Toji Fushiguro

 Ya me llegó la inspiración después de un mes... Disfruten, si encuentran errores de redacción les pido una disculpa, luego los corrijo n.n.

A lo lejos vi a ese pobre idiota, a punto de perder otra apuesta de la cual me burlaría ampliamente por ser tan tonto y crédulo. Era fácil de identificar, su grande cuerpo siempre solía resaltar en cualquier lugar, así como su mirada tan fuerte que te hacía sentir pequeño o pequeña.

Hoy me había despertado de malas, con ganas de joder y él había aparecido primero. Como dicen... No busqué quien me la hiciera, sino quien me la pagara... Poco a poco fue acercándome a él, quien mantenía su mirada fija en aquella deplorable carrera.

— ¿Sigues perdiendo el tiempo? — Cuestioné a un lado de él mientras tomaba asiento.

— ¿Y?, ¿En qué te afecta? — Su tono socarrón siempre me tocaba los ovarios, pues no estaba acostumbrada a convivir con una persona que tenía mi carácter.

— En todo, me enferma verte de inútil — Sentí su mirada pesada sobre mí, además mi vista panorámica me permitía ver como su rostro estaba dirigido hacia mí —. En todo caso, ¿Cómo has estado?

— ¿Tú que crees? — Puse los ojos en blanco, a veces platicar con él era demasiado difícil.

— Estoy tratando de mantener una conversación agradable contigo, desempleado de mierda, y cómo siempre, no cooperas.

— No es cierto, sólo vienes a molestar, maldita — Dejé escapar una débil carcajada y me fijé en él.

— Deja de mentir — Para mi suerte el ya me estaba observando, así que no tuve que buscarle la cara —. ¿Qué te trae por aquí?

— Te vi y quise saludarte — Me sonrió ampliamente, a veces era un poco tétrico debido a la dureza de sus facciones —. ¿Cómo has estado?

— Bien, dentro de lo que cabe — Repasé una vez más todos, pero siempre descansaba mi mirada en aquella cicatriz de su lado... Derecho —. Habrá una reunión en mi casa, ¿Gustas venir?, habrá gente adinerada, puede que te adopten, zángano.

— Mejor haz una reunión donde puedas conseguir pareja, solterona de mierda — Una sonora carcajada hizo que ciertos ojos me miraran.

— Pues estamos en las mismas, pero yo tengo remedio... No como otros que sólo necesitan migajas.

— ¿Qué? — El aura cambió a una totalmente diferente. Se había molestado por mi comentario, el cual claramente estaba intencionado —. ¿Qué me puedes decir tú?

— Por lo menos no tengo un hijo en quién sabe dónde — Iba sacar un cigarrillo pero Toji me tomó fuertemente de la muñeca para atraerme a su rostro enfurecido.

— ¿Tienes ganas de pelear?, ¿No te hacen demasiado caso, así que tienes que ir por la vida buscando quién pueda hacerte el favor? — Su respiración se impactaba con la mía, y mi cuerpo no dudó en responder con un bochorno —. ¿Por qué te pones roja?

— Porque quiero, te veo en la noche.

— No iré — El dolor de mi muñeca me estaba incomodando.

— Eres tan muerto de hambre que te tendré en mi casa puntualmente, la fiesta o reunión empezará a las 9 de la noche — Por fin me soltó.

— Zorra.



Mi amistad con Toji era muy extraña, a pesar de tener un carácter similar al mío, lo conocía de años, jamás perdimos contacto y extrañamente la vida siempre hacía que nos encontráramos en cualquier contexto. Todo lo que deriva mi memoria, forma una pequeña melancolía, porque los años pasan y el tiempo no se detiene.

Miro mi reflejo una vez más, un vestido negro ceñido me hacía bonita forma en mi cuerpo y los zapatos altos me regalaban una altura que para mí era perfecta, siempre encontrando puntos medios en cualquier cosa que hacía. Un bonito escalador de oreja adornaba lo suficiente, ya que tenía una mariposa que resaltaba y por detrás de mi oreja caían los diamantes.

El timbre me hizo mirar el reloj, sinceramente la reunión solamente era porque quería festeja el hecho de poder tomar una empresa por mi cuenta, dirigirla y mantenerla firme, ya que mi manera de aprender y liderear siempre fue diferente, además fui discriminada por ser "Lenta" para absorber aprendizaje.

Recorro los grandes pasillos de mi casa, yendo a las escaleras negras de mármol y bajar lentamente, uno de mis sirvientes ya había abierto la puerta, dejando entrever a esa figura que tanto reconozco. Me quedé a cinco escalones por bajar, para mirarlo con sorna.

— Un gusto en conocerlo — Toji entró completamente. Miré con detenimiento la vestimenta formal que usaba, perdiéndome en todo él, obligando a que mi mente no se nublara de lo atractivo que se veía —. ¿Con quién tengo el gusto?

— Con Fushiguro Toji — Tomó una copa de vino blanco que le ofrecían y caminó hacía mí, extendiendo su grande mano —. ¿Y usted quien es?, parece ser una alzada y un dolor de huevos.

— Que ganas de envenenar el vino — Me tomó de la mano y me ayudó a bajar los escalones sobrantes. Le llegaba a la altura del pecho, aún con los zapatos altos.

— Sinceramente, te ves ardiente — Fruncí el ceño —. ¿Qué tienes debajo del vestido?

— Que rara forma tienes de flirtear — Aquel tono morboso me había desestabilizado —. ¿Quieres bocadillos?

— Quiero una cena fuerte, no bocadillos — Me separé un poco para mirarlo a los ojos, pero capté justamente el suceso donde él tomó la copa del tallo y la llevó a sus labios sin dejar de mirarme.

Tragué con fuerza al sentir sus orbes clavarse sobre los míos, este maldito está tomando una confianza que nunca pensé que tomaría...

— Entonces deberás esperar... Por lo mientras son bocadillos — Sentía mi rostro a punto de ponerse rojo, así que me di la vuelta para fingir buscar algo —. ¿Te gustó el vino?

— Siempre tienes buenos gustos.

— Excelente — Volví a mirarlo y un timbrazo me sacó de aquella situación.

A pesar de verlo en sus más grandes crisis de enojo, jamás me había intimidado.

No hasta ahorita...

La algarabía no tardó en formarse en aquel lugar, ahora todos cenaban alegremente, Toji en ningún momento se sintió fuera de lugar, pues sabía perfectamente aplicar sus habilidades lingüísticas para siempre ir un paso adelante. Una que otra chica no le quitaba la mirada de encima y lo molestaba de vez en cuando con ello.

— Es tu momento de brillar — Comenté justamente cuando me terminaba otra copa de vino —. Puedes conseguir trabajo o...

— Ya cállate, que molesta eres — Encendí un cigarrillo y le aventé el humo —. A uno de tus supervisores les caí bien, me ofrecieron trabajo.

— ¿Y qué esperas?

— Aprender, tarada. ¿Si captas?

— Tienes miedo a equivocarte — Lancé para darle en su ego mientras lo miraba con fijeza, pues el vino ya me había envalentonado bastante —. Debes salir de tu safe place y servir de algo.

— Vine a divertirme, no a que me dijeras de cosas — Toji me arrebató el cigarrillo y le dio una profunda calada, dejando salir el humo por su nariz.

— Sólo quiero que dejes de ser un gusano — Atrapó mi mano —. Con todo respeto, claro.

— ¿Qué no piensas callarte?

— ¿Por qué no me callas? — Dije sin pensar en las consecuencias, pues Fushiguro me atrajo con demasiada fuerza, su mano derecha bajó hasta mi cintura y la izquierda atrapó mi muñeca.

— ¿De manera amable? — Subí un poco mi rostro para mirarlo, pero fue una mala idea... Su contacto me hizo papilla en segundos, fue tanto que ya no pude articular ninguna palabra y en ese caso solo me burlé para aparentar valentía, pero el sabía perfectamente que me estaba muriendo —. Contesta.

— Dudo mucho que puedas callarme — Toji soltó mi muñeca y ahora con su dedo pulgar e índice me tomaron de la barbilla.

— Me gusta que me subestimen — Miró mis labios, se quedó un buen tiempo pensando en algo que no podía descubrir.

Ahora sí ya no sabía que contestarle, solamente pude ver como se acercó más a mis labios, dejándolos a escasos centímetros. Estaba demasiado nerviosa tanto que retrocedí un paso pero el estampó sus labios, haciendo que los recibiera aquel danzar enigmático de su boca. Me hechizó inmediatamente, tanto que pasé la copa a mi mano izquierda y hundí la derecha en sus cabellos para atraerlo un poco más a mí. Pareció gustarle bastante, pues una pequeña burla salió de sus labios.

Su lengua ni siquiera pidió permiso para entrar, se las ingenio para realizar un beso más descarado, mismo que me dejaba sin respiración. Era agradable sentirlo, ya que el sabor del vino mezclado con el cigarro, me estaban haciendo casi flotar. A lo lejos escuché el piano, pues mis invitados siempre estaban demasiado inclinados por la música clásica, tanto que una pequeña orquesta fue traída y posicionada en el jardín trasero.

— ¿Ya ves como si te puedes callar? — Comentó, dejándome repararme.

Obviamente mis instintos de lujuria ya me habían ganado, jamás vi a Toji como una persona con la que podría follar, pero esta vez sería diferente... Me permití explorar más allá. Me importó poco que mis invitados estuvieran ahí, sólo fue consciente de como tome al hombre de la mano y llevarlo a mi habitación, no sin antes decirle a uno de mis asistentes que se disculpara en mi nombre, argumentando que tuve que salir de emergencia.

Tremenda mentira para irme a sumergir en los placeres de la vida.

Abrí la puerta de mi habitación y me adentré a ella, Toji fue demasiado rápido y la cerró con fuerza para después empotrarme con la misma, hundiendo sus labios en mi cuello, apretando mi trasero con sus dos manos y siendo tan demandante que era imposible seguirle el paso. Aquel hombre me dio la vuelta, dejándome de espaldas a él, colocando mis manos sobre la puerta, sintiendo su bulto aún dormido rozando mis nalgas.

— Que rico culo tienes, primor — Sentí sus dedos sobre el borde de mi vestido negro, lo subía hasta dejar mi trasero al descubierto, mismo que no dudo en azotar más de tres veces con aquella grande mano.

Ardió cada impacto, pero resonó en mi habitación de la manera más deliciosa que no hizo más que humedecerme. Bajó mis bragas y retomó su recorrido lasta quitarme todo el vestido, dejándome en sostén.

Rasguñé mi puerta al explorar la sensación de su lengua justamente donde mi espalda comenzaba, era caliente, cálida y dejaba una estela de humedad combinada con frialdad. Toji seguía el sendero de mi columna, provocando miles de sensaciones a su paso, que me hacían apretar los dientes.

— Quitaré esto, nos estorba — Con facilidad quitó la mariposa de mi brasiere —. Por más que quiero ser gentil contigo, no puedo.

— ¿Y quién te está pidiendo de tu gentileza?, idiota — Sólo quería saber hasta dónde podía llegar.

— Menuda zorra contestona — Tomó mi cabello con fuerza y tiró de él —. ¿Estás segura?

— Totalmente — Sus manos ahora se aventuraron a mis pechos, redondeando y tirando de mis pezones, acunándolos perfectamente entre sus dedos.

— Por el momento no te quites los zapatos, te ves exquisita así — Me di la vuelta y este pasó su mirada con todo el descaro posible. Mis manos fueron a su saco, sacándolo y con fuerza tire de su camisa haciendo que los botones salieran disparados a diferentes lugares.

Por fin di con su bello cuerpo, con aquel arduo trabajo que se plasmaba precisamente en todo su torso. Pasé mis manos por su piel, palpando los bordes de sus músculos, delirando por él. Busqué su cinturón, y así procedí a bajar sus pantalones, quedando al mismo tiempo de rodillas.

— Arriba — comenté mientras daba toquecitos en su tobillo para despojarlo totalmente de su vestimenta.

— Así quédate, bésame los pies — Lo miré fijamente, tenía una sonrisa de triunfo en su rostro.

Me incliné lo suficiente como para dejar en alza mi culo, provocándolo, tomando todo el tiempo posible antes de direccionar mis labios a sus pies descalzos. Primero deposité un beso en el izquierdo y luego en el derecho.

— Buena chica, ahora vas hacer magia con tu boquita, esa misma boca que sirve para degustar vino... — Ahora sí quede en medio, mi cabeza quedó justamente en su bulto.

Aquellos bóxers negros dejaban entrever una mancha de humedad. Con mi mano derecha tantee su bulto, sintiendo el grosor del mismo, así como su dureza prominente. Tomé los elásticos de los mencionados y los fui bajando, la V me hacía agua la boca, así que no dude en pasar mi lengua por ahí.

Su erección quedó expuesta, lista, preparada, ansiosa por ser atendida. Miré una vez más hacía arriba, y recorrí sin vergüenza alguna su cuerpo. Toji me tomó de las mejillas y me dijo que abriera la boca. Esperé a que metiese su rico pene, pero no, se inclinó y escupió dentro de mi boca. Me tomó totalmente desprevenida aquel acto tan asqueroso, pero no lo consideraba así debido a mis altos niveles de lujuria.

Ignoré el dolor de mis rodillas y saqué mi lengua para entretener a su falo erecto, mi lengua sintió el cambio de textura, mandando señales a mi cerebro para que escupiera en su pene y meterlo a mi boca poco a poco, mientras que con mi otra mano subía y bajaba, yo misma mantenía el límite para no tener arcadas, pero de vez en cuando me aventuraba un poco llegando un poco más allá, provocando que mis ojos se tornaran más claros por las lágrimas, entrando en conflicto para no tener arcadas, pero valía la pena cada segundo, cada minuto y cada mirada que me regalaba, me hacía sentir una máster en felaciones. Sinceramente adoraba su verga venosa, sentía las mencionadas por mis labios, realmente le dedicaba el tiempo necesario.

— Necesito que tomes aire cuando me encaje en ti, ¿De acuerdo? — Sacó su pene de mi boca, me cacheteo con él dejando rastros de mi propia saliva por mis mejillas, lo restregó en mi cara con sorna depositando nuestros fluidos existentes.

Vi como apretó de más sus dientes haciendo que sus mandíbulas se tensaran. Me tomé de sus piernas, el improvisó una coleta con su mano izquierda y con la derecha masturbaba su pene. Abrí la boca una vez más y su miembro se clavó en mi garganta, tontamente olvidé respirar, así que lo empujé para que saliera de mí puesto que las arcadas eran demasiado peligrosas.

— ¿Es mucho para ti? — Preguntó con sorna —. ¿No te cabe?

Respiré profundamente, pero quería que me llevara al límite, quería que hiciera conmigo lo que quisiese.

— Haz conmigo lo que quieras, yo te indicaré con una palabra cuando sienta que estás pasando mis límites — ¡Por todos los cielos!, su rostro se iluminó y su mirada se ensombreció al punto de sentirme aún más pequeña.

— Abre de nuevo la boca, puta, y pobre de ti si intentas alejarme de nuevo, te voy azotar el culo hasta que se te ponga morado y no puedas sentarte, además de follarte como un maldito desquiciado, haciendo grites mi nombre toda la noche.

Me dio una bofetada al ver que me burlaba de él, Toji tiene poca paciencia y tolerancia, así que desarrollar aquello fue demasiado fácil. Abrió mi boca y se encajó en mi como un animal, sus testículos llegaban a mis labios, me estaba follando profundamente y yo emitía sonidos por aquellas intrusiones tan violentas que me estaban llevando a las nubes. La salivación excesiva comenzó a hacerse presente, desbordándose por la comisura de mis labios, bañando su miembro con la misma, funcionando como lubricante para deslizarse con más facilidad.

Nuevamente me quedé sin respiración y lo empujé con fuerza para tomar aire. Mis lágrimas bañaban tenuemente mi rostro y Toji lucía tenso.

— ¿Quieres que te castigue? — Se puso en cuclillas y tomó mi rostro —. Mira tu aspecto, que deplorable, luces así y sólo haz tomado mi verga, pobre de ti, voy a destrozar tu coño cuando te haga mi puta.

— Lo siento, trataré de ser buena chica — Lancé con toda la sumisión posible, porque claramente sabía que aquellos comentarios le iban a gustar.

— Demuéstralo — Se levantó nuevamente y se encajó otra vez.

Lo miré a los ojos, era la gloria... Me concentré en recibirlo profundamente que por momentos todos los actos consecuentes se congelaban y no me daban problemas. Me encantaba ver como disfrutaba, sus fosas nasales se hinchaban debido a la fuerte respiración que dejaba salir por aquel placer que le regalaba, los sonidos grotescos sólo me incitaban de rodillas recibiendo su miembro, este hijo de perra me estaba cumpliendo lo que anhelé con muchos hombros que no daban el ancho.

— Mierda — Sus bolas se estaban tensando, así que decidió salir de mi boca —. No me quiero correr aún, aunque más tarde quiero que te tragues mi semen, levántate.

Hecha un desastre, me puse de pie.

— Necesito lavarme la cara — Lo hice porque mi saliva estaba por todos lados, así que rápidamente me enjuagué parte del pecho, sintiéndome un poco más limpia y sobre todo cómoda.

Al caminar me percaté de la abundante humedad que tenía, haciendo también un desastre con cada paso que daba. Mis tacones resonaron al salir del baño e ir con Toji, quien esperaba sentado en el borde de la cama, este tomaba su erección, pasando el pulgar por la cabeza y apretujando.

— De rodillas, de espaldas a mí — Me siguió con la mirada —. Alza los brazos y no los bajes, cruza las muñecas.

Trataba de mantener el equilibrio, los brazos me dolerían dentro de unos minutos y yo no sabía que haría... Escuché como se levantó y un sonido en particular me llevó hacer suposiciones, pues el sonido de la aguja contra la hebilla lo podía identificar rápidamente.

El cuero del mismo hizo que me sobresaltara, pues se había posicionado en mi espalda desnuda. Recorrió desde la nuca hasta mi trasero, por obviedad mi piel se erizó al sentirlo.

— Me corro solo de imaginar tu espalda y tu trasero de color rojo..., ¿Eres muy tolerante al dolor?

— No lo sé... — Toji se puso enfrente mío, sonriendo —. ¿Qué no se supone que es un castigo?

No respondió.

Bueno, respondió dándome un fuerte azote en mi nalga derecha. Mi piel ardía..., era una sensación agradable pero dolorosa.

— Se siente tan bien... — Nuevamente me golpeó, pero ahora la izquierda. Mis brazos ya se estaban cansando, pero sabía que me iría peor si los bajaba.

Estaba dispuesta a soportar de todo, porque mi lado orgulloso me hacía querer saltar de mis límites. Esto era nuevo y no lo iba desaprovechar por nada en el mundo. Así que bajé las manos, no me dijo nada, se quedó en silencio y yo estaba pensando más allá.

— Cada segundo equivale a un azote, entre más te tardes en subir esos putos brazos, será peor para ti.

No le hice caso.

— ¿Qué voy hacer contigo?, me quité la corbata antes de llegar a tu casa, porque me incomodaba, pero veo que me servirá de mucha ayuda en este momento, arriba, maldita perra desobediente — Me tomó del cabello e hizo que me levantara, me llevó a mi puerta, dejándome enfrente de está, de rodillas.

Alzó mis brazos con fuerza y los ató, dejando una pequeña abertura para meterla a la perilla de la puerta. Así ya no tenía escapatoria alguna, estaba totalmente dominada por él.

— Hay una religión donde cierta persona recibió azotes estando de esta manera, de espaldas. Pero a diferencia de ti, era un ser puro y tu no eres más que una zorra.

El golpe que recibí en mi espalda fue más sensible, justamente fue a la altura de mi cintura... Eché la cabeza atrás por la adrenalina que sentía, pues sentía que aún s contenía porque la fuerza que el poseía era totalmente descomunal, por inercia forcejaba, hasta que me regaló el último, sin piedad alguna.

— Si pudieras ver tu espalda... Ya es un lienzo ocupado de la manera más preciosa.

Se acercó para despojarme de mi bloqueo y lo gradecí mentalmente, ya que mi sangre podía circular debidamente. Aunque me costó un poco bajar miz brazos porque me dolían. Toji me cargó y me llevó a mi cama boca abajo, fue ahí donde aprovechó para pasar sus dedos sobre mi piel levantada.

Hizo a un lado mi cabello y depositó uno que otro beso, después bajó por mi espalda, dándole atención a cada golpe recibido, eso me hizo sentir algo extraño... Pues aquella equidad me había tomado meramente desprevenida.

— Alza el culo, querida — Mis rodillas tomaron el apoyo necesario, sus dedos viajaron por mi espalda hasta llegar a mi entre pierna.

Un suspiro salió de mi boca, Toji dejó salir una carcajada al ver lo húmeda que estaba, abrió más mis piernas y su lengua pareció nuevamente, pero dándome atención en el centro. Curveé mi espalda y me abandoné totalmente.

Él no perdió el tiempo y llevó ambos brazos hacia atrás, tomándome de las muñecas, haciendo que mi rostro fuera el punto de apoyo. Escuchaba perfectamente cada lamida, succionaba, saboreaba mis pliegues trazando patrones que siempre terminaban en mi clítoris.

— ¡Toji! — Aquel músculo húmedo iba de un lado a otro atormentando mi clítoris —. Mierda, mierda, mierda.

Retorcía mis muñecas porque quería externar el placer que me estaba regalando, pero los gemidos, jadeos y groserías no eran suficientes para liberarme como quisiera. Toji no hizo más que meter su lengua, sacarla y nuevamente atormentarme.

Me tenía a sus malditos pies.

— Quiero verte de frente — Me soltó para ponerme boca arriba.

Lo miré detenidamente, se hincó sobre la cama y me abrió las piernas. Colocó sus manos en mis ingles para abrirlas un poco más y siguió con lo suyo. Me miraba de vez en cuando, hundía mis manos en su cabello y él me arrancaba fuertes gemidos. El plus fue cuando metió dos de sus dedos, curveándolo para tocar mi punto G.

Estrujé mis colchas mientras me llevaba al clímax. Sus dedos formaban un chapoteo perfecto y no dudaba en seguir con lo suyo...

— ¡Me voy a correr! — Dije con dificultad —. ¡Toji!

Sólo me miró.

El nudo de placer que me estaba atacando ya estaba por deshacerse. Mis manos se apoyaron en la cama, me levanté un poco y fue ahí donde me llevó al clímax, haciéndome llorar de placer. Este maldito monstruo hizo que me corriera como jamás lo había hecho.

— Joder — Me dejé caer —. Joder...

— Sabes delicioso... Creo que me volveré adicto a ti — Fushiguro buscó mis labios y se los regalé, podía sentir los restos de mis fluidos, algo que no me incomodó.

Nos aventuramos a otro beso candente, lo abracé por su cuello. Ladeamos nuestros rostros para besarnos con dedicación. Su lengua batalló con la mía, ambos nos quedamos sin respiración, pero claramente no nos queríamos separar, en un segundo atrapé su labio inferior y mordí con ganas, saboreando la sangre debido a una pequeña herida que le hice. Siguió moviendo su boca sobre la mía, todo es intoxicante.

— Necesito que me folles — Supliqué mientras hacía chupetes en mi cuello, sus manos torturaban mis pezones y su erección saludaba mi entrada húmeda.

— ¿Qué quieres, princesa? — Preguntó divertido —. No te escuché.

— Quiero que me folles duro.

— ¿Quieres que te haga gritar mi nombre? — Habló cerca de mi oreja —. Ahorita mismo me estoy imaginando como te tendré en cuatro, sometida, sintiendo como mi pene toca la más profundo de ti, tus gestos cuando te corres solo dejan entrever lo zorra que eres.

Mordió mi lóbulo, estaba meramente ansiosa.

— Te hice una pregunta, estúpida — Apretujó mi cuello dejándome sin respirar —. Me gusta que me contesten en todo momento.

— Sí... — Contesté con dificultad.

— ¿Sí qué? — Seguramente sus dedos dejarían marca en mi cuello, no había duda alguna.

— Quiero que me hagas gritar tu nombre miles de veces — Dejó mi cuello en paz, pero cuando fue libre, me penetró.

Su falo había entrado sin piedad, dejando un pequeño rastro de dolor aún estando demasiado lubricada. Se mantuvo quieto, tuvo consideración al hacer que mi interior se acostumbrara a su deliciosa erección. Llevó ambas manos arriba de mi cabeza para dejarlas inmóviles, fue ahí donde se acomodó bien entre mis piernas y comenzó a penetrarme con un poco de lentitud.

Me sentía realmente llena, tanto que provocaba que lo apretara de vez en cuando. Este solo maldecía al sentirlo. Se inclinó sobre mí aumentando su vaivén, haciendo que mis piernas se engancharan a sus caderas... Quería tocarlo, pero me tenía totalmente sometida, disfrutando de las vistas, de cómo podía observar su pelvis y cómo su erección desaparecía.

— Me encanta escuchar tus gemidos — Con su mano libre se apoyó, ejerciendo más fuerza en sus caderas, haciendo que nuestros cuerpos emitieran sonidos al chocar.

— Mierda — La última que me regaló fue con violencia.

— En cuatro, mi pequeña sucia.

Le regalé mi trasero en alza, este no dudó ni un segundo en meterse de nuevo, ahora más profundo, tanto que me daban calambres en el vientre por la violencia de sus estocadas, definitivamente amanecería adolorida. Tomó mis caderas y clavó sus dedos en las mismas, su tacto ya dejaba llamaradas en mi cuerpo, mi entrepierna ya era un desastre por mis fluidos, y mi cabeza estaba en un plano terrenal donde podía sentir el placer.

Separaba mis nalgas, las volvía azotar y todo ello me acercaba al orgasmo. Toji se inclinó un poco, para tomarme del cabello y jalar del mismo.

— Creo que...

— Sí, ya sentí como aprietas mi polla. Te voy a regalar más de un orgasmo esta noche, espero que tu lindo cuerpecito aguante — Sentí escalofríos, aquellas palabras bastaron para gemir altamente su nombre, mis manos se tuvieron que apoyar en la cabecera mientras me liberaba —. Ahora mi polla está más mojada.

— Es lo que provocas — Comenté tratando de respirar, pues el no había cedido en sus estocadas, mi cuerpo seguía rebotando y mis pechos se balanceaban.

Toji sacó su erección lentamente, se restregaba contra mis nalgas, dejando humedad a su paso... Estaba respirando fuertemente, seguramente pensando en lo siguiente que le gustaría hacer.

— Tengo ganas de follarte el culo, pero lo prepararé con tiempo... Ahora deseo que se cansen esas piernas tuyas mientras me montas.

Apenas era la tercera posición y mis piernas estaban temblorosas y debilitadas. Con sumo cuidado me colocó encima de Toji, tomé su pene para dirigirlo a mi entrada y me dejé caer con profundidad, el no dudó en tomarme de las caderas para guiar mis movimientos, y hacerme brincar sobre de él. Hacía mi mejor trabajo, danzando con mis caderas como él había trazado, hasta que quitó sus manos para guiarlas a mis pechos, realmente podía manosear mi cuerpo como quisiera, y eso me encantaba.

Metió dos dedos a mi boca de tan intrusivamente que no pude denegarlos, fue forzoso, cosa que me encantó. Realizaba una tipo felación a sus dígitos mientras me seguía moviendo a su mero antojo, al parecer le encantaba cuando los introducía de más y provocaba arcadas llenas de lágrimas a su paso.

No se quedaba quieto, siempre tenía algo que hacerme, pues ya estaba apretujando mi cuello, me dejaba sin respiración ciertos segundos y después volvía a la normalidad, cuidaba bien sus tiempos, supongo que no quería accidentes o sustos.

— Date la vuelta — Quedé de manera invertida —. Me encanta ver como mi verga desaparece en ti, maldita vista gloriosa tengo de todo tu jodido trasero, marcado por mí.

Ahora no podía ver su rostro, pero realmente estaba disfrutando. Mis piernas ya estaban pidiendo a gritos un descanso, por lo que mis movimientos fueron un poco más débiles. Toji me dijo que me ayudaría, así que me tomó de las caderas, el me decía que no quería que se acabara aquella posición, pues le excitaba de sobremanera.

— Joder — Azotó una vez más mi culo —. Contra la pared, ahora.

— Mis piernas van a desfallecer — Comenté mientras me apoya en la misma —. Mierda.

— Y ahorita te quedarán temblando más, porque no me voy a detener hasta que te corras dos veces más aquí, parada, alza el culo, bien...

Verdaderamente lo cumplió, no tardó en estimular mi clítoris como un maldito salvaje, arrastrándome a mi orgasmo nuevamente, haciendo que rasguñara mi pared, sintiendo que las uñas se me iban a romper por la fuerza que ejercía. Toji nuevamente me tomó del cabello, sinceramente él ya no sabía como externar su placer, me hacía de todo.

— Fushig... — No podía terminar la oración, estaba a punto de explotar en placer.

Perdí la cordura nuevamente, ya no me importaba si alguien me escuchaba, me estaba follando tan bien que los gritos de placer ya estaban en primera fila.

Ese hijo de perra lo estaba logrando, estaba logrando que gritara su nombre.

Solamente quedé apoyada con una mano, con la otra busqué la nuca de Toji, y di precisamente con uno de sus hombros. Estaba por correrme y me estaba volviendo loca.

Hasta que sucedió nuevamente, apreté mi puño y mis uñas se hundieron en él tan descaradamente que logré arrebatarle un gruñido de dolor. Estaba totalmente sensible, mis piernas me temblaran y me seguía entregando a él, diciendo su nombre, inflándole el ego que tanto odiaba.

— Creo que me volveré adicto a tu interior — Pasó la lengua por mi cuello —. Regálame otro orgasmo.

— No creo poder, es mucho.

— Claro que puedes — Arremetió con ganas, sinceramente Toji no parecía estar cansado, algo que envidaba por completo, pues su condición le daba muchísima ventaja.

Estaba bastante estimulada, y ahora mis lágrimas se derramaban con ganas, pero de puro placer. No se si ya se le habían acalambrado los dedos por estar llevándome a la cima de la montaña, para después dejarme caer nuevamente, Toji hizo algo que me encantó, pues mordió mi cuello mientras me corría.

No podía caminar, Toji me sujetó fuertemente y me llevó a la cama. Estaba demasiado cansada, pero aún el querer sexo corría por mis venas. Aquel fornido hombre llevó mis piernas a mi pecho, entrando una vez más profundamente.

— Ven acá — Mi instinto me hizo atraerlo hacia mí, haciendo soltara mis piernas —. Me encanta que este encima de mí.

Colocó ambas manos a lado de mi cara, la posición de misionero me hizo flaquear una vez más, pues podría arañar su espalda tan bien trabajada. Así fue, el calor de su piel bajo la palma de mis manos me hacía sentir que nos fundíamos, además de las gotas de sudor que emanaba su cuerpo. Lo arañé como quise mientras me seguía follando.

— Mierda, ya no puedo más.

— ¿Lo dices por qué me estás apretando otra vez?, también eres de carrera larga.

— Idiota.

— Quisiera correrme dentro, pero no quiero un hijo.

— Yo si te meto la pensión alimenticia — Este paró sus embestidas para carcajearse.

— No me hagas reír que quiero seguir follándote.

Otro orgasmo, vi el mismo cielo... Aprete su miembro una vez más y sangré su espalda... No me importó en lo absoluto.

— De rodillas en la cama — Me tuvo que ayudar pues mi cuerpo ya no respondía como quería.

Toji se masturbó frente a mí, abrió mi boca y colocó su dedo pulga en mi lengua presionando. Direccionó su pene y por fin se corrió, dejó salir su espeso semen, una consistencia que no me agradaba del todo... Un gruñido salió de él, mientras aminoraba el ir y venir de aquel trozo de carne.

— Por Dios, tu cara — Se burló —. Sé buena chica y traga.

Dudé.

— Vamos, el tip es no respirar mientras tragas.

Miré a otro lado.

Toji se partió en carcajadas.

— Puedes escupirlo — Puso su mano debajo de mi barbilla, así que sí lo hice, de lo contrario me iba vomitar —. Pero esto tendrá un castigo más tarde y si ahorita np puedes caminar... Lo que le sigue será peor, porque un castigo debe doler.

Lo miré plasmada.

— ¿Qué opinas del Shibari, las pinzas para pezones, los látigos?, ¿Sabías que las pinzas para pezones se les puede poner peso para que duela?

Aún tenía restos de su semen, así que me limpié con mis sábanas LIMPIAS.

— ¿Con eso me vas a castigar?

— No lo sé... Pero prepárate.

Excelente, ¿Ahora que seguirá?


Espero les haya gustado n.n

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