Rindou Haitani

Esto es lo más soft que he escrito con esta masita de Rindou, hasta me dieron ganas de hacer un fanfic.

Si encuentran errores de redacción les pido una disculpa, a veces coloco acciones en presente y no entiendo porque mi cerebro se buguea xd.

Pedido de: ImNova04

Aquel sonido de mi timbre interrumpió mis quehaceres, pues estaba haciéndome una malteada de vainilla. Salí de mi cocina limpiándome las manos para abrir mi puerta, pero antes me puse de puntillas para ver por la mirilla.

Era Rindou y su hermano, quienes esperaban pacientemente a que les abriera. Aquello me extrañó un poco, ya que no vería a Rindou hasta más tarde... Abrí la puerta y me topé con aquellos ojos violáceos de ambos.

— Hola, hola — Saludé con la mano y Rindou me abrazó sin importarle nada. Le pedí explicaciones a su hermano quien se encogió de hombros.

— Tampoco me ha dicho nada — Su hermano menor deja un pequeño besito en mi cuello, y siguió abrazándome.

— Necesito mimos — Declaró el de lentes.

— Te lo encargo, nos vemos más tarde — Ran se despide con la mano y me deja con su hermano en mis brazos, el cual claramente no tiene intenciones de moverse.

— ¿Entramos? — Pregunté un poco divertida.

— Cárgame, ¿Sí?

— No te aguanto — Una pequeña risa salió, cerré la puerta y se separó de mi.

Conecté con esos ojos que tanto me gustaban, haciendo de lado todo mi existir, llevándose toda la atención. Rindou me sonrió y me tomó de la mano. Estaba totalmente cansado y extraño.

— Vamos a bañarnos, ¿Sí? — Asentí lentamente, nos tomamos de las manos y seguimos a mi habitación, donde no tardó en quitarse la ropa sudada —. ¿Me haces mimos?

— Te puedo hacer todos los mimos que quieras, corazón — Cerré la puerta detrás de mí, analizando perfectamente a mi novio.

Nos fuimos a la regadera, templé el agua lo suficiente porque resulta que a Rindou no le gusta mucho el agua caliente. Dejó a lado sus lentes y se metió junto conmigo. Cerró los ojos cuando sintió el agua caer sobre su cabeza, misma que empapaba su cabello distintivo. Lo abracé por detrás, sintiendo todo de él, el calor que desprendía su cuerpo me era tan agradable que quería quedarme así para siempre.

Rindou tomó mis manos y las besó, era demasiado significativo que hiciese eso, ya que lo hizo en nuestro primer encuentro, tomándome totalmente por sorpresa. Deposité un beso en su perfecta espalda y este giró.

— ¿Sabes lo mucho que me encantas? — Pregunté con una sonrisa.

— Me lo podrías demostrar regalándome un beso.

— Te doy los que quieras — Tomó mi cintura y me puse de puntillas para poder alcanzar sus labios carnosos.

Pasé mi mano por su nuca mojada para acercarlo, rozo mis labios juguetonamente dejándome ver una sonrisa amplia, así como una hilera de dientes blancos que me cautivaba día con día. Estampé los mencionados recreando piquitos.

De una vez por todas nos besamos, probé sus labios melosos una vez más, la suavidad de estos era como el mero terciopelo, inclinamos un poco nuestras cabezas para abarcar un poco más. Rindou tenía la facilidad de arrancarme la respiración con un movimiento, y todo eso pasaba cuando tomaba el control del beso, haciendo que despegase un poco mis dientes para que el juegue con su lengua, provocando una batalla amistosa.

— Me encantas — Se separó de mí, dejándome con miles de mariposas, mismas que hacían una revolución en mi estómago.

— A mi me encantas más y punto — Un pequeño puchero me hizo conocer su lado humano.

— ¿Qué te pasó hoy, amor? — Colocó sus manos en su rostro, seguramente imaginando el suceso.

— ¡Sentí que me moría! — Estábamos debajo del chorro del agua, ahora fría apara mi gusto, así que aproveché para abrir el grifo del agua caliente —. Kakucho tiene la culpa, lo odio, jamás entrenaré con él.

— ¿Qué te hizo? — Pregunté mirándolo.

— Caso muero, ya te dije... — Aquello me tomó tanto de sorpresa que sin pensarlo, empecé a sonreír por el tono infantil que usó.

— ¿Por qué te burlas? — Lo abracé rápidamente para evitar que se fuera.

— Dudo mucho que alguien como él te mate... — Puso sus bonitos ojos en blanco y me imitó.

— O sea, ¿No me vas a creer? — Su mano derecha fue a su frente —. Ya corta conmigo, mejor.

— Por favor... — Le clavé un suave beso y cerré los grifos para salir a secarnos.

Rindou como siempre se deja la toalla enredada en la cadera, haciendo que las gotas restantes de agua resbalen por su bonita espalda ornamentada con aquel tatuaje que me llama la atención. Yo en cambio salgo casi como momia porque soy demasiado friolenta.

— ¿Día de pijamas? — Pregunté llegando a mi habitación.

— Sip, no quiero salir hoy y necesito mimos — Asentí buscando su pijama y la mía, más tarde se la tendí para que se vistiera.

El clima conspiró a nuestro favor, haciéndose más frío, provocando que estuviéramos abrazados en mi habitación mirando una película. En cuestión a la comida, él no era tan cerrado, degustaba ciertas cosas con grasa, peros siempre manteniendo sus gustos.

Mi mano se mantenía sobre su cabeza, dejando besos de vez en cuando en su coronilla y diciéndole lo mucho que lo amo. Rindou corresponde con la misma intensidad, provocando que me sienta amada y correspondida.

— ¿Ahora que te gustaría ver? — Pregunté tomando el mando, por las persianas ya se dejaba ver como la noche nos cubría con su manto frío —. Mi cerebro está en blanco.

— Coloca música — Dejó un beso en mi cuello —. Y no cierras las persianas, sabes que me encanta mirar la ciudad.

Era cierto, la luz de los edificios ya estaba tomando su brillo particular, tenía la fortuna de vivir en una buena zona... Dejé la música en aleatorio, pues sus gustos eran demasiado diferentes a los míos, ahí si teníamos un gran contraste.

De repente nos dieron las doce, no dejábamos de platicar de otras cosas, disfrutando el momento, las risas y los chismes que traíamos entre sí para después terminar con un <<Pero quienes somos para juzgar>>

— ¿Ya te dije lo linda que eres? — Rindou acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja, dejando un beso en mi mejilla.

— Tú eres más lindo — Nos miramos con fijeza, jugué con mis labios sobre los suyos rozándolos y dejando picos, hasta que mi novio me atrajo a él con suavidad.

Besarlo era como tocar el mero paraíso, aun teniendo en cuenta de que cada quien tiene su definición de paraíso... Pero para mí, era tener a Rindou, besarlo, tocarlo, pasar tiempo con él y ser su centro de atención. Moví mis labios sobre los suyos, saboreando su saliva más dulce que la mía, acercándome a su cuerpo, atrapando su respiración que comenzaba a ser un poco más pesada conforme intensificábamos aquel beso, digno de nuestro amor.

Busqué el mando de la televisión sin dejar de besarlo, pues me encantaba estar con él a oscuras... Logré mi misión, dejando que mi campo de visión se ensombreciera un poco, haciendo que mis ojos se acostumbrasen a la oscuridad... Rindou se separó de mí, se colocó enfrente e hizo que abriera mis piernas para que el encajara ahí, aún con ropa, pero con mayor libertad.

Mi novio se dirigió a mi cuello, dejando besos húmedos por el mismo, subiendo al lóbulo para mordisquearlo un poco y hacerme sentir placer. Las manos tomaron vida propia, pues busqué el dobladillo de la pijama para despojarlo de esa parte, donde la precisa luz que entraba le hacía justicia, regalándome un vista demasiado deliciosa y perfecta. Él siguió en lo suyo mientras deslizaba mis manos por su espalda, sintiendo su calor corporal acompañador de aquellos músculos que se ha empeñado en ejercitar constantemente.

— Joder, te amo mucho — Susurró —. Estoy agradecido con el universo por haberte puesto en mi camino.

— Yo te amo mucho más — Atrapé sus mejillas —. Quiero estar toda una vida contigo.

— Así será... — Me besó nuevamente mientras jugaba con el elástico de mis pantalones del pijama, hasta que los bajó poco a poco.

Sentía el rozar de la tela descendiendo sobre mis piernas, las cuales entraban a otro tipo de atmósfera por el cambio de temperaturas, ya que mi habitación suele ser un poco fría. Satisfecho, arrojó la prenda y recorrió mis piernas con sus grandes manos, él no dejaba de mirarme en ningún momento, a estas alturas mis ojos podían captar casi todo.

Mi pecho subía y bajaba al sentirlo, pues me hacía desearlo conforme pasaban los segundos... Nuevamente se acomodó entre mis piernas, pero sus dedos fueron sustituidos por aquellos labios carnosos, los cuales he probado infinidad de veces.

Se esmeró hasta llegar a mi vientre, todo lo que me hacía quemaba mi piel. En cambio me hinqué en la cama para besarlo nuevamente, haciendo que se despojara de la pijama restante. Fue ahí donde mi cintura sintió sus manos, quitándome la parte superior, quedando ya en ropa interior. Ahora yo besé su cuello, disfrutando de su piel cálida.

Todos sus movimientos aumentaban mi humedad. Rindou buscó mis pechos y los desnudó, agachándose para pasar su lengua por mi pecho derecho, atrapándolo con su boca, chupando como si fuese un niño que buscase alimentarse. Eché la cabeza hacía atrás, sintiendo como viajaba al otro, ahora yo tenía que controlarme, porque hoy tiene todas las intenciones de ser suave.

Si fuese otra situación, ya me tuviese sometida, amarrada, dejando caer cera de vela, pasando una fusta por mis pechos o simplemente castigándome, dejando mi culo rojo... Pero no, él iba lento.

Dejó mis pechos ensalivados y aproveché para colocarme encima de él, frotando su erección contra mi intimidad. Ya estaba dura, y me encantaba, seguí atormentándolo mojando sus bóxers con mi humedad, también haciendo un desastre en la mía.

Deslicé su ropa interior y dejé salir aquella erección necesitada, la tomé con mi mano, pasando el pulgar por la punta para sentir su líquido preseminal. Acomodé mi cuerpo en medio y me agaché, en estos momentos Rindou me deja llevar el control... Así qué, pasé mi lengua por el falo, apoyándome en sus piernas trabajadas.

— Te ayudo con ese cabello que siempre te desobedece — Mi novio simuló una coleta y dejó mi vista más clara.

Moví mi lengua hacia su punta húmeda, degustando también su humedad, moviendo la misma en círculos, adorando su falo, para después meterlo en mi boca poco a poco. Tenerlo en mi boca solo provocó que bajara más, apretando los labios, escuchando como dejaba salir respiraciones fuertes, sintiendo como se tensaba por la sensación.

No pude controlarme y llegué hasta la base, tragándome todo su pene. Le regalé una felación calmada, pero con esmero, misma que me hizo chorrear una vez más.

— Tú siempre haciéndome enloquecer con su boquita — Cerré los ojos al escucharlo, me encantaba saber que le estaba gustando, sus caderas estaban subiendo y bajando lentamente, empezaron a cobrar vida —. Vamos linda, es mi turno...

Tomé un poco de aire antes de dejar mi boca vacía, limpié los restos de saliva y tuve a mi novio entre mis piernas nuevamente, sin dudarlo me dio la misma atención con un excelente oral, pasando sus manos por mis nalgas para acercarme más a su boca. Chupaba con determinación, esparcía mis fluidos por toda la zona y siempre consentía mi clítoris.

La imagen de ellos dos era erótica como siempre, ambos desnudos sobre la cama, dejando ver sus cuerpos un poco sudorosos. La chica estaba con las piernas abiertas recibiendo los tratos de su novio, quien amaba sentir y saborear sus flujos, siempre con aquel lado lascivo que no desaparecía. Ella no tardó en estrujar las colchas de color negro, así como tensando sus piernas para también alcanzar su orgasmo, mismo que él le regalaría, se tomó los pechos, los estrujó y gimió fuertemente.

Rindou deliberó que estaba cerca, así que mojó con sus propios fluidos dos de sus dedos y sin separarse de su clítoris, los metió hasta el fondo, sintiendo aquella textura de su vagina, buscando ese lugar corrugado para flexionar sus dedos y seguir deleitándose ante sus acometidos.

El chapoteo de sus dedos no tardó en aparecer, ella le abrió más las piernas y enloquecía con cada toque que le daba, poniendo los ojos en blanco, queriendo dejar salir aquel placer que se estaba acumulando como si de un imán se tratase, atrayendo todo a su paso.

— Me voy a correr, ¡Rindou! — Su nombre fue lanzado con desespero.

Él no dijo nada, siguió comiéndole con ganas, hasta que ella se apoyo en sus codos por aquel torrente de placer que la estaba gobernando. No pudo con la imagen, fue un plus para ella observar abiertamente como sus piernas estaban a cada lado de él, sus dedos desaparecían y su boca estaba dando en otro punto que le encantaba.

La humedad de la chica manchó las colchas y sobre todo lubricó su segunda entrada, pues estaba chorreando, se estaba deshaciendo, se estaba volviendo loca... Emitió su nombre más veces, gimiendo sin pudor, hasta que sintió como se tensaba de pies a cabeza, hasta que se corrió sobre la boca de su chico, quien no dejaba de lamer cada parte, quien disfrutaba sentir como sus dedos eran apretados por la chica y los flujos los mojaban más y más. Ella derramó una lágrima de placer, y se dejó caer sobre la cama, aún ardiendo.

Rindou tomó su falo erecto y jugó con la entrada de la chica, dándole tiempo para que se recuperara. Se sentía demasiado bien, estaba mojando su pene con sus flujos mientras imaginaba lo delicioso que es estar dentro de ella, terminando y hundiéndola con su semen, dejando que ella le suplicara que se corriera dentro porque amaba la sensación de sentir sus chorros tibios.

— ¿Cómo me quieres tener hoy? — Preguntó pasando sus dedos sobre su entrepierna, para después llevarlos a su boca.

— Quiero estar encima, me encanta observarte — Avanzó decidido a ella, direccionando su pene a la entrada, donde solamente hundió la punta.

Esperó que su novio dilatara sus paredes, recibiéndolo gustosa, disfrutando de cada pulgada de su venoso miembro... Rindou se clavó más en ella, envolviéndose en su calor y facilidad para deslizarse dentro.

— Rindou... — Aquello le sonó a súplica, pues su chica no era paciente —. Hazme el amor...

Tres palabras que lo hicieron enloquecer, mismas que llevaron al chico a perder un poco el control y clavarse entero en ella, chocando con su cérvix... Pronto se apoyo en sus codos para comenzar a entrar y salir, su novia se agarró a su cuello, dejando marcas, dejando salir el placer, susurrando su nombre y sintiendo como estaba siendo llenada por él. No dudó en buscar sus labios y acompasar sus estocadas, frotando sus estómagos, haciendo presión de vez en cuando en el vientre. Amaban como sus distintas temperaturas se presentaban de forma íntima.

Sus frentes ya comenzaban a sudar un poco más, así como sus cuerpos, la garganta de la chica se estaba secando porque no podía acallar los jadeos y gemidos que salían, los cuales eran sonoros, agradables y excitantes para su chico, que seguía adentrándose en ella sin condón.

— Me traes loco — Soltó lleno de amor y excitación —. Siempre puedo perderme contigo y haces que me olvide de todo, bendito el día en que me enamoré de ti, de tus ocurrencias, chistes, pláticas y enojos.

Su novia no podía emitir una palabra concreta debido al cúmulo de emociones que sentía, pues sabía que si hablaba iba a llorar por el amor que le tiene a Rindou. Ella le correspondió con un beso largo, suave y detenido, haciendo que él se sintiera nuevamente amado por ella.

— Quiero cambiar de posición — Sugirió con una voz melosa, a lo cual Rindou aceptó, dejándose lleva por su novia, quien estaba montándose en él.

Definitivamente disfrutaba de aquella vista, pues su cuerpo quedaba a la merced de este, tocando sus pechos, estrujándolos y mirando como rebotaban debido a la danza de sus bonitas caderas. Ella no dudó en clavarse para él, tomando equilibrio en su pecho y haciendo movimientos marcados que estimulaban demasiado bien al de lentes.

Ambos tenían una vista erótica entre sí, pues estaban disfrutando de los placeres de la vida como siempre habían hecho, en confianza, marcando cada beso, apreciando cada caricia y colocando todas las palabras en una vitrina para que jamás se esfumaran, misma que quedaban en sus mentes.

Rindou la atrajo a su cara para dejarle otro beso, ella aprovechó para gemir sobre sus labios obligando ya a sus piernas a seguir con el movimiento, pues le habían empezado a temblar por el esfuerzo que hacía, ya que no practicaba ningún deporte ni tenía la condición exacta para aguantar cabalgando, pero eso a ella no le importaba en esos momentos, se concentró en todo lo que sentía y se dejó llevar marcando otro movimiento que hizo que su novio casi tocara las estrellas, siendo segura, y demandante como siempre ha sido.

El chico tuvo que detenerla un poco porque sentía que se corría de lo bien que se movía. Así que decidió respirar un poco más y seguir con lo que estaban haciendo, pero tuvo que tomar ventaja, ahora tenía que llevar el ritmo o de lo contrario se correría al instante, debido al buen trabajo de ella.

La acomodó en cuatro, haciendo que su pecho tocara la bonita y cómoda cama, ofreciéndole abiertamente su intimidad. Aquel pensó un poco y se inclinó para después pasar su lengua, ella se estremeció, dejando entrever como arañaba la cama ante un acto tan simple como el que acababa de presenciar.

Se tomó su tiempo pasando sus manos por sus glúteos, dejando pequeños cachetes no tan fuertes ni ruidosos. No evitó recordar como en otras ocasiones ejercía fuerza y dejaba su piel marcada...

Suspiró.

Porque el quería tener cuidado con ella en esos momentos... Tomó nuevamente su pene y jugó con su entrada, estaba sumamente seguro de que iba alcanzar una nueva profundidad, una que lo volvía loco e inestable, donde se dejaba llevar por la preciosa forma que veía de su novia, con el trasero levantado y aquella espalda curveada.

No perdió más tiempo y nuevamente se hundió en ella, haciendo que gimiera, que sintiera su pene dentro de ella. Sus choques no tardaron en hacerse un poco más veloces, ya que amaba el sonar de sus pieles acompañado de sus gemidos. Sus caderas eran sujetadas con fuerza y ella se esmeraba en apretar de vez en cuando para incrementar el placer de su chico, quien embelesado se encontraba.

Porque no había punto de comparación en otras situaciones, ellos existían en su mundo en estos momentos, no les importaba si el fin del mundo estaba a escasos metros. Eran egoístas, pensando en ellos, pero eso al final del día no estaba mal, porque se amaban locamente, cada quien encontró partes olvidadas, diferentes y similares que encajaron con un rompecabezas que jamás creyeron completar, porque estaban con las personas incorrectas... Hasta que una divertida situación los unió.

Rindou se había encargado de bajarle el cielo y ella las estrellas, asegurando una duradera relación.

— ¡Rindou! — Gimió cuando sintió dos dedos sobre su clítoris —. Quiero sentirte más cerca.

No dudó ni un segundo, así que ella se tumbó de lado y pasó una pierna por encima de Rindou quien ya estaba de rodillas frente a su chica. Ella se tomó de su hombro izquierdo y él agarró su pierna para tomar equilibrio y comenzar nuevamente a penetrarla ligeramente.

Ella no evitó rasguñar el hombro del chico ante la profundidad que le estaba regalando, a parte del roce de ciertas zonas que no dudaba en excitarla aún más. Las piernas se les tensaban al seguir sumergiéndose.

Sus dedos rozaron aquel punto dulce, pues amaba sentir como se corría en su erección. Se enfocó primero en el placer de su novia, penetrando y estimulando con mayor velocidad. Glorificó ver sus expresiones, sentir su piel una vez más y escuchar unos diferentes gemidos cuando estaba a punto de estallar al llegar (Me acordé de la canción de Panteón Rococó XD).

— Córrete, mi amor. Nada te detiene — Tensó todo su cuerpo, en especial la zona baja y poco a poco se liberó.

Disfrutando su orgasmo como siempre había pasado, porque Rindou anteponía su placer simplemente para observar cómo se retorcía en sus brazos debajo de él... Su novia dejó escapar gemidos adornados con su nombre, cerrando los ojos y disfrutando los calambres de placer que se concentraban en su vientre.

Una vez que ella terminó, Rindou se colocó encima ahora buscando correrse. Lo aceptó una vez más, pues había mojado su erección, haciendo que resbalara más rápido y con mayor fluidez. Colocó sus manos a lado de su cara y movió sus caderas haciendo que chocaran sus pieles con dedicación.

Cerró los ojos ante su pronta imaginación, colocando en bucle la expresión de su novia justamente cuando se corría... Era delicioso, pero sus orbes nuevamente salieron a la luz para mirarla en vivo. Prontamente sintió como sus bolas se estaban tensando, comunicando un próximo orgasmo, mismo que había alargado durante una hora atrás.

Tres estocadas finales y por fin pudo liberarse en ella, quedándose clavado mientras se vaciaba en su interior, empuñando sus manos ante el goce que se estaba alargando.

— Joder, te amo — Susurró mientras descansaba sobre ella —. Me haces feliz.

— Yo te amo más y punto — Ella espero ante su salida, sintiéndose vacía y por obviedad haciendo un camino de su semen mientras salía de ella.

Destendieron la cama y se metieron en ella sin importar nada, definitivamente había llegado su otra cosa favorita, que es girarse a la derecha, siempre Rindou abrazándola por detrás y ambos ver la noche estrellada o los edificios iluminados, así como la luna que llegaba a postrarse demasiado presumida ante su luz blanca como la leche.

Suspiraron al mismo tiempo ganando calor corporal, quedándose así, abrazados en silencio mientras poco a poco los vencía el sueño... Rindou pasó sus manos por su estómago, justamente en el vientre. Quiso decir otra cosa, pero pensó que no era el momento de decírselo, ¿Qué tal si ella se asustaba?, porque en la cabeza de Rindou siempre se le montaban las escenas de un bebé, de ellos criándolo, y disfrutando de su familia.

— Hasta mañana, corazón — La chica lo sacó de sus pensamientos.

— Descansa, reina.

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