11. Skin
En el otro extremo de Brawl Stars, más allá del clásico desierto del viejo oeste, se encontraba otro tipo de lugar arenoso.
Más parecido a la vieja Arabia, de los cuentos clásicos, allí se encontraba el hogar de tres brawlers sin igual. Precisamente, los que en esta oportunidad buscaba nuestra protagonista.
Caminó entre las características edificaciones árabes, y allí se encontraba un carro detenido y con letreros a su alrededor. Parecía un puesto de lectura del tarot, en el cuál había un cártel colgado en la puerta del carro que decía; "Vuelvo más tarde"
—Oh vaya, no están aquí—, se lamentó Shelly, bastante exhausta por todo lo que había tenido que caminar en el día, sumado a que ese lugar era uno de los más calurosos en todo Brawl Stars.
Se tomó un segundo para recobrar el aliento, secarse el sudor de la frente y seguir recorriendo el pequeño pueblo.
No caminó mucho para llegar a lo más destacable del lugar; el bazar. Habían muchas cosas interesantes allí, desde canastas de mimbre hasta alfombras encantadas, e incluso colchones electrónicos. Sin embargo, lo que más le llamó la atención a Shelly fue un puesto llamado; "El Lamporio de Genio".
—¡Bingo!—, celebró la pelimorada, pues apostaba a que los brawlers que buscaba los encontraría allí.
Se acercó al inmenso puesto, donde a la vista podía ver algunas lámparas antiguas a la venta. Sin pensarlo dos veces decidió entrar, pues no veía un letrero que se lo impidiera como en el puesto de tarot anterior.
Una vez adentro se encontró con una inmensidad de cosas fascinantes a la venta. Lámparas antiguas, turbantes de sultán, espadas hechizadas, talismanes malditos, e incluso serpientes de peluche. Shelly estaba tan asombrada con todo lo que veía a su alrededor, que al no ver por dónde caminaba, su pie chocó contra un jarrón exótico el cual la hizo tropezar, y por consecuencia caer al suelo. La pelimorada quedó unos segundos aturdida debido a la caída, pero fue cuando escuchó el estruendoso sonido de la greda rompiéndose que recuperó la compostura.
Se alarmó instantáneamente cuando vio aquel jarrón que parecía invaluable hecho pedazos a sus pies.
—Oh no...
—¡Ajsbsjsnsjsn!
Fue entonces que la de bandana escuchó un balbuceo molesto. Ella reconocía esos sonidos donde fuera. Inmediatamente se puso de pie avergonzada, lista para encarar al brawler molesto frente a ella. Se trataba de un genio gordito y bajito, de piel morada, con prendas árabes de colores rosas y varios accesorios dorados, orejas puntiagudas, un turbante con una luna dorada en su cabeza y una pequeña barba típica árabe en su mentón. Llevaba consigo una lámpara mágica en sus manos, que parecía estar viva y tan molesta como su dueño.
—Perdona Genio—, se disculpó Shelly, —Pagaré por ello, lo prometo.
El genio frunció el ceño, y negó varias veces con la cabeza, —¡Babsbsbdbsb!
El ser mágico ayudó a Shelly a sacudirse la tierra de las piernas e inspeccionó los rasguños en sus manos por la caída. Él la miró y apuntándole con su dedo la regañó.
—Oh, entiendo—, sonrió divertida Shelly, viendo que la preocupación de Genio no era precisamente el jarrón, —Está bien, tendré más cuidado la próxima vez.
Ante esa respuesta, Genio sonrió esta vez. Acto seguido él frotó su lámpara y de ella salió una mano mágica gigante, la cual se encargó de recoger los restos del jarrón roto y simplemente botarlos en el basurero más cercano.
Shelly observó esto con atención, y rascando su nuca algo avergonzada volvió a hablar;
—Perdona lo del jarrón otra vez—, dijo la pelimorada dirigiéndose al pequeño genio que terminaba de limpiar el desastre con su mano mágica, —Te prometo de verdad que te lo compensaré.
—Bajskhsjakdga—, balbuceó el ser mágico con una sonrisa, sacudiendo la mano haciendo un gesto de que no era de mucha importancia. Dicho esto, el genio tomó la mano de Shelly y la arrastró entusiasta hasta donde estaba el mostrador. Entusiasmado le mostraba a la de bandana todo lo que había a su alrededor, a ver si algo se animaba a comprar.
—¡Todo es maravilloso, Genio!—, halagaba Shelly mientras observaba con entusiasmo. Realmente estaba tentada en comprar una alfombra encantada cuando alguien los interrumpió.
—¿Mmmmm?—, de detrás de las cortinas que separaban la tienda del área del personal, salió una extraña mujer, de ropas árabes igualmente de color morado su peto y pantalones sueltos amarillos. Tenía el rostro completamente tapado con ropaje rosa, a excepción de su ojo izquierdo, tenía su cabello morado sujeto en un moño, brazaletes de oro, y un talismán de lo que parecía un tercer ojo en la tela que cubría su frente.
Parecía algo preocupada, quizás por el estruendo que ocasionó Shelly al romper el jarrón.
—Hola Tara—, saludó Shelly, a lo que la contraria contestó el saludo agitando su mano. No se veía bien su expresión debido a que estaba cubierta, pero por como entrecerraba su único ojo visible y por su postura animada, se podía intuir que estaba sonriendo, —Que bueno que te encuentro aquí también, así podré pedirles a ambos el favor.
—¿Mmm?—, murmuró intrigada la nombrada Tara, la escaramuzadora dueña del puesto de tarot cerrado, mientras se acercaba a su amigo Genio.
—Sí, casi se me olvidaba ir al punto. Me distraje con todas estas fenomenales cosas que tienes aquí, Genio. Pero en fin, quería pedirles un favor—, señaló Shelly, ya volviéndose a concentrar a lo que venía, —Quería pedirles si podían donar una skin al nuevo brawler que llega hoy a Brawl Stars. Verán, en la fiesta de aniversario de esta noche, también le daremos la bienvenida a este brawler, y queremos recibirlo con una caja, ya saben, con monedas, gemas y una skin.
—¡Jsjsbdbdbdbdb!—, rió el pequeño ser mágico, dando saltitos de la emoción, y corriendo rápidamente a cierta parte de la tienda.
Shelly lo miraba intrigada, mientras que Tara rió entre sus murmullos, para luego dirigirse al inquieto genio, —¿Mm mmmm mmm?—, le preguntó.
—¡Bahsbsh!—, respondió Genio, mientras seguía buscando... Lo que fuera que estuviera buscando, pues a decir verdad Shelly no entendía para nada lo que esos míticos hablaban.
Finalmente el ser de turbante pareció encontrar lo que buscaba y corrió en seguida frente a las chicas que lo esperaban. En sus manos trajo un atuendo de mercader árabe de tonalidades rojizas y amarillas, con una canasta de mimbre incluida.
—¡Bajsjsbsj!—, exclamó Genio alegremente señalándole el traje a Shelly, la cual sonrió anonadada.
—¡Vaya es genial! ¡Es perfecto, Genio! ¡Oh, muchas gracias chicos! ¡Son los mejores!—, dijo Shelly con una sonrisa entusiasmada lista para tomar las prendas que sostenía Genio... Hasta que vio la hora en un reloj de arena en la pared de la tienda, —¡Oh, dios! ¿Esa es la hora? ¡Debo irme ya, aún tengo que hablar con los legendarios...! Hablando de eso, ¿Sandy no está aquí?
Ambos míticos negaron con la cabeza.
—¿Está entrenando con los legendarios?
Esta vez, ellos asintieron.
—¡Genial!—, exclamó Shelly, para rápidamente caminar fuera de allí, —¡Debo correr, los veré esta noche! ¡Gracias por todo!
Los dos míticos rieron mientras veían a la pobre Shelly correr lejos de allí, hasta que notaron que Genio aún tenía la skin en sus manos.
—¡Bajsbsn! ¿Jsjsj?—, exclamó él preocupado, queriéndole preguntar a su amiga qué harían ahora sí Shelly se fue olvidando llevarse la skin.
Tara le dio unas palmaditas tranquilizadoras a Genio, —Mm mmm mmm—, dijo ella, explicándole a su amigo que no se preocupara, que más tarde en la fiesta le darían las prendas.
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