Taiju, Mitsuya x Oc

Se hizo lo que se pudo, espero lo disfruten.

Faltas de ortografía y errores de redacción los corrijo luego con más calmita.

Decidí irme a descansar y dejarlos, así que subí a mi habitación para cambiarme y dormir... Pero eso se quedó en una suposición, pues al cabo de una hora tocaron mi puerta.

— ¿Sí? — La abrí un poco dejando entrever a Hakkai con una sonrisa —. ¿Ahora que mosco te picó?

— Están todos dormidos.

— Sip, ¿Por qué? — Su sonrisa se ensanchó dejando ver la hilera de dientes blancos —. ¿Qué tramas?

— No hagas ruido — Me tomó de la mano y bajamos lentamente las escaleras. En la sala de estar había gente durmiendo en colchones inflables, todos entregándose a su quinto sueño.

— ¿Por qué se durmieron tan rápido? — Él se encoge de hombros y me suelta de la mano.

— Hagamos algo — La luz de la luna me permitía verlo con claridad, así que divisé una lata de color azul, este la agitó un poco, extendió su mano, inclinó la lata y presionó de la parte superior para que una espuma blanca invadiera su tacto.

Entendí a la perfección y mi estómago sintió mariposas, lo cual me asemejó como a una niña pequeña a punto de hacer de las suyas.

— Hay que despertarlos, se lo estampamos en la cara y salimos huyendo — La risa me quiso ganar, pero me tapé la boca para evitar tragedias —. Ya que se despierten, que nos ayuden con los demás.

— Ok, muy bien, ¿Quién es nuestro primer objetivo?

— Tu primo.

— Pero Takemichi está en su cuarto.

— No, se quedó en la sala.

Caminamos por la sala de estar sin hacer ningún ruido, respirando lento y observando a cada persona que yacía completamente dormida. Tenía escalofríos por los nervios y la risa me quería ganar, pero mordía mi labio para esfumar aquellas ganas que nos delatarían totalmente. Hakkai llegó a donde Takemichi, mi pobre primo descansaba dejando su cara al descubierto, estaba totalmente bocarriba con los labios separados, su aspecto era sumamente tierno.

El Shiba contó con sus dedos y al tercer conteo dejamos caer nuestra palma en la cara de mi primo, quien saltó del colchón inflable, por inercia la tapé la boca con mi mano.

— Somos nosotros — Dije muy bajo.

— ¡Mis ojos!, me arden — La espuma de afeitar les había entrado a los ojos.

Hakkai y yo estábamos que nos partíamos de la risa, estaba hincada aún a lado de Takemichi quien se quitaba los restos de espuma, tenía un dolor de estómago por la risa.

— Ayúdanos, Take, a despertar a los demás — Le susurró Hakkai.

— Pero deja mi enjuago.

— No, vamos a perder tiempo — Le dije y este solamente trató de quitarse más espuma.

— Bueno, ¿Quién sigue? — Nos quedamos callados hasta que Take dijo que a los gemelos.

Hakkai nos dio espuma y fuimos con los Kawata, ambos parecían estar de lo más cómodos, lo cual me dio un poco de pena. Takemichi hizo la cuenta con sus dedos y aquella espuma se desperdigó por los rostros de los gemelos, quienes asustados se levantaron, e intentaron abrir los ojos, pero obviamente les ardieron.

— Necesitamos de su ayuda, alguien no está cacheteando — Les dije lo más tranquila que pude.

— Que idiotas — Declaro Smiley tallándose los ojos.

— Hermano estoy ciego — Su gemelo estaba un poco asustado —. Me está ardiendo.

Abracé a Hakkai para no romperme en carcajadas, escondí mi cara en su pecho, pero era perceptible aquellos movimientos derivados a las pequeñas risas que emitía.

— Ayúdennos, ¿Quieren venganza? — Preguntó Takemichi.

— Sí — Ambos dijeron ya con los ojos abiertos.

— Senju — Dije con picardía —. Pero en lugar de espuma le dejamos caer un martillo, porque no la soporto.

— ¡Oye! — Ambos me reclamaron.

— Ush, bueno... ¡Inui! — Todos aceptaron, Hakkai repartió la espuma y nos acercamos a él.

— Oigan ya somos muchos — Takemichi quería ser justo pero lo mandamos al carajo.

Pobre Inupi, se agarró el pecho, y también quiso abrir los ojos.

— Malditos idiotas — Se levantó y quiso irse pero lo detuvimos.

— No te vayas, cobra tu venganza — Al escuchar aquello se quedó quieto.

— Pero quítenme la puta espuma.

Seguimos con los restantes, y ya solo faltaban dos personas... Taiju y Mitsuya.

— A ellos no.

— Cállate Hakkai, aquí todos por igual, yo voy por Taiju — Todos dijeron que no y entraron en pánico.

— Nos va a matar — Dijo su hermano alarmado agarrándose la cabeza —. No seas imprudente, tonta.

— No pasa nada, todos absolutamente todos nos vamos a esconder, bueno ustedes a acostarse y yo me escondo en otro lado, ya que será extraño que ustedes no estén dormidos — Me alejé de ellos yendo directamente a donde el chico que me atraía dormía cómodamente. Los demás estaban del lado de Mitsuya y solo me veían negando con la cabeza.

Ahora yo fui la que conté con mis dedos y al tercer número mi mano aterrizó en toda la cara de Taiju. Al ver esto, todos corrimos, los demás se fueron a esconder y yo me quedé en una esquina sintiendo como el corazón se me salía completamente.

Escuché como se levantaron los dos, quería hacerme lo más pequeña que podía pero era imposible.

— ¡Malditos hijos de perra graciosos! — Era Taiju, demasiado enojado —. ¡¿Fuiste tú, Mitsuya?!

— No seas idiota, no puedo abrir los ojos — Resbalé poco a poco hasta que mi trasero tocó el suelo. Literalmente ya no podía seguir guardando silencio.

— Me la van a pagar, todos, uno por uno — Todos se hicieron los dormidos, nadie decía nada y ellos dos estaban que se los llevaba el diablo.

Escuché pisadas por toda la sala de estar, hasta que vi unos pies cerca de donde estaba. Sentí que la sangre se me iba y la respiración me fallaba, los nervios hicieron que no respirara hasta que se alejaron.

Ahora estaba en un problema, no sabía como irme a mi habitación... Tenía que esperar a que se durmieran otra vez, pero eso llevaría tiempo.

— Voy al baño a lavarme la cara — Fue Mitsuya quien habló.

— Yo también — Tenía que aventurarme a salir, así que asomé mi cabeza poco a poco, tomando confianza y visualizando el perímetro.

Entorné mis ojos lo más que pude y para mi grata sorpresa no había nadie pues el baño quedaba al otro lado de la sala de estar, lo cual me llenaba de pura ventaja, así que salí lentamente.

— ¡Corre! — Susurró Takemichi.

Esa fue mi bandera verde para huir de ahí. Pasé rápidamente por todos ellos quienes se estaban quebrando de risa, veía las escaleras demasiado lejos debido a mi necesidad de llegar lo más rápido que podía, así que solo me enfoqué en alcanzar la salida.

Cuando puse un pie en la primera escalera los escuché venir, me quedé paralizada hasta que los vi a unos pocos metros de mí, estaban a mi derecha...

— ¿Qué haces aquí? — Cuestionó Taiju acercándose, no traía la parte superior de su pijama así que podía ver un poco de su piel derivado a los rayos de la luna.

— Vine por un vaso de agua.

— ¿Y el vaso? — Maldigo a Mitsuya por su perfecta inteligencia.

Tenía mi mano escondida, ya que restos de espuma quedaban en la misma, y aquello me delataría más, pero era obvio que ellos sospechaban... Subí una escalera de lado para después girarme y verlos. Mis pies estaban demasiado fríos, además no se movían para nada.

— Fuiste tú, ¿Verdad?

— No, Taiju ni siquiera me caen bien ustedes.

— Pues precisamente por eso mocosa — Me abrí paso ante ellos y sin pensarlo dos veces estrellé mi mano con espuma en la cara de Taiju.

Las carcajadas estallaron por todo el lugar y no tuve de otra que correr por un camino diferente para llegar a mi habitación y encerrarme. Me eché a la cama pensando seriamente en las repercusiones que tendría, probablemente no podría salir de mi habitación por años...




Mi puerta se cerró con fuerza, más de la que me hubiese gustado, aquel sonido arrancó mi paz e hizo que mi corazón se saliese de mi pecho por el maldito susto. Taiju y Mitsuya estaban bloqueando la puerta, mirándome fijamente, sus rostros serios no me hicieron más que rezarle a Dios y eso que era atea.

— No se vale, la idea no fue mía — Me fui al otro lado de mi cama al verlos con una lata espuma para afeitar.

— Y tu les seguiste el juego, mocosa— Mis bulímicas neuronas hicieron que me subiera arriba de mi cama.

— No sean groseros — Sus manos fueron bañadas con aquella cosa del demonio y se acercaron a mí, llegando a la orilla de la cama —. ¡Esa espuma arde!

— No seas chillona — Mitsuya fue quien habló, mismo que tuvo las intenciones de subir a mi cama, pero me bajé del otro lado.

— Da gracias a Dios que no te vamos a cortar el cabello.

— Que grosero eres, señor cristiano loco — Retrocedí hasta una esquina, pensando en como demonios iba a huir.

Pero era imposible, ya que los dos se acercaban a mí. Quise correr demasiado rápido pero Taiju me tomó de la cintura, bloqueando todo acto, haciendo más difícil mi huida. Mientras forcejeaba con él, Mitsuya ya estaba delante de mí con una sonrisa victoriosa.

— Cierra los ojos.

— ¡No!, ustedes tienen que ser justos — El Shiba me inmovilizó y yo ya sentía aquella espuma en mi cara.

La cual no tardó en llegar, Taiju le dijo que me echara en mi cabello haciéndolo un desastre, revolviéndolo y enredándolo al grado de dejar nudos por mi cabello. La espuma olía a mentol, lo cual me sirvió como advertencia para que no abriera los ojos. Ellos seguían divirtiéndose de más, hasta que se quedaron quietos.

— Ve a lavarte la cara.

— Ay no, Taiju, ayúdenme — Ellos se burlaron y cada uno tomó mi mano, lo sé porque las dimensiones de las mencionadas eran muy notorias.

— Voy a bañarme, sólo pásenme mi toalla, tontos.

— No fuimos tan malos contigo, mocosa.

Pasé dos de mis dedos por mis ojos para permitirme abrirlos, lo primero que observo es a Taiju cruzado de brazos con una sonrisa. Tremendo idiota, este me hace comentarios burdos y suelta una carcajada.

— Largo, necesito bañarme...

Al salir, ellos dos estaban muy cómodos en mi cama platicando.

— ¿Por qué invaden mi espacio personal? — Tomé el cepillo para desenredarme el cabello mientras que estos me miraban. Afortunadamente me cambié en el baño.

— Tu cama es cómoda, mocosa — Mi cepillo aterrizó en la cara de Mitsuya, algo que le tomó por sorpresa haciendo que su amigo se burlara de él —. Debemos vengarnos de los demás.

— Pues ya cobraron su venganza conmigo, déjenme en paz — Mitsuya se seguía sobando la frente, se levantó y fue a mirarse a mi espejo.

— Me duele — Ignoré el comentario de Takashi —. Debe ser algo más cruel.

— Hay que raparlos — Los dos negamos ante la propuesta de Taiju —. Que gallinas.

Me perdí un poco en mis pensamientos, tratando de ayudarlos en su perfecta venganza, podría ser pintándoles la cara, rompiendo su ropa, cortándoles de más el cabello o decolorarlo... Aquellos pensamientos se vieron interrumpidos cuando sentí una presencia detrás de mí.

Era Mitsuya.

— ¿Ahora qué? — Quise dar un paso al frente pero sus manos en mi cintura me detuvieron.

— No hemos acabado contigo — Dijo en un peligroso susurro que me tensó por completo.

Taiju se levantó, mientras que Mitsuya me hizo caminar hacia él, poniendo toda mi atención en aquel sujeto que nos esperaba con los brazos cruzados sin perder vista de nosotros. Sentí que el alma se me iba al suelo cuando llegamos a él, quien se inclinó un poco para tomarme de la barbilla y sonreír.

— No hubiésemos planeado esto sin saber que te gustamos — Tragué en seco y maldije a Takemichi por chismoso —. Así que Mitsuya y yo preparamos algo, aprovechando que la casa estará sola hasta pasado mañana.

— Supongo que harás mucho ruido, por ello nos esperamos hasta que se fueron los demás — Agregó quien estaba detrás de mí.

La cercanía de Taiju me estaba poniendo de los nervios, tanto que sentí un bochorno en la cara, manifestando mi sonrojo que odiaba porque siempre me delataba cuando ciertas emociones se atrevían a salir. Posé mi vista en los labios entreabiertos del más alto olvidando un poco la vergüenza.

— ¿Quieres besarme? — Su aliento fresco y caliente hizo que retrocediera, pero choqué con la espalda de Mitsuya —. ¿Por qué te haces para atrás?

Escuché la risa de Takashi, mis manos estaban inmóviles, todo mi cuerpo estaba meramente inerte. Suspiré, aún sentía mis mejillas rojas y calientes... El de atrás me empujó un poco para quedar cerca de Taiju, donde nuestras narices se rozaron ante el pequeño empujón.

Había fantaseado con esto, pero jamás pensé que llegara en un punto donde se convertiría en realidad. Me atreví a friccionar mis labios con los suyos, percatándome de como sonreía ampliamente, lo cual hizo que lo besara. Metí mis manos a su perfecto cabello para acercarlo y permitirme sentirlo más de cerca.

Taiju también cedió ante el beso, trazando un ritmo enriquecedor para todas las partes sensoriales de mi cuerpo. Sus labios carnosos se movían decididos, saboreé aquella saliva más dulce que la mía al grado de que nuestro intercambio sonara en la habitación.  

De un momento a otro la intensidad subió, mi cabeza se hizo un poco para atrás debido a la acción del otro, quien en segundos metió su lengua a mi boca, escuché a Mitsuya suspirar para que tomara mi cuello delicadamente. La respiración se me iba cada segundo, pero mis ganas de no ceder ante Taiju eran más grandes, así que yo seguí en lo mío tratando de jalar aire para enriquecer a mis pulmones que poco a poco se marchitaban.

Movía mi boca sobre la de él, ya estaba a dos segundos de darme por vencida, ya que se le veía muy decidido a continuar con su asalto creando un borde peligroso que obviamente se extendería hasta llegar a la cama. No resistí más y coloqué mis manos en sus hombros para separarme y tomar aire... Mi instinto me hacía tragar aire rápidamente.

Estaba con la mente en blanco, mis ojos estaban cerrados y este volvió a su altura inicial, dejándome en desventaja por ser más baja que él. Pasó el pulgar por la comisura de sus labios.

— Joder, se me ha puesto dura — Apretó su entrepierna —. Pero quisiera mirarlos a ustedes.

Se sentó en el borde de la cama con las piernas abiertas, dejando caer sus brazos a la altura de sus rodillas. Su cara era indescriptible, el brillo de sus ojos delataba lo excitado y emocionado que estaba. Mitsuya hizo que lo viera, dejando a la luz sus ansias que se multiplicaban como bacterias... Me tomó de las mejillas y sin más dio paso a besarme.

Cerré los ojos al sentir otro tipo de calor, un ritmo diferente y una experiencia que empata con la de Taiju. Ladeé mi cabeza para probarlo sin dejar algo inexplorado, me empapé de su saliva dulce y procedí a tirar de su labio con fuerza. Mitsuya lanzó un gruñido y empuñó mi cabello cobrando justicia ante el acto tan osado que me atreví a ejecutar.

De vez en cuando ejercía más fuerza, haciendo que mi cuero cabelludo se restirará y mandará calambres de placer a mi vientre. Aquellos dos me hacían sentir vulnerable, las piernas me flaqueaban y era incapaz de emitir una palabra, solo compartía mi respiración irregular cuya fuerza era audible en la habitación.

A una parte de mi le encantaba la idea de tenerlos a los dos, pero no sabía con exactitud lo que tenían planeado. Haciendo que mi impaciencia se acrecentara más y más. Retrocedí un paso para mantener el equilibrio, ya que mi amigo dejaba a lado su gentileza.

Nos separamos al mismo tiempo, dejando nuestras frentes pegadas y recuperándonos. Escuchaba su respiración, percibía su aliento fresco, y veía su sonrisa... Su cabello ya estaba hecho un desastre, y ni qué decir del mío...

Nuestros ojos se conectaron, escuché pasos detrás de mí y quedé en medio de ellos. Taiju tomó los bordes de mi playera negra, jugaba con ellos haciendo que su tacto me erizara la piel. En cambio, su amigo no dejaba de verme con fijeza, sabía que estaba pensando profundamente en qué hacer, pues aquellos gestos los conocía perfectamente.

El algodón de la tela se deslizaba sobre mi cuerpo, así que alcé mis brazos para dejar que Taiju me quitara aquella prenda, pasó sobre mi cabeza y por fin quedé en sostén... La palma del más alto acariciaba mi espalda, subía lentamente hasta encontrar el broche de mariposa que ya estaba por sobrar.

— Voy por las cosas — Mitusya se alejó de nosotros no sin antes darnos una mirada llena de lujuria.

Iba preguntar que cosas, pero mis senos fueron atrapados por sus grandes manos. Los juntaba haciéndolas más pronunciadas y luego las soltaba para que rebotaran un poco... Eché la cabeza hacía atrás mientras el jugaba a su antojo, donde su dedo índice se colaba por aquel encaje, buscando mi pezón... Él no perdía el tiempo, pues friccionaba sus caderas contra mi trasero, donde era perceptible aquel trozo de carne que estaba duro.

Aquel juego previo ya me tenía más que húmeda, estaba en el pico de mi éxtasis solamente con dos besos y algunos toques... No entendía su afán de tenerme de espaldas, ya que quería girarme, pero siempre me regresaba a la misma posición, así que me dejé consentir...

A los pocos segundos entró Mitusya con una bolsa cuyo color no me permitía ver que era. Cerró nuevamente la puerta y se unió a nosotros... Sus dedos fueron directamente a los botones de mis jeans, liberándolos del pequeño bloqueo. Tomó el cierre del mismo para bajarlo y dejar a la vista un poco de mis bragas.

— Mantén el equilibrio — Takashi bajó mis pantalones, dio toquecitos en mi pie para que lo alzara y poder despojarme de aquella tela. Repitió la acción con mi otra pierna y por fin quede solo en ropa interior.

Taiju bajó los tirantes del sostén y sin más desbrochó la mariposa, dejando al aire libre mis pechos... Retiró la prenda ya flácida y la aventó; ahora si con toda la calma del mundo los tomo entre sus manos mientras que Mitsuya se levantaba al mismo tiempo que rozaba mis piernas con sus dedos.

Dejó ciertos besos en mi vientre, jugó con los elásticos de mis bragas y con sus dientes las bajó lentamente llevando el material de encaje a mis pies... Ahora si estaba a sus órdenes, totalmente desnuda, sensorial, con ganas de que ellos dos ya comenzaran a tomarme de la manera más posesiva posible.

Los dos quedaron enfrente, la diferencia de alturas me hacía bajar y subir mis ojos para verlos con detalle. Cruzaron sus manos para tomar el borde sus vestimentas superiores y quitarlas, donde al acto se marcaban con fuerza aquellos bíceps, dejando mucho a la imaginación.

La belleza de sus cuerpos enriquecía toda la experiencia, ya que sus oblicuos eran una invitación a un lugar meramente paradisiaco... Aquella V se perdía un poco más debajo de aquellos pantalones que no dudaron en quitarse, podía observar como sus manos hacían un excelente trabajo para despojarse de aquel botón y bajar la bragueta.

No supe en que momento quedé sentada en la orilla de la cama, pues embelesada me encontraba, ya que esos dos hombres se estaban desnudando para mí, para nadie más... En esos momentos yo era el centro de su ser, provocando la idea de que solo los tres éramos los únicos habitantes del mundo.

Se acercaron un poco más y se dejaron los bóxers, extendí mis dos palmas para tocar a mi antojo, primero sintiendo el calor que emanaban sus cuerpos. Subí lentamente repasando los bordes que se hacían debido a la musculatura. El tatuaje de Taiju me hizo fijarme en aquellas letras, así como sus demás figuras cuyo significado escuché más de tres veces, pues nunca entendía el significado. 

Ellos me miraron con ganas, pude percibir como su piel se erizaba por completo al dejar que solo mis yemas rozaran su cuerpo. Sin más tomaron mis manos guiándolas hacía abajo, donde cierta parte exigía mucha atención... No evité sonreír por la sincronicidad de esos dos hombres.

Llegué a la parte inicial de aquel elástico e hice mis mejores honores para dejar caer sus bóxers... Al quitarlos, las erecciones se hicieron presentes, haciéndome salivar, pues quería darles la atención más morbosa que se me ocurriera...

El fuego se extendió por cada parte de mi cuerpo, quería que las cosas tomaran más intensidad, pero ellos querían disfrutar todo sin ningún impedimento, tomándose su tiempo para sumergirse aquellos actos que nos ciegan completamente, apagando nuestro cerebro al grado de solo pedir más, rogar, rasguñar y gemir sin culpa alguna...

Un deseo carnal...

Sin que ellos me lo ordenaran, quedé de rodillas... Tanteo el perímetro poco a poco hasta que mis dedos sintieran el eje que no tardará en hundirse en mí, con o sin piedad, arrancando acciones y palabras.

Intenté concentrarme en masturbarlos, haciendo lo mejor posible, coordinando mis movimientos, ya que la torpeza gobierna mi mano izquierda por ser la que menos uso... La textura y grosor es diferente, así como el tamaño, mismo que me hace pensar que mi vientre dolerá en los próximos días... Aquellos dos se juntaron un poco observándome desde arriba, incitándome a seguir con lo mío, esparciendo con mi pulgar su líquido preseminal por toda la punta rosada, objetivo de mis próximas caricias con mi lengua y labios, donde los acunaré cuidadosamente para presenciar aquellas mandíbulas que seguramente se tensarán, o simplemente inflarán sus vientres para retrasar su orgasmo.

Pensaba en quien darle aquella atención, pero Taiju fue más rápido tomando mi cabello y arrastrándome a la punta de su polla... Escuché la risita de Mitsuya y no evité mirarlo a los ojos, sacando mi lengua, endureciendo la punta de mi músculo húmedo y posicionarlo en el comienzo de su falo... Rodeé aquel perímetro saboreando el líquido incoloro que mi cerebro etiquetaba como un mero manjar.

Una ligera succión es lo que vuelve su agarre más firme, jugué a mi antojo, no se dio cuenta que yo tengo el control de su cuerpo en estos momentos, algo que hace que mi ego se hinche y sobrepase los niveles permitidos en el mundo. Poco a poco dejé que mi saliva empapará su grueso miembro, mismo que es abrazado por mis labios, apretando solo un poco, sintiendo aquellas venas prominentes que parecen ramas de un árbol, conectadas entre sí, formando una red hilarante en su cuerpo.

Generé más saliva, dejando que cierta parte se escapará por las comisuras de mis labios, llegando a mi mentón, dejándose caer por mi cuello y garganta. Traté de bajar un poco más con el tiempo y paciencia idónea para evitar algún tipo de accidente.

Cuando estaba más confiada, obligué que mis labios chocaran contra su pelvis ornamentada. Cerré los ojos deleitándome, disfrutando junto con él y sintiendo aquella parte tensa, me quedé un rato ahí acostumbrándome a sus dimensiones mientras que la boca se me llenaba de saliva, misma que forma una pequeña alberca.

Taiju me hizo para atrás, dejando nuevamente su miembro a la vista, arrastrando mi abundante saliva sobre su eje que brillaba por la mencionada. Hilitos de saliva unieron mis labios a su pene.

— Esto nos servirá — Escucho a Mitsuya a mis espaldas, toma mis muñecas llevándolas mi espalda y atrapándolas en lo que infiero son unas esposas, cuya parte interior está cómoda, no lastima mi piel como las convencionales.

Ahora si he perdido mi control total, el ego que antes estaba en mi mente ha dado paso a la mera sumisión a la que desde un principio se promulgó. No me había percatado de la molestia de mis rodillas hasta que tuve que acomodarme nuevamente, haciendo que la sangre circulara por aquella zona que se encontraba aprisionada con mi peso.

Taiju

Bajé mi mirada a la chica que se encontraba de rodillas con un sutil arco en su espalda, cuyas manos ya estaban por detrás, dejándola ser un perfecto peón para usarla como tantas veces había imaginado en poco tiempo. Ella se acomodó, a lo que percibí un pequeño gesto de molestia... Mi parte amable quería subirla al colchón para que descansara un poco, pero no le iba perdonar lo que me había hecho, dejándome en ridículo enfrente de todos. Ahora le iba llenar toda su carita de lágrimas placenteras.

Mis brazos se tensaron en la posibilidad de correrme en su cara, había acordado con Mitsuya que los dos disfrutaríamos de ella hasta que nos saciáramos, cosa que dudo que pase... Mis dedos se deslizaron por su cabellera nuevamente, aún está mojada, dejando pequeñas gotas de agua que impactan con mi tacto.

Una ligera O apareció en su boca, así que nuevamente la dirigí a mi capullo necesitado de atención. Sentí su calor en mi parte sensible, también aquella lengua es tan osada que realizaba círculos siguiendo su instinto de excitación, Mitsuya seguía preparando otras cosas y de vez en cuando nos echa una mirada llena de morbo.

Me enfoqué en todo lo jodido que estaba sintiendo, la preparé lentamente, dejando que se acostumbrara a mi pene,  para después follarle la puta boca, escuchando aquellos sonidos lascivos de su boca. De un momento a otro me ensarté en ella completamente, mis piernas se tensaron y dí inicio a mis andadas sin paciencia y límites.

— ¿A qué sabrán esas lágrimas tuyas, pequeña zorra? — Hablé con normalidad no comunicando que estaba haciendo su trabajo como una maldita diosa, apretando con su garganta sobre mi eje.

— Yo las pruebo — Dijo el otro que no tardó en pasar su lengua por aquel pequeño recorrido interrumpido por su músculo...

La sangre estalló en mis venas, necesitaba adentrarme en ella en todas las posiciones habidas y por haber. Ejercí más fuerza y la dejé encajada, respirando profundamente hasta un cosquilleo me alertó que estaba cerca, no dudé en moverme rabioso por su boca hasta que llené su boca de mi semen.

No se la iba dejar tan fácil, no iba correrme en su garganta... Pues quería ponerla a prueba, dejando que todo mi espesor llenara el centro de su lengua, misma que obligaría a que me la enseñara, adorando el aspecto digno de una puta necesitada.

— Abre la boca — Tomé su barbilla con fuerza mientras que hacía todo lo posible porque no cayera al suelo.

Podía percibir la desesperación por tragarlo, pero no le iba conceder ese deseo tan rápido. Al tener la lengua de fuera, podía percibir como la saliva se iba incrementando.

— No tienes permitido derramar ni una gota, corazón — Su pecho subía y baja con mera precaución.

Claro que iba lograr que lo derramara, porque quería castigarla con sobreestimulación. Con solo imaginarla me llené de euforia, algo que hizo que una gran sonrisa se postrara en mi rostro...

Ella torcía la lengua, tratando de evitar que mi semen cayera al suelo... Hasta que se derramó, cayó cierta parte al suelo... Le dije que tragara el resto sin hacer gesto alguno.

Dudó unos segundos, metió su preciosa lengua y tragó... Cerró los ojos y dejó de respirar para que seguramente resbalara sin asco alguno.

— Mira al suelo — Quitó los ojos de los míos y observó con detenimiento, hasta que dio con la mancha blanca —. Traga.

Suspira lentamente y observé como limpiab aquella parte, lo recogió con su lengua y lo llevó garganta abajo lo más rápido posible... Esto ni siquiera ha empezado y ya se le observa cansada.

Le ayudo a incorporarse, Mitsuya me dice que la lleve a la cama para dejarla de rodillas... Mi amigo es más lento, pero puedo percibir que quiere destrozarla sin importarle nada. Aquella mirada analítica se estampa en el cuerpo de la chica, quien se recupera en todos los sentidos. Cuando sus rodillas tocan la cama, puedo percibir la alegría.

Le doy tiempo a mi cuerpo para que también se recupere de la erección, no forzándolo de más... Tenemos mucho tiempo con ella el cual claramente no va a desperdiciarse. Takashi saca una fina correa, con estoperoles puntiagudos. Se la enseñó jugando con aquel accesorio que habíamos comprado un día antes de nuestro pequeño acometido.

— Ahora sí serás mi perrita — Aquel chiste le hizo sonreír.

Pasó sus manos por el fino cuello, adornando y anclando la cadena que después dejaría caer. Me coloqué en un lugar cómodo donde obtenía todas las vistas posibles, en mis pantalones residía una cajetilla de cigarros, los cuales no dudé en tomar, realmente necesitaba sentir el humo y sacarlo.

Rebusqué por el piso y me paseé como Dios me trajo al mundo, sintiendo la mirada de la prima de Takemichi, le di la espalda a quien se encuentra sumisa, donde segundos después escuché como una cachetada reclamó su atención.

— Mírame — La orden de mi amigo fue susurrada en un tono bastante peligroso.

Encontré ms cigarrillos y encendí uno, dejando pasar el humo que tanto me hacía falta para retenerlo por unos segundos y dejarlo salir por la nariz. Me di media vuelta para seguir admirando el espectáculo, donde Mitsuya jugó con su miembro pasándolo por todo el rostro de ella, lo pasa por sus labios entreabiertos y se desvía a las mejillas carmín.

Tiró un poco de la cadena acercándola a su pene, dejó la punta en aquellos labios que hacen buen trabajo y recibió su capullo, dando lo mejor de si con su lengua, seguramente saboreando a Mitusya con detenimiento, ya que se le está dando el privilegio de que sienta el control hasta que cambien los papeles.

Aquel chico no le quita la mirada tan penetrante, no perdió ningún detalle, se estaba conteniendo, lo sabía porque tensaba demasiado el brazo derecho y apretaba las mandíbulas... Ella poco a poco engullía el falo de Mitsuya, llegando solamente a la mitad para tomarse el tiempo de alejar las náuseas, se quedó quieta unos segundos y sus labios cubrieron otro pedazo de carne.

Mi piel seguía ardiendo y no dudo que Mitsuya estaría igual, yo sólo estaba esperando el momento donde se dejara cegar por sus instintos carnales, mismos que te hacen sumergirte en la lujuria pura.

No tardó ni dos segundos más cuando Takashi tiró de la cadena con fuerza y clavó sus caderas con fuerza, provocando que los labios de ella tocaran su pelvis. La mirada del chico cambió completamente, tenía más brillo y una ligera sonrisa iluminó su rostro.

Aquellos sonidos del ir y venir no hacían más que excitarlo, pues estaba ejerciendo todo el poder que se le permitía. Las manos de la chica se retorcían, lo cual me indicó que estaba en su límite, le hice una seña a Mitsuya para que la dejara respirar y salió de ella, donde la salivación excesiva empalmó parte de su pene, y la restante adornó su mentón.

Ella respiró con fuerza mientras que acariciaban su cabello, era obvio que no querían que pasara más el tiempo, así que nuevamente le follaron la boca. Su verdugo echó la cabeza atrás, empuñando ahora su cabello, buscando su placer, dejándola sin aire, arrancando sus lágrimas por las pequeñas arcadas e infestando con su miembro aquella garganta.

— Mierda, mierda, no hagas eso, no quiero correrme — Irónicamente cambiaron los papeles en un santiamén, ahora ella tenía control sobre él —. Maldita perra.

El insulto fue lanzado con desesperación,  y sin querer lancé una pequeña carcajada.

— ¿Qué pasa, Mitsuya?, hace muy bien su trabajo, ¿Verdad?

— Ni que lo digas — Dejó de mirarme y salió de ella —. Ni que lo digas...

Depositó un beso en su frente y yo encendí otro cigarrillo. Me acerqué a ella, Mitsuya limpio sus labios bastante mojados y nos sonrió. Coloqué la zona de filtración en sus labios, mismos que ella escondió no para salivar el cigarro, le dió una calada profunda y primero echó el humo por la boca para que lo restante fuese expulsado por aquellas fosas nasales.

— Abriré un poco la ventana, no me gusta el olor — La chica miró de reojo a Mitusya y yo aproveché para besarla nuevamente.

Sentía el olor y sabor del tabaco, así como de su lengua luchando contra la mía. Quería saciarme, pero dudo que pueda quedar satisfecho con tan sólo una vez...

Oc

Taiju me dejó sin respirar nuevamente, me sentía cansada y eso que apenas estábamos empezando... Mitsuya me dejó entrever un lado demandante que nunca pensé que tuviese. Una enorme sorpresa para mí, siendo honesta... Me despojó de las esposas para que por fin moviera mis muñecas a mi antojo.

— Gracias, cristiano — Aquel apodo iba de cajón en todos los contextos, al principio me quiso asesinar, pero después se acostumbró.

No dudó en tirar de aquella cadena que estaba fría, mi cuello sentía la fricción del cuello con cada movimiento que hacía.

— Colócate boca arriba, mocosa.

— A tus órdenes...

Sentí la suave cama sobre mi espalda, me estiré como se me dio la gana esperando su siguiente acometido. La vista que tenía de ellos dos era más que gloriosa, ambos se acercaron a las orillas de la cama, y subieron en ella quedando de rodillas. Se agacharon lo suficiente para que sus labios tocaran mis pies, sabía sus intenciones y no iba dejarlas pasar.

Me concentré en sentir sus húmedos labios, los cuales comenzaban a trazar un fino camino, mismo que empezó por mis pies, subiendo lentamente por mis tobillos y siguiendo el sendero que los llevaba más y más arriba. Cerré los ojos al deleitarme completamente, calambres de placer se extendían y ahora mis rodillas eran poseedoras de sus labios.

Ambos flexionaron mis piernas dejando al descubierto mi zona húmeda. Ahora ya los sentía por mis muslos internos, salpicando de acciones afectivas que me estaban dejando ciega nuevamente. Mitsuya se hizo a un lado dejando el camino libre, y Taiju se acomodó bien entre mis piernas, mis dedos se deslizaron por su cabello, este me miró mientras su nariz se posaba en aquel lugar especial. No evité sonrojarme.

Su lengua ya estaba en acción arrancándome ciertos jadeos, aún no me llevaba al grado de flexionar mis caderas, todavía era lento, se tomaba el tiempo necesario para saborearme, era preciso y excelente... Mi centro estaba más húmedo, porque las cosas obscenas que hice con mi boca hicieron que mis fluidos se presentaran.

Las grandes manos me mantenían abierta. Miré a Mitusya, tenía una sonrisa en su rostro, pasaba dos de sus dedos por mi mejilla, estaba disfrutando de todos los gestos.

— Mierda... — Fue lo único que articulé cuando los dos dedos de Taiju se adentraron, mismos que resbalaron con demasiada facilidad.

— Que grosera — Habló Mitsuya cerca de mi oído. Busqué sus labios ansiosa, mis manos estaban ocupadas despeinando a su amigo —. Que preciosa te ves con aquellas mejillas encendidas.

Presioné mis labios contra los suyos, aquel chico respondió instantáneamente, separó los labios y empujó su lengua para adentrarse a la boca, las salivas se mezclaban y me dejaba sin respiración. Tuve que separarme al sentir que mi clímax estaba por llegar.

— ¿Quieres correrte? — Atrapó mi labio inferior con sus dientes —. Pues no, quiero ver cuanto aguantas.

Era imposible no correrme, la ola de placer me estaba azotando de tal manera que empujaba con fuerza mis caderas. Agarró mis mejillas demandante, dejó caer un hilo de saliva en mi boca y de Taiju se detuvo de golpe.

— Sabes delicioso — Estaba claramente frustrada por haber interrumpido mi orgasmo.

Mitsuya

Pude ver como una pequeña vena se enmarcó en su frente, mi amigo se detuvo cuando le hice una señal demasiado discreta, misma que ejecutó al instante... Ambos nos miramos sonriendo, siendo cómplices de aquel interruptus que la frustró. Arrastré mis perezosas rodillas para tomar el lugar de Taiju, coloqué mis manos en sus piernas.

Abrí sus piernas, quería olerla... Necesitaba urgentemente empaparme de todo su ser, sabor y olor. Poco a poco dirigí mi boca a su monte de venus, mi lengua se estaba mandando sola y yo la deje hacer lo que quisiera en su centro. No desperdicié más tiempo, tarareé rodeando su clítoris, respirando todo de ella.

Quería más que eso, necesitaba, lo anhelaba. Hundí mi lengua arrastrando y sintiendo aquel sabor que me estaba haciendo adicto, era como inyectarse heroína, la lujuria me quemaba las venas y no me importó nada más que seguir entre sus piernas.

Introduje mis dedos también hambrientos de necesidad, rejegos por seguir mis indicaciones, cuando solo querían hundirse en ella, sintiendo sus texturas y fluidos. Deslicé una mano debajo de su trasero y la atraje más a mi boca, sellé mis labios alrededor de su zona tan cálida y persistente ante todo lo que estaba sucediendo. Chupé con fuerza, ella levantó sus caderas y sus gemidos se volvieron más sonoros, eché un vistazo, Taiju jugaba con sus pezones, veía como los estiraba entre sus dedos con una sonrisa llena de lujuria.

Seguí en lo mío, estaba a punto de estallar contra mis labios, quería conseguirlo y lo estaba logrando siempre con parsimonia, yendo a esos lugares que antes eran inexplorados para mí. Coloqué mis palmas en el interior de sus muslos para abrir más sus piernas no perdiendo mi vaivén.

— ¡Mits! — No fue capaz de pronunciar mi nombre, aquello restante se convirtió en suaves gemidos que nos encantaba escuchar.

Tomó mi cabello con cierta brutalidad, tirando de él. Levanté la mirada a mi compañero quien me entendió al instante, llevando sus manos por encima de su cabeza, dejándola morir de placer. Con esmero, seguí dando en sus puntos dulces, agarré bien sus piernas y dejé que mi lengua tomara protagonismo puro. Inclinó sus caderas empujándose sobre mi boca. Estaba corriéndose.

Acepté todos sus jugos, siendo un manjar puro. Aminoré la velocidad de mi lengua, dejé salir un pequeño hilo de aire frío sobre su zona sensible.

— Mierda... — Taiju soltó sus brazos, pero aún faltaba su pequeño castigo por parte de él.

Los ojos le brillaron una vez más. Aquellos relampagueos en sus orbes fueron incesantes... Me despegué un poco más de ella, Taiju deslizó su dedo medio en sus fluidos y dio toquecitos en su botón. Saltó debido a la sobreestimulación.

— ¿Crees que es mucho para ti? — Preguntó en un tono formal, queriendo saber sus límites.

— ¿Me crees débil, cristiano? — Sonreímos a la par. Abrió la caja de pandora.

— Justo como esperaba, nunca decepcionas.

Si bien era cierto, se trataba de un castigo, pero no queríamos ser demasiado duros con ella.

Aún no.

Quizás en otra ocasión.

Taiju jugó con ella a su antojo, se estaba revolviendo contra el colchón. Los cabellos se desperdigaban y por obviedad se enredaban ante los brutos movimientos que su cuerpo quería externar debido a la sensación que la hizo llorar de puro placer. Pude ver como las sábanas estaba mojadas, dejando un pequeño círculo irregular de un tono más oscuro.

Alcancé una mordaza, saqué otras esposas junto a unas finas cadenas que ornamentarían su cuerpo y por último unas pinzas que habían sido agrado de Taiju, cuando las vi me quería partir de la risa, pero las tomó decidido. Aquellas pinzas tenían unos cascabeles y las mismas embonaban a dos cruces invertidas.

Se metió los dedos a la boca, y la dejó descansar un rato. Juntó sus piernas y un ligero temblor se hizo presente. Estábamos haciendo bien nuestro trabajo. De eso se trataba, de disfrutar, de perderse en la locura y recordarlo cuantas veces fuera necesario.

— Ponte de rodillas a la cama, corazón — Ordené. De reojo miré como Taiju tomaba otro cigarrillo, lo prendió y expulsó el humo por la nariz —. Me sorprende que tengas buena condición, teniendo en cuenta que fumas cada dos segundos.

— A ella también le gusta — Giré sobre mis talones, ella tomó el cigarrillo con sus dedos y aspiró una calada.

— Ayúdame, Taiju — Extendí la cadena de fantasía color oro. Era demasiado frágil como para hacer que se enredara.

Primero arreglamos la parte de arriba, colocamos los broches y su cuello quedó adornado, después seguimos por su pecho, dos triángulos con lados rectos y curvos atraparon sus senos, y fue así como quedó.

Atrapé su cabello con una liga, ya estaba dando suficientes problemas, además de estar esponjado. Taiju tomó sus pinzas y yo la mordaza. Los dos ajustamos nuestras cosas a nuestro antojo, ella se dejaba y se veía totalmente apetitosa.

Fui con Taiju, quedé a su lado para admirar a la chica. Estaba totalmente increíble. Pasé mis dedos por aquellos cascabeles y sonaron con dulzura, definitivamente acompañarían cada estocada que le daríamos.

— ¿Te duele? — Pregunté al mismo tiempo que le pedía a Taiju el cigarro. No soy fan de fumar, pero la situación me envolvió tanto que terminé contaminando mis pulmones.

Ella negó.

Perfecto.

Exhalé el humo directo a su cara, con la intensión de molestarla. Cerró los ojos y negó con la cabeza, seguramente había pensando un buen insulto. Queríamos adentrarnos, pero siempre me ha gustado observar, así que le dejé nuevamente el camino a Taiju. Pasó la mano sobre su cabeza, dejó un beso la nariz, aspiró fuertemente el olor que emanaba su cuello y dio marcha a su acometido.

Las grandes manos abarcaban su cuerpo, la giró en cuestión de segundos dejándola en cuatro patas.

Taiju

Su perfecta espalda se delineaba justo como quería, aquellas manos se apoyaron en el colchón esperando pacientemente. No desaproveché la oportunidad de manosear su culo, sentí la suavidad de su piel bajo mi tacto, tanteé de más abriendo sus nalgas queriendo hundir mi lengua un poco más arriba.

— Levanta más ese culito — Su pecho descendió y me regaló una vista hermosa.

Saboreé su coño palpitante desde atrás, y arrastré sus fluidos a su ano. Mi lengua cobró vida al sentir aquella textura, sobre todo al escuchar un fuerte jadeo.

— Ábrete las nalgas — Ella me hizo caso. Seguí paseando mi lengua por aquel lugar cerrado que no tardaría en ser abierto por mí.

No puedo encontrarme a mí mismo, solo sigo mis instintos animales una vez más, hundiéndome en aquel pecado que muchos señalan, en la mera lujuria condenada por los mortales y señalada por la teología.

Cuando me encontré satisfecho, hice que mis labios aprisionaran parte de cada una de sus nalgas, mordisqueando a mi antojo, dejando marcas rosáceas, anclando mis dientes una vez más. Volví a mi posición inicial y dejó que la palma se estrellé contra su culo. Aquel sonido me hizo sonreír, dejando crecer algo dentro de mi pecho.

Mitsuya siguió fumando, esperando, mirando y no perdiendo detalle. Me aproximó un condón. Lo abro correctamente, deslizo mi pene dentro del látex, hice que mi erección jugara con su zona íntima, paseaba mi falo meramente al antojo que se me ocurría.

Separé un poco las piernas, tomé sus caderas y como un imán, mi pene busco su entrada mojada y caliente. Disfruté cada pulgada que metía, misma que era consentida con su textura, calor y fluidos que hacían todo más fácil. La pasión y la necesidad me hicieron parar a la mitad del recorrido, tomé unos segundos admirando una vez más su cuerpo y encajé lo restante de una estocada, haciendo que mi pelvis se estrellara contra sus nalgas rojas.

Hice que sus rodillas se separaran un poco más, regalándome una vista jodidamente lasciva. No perdí más el tiempo y comencé un vaivén neutro, donde la rapidez no estaba presente, pero tampoco la lentitud. Cierro los ojos y el placer me despoja mis últimas neuronas. Me ahogué en la increíble sensación que ella emana, simplemente perfecta, sin defectos y auténtica.

Nuestros cuerpos encajan con perfección. Quería ir más profundo y me encargué de que así fuera, empujando mi pelvis sin retener mis fuerzas, tomé su cabello para levantar su pecho y sus senos al aire con la mera intención de escuchar aquellas melodías que los cascabeles emanan derivados a nuestros choques.

Sus gemidos estaban bloqueados, sabía que ella quería externar su placer, pero se encontraba en una gran encrucijada. Antes de que me diera cuenta, mi mano derecha la nalgueaba consecutivamente, no me importaba en lo más mínimo dejar mi mano marcada, pues sería un gran adorno a su cuerpo. Las paredes se contraían, ella sabía perfectamente que hacer y cómo hacerlo.

Sin más, salí de ella e hice que se colocara a ahorcajadas, quería verla desde otro ángulo. Brincó delicadamente, meneaba sus caderas constantemente, sumergí mi cara en su cuello, olía plenamente a sexo y el tono dulzón de su perfume se encontraba un poco más presente. Escuchaba como expulsaba el aire furiosamente por sus fosas nasales. Estábamos resbaladizos, compartiendo lo más íntimo, sudando, jadeando, pidiendo más y dejando a lado el cansancio que seguramente nos mataría dentro de unas horas.

Los pezones lucían perfectos, sus senos rebotaban, hice que colocara sus manos sobre su nuca mientras que la ayudaba a brincar, ahora tenía diversas vistas que quería seguir admirando... Rasguñé su espalda, llevándome conmigo parte de su sudor.

Quería quitarle esa maldita mordaza y besar sus labios, pero la imagen que desprendía era meramente erótica. El ir y venir estaba siendo manejado a mi mero antojo, la carne de sus nalgas llenaba mis palmas, la suavidad que emanaban me incitaba a seguirlas apretujando a mi antojo.

Puso sus manos en mis hombros y siguió bailando para mí. Estaba meramente encantado con los movimientos de cadera que ejecutaba, seguramente sus piernas quedarían deshechas ante tanto reclamo de nosotros.

Oc

El miembro de Taiju salía y entraba marcando un vaivén firme, yo lo aceptaba con toda la disposición, mismo que llegaba hasta lo más profundo de mi ser, era tanto que lágrimas de placer estaba apareciendo en mis ojos, cada penetración tocaba aquel punto dulce que me hacía sentir que me orinaba, pero no era precisamente por ello.

Obligué a mis piernas a seguir brincando en él, mirándolo a los ojos. El placer hizo de lado el dolor de mis pezones y mejillas, provocando una igualdad en todo su esplendor. Aquel choque de pieles era acompañado con el sonido de mis cascabeles.

Quedé a segundos de correrme, pues el me había dado la orden de que me detuviera. Apareció Mitsuya, no perdió tiempo, se colocó arriba de mí, las piernas se abrieron en un santiamén, y sin más se encajó.

Aquella estocada me hizo emitir intentos de gemidos, se quedó un rato quieto murmurando lo bien que se sentía, para después enterrar su cara en mi cuello y mover sus caderas a su antojo, la piel resonó, sus gruñidos fueron depositados en mi oído y me deshice una vez más ante él. Cada avance y retroceso me hacía estremecer, aquel punto perfecto me estaba deleitando y no quería que se acabara. Puso mis piernas en sus hombros, disminuyendo sus embates, lo observé con aquella sonrisa y sus ojos caídos, aquel cuerpo estaba sudoroso, dándole un aspecto único.

Simplemente no quería que acabara.

— Vamos a estar los dos adentro de ti — Susurró peligrosamente.

Él quedó debajo, enseguida entendí que posición adoptaríamos. Taiju quedaría atrás... Sus característicos ojos me envolvieron. Enseguida me quitó la mordaza, sinceramente me sentí agradecida, pero me quedó un poco de dolor; el Shiba me dejó las pinzas, pero estaba excelente.

Dos pares de manos me acariciaron a su antojo, Taiju me mordió el cuello, no pude soltar una pequeña risa ante ello. Me robo un beso, y después Mitusya, era demasiado demandante...

Ambos me prepararon, afortunadamente contaban con un lubricante que olía a fresa. Taiju fue preciso con mi segunda entrada, siempre preguntaba como me encontraba, era una parte que jamás había conocido, era un poco extraño.

— Aquí voy — Me encajé a las caderas de quien estaba debajo. Cerré los ojos al sentir sus dimensiones dentro de mí.

Fui inclinada un poco, esperé pacientemente para que aquella punta jugara un poco, Taiju me tomó de las caderas firmemente y fue deslizándose poco a poco, paraba un poco, me dejaba respirar y seguía. No fue brusco, entendía mis límites y eso lo agradecí.

Sinceramente me sentía llena por todos lados. Aquel hombre llegó hasta el fondo y tomamos aire.

— Me moveré.

— Yo también — Concluyó Mitsuya.

Ambos lo hacían lento, mi cuerpo se acostumbraba y el placer me estaba agotando lentamente, pero me resignaba a dejar esto a medias. El de abajo me tomaba de la cintura y Taiju de las caderas. Perdí la noción del tiempo cuando ambos incrementaron su velocidad, ahora podía gemir a mi antojo, externando toda la lujuria y aquellas acciones morbosas que me humedecía como una vil perra.

Aquellos susurran todo tipo de palabras, gemían, gruñían. Era todo excelente, mismo que ayudaba a que mi clímax se aproximara con demasiada intensidad, sus manos adornaron mi cuello, me nalguearon infinidad de veces, jalaron mi cabello a su antojo y me follaron tan bien que mis ojos se quedaban en blanco con cada acción.

De reojo observé como Taiju encendía un cigarro y me cogía al mismo tiempo que fumaba, el humo lo dejaba salir por su nariz y su fuerza jamás se devalúo, el hijo de perra sabía como concentrarse.

— Me gusta ver como rebotan esas tetas tuyas — Dijo Mitsuya entrecortadamente

— Encajamos tan perfecto en ti, pequeña zorrita — Su amigo acompañó aquel comentario —. Queremos follarte todo el maldito día, queremos ver como tu precioso cuerpo se revienta de placer.

No pude responder, me era imposible hablar. Rasguñé el pecho de Mitsuya, maldije unas cuantas veces y sentía como aquella excitación se acrecentaba por debajo de mi vientre.

— Estoy cerca — Dije entrecortadamente.

A estas alturas del juego ya solo emitíamos jadeos y gemidos, el único sonido constante era el chocar de nuestras pieles. Poco a poco me arrastraron a mi orgasmo, haciendo que me tensara y rasguñara lo que tuviera enfrente.

— Puedes correrte — Dijeron al unísono.

Sus palabras fueron mágicas y dejé que el nudo de mi vientre se destensara. Un gran gemido salió de mi boca, mi cuerpo tembló, estaba haciéndome pedazos lentamente, era más que asombroso porque escuché como ellos también se corrían, dejaron de acariciar su polla contra mí. Siento chispas eléctricas en toda mi piel, mismas que dejan una estela que no tarda en desaparecer.

— Mierda — Taiju sale de mí y me dejo caer contra el pecho de Mitsuya —. Estoy tan cansada que no puedo ni respirar.

Por la adrenalina no había sentido el cansancio, pero en estos momentos me estaba pasando la factura, mis nalgas resquemaban, mi vientre dolía, las piernas me temblaban y la espalda también era parte de mi agotamiento. No quería moverme, realmente habían exprimido todo de mí. Taiju se acostó a lado de su querido amigo para dejar un hueco y echarme ahí como res muerta.

Ambos me acunaron, dejaron besos por toda mi cara y repetían palabras lindas.

— Ya cállense, dejen dormir — Los dos rieron.

— Siempre tan linda, mocosa.

— Me la ponen.

— Esa boquita.

— Calla Mitsu.

— Quedaron cosas por usar... — Un escalofrío me recorrió la columna al escuchar a Takashi —. Espero recuperes fuerzas en unas horas...

Espero les haya gustado n.n

Por el momento me encuentro trabajando en un One Shot de Toji y Rindou Haitani.

Nos leemos luego <3

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