadamente ninguna lloró. Lola ignoró por completo su reflejo apenas poniéndole atención, más interesada en bajarse de la cama pese a que la tenían sujeta, pues lo que ella quería era explorar la habitación. Lana por otro lado gratamente sonrió a su reflejo y comenzó a hacer caras, a sonreír y explorar su imagen durante un momento muy largo. Lincoln se aburrió y retiró el espejo cuando se lo permitieron, lo que decepcionó a la mayor de las gemelas quien parecía querer continuar jugando.

—Parece que a Lana si le gustó mucho su imagen —opinó Luan cortando la grabación—. Bueno, no fue lo que esperaba, pero estuvo bien.

Con cuidado, Leni sacó un pequeño peine y lo pasó por el cabello de Lana. La pequeña se quedó quieta disfrutando de la sensación cada vez que Leni le peinaba sus pocos cabellitos dorados, a diferencia de Lola que en brazos de Lori, molesta no dejaba de retorcerse para evitar que lo hicieran.

—Bien, me rindo. Llevémoslas al corral y veamos televisión.

Bajaron con cuidado con ambas bebés y encendieron el televisor. Lana desinteresada tomó un osito de peluche y apretujándose en una mantita rosa muy modosita se quedó dormida, mientras Lola se las arregló para pasar por debajo del corral y salirse. Lincoln fue por ella tras ver que se escondió debajo de la mesa.

—¡Espera, Lola! ¡No hagas eso!

Fue muy tarde, cuando se asomó para tomarla, vio como Lola tomaba un diminuto insecto del suelo y se lo llevó a la boca.

—¿Qué ocurrió con Lola, Lincoln?

El chico temiendo que lo culparan de eso y sin detenerse a pensar que a su hermanita quizá le haría daño lo que hizo, decidió protegerse a sí mismo primero.

—Ella... ella se... Lola se volvió a ensuciar.

Lo cual también era cierto. Lori fastidiada y un tanto arrepentida por el descanso que se había propuesto darles a sus padres, miró la hora del reloj en su celular. Faltaba una hora de las dos de las que aparentemente se demorarían en regresar. Lo que les había sugerido de pronto ya no le pareció tan buena idea como había imaginado.

Más tarde, incluso Lola terminó por ceder al sueño quedándose dormida en el suelo con la baba resbalándole por la boca. Cuando se acercaron a ella, se tiró una flatulencia.

—Qué bonito, así debía verse Lori cuando bebé.

—Muy graciosa, Luan. Ahora te toca ayudarme a ti. Ve por Lana. ¡Y ya te habían dicho que dejes de tocarte los dientes de esa forma!

La pequeña comediante dejó de frotarse los dientes para obedecerla, pensando en recordarle que ella también solía hacer lo mismo últimamente. Los dientes que había perdido hace tiempo habían terminado de crecerle, aunque los frontales le daban una sensación muy rara, como si chocaran entre sí. Lori parecía tener el mismo problema, pero buscaba ser discreta al respecto.

Cuando cargó a Lana, la niña se despertó un poco dirigiéndole a su hermana una mirada rencorosa por haberlo hecho.

—Por lo que más quieras, Lanita. No llores. Sueña en los corderos, que están cubiertos de ti, de pura "Lana". ¿Entendiste?

La bebé igual comenzó a llorar. La nerviosa niña de ocho años se dio cuenta que Lori la escuchó por el modo en que la miraba.

—¿Qué le hiciste?

—Nada, sólo le conté un chiste.

—Eso lo explica todo. —Mencionó Lynn con una sonrisa.

—¡Oye!

—¡Basta! —Las detuvo Lori antes que comenzaran a pelearse—. Leni, ayúdale a Luan.

En sus brazos Lola se despertó cuando la cargó, pero para fortuna de la mayor, la bebé no lloró esta vez, aunque parecía incómoda. Lori la recargó contra sí y le golpeó suavemente la espalda, hasta que soltó un eructo que le pareció demasiado potente y escandaloso para una bebé.

Lincoln alternaba su mirada entre sus hermanas pensando intensamente, sintiendo que estaban obviado algo.

—¿No van a dormirlas sin ponerles sus mamelucos, o sí?

Ciertamente su madre se disgustaría si al llegar encontrara a las niñas sólo en pañales.

—Es verdad. Gracias, Lincoln. Toma a Lola. Yo cambiaré a Lana mientras tú y Leni la visten a ella. Después...

—¡No lo creo, Lori! —hasta ahí el niño decidió ayudarlas—. No es justo. Tú quieres encargarte de Lana porque es más sencillo. Como Lola no se deja vestir nos la quieres dejar a nosotros.

La niña gruñó.

—Está bien, quédense con Lana, pero sólo por esta vez.

Subieron a las bebés y las pusieron en su cuna. En el camino Luna notó que la muñeca de Lola parecía tener una irritación debajo de su pulsera azul. Negando disgustada, fue detrás de sus hermanas y hermano.

Tras dejar a las pequeñas en la cama y que estas soñolientas se acostaran, Lori y Lincoln fueron a buscar al sótano el cesto de la ropa limpia los mamelucos que sus padres lavaron en la mañana. Leni regresó a su habitación viendo si podría continuar dibujando un conjunto que trataría de hacer ella misma para las gemelas. Lucy desapareció por ahí, al menos Lynn que se puso a jugar baloncesto de calcetines no la vio en su habitación. Lola en la cuna se quedó succionándose el dedo porque a diferencia de Lana, no quiso el chupón que le ofrecieron.

Luna entró y tras ver a las gemelas acostadas una al lado de la otra, con cuidado y sin despertarlas o moverlas mucho, consiguió quitarles las pulseras.

—Luna, ¿qué haces?

Luan la había descubierto. Había entrado con su cámara de video.

—Voy a lavar las pulseras. Mira como Lola tiene su muñeca. Le va a hacer daño —pero al pasar la mano sobre lo que creyó era una irritación, se dio cuenta que no tenía nada, salvo un poco de suciedad que suavemente pudo limpiarle con los dedos.

—¿Y después sabrás cuál es cuál?

—Lola es la de la izquierda y la que está con el chupón es Lana. Obviamente me fijé en cómo distinguirlas antes de quitárselas. Sólo tardaré un segundo. Avísame si Lori y Lincoln suben.

Mientras Luna fue al baño, Luan dejó la cámara en el tocador y salió de la habitación con la vista fija en las escaleras, lista para avisarle a Luna si veía a sus hermanos para que se diera prisa. De pronto las niñas comenzaron a llorar, lo que provocó que Lincoln y Lori al escucharlas se apresuraran con la ropa.

Cuando volvió a la habitación, Luan vio con espanto que Leni se le había adelantado. Ella ya estaba adentro y tratando de calmar entre sus brazos a una de las bebés. El chupón estaba en el piso y dado que la otra bebé estaba asomándose entre los barrotes justo en medio de la cama, no tenía manera de saber a quién se le había caído, o cuál de las dos estaba en qué lado.

—Se estaban dando de manotazos otra vez —explicó Leni antes que Lori le pidiera una explicación tras llegar primero—. Tranquila, pequeña... pequeña... —se fijó en su muñeca—. ¿Y esta cuál es?

Entonces todos se percataron de lo mismo. Luan tragó saliva. Aterrada, Lori la miró con enojo.

—¡Dónde están las pulseras!

Luna entró con las pulseras ya limpias.

—¡Ella se las quitó! —la señaló Luan con culpa con tal de evitar la furia de Lori.

—¿Que hice qué? —Luna no entendió lo que sucedía, hasta que vio a las gemelas en un sitio distinto a como las dejó—.

—¡Oigan! ¿Por qué las movieron?

Parecía haber hecho una mala elección de palabras. Lori ahora parecía más molesta que antes.

—¡Por qué les quitaste las pulseras!

—Te había dicho que estaban muy sucias.

—Perfecto. Ahora dime cómo vamos a saber cuál es cuál.

—Eso es sencillo, con permiso —se dirigió con tranquilidad entonces hacia Leni—. Hermana, ¿la bebé que estas cargando la tomaste de la derecha o de la izquierda?

—Ésta se encontraba encima de la otra cuando llegué.

Tras que Lincoln y Leni consiguieran calmar el lloriqueo de las bebés, hubo un prolongado silencio.

Lynn entró en la habitación buscando a Lincoln, sorprendiéndose de encontrar a casi todas sus hermanas también adentro una vez más.

—¿Ahora qué ocurre, Lincoln?

—Lynn —su hermanito parecía alarmado—. Además de por las pulseras, ¿tú sabes cómo diferenciar a las gemelas?

—Por supuesto. Una tiene un lunar en un tobillo.

Las chicas suspiraron relajadas. Lincoln no encontró ningún lunar en la bebé que cargaba.

—¡Esta tiene un lunar! —señaló alegremente Leni.

—Estupendo —Lori estaba satisfecha—. ¿Cuál es la del lunar, Lynn?

La niña trató de concentrarse.

—La verdad es que no me acuerdo.

Lori sentía que como las gemelas, también estaba a punto de llorar, sentimiento que Luna compartió al darse cuenta que sería a ella a quien le echarían la culpa.

—¡Esperen, hay otra forma! —exclamó Leni y todos recobraron la esperanza—. Lana es rubia, así que esta es Lana y la otra... ¡Miren! Lola también es rubia.

Lynn comprendió el predicamento y también comenzó a sentirse nerviosa.

Alguien tiró de la falda de Luan asustándola, al menos hasta reconocer de quién se trataba.

—¿Qué pasa, Lucy?

—Jambre.

—En un momento te doy un bocadillo. Estamos ocupadas con las gemelas.

—¿Eshpejo ota vez?

—No. Ya no estamos jugando a —por supuesto—. ¡Lucy, eres una genio!

—Ya shé.

La comediante salió y en menos de un minuto regresó con el espejo que usó en la tarde para grabar a sus hermanas.

—Es obvio que sólo a una le gusta ver su reflejo en lugar de a La-na,da. ¿Entienden?

—¡Brillante! —aprobó Lori el plan—. Tu idea, no el chiste.

Pusieron a las gemelas en la cuna y el espejo a un lado. Esta vez ninguna parecía interesada en el espejo, por lo que las chicas insistieron poniéndoselos más cerca, al notarlo ambas gemelas por igual sonrieron risueñas posando al mismo tiempo.

—Parece que a ambas ya les gustó. —Observó Luna frustrada.

—¿No deberíamos de vestirlas? —insistió Leni—. Mamá está por llegar.

—Hermana, no sabemos a cuál ponerle el... ¡Eso es!

Luna tomó el mameluco azul y luego a la bebé que Lincoln tenía.

—¿Pero qué haces? —el niño estaba confundido—. ¿descubriste que esa es Lola?

—No, pero si no se deja vestir, obviamente es Lola. Sólo a Lana le gusta usar ropa —Sin problemas, la niña dejó con toda tranquilidad que le pusiera la prenda sin manotearla—. Por tanto, esta es Lana.

Finalmente todas se sintieron aliviadas, en especial Lori.

—Perfecto, Luna ya puedes quitárselo. Debemos... ¡Leni, no le pongas a Lola el mameluco rosa! Es de Lana.

—Perdón.

Sin embargo, con horror se dieron cuenta que al ponérselo, la bebé muy tranquila y sin ninguna clase de resistencia se dejó vestir por su hermana. A ambas bebés las miraron tranquilas, ninguna les hacía mala cara y parecían satisfechas con los mamelucos.

Nerviosas porque de nuevo estaban como al principio, se dieron cuenta que quizá ya no faltaba mucho tiempo para que sus padres regresaran.

—Cielos, háganse a un lado —musitó Lynn firme dirigiéndose hacia las gemelas—. Perdónenme hermanitas.

Con cada mano, le dio a cada una un ligero golpecito en la nariz a ambas.

Las chicas contuvieron el aliento. Obviamente la que se riera sería Lola y por tanto... Tal vez Lynn se había pasado con el golpe, ambas gemelas miraron irritadas a la castaña.

—¿Alguna otra sugerencia? —pidió Lori con nerviosismo.

Lincoln sintiendo que ya no importaba nada, pues después de cualquier manera se metería en problemas, corrió hacia el jardín.

—¡Oye! —Le gritó su hermana—. ¡No nos dejes solas, torpe!

Lynn miró de mala manera a Lori, cuando casi sin aliento Lincoln regresó protegiendo algo que llevaba entre ambas manos.

—Hiciste un buen tiempo.

Lo felicitó Lynn, pero Lincoln la ignoró dejando una hormiga en una de las manos de cada bebé.

—Hora de comer.

—¡Linki! ¿Qué haces? —lo regañó Leni—. ¡Eso es tan asqueroso! ¡Lana nunca se comería algo así!

—Lo sé. Pero Lola si lo haría.

Ambas bebés miraron igual de asustadas los insectos en sus manos, pero enseguida las venció la curiosidad, las dos se los llevaron a la boca tragándoselos provocando enseguida un "¡Ewww!" general. Lori pensó en darle un coscorrón al niño, pero fue Lynn quien se le adelantó.

—Está bien. A las dos ahora parecen gustarle los insectos.

—Si se enferman será tu culpa —lo sentenció Lori—. Necesitamos... ¡Comida! Sus biberones, ¡tráiganlos ahora!

En un momento Luna y Luan se los trajeron. Las bebés recordando que ya tenían hambre, estiraron hacia ellas sus manitas. Esta vez fueron precisamente Luan y Luna quienes las cargaron y las alimentaron durante unos pocos minutos. Enseguida les dieron palmaditas. De pronto la bebé que cargaba Luan soltó un débil y corto eructo.

—¡Y la ganadora es...! —entonces la que llevaba su hermana repitió uno exactamente igual—. ¡...nadie! Ya perdimos todas.

A consciencia buscaron algún indicio en sus cuerpos, quizá una marca que no hubieran visto u otro lunar, cualquier diferencia serviría, aunque de encontrarla también estaría el problema de recordar si ya anteriormente la habían notado y en quién de las dos. Pero no. Lola y Lana eran casi exactamente idénticas como dos gotas de agua.

De pronto escucharon ruido allá abajo. Vanzilla volvía a aparcar en la entrada y de la misma sus dos padres acababan de salir. Parecían estar discutiendo un poco.

—Lo siento, Lynn —decía Rita—. Es que de verdad todavía me quedo intranquila de desapartarme de mis bebés.

—Está bien. Lo entiendo, cariño. Al menos el paseo fue divertido.

—Gracias. Te prometo que el próximo año reconsideraré lo del hotel.

Aunque las chicas que se asomaron se quedaron junto con Lincoln confundidas sobre por qué sus padres querrían ir a un hotel si ya tenían una cama para dormir en casa, salvo por Lori quien no pudo evitar sonrojarse, trataron en su lugar de concentrarse en el problema inmediato que tenían.

—No hay opción —Lori cerró los ojos—. Luna, dame las pulseras.

Con temor, una vez que las tuvo se las colocó a las bebés sin pensar quién era quién. Todo el grupo tragó saliva a sabiendas que su hermana se había limitado a tratar de atinar.

—¡Chicos, ya llegamos! —se anunció el padre seguido de su esposa.

—¿Dónde están? ¿Con las bebés?

Sudando frío, ninguna contestó. Preocupados, los padres subieron a la planta alta donde tan pronto se encontraron con su extensa prole notaron que algo no andaba bien, especialmente cuando salvo por Lucy, Lincoln y sus hermanas mayores con sus cuerpos cubrieron la cuna de las gemelas.

—¡Hola papá! ¡Hola mamá! —Los saludó Lori que al igual que el resto fue incapaz de disimular su nerviosismo—. ¿Qué tal su cita? ¿Se divirtieron?

—Sí, todo estuvo... ¿Qué está ocurriendo aquí?

Nadie contestó a la pregunta de su padre. La madre preocupada dio un paso al frente y las chicas sin más opción se hicieron a un lado. Rita se encontró con las gemelas ya vestidas quienes sonrieron al verla. La mujer intercambió una mirada de seriedad absoluta con su esposo al ver a sus pequeñas, entonces se dirigió a su familia haciendo una pregunta que los dejó sin habla.

—¿Por qué le pusieron a Lana el mameluco de Lola y a Lola el de Lana?

Todos se quedaron completamente desconcertados ante eso. Sin poder contenerse la duda que todos tenían, a riesgo de ser castigada, Luna sacó el valor para preguntarle.

—Mamá, ¿tu de verdad sabes distinguir a las gemelas?

—Por supuesto. Soy su madre —contestó solemne—, una madre siempre sabe algo así. Ahora díganme, ¿por qué lo hicieron?

Relajados porque ella había conseguido sin ningún esfuerzo darse cuenta de quién era quien, aunque aún temerosas por cómo responderle, quedaron sorprendidas cuando Lincoln tomó la palabra tomando la cámara de Luan del tocador.

—¡Queríamos hacerles una broma! Parece que no cayeron. No se la tomen a mal, mamá. Ya sospechábamos que igual se darían cuenta apenas vieran a las gemelas que estaban vestidas diferente.

Rita sonrió y negó con la mirada.

—¿Fue cosa tuya, Luan?

Nerviosa porque sin duda tendría que cargar con la culpa, Luan abrió la boca lista para sacrificarse por el equipo, cuando de pronto Lincoln nuevamente intervino.

—Yo sugerí lo de hacerles la broma.

—Pero fue mía la de intercambiar sus prendas. —Agregó Luna.

—Yo las ayudé. —Intervino Leni.

—Yo secundé a Linc. —Continuó Lynn.

—Yo les di permiso. —Quiso terminar Lori.

—*Shuspiro.* Yo culpabe.

Ambos padres estaban seguros que había algo más detrás de esto, pero decidieron zanjar el tema, en parte porque la idea que entre sí todos se protegieran de semejante manera les pareció encantadora. Hacía algún tiempo que no veían tan unidos a sus hijos.

—Bueno, basta de bromas. Prepárense para cenar. Tengo algo especial por nuestro aniversario —le guiñó un ojo seductor a su esposa—. Así que andando.

Con un gran peso menos encima, el grupo se marchó de la habitación tranquilos dejando a sus padres solos, no sin antes y cuando estos no los vieron, detenerse para abrazar y besar a su hermano con cariño y gratitud, antes de repetir la acción con cada una de ellas.

—Salimos bien parados de esta al final —suspiró Lori, aunque de pronto su expresión se endureció—. Pero en serio, Lincoln. No vuelvas a darles bichos de comer.

—Estoy seguro que ese par pueden resistirlo. —Opinó Lynn llevándose de la mano a su hermanito y este con la otra a Lucy para cambiarse juntos.

Luna estiró los brazos sintiendo que habían sido ya demasiadas emociones en el día para ella.

—Hermana. ¿No vienes a cambiarte?

—Dame un minuto.

Luan hasta ese momento se había percatado que la cámara había estado encendida todo el tiempo y había grabado el momento en que las bebés se despertaron, comenzaron a reñir entre ellas y luego Leni llegó separándolas. Había algo extraño que no lograba deducir todavía. Dejó la grabación y entró en su cuarto acompañando finalmente a Luna.

—Oye, ¿recuerdas cuál de las dos bebés era la que estaba a la derecha y cuál era la de la izquierda al inicio?

Luna tras ponerse otra blusa trató de concentrarse en recordar.

—Era... con todo lo que sucedió ahora ya no puedo recordarlo. ¿Por qué lo preguntas?

Luan miró su cámara pensativa.

—Por... por nada.

Apagó el aparato pensando que lo mejor era olvidar el asunto. En todo caso ya no importaba si su madre ya había identificado quién de las dos eras quién.

* * *

—¿Extrañaron a mami, mis angelitos?

La bebé en sus brazos agitó alegremente sus bracitos riendo, lo mismo hizo la otra cuando dejó a la primera en la cuna para repetir la acción con ella. Lynn enternecido le tomaba fotos con su celular.

—Eres buena para diferenciarlas. Espero que no te molestes por decírtelo, pero aún no he podido aprender a saber quién es quién a primera vista.

Rita se sonrojó.

—Sé que debería saberlo, pero honestamente tampoco he podido diferenciarlas aún.

—¿Es en serio? ¿Entonces cómo descubriste la broma?

Rita sonrió.

—Les cambiaron los mamelucos, pero no las pulseras.

Lynn se dio cuenta hasta ese momento que en efecto la bebé del mameluco rosa tenía la pulsera azul, mientras la de la pulsera rosa llevaba el mameluco azul.

—¿Descubriste la broma sólo por eso?

—Bueno, de haberles cambiado también las pulseras, seguramente no hubiera descubierto la diferencia. Estas niñas y ese sentido del humor que les heredaste, en especial a Luan no es muy bueno. Lo mismo Lincoln, que no descarto que haya dicho la verdad y haya sido su idea, con lo inventivo que es.

—Ja, es verdad.

Lynn estaba nervioso. Pensó si acaso sería un buen momento para decirle a su esposa que dos meses atrás había desnudado por completo a las gemelas cuando le tocó bañarlas a él solo y al momento de vestirlas de nuevo, se confundió y nunca estuvo seguro de haberle puesto la pulsera correcta a Lola o a Lana para diferenciarlas. Dado que sus caracteres eran muy parecidos entonces todavía era imposible saberlo, además creyendo que Rita sabría identificarlas a primera vista a diferencia de él, nunca dijo nada pensando que acertó en el orden.

—Si quieres adelantarte ve, sólo cambiaré a las niñas y bajaré a ayudarte.

Lynn por atrás la tomó de los hombros y le dio un beso en el cuello. Ella se volvió y lo besó. Al mirarlos, parecía que Lola suspiraba, pero Lana les hizo una trompetilla.

Cuando su esposo se marchó, Rita les quitó los mamelucos para ponérselos correctamente, pero entonces ocurrió algo inusual. Esta vez Lola se dejó poner sin problemas el mameluco azul, pero por el contrario Lana por primera vez como su hermana, la manoteó al no querer vestirse con el rosa. La madre un tanto nerviosa recordó que esa actitud en realidad ya la había visto antes, cuando cuatro meses atrás una vez tras asearlas de forma conjunta y después de quitarles las pulseras, perdió la noción de lo que hacía y luego de colocárselas había sentido cierta culpa desde entonces, al quedarse con la duda sobre si acaso no habría intercambiado el nombre de sus hijas por accidente debido a su descuido.

Lo intentó de nuevo, esta vez intercambiando los mamelucos. Ahora ninguna manoteó. Lola parecía hasta más feliz con el mameluco rosa que con el azul, con el que Lana parecía satisfecha de usar.

—¿Lola, Lana?

Ninguna reaccionó a su nombre todavía. Lola toda modosita alisó su mameluco luciendo adorable, mientras Lana comenzó a retorcerse entre risas tomándose sus pies. La madre estuvo a punto de quitarle las pulseras e intercambiarlas nuevamente, pero se contuvo, temiendo sin querer volver a arruinarlo.

—¿Me guardan un secreto, niñas?

Le dio un beso a cada una en la frente, pensando en lo hermosas que eran. Recordó la sugerencia de una amiga acerca de llevarlas a un concurso de bebés que abriría el siguiente fin de semana en el centro comercial. No estaba segura de llevar a Lola por lo inquieta que era, tal vez se animaría y consultaría con su esposo el llevar a Lana al certamen, que si ganaba el dinero sería bien recibido.

Antes de darse marcharse, volvió a ver a sus hijas. Lola por primera vez parecía dormir como un angelito tal cual la dejó, mientras Lana parecía haber adoptado la costumbre de su hermana de dormir a pierna suelta con la cobija a un lado.

Suspirando con incertidumbre, fue al encuentro de su esposo.

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