Hajime Kokonoi

Pedido de: lapinblanc_lino

Disfruten  n.n, luego corrijo alv. 

La mirada se me perdió en aquellos edificios mientras que mi hermano Takemichi me hablaba de algo muy importante, su voz se hacía menos audible como si tuviese hipoacusia, mi vista panorámica todavía captaba los ademanes que hacía, mismo que eran representados con cierta furia e inquietud.

— Oh, ahí viene Senju — No pude evitar soltar un fuerte suspiro de molestia, ella no me agradaba para nada.

— Te dejo con ella — Quise levantarme, pero me detuvo tomándome de la mano.

— ¿Hasta cuándo vas a tratarla bien? — De espaldas a él, medité mi pronta respuesta observando un árbol.

— Nunca, ella me cae mal y te arrastró a su estúpida pandilla, es una incompetente, egoísta que cree que es fuerte, pero solo tiene traumas de abandono, complejo de superioridad y...

— Basta, ya puedes irte — Cortó mi inspiración y me dejó con aquel coraje atorado en la garganta.

Tenía por lo pronto casi una semana de regreso, sólo para encontrarme al encaprichado de mi hermano con esa maldita basura albina... Sumando el hecho de que estaba en su pandilla para simplemente proteger a mi hermano... Tremenda basura.

Mis pies solamente avanzaron dejando solo a Take con esa bruja, a su vez, mi cuerpo me pedía gratamente que sacara aquel coraje que tenía. Simplemente me limité a pensar diversas cosas mientras me mezclaba con la gente, yendo a veces un poco más rápido o lento, dejando en claro mi grande fastidio...

Mi pierna comenzó a vibrar con su patrón distintivo y con el tono peculiar que a veces detestaba cuando no quería hablar por teléfono... Tomé el aparato que demandaba atención, ni siquiera me preocupé en ver quien llamaba, y simplemente pulsé aquel ícono verde con un teléfono.

— ¿Sí?

— El vestido te queda bien — Fruncí el ceño.

— ¿Apoco? — Miré a todos lados de la manera más tranquila —. ¿De qué color es?

— Amarillo con flores blancas, te resalta una preciosa cintura.

— ¿En dónde estás, Koko?

— Atrás de ti — Mi giro se vio interrumpido por sus brazos rodeándome por atrás, colocando su mentón en mi hombro derecho —. ¿Por qué estás enojada?

— ¿Y tú cómo sabes? — Obviamente mi caminar se detuvo. Escuché muy cerca aquella pequeña carcajada.

— Te llevo conociendo algunos años, que no se te olvide.

— Es cierto — Sus manos en mi cintura me permitieron girar y mirarlo de frente, descaradamente posé mis orbes sobre sus labios y me quedé ahí un buen rato.

— ¿Qué? — Cuestiona un poco sonrojado debido a nuestra cercanía — ¿Qué tienes planeado hacer hoy?

— Nada, en realidad...

— Vamos a casa, ¿Quieres comer? — Pasó su mano por mi cabello, de manera cariñosa.

— Solamente a ti — Digo cerca de su oído.

— Tonta — Aquel sujeto me toma de los hombros para sonreír ampliamente.

Durante el camino no conversamos más que de cosas normales, ya que mi hermano siempre me atormentaba con ciertas cosas de la pandilla, mismas que me hacían disociarme pensando en otros acontecimientos... Al final de cada conversación me mostraba empática, modulando mis celos y mi enojo, mismo que no eran comprendidos por él.

La casa de Koko era demasiado ostentosa para mi gusto, pero tenía unos ventanales geniales para observar el atardecer con su luz de mantequilla, misma que era digna de admirar... Abrió la puerta para dejarme pasar a su hogar, el cual era demasiado blanco, pero que permitía una iluminación excelente.

— Me es raro verte aquí después de cierto tiempo — Confesó —. ¿Tu amiguito no se enoja porque vengas a verme?

— ¿Mi amiguito? — Cuestioné mientras lo miraba con las cejas alzadas —. Nuestro... Aunque no quieras aceptarlo, Inui siempre ha sido buen amigo.

— ¿Y cómo va el colegio?

— ¿Y cimi vi il ciligio? — Expresé puro fastidio —. No cambies de tema, por favor.

— Sabes que es difícil.

— Es difícil para una persona orgullosa, pero bueno, lo entiendo — Rodeé la sala de estar para irme a su cocina, donde una isla marmoleada en tonos negros y estrías grises me deleitó las pupilas.

— No soy orgulloso, simplemente...

— No sabes como va a reaccionar — Recuerdo su letanía de siempre —. Ya sé.

Abro todas las puertas, encontrándome en unas algunos platos, en otras vasos de plástico, hasta que doy con los de vidrio y procedo abrir su refrigerador para tomar algunos hielos.

— Bueno... Yo soy digno fiel de que el tiempo me dará la respuesta — Observo de reojo como se recarga en la isla de la cocina, mientras que yo cierro la puertecilla de su nevera y me encamino al grifo.

— Como digas... — Lleno mi vaso con agua mientras le doy la espalda —. Entonces, ¿Qué comeremos?

— Lo que tú quieras — Aquella frase me hace mancillarme, siempre es lo mismo.

— ¿A ti? — Giro sobre mis talones mientras intento comunicar seguridad ante él.

— ¿Apoco? — Es su costumbre contestar preguntas con preguntas, pues siempre hace eso cuando está nervioso, además el ligero sonrojo de sus mejillas me lo indican.

— Sería un festín — Alzo una vez más mis cejas mientras me permito recorrerlo de pies a cabeza con una sonrisa.

Koko solamente se cruza de brazos y ensombrece su mirada, siempre lo intenta para intimidarme, pero no logra hacerlo, en cambio un perfecto ego crece dentro de mí, mismo que provoca que deje mi vaso en el mármol. Así que me dirijo a él con la poca vergüenza que me queda.

Este me sigue con sus orbes, seguramente descrifrando mis intenciones, las cuales obviamente son reveladas al llegar a su persona. Lo tomo de sus perfectas manos y beso cada una, sintiendo su suavidad contra mis labios.

— Tengo antojo de hamburguesas — Hajime me observó, nuestra diferencia de estaturas es un poco notable por apenas quince centímetros —. ¿Las hacemos nosotros?

— Si quieres — Bajé mis ojos a sus labios nuevamente, y de reojo observé como tragó con fuerza —. Pero supongo que tendrás flojera para salir.

— Sólo no tendría flojera para una cosa — Lo abracé efusivamente, direccionando mis labios a su cuello. Tengo que admitir que huele demasiado bien, además, Koko siempre me ha sido demasiado atractivo.

Me separo rápidamente de él y giro sobre mis talones para ir por mi vaso y tomar agua, pero Koko me toma de la muñeca para detenerme.

— Estoy harto de que me dejes con las malditas ganas — Aquel peligroso susurro me eriza todo el cuerpo.

Ejerce la fuerza suficiente sobre mi piel haciendo que mis músculos se contraigan y endurezcan por la presión. Sólo un movimiento bastó para tenerme de nuevo frente a él, me hizo girar de tal manera que el vuelo de mi vestido se hizo presente, acompañado de mis cabellos castaños.

Lo que vi fue un Hajime totalmente diferente, decidido a responder a mis acometidos que siempre han existido, desde que me fui a California.

— ¿De qué hablas? — Cuestioné con sorna mientras me tomaba de la cintura y hacía que mi espalda se recargara sobre la isla de la cocina.

— No te hagas la tonta — Se inclinó sobre mí hasta que sus labios rozaron mi cuello. Al contacto cerré mis ojos esperando sus besos, pero a cambio recibí un fino hilo de aire frío sobre el mismo.

— Me gusta molestarte — Sus dos manos se posicionaron a cada lado de mi cintura, aterrizando sobre el mármol —. Ya sabes...

No iba negar que le nerviosismo había parecido, mismo que me mantenía mirando la blanca pared de la cocina. Él se percató de aquello y me hizo mirarlo... Empujé los nervios garganta abajo y sin más se adelantó a besarme decidido.

La exigencia de su beso no me hizo más que inclinar un poco mi cabeza y tomarlo de los hombros, dejándome guiar por aquellos movimientos bien sincronizados que me permitían explorar sus labios, mismos que yo definía como probar la miel directamente de un panal.

Mi respiración se entrecortó por completo cuando su lengua me invadió sin vergüenza alguna... Sentí y saboreé aquella saliva más dulce que la mía, acompañada de sus largos suspiro que me incitaban a seguir besándolo, de igual manera no evité palpar todas las sensaciones, haciendo que mi cuerpo reaccionara con lujuria, misma que se postraba en mi entrepierna aludiendo mi cordura total.

— ¿Creíste que nunca te respondería? — Se separa del beso y al momento de responderle me gira, quedando de espaldas a él.

Inmediatamente percibo aquel bulto rozando mi trasero, así como su pecho sobre mi frágil cuerpo. El interruptus del beso me dejó anonadada, intentando recuperar mi respiración.

— Siempre me encantó ese trasero tuyo y esa maldita cintura — Arrastró sus palabras envueltas en lubricidad, acompañando las mismas con el roce de sus manos, desde mis piernas hasta mis nalgas.

Obviamente provocó que la tela del vestido se alzara a su paso, dejando entrar con el ambiente directo de su casa... Para animarlo más, froté mi culo contra él, realizando movimientos circulares, gobernando mis caderas como si de un baile erótico se tratase.

Hajime dejó sus manos por debajo de mi vestido, jugando con mi tanga, pasando sus pulgares por el perímetro, meramente decidido...

— Voy a tomarme la libertar de bajar esa tanga tuya, no me excitaría más que las mismas resbalen por tus piernas y descansen sobre tus tobillos, dejando ese coño libre.

Suspiré ante la lujuria emanada por la vibraciones de sus cuerdas bucales, echo la cabeza atrás mientras siento como sus pulgares bajan la fina tela que pronto sobrará en ese lugar, sintiendo el roce del material deslizarse por mis piernas, hasta que llegan precisamente a mis tobillos, justo como él lo dijo.

— Bésame — Demandé buscando sus labios y eso hace mientras manosea a su antojo, apretujando las nalgas y soltando nalgadas, mismas que resuenan en su cocina.

No evito gemir y morderlo del labio cuando su tacto se posiciona en mi vientre, su palma abierta estaba en una temperatura neutra mientras que me reclamaba entre besos, mismos que me obligaban a no querer soltarlo.

Soltó una suave risa cuando sus dedos bajaron a mis labios, separándonos, jugando con ellos, accediendo a mi humedad. Eché la cabeza atrás y sin querer me pegué con su mentón.

— Ya no juego — Digo entre risas adoloridas mientras agacho mi cabeza.

— Eres una tonta — También se burla de la situación.

— Si me dolió — Mis ojos se humedecen ante el dolor y respiro profundamente, sobándome la cabeza.

— Tonta — Sobó mi cabeza también hasta que el dolor se disipara —. Ahora si me permites...

El dedo índice y medio bajaron por mis pliegues abriéndolos a su paso, detonando mi lujuria, yendo a donde emanaba mi humedad. Ahora para evitar accidentes, incliné mi cabeza cerrando mis ojos. Koko se mantenía jugando hasta que se dirigió a mi pequeña protuberancia, quien de igual manera exigía atención.

Mis piernas temblaron y me tomé con más fuerza. Los nudillos se resaltaban debido a la fuerza que ejercía, pues aquel placer me hacía enloquecer. Koko arremetió contra mi trasero, presumiendo su perfecta erección, sin embargo, la velocidad de sus dedos era la misma y yo quería más.

Sentía mi entrepierna mojarse más y más, hasta que se detuvo, pero no sacó su mano debajo de mi vestido. Solamente hizo que me agachara, postrando mi pecho sobre el mármol e irguiendo mi trasero. Subió ahora sí completamente mi vestido, dejándolo reposar sobre mi cintura.

— Qué delicia... — Dijo en un susurro mientras se separaba —. ¿Por qué no te abres tu misma para así yo poder deleitarme?

La soberbia de sus palabras hizo que medio cuerpo reposara en la cocina, mientras que direccionaba mis manos a mis nalgas, tomando la carne necesaria para formar un perfecto agarre y así separarlas.

Un gran suspiro fue el que escuché por su parte, quedé esperando otra palabra pero sin embargo lo que sentí fue su músculo húmedo sobre mi intimidad, giré mi cabeza para observarlo y el estaba hincado deleitándose completamente. Aquella imagen quedó graba en mi mente y cada que la recuerdo me pone los nervios de punta... Este arrastraba mi humedad a su antojo, deslizaba sus dedos sobre mi piel.

— Sube la maldita pierna a la isla — Obedecí, y aquella posición me dejó más al descubierto.

Estaba recibiendo un buen sexo oral, para que después dos de sus dedos se hundieran fácilmente por aquel lubricante que chisporroteaba sin pena alguna. Koko no desperdició su tiempo y comenzó a meter y a sacar sus dedos mientras que su lengua acompañaba su trabajo.

Gemí muy alto para mi gusto cuando las sensaciones se incrementaron, provocando que apretara más la carne de mis posaderas, pues era la única ruta de escape que me dejaban.

Mi pierna derecha sostenía todo mi peso, eso sin mencionar que la estaba tensando demasiado debido a mis calambres de placer.

— Hajime... — Mi voz tembló cuando aminoró sus movimientos, hasta que se quedó quieto, dejándome con la respiración entrecortada.

— Quiero cogerte con el vestido puesto, en todas las posiciones posibles, ya me había aguantado durante mucho tiempo... Pero primero quiero que chupes mi polla, necesito tener tus labios sobre mi capullo como si de miel se tratase — Mi sangre comenzaba a efervescer ante su petición.

No dude en bajar mi pierna y girarme, sentía de todo, así como la humedad de mis piernas. Koko bajó mi escoté, dejando mis senos al aire, ya que no usaba sostén, los pezones estaban duros como piedras y sonrió.

Los sostuvo entre sus manos y yo fui descendiendo, mientras que el se bajaba los pantalones, dejando entrever su preciosa V, con ciertas marañas de venas que conectaban hacia abajo, mismo donde descansaba su perfecto miembro hinchado, húmedo, y venudo.

Acomodé mis cabellos detrás de la oreja y con la mano izquierda tomé su eje para acariciarlo debidamente, con calma, dejando que el sintiera mi tacto más o menos frío, ya que suelo ser muy fría de las manos. Alcé la vista y no me pudo encantar más, porque su mirada irradiaba un aspecto tan fuerte que me debilitaba.

Con toda la libertad seguí tomando su miembro, lo pasé sobre mi rostro y aproveché para darme bofetadas con él. Verdaderamente había perdido todo el descaro de mi ser... Saqué mi lengua y me incliné más para estimular sus testículos, mismos que chupaba sin culpabilidad. Apoyé mis manos sobre sus piernas y seguí comiendo, mamando... Ya satisfecha seguí recorriendo su tronco, sintiendo sus venas, su textura... Hasta llegar a la cabeza de la misma y anidar su capullo con mis labios, saboreando su líquido preseminal. Escondí mis labios para que no lo lastimara con el roce e introduje su verga hasta donde mi garganta dijera, siendo no más de la mitad, ya que las arcadas comenzaban a presentarse.

Adoré su pene con toda la lujuria posible, ejercía presión sobre su tronco para arrancarle suspiros de placer, su mano so postró sobre mi cabeza mientras me dejaba comerlo a su antojo. Verdaderamente me excitaba a niveles altos el estar hincada.

— ¿Puedes ir más profundo? — Con el bulto en mi mejilla, lo miré y asentí. Juré dar lo mejor de mientras que formaba dos coletas con sus manos y se clavaba en mí un poco más, dándome tiempo a acostumbrarme.

Sin más, se clavó en mi garganta, algo que me hizo querer separarme de inmediato debido a los actos reflejos que me pasaban factura por querer introducir más de la cuenta. Las lágrimas rodaron sobre mis mejillas y lo observé... Sus testículos fueron restregados en mi rostro mientras se mantenía quieto, así que después de unos segundos fue saliendo poco a poco de mi boca, dejándome respirar y gobernarme de tranquilidad. Conforme su miembro fue saliendo, dejó un hilo de saliva que lo unía con su capullo.

— Junta tus tetas, corazón — Las acuné en mis manos e hice lo que me pidió, este sin más colocó su verga en medio para así comenzar una masturbación perfecta.

Apretaba con ahínco mientras que su gran falo interceptaba mis pechos, no dudé en sacar mi lengua para acompañar la acción... Me sentía toda una temeraria, y mi pecho se inflaba de orgullo puro al observarlo con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás.

Dejé un besito en la punta de su verga y la liberé de mis pechos.

— Buena chica — Me levanto y me colocó de espaldas a él, hizo nuevamente que me recargara sobre la isla de la cocina, dejando enfriar mis pezones al contacto directo.

Posó sus manos sobre mi cintura y esperé con ansias ese momento donde se hundiría en mí. Sentí la humedad de su miembro jugar con mis nalgas, hasta que abrió las mismas y direccionó aquel pedazo de carne duro a mi entrada, abrí más las piernas y lo animé moviéndome contra él.

— No seas... — Dijo mientras se clavaba —. Ansiosa.

Terminó su frase a menos de la mitad de su embestida. Mis paredes lo recibían animadas y sentía como me llenaba con esmero y lentitud. Tomó mi cuello y me atrajo a su pecho, dejando solamente mi trasero levantado para que siguiera aceptando su erección.

— Me pones como perra en celo, Hajime — Declaré envuelta en placer.

— Entonces disfruta como la perra que eres — Contestó.

Su punto de apoyo fueron mis caderas, ya que comenzó a embestirme. Me encantaba la fricción que provocaba al salir y entrar, seguramente mi coño estaba dilatado a su molde, recibiéndolo calurosamente y bañándolo con mis fluidos.

Perdí la cabeza totalmente al sentir como incrementaba sus movimientos, ya que el choque de nuestras pieles era un sonido completamente agradable. Mis pechos rebotaban con cada embestida y mis piernas se tensaban cuando daba más de una vez en mi punto exacto. Hajime me inclinó nuevamente y tomó mi cabello en un puño, solamente haciendo separar unos centímetros del mármol, donde con cada estocada mis pezones bailaban y rozaban la isla.

— Quiero azotarte ese culito hasta que lo tengas rojo — Soltó un cachete más que me resquemó —. ¿Puedo?

— Haz conmigo lo que tú quieras, Hajime — Declare como perra en celo.

Este aturdió mis nalgas lo más que pudo, dejándolas seguramente rojas a su paso. Mis gemidos pululaban por la zona, no me importaba que tan alto lo hiciera, pues este hombre me estaba cogiendo como merecía.

— Me encanta imaginar como chorrearías sobre mi polla — No tardó en llevarme a la pared, obligando a mis piernas a resistir —. No sabes cuantas veces te imaginé de todas foras posibles, mismas que me vas a cumplir, ¿Entendido?

— Sí... — Metió sus dedos a mi boca bruscamente mientras seguía embistiéndome.

Era la gloria pura saber que estaba dentro de mí, disfrutando junto conmigo, jadeando cerca de mi oído y llamándome de todas las formas posibles. Dejó mi boca y posó sus manos sobre mis pechos, dando pequeños jalones a mis pezones o simplemente juntando mis senos.

— Vamos a la sala de estar — Me llevó apresuradamente, tomó mi mano y me hizo acostarme sobre su alfombra persa. Mis piernas quedaron abiertas y mi vestido se subió.

Koko se hincó y se aproximó hacia mi con su media sonrisa y sacando su lengua, un acto que siempre me había dado gracia. Empujo sus piernas con las mías y se despojo de la ropa restante, dándome un panorama completo de su cuerpo, donde aquel abdomen bien trabajado me hacia perder la cabeza.

Sus manos se fueron a mis rodillas y abrió más mis piernas, hasta que se ensartó en mi nuevamente. Tenía una vista perfecta de su cuerpo chocando con el mío, y recibiéndolo, Hajime se acerca más a mi cuerpo hasta que formaron una perfecta posición de misionero, donde mis piernas se posan a cada lado de él. No evitamos besarnos con pasión, donde calla mis gemidos y me propina una estocada demasiado profunda haciéndome chillar de placer, haciendo que mis uñas se claven en su espalda.

No fue suficiente, ya que echó mis piernas sobre sus hombros. La penetración fue más profunda. Koko siguió metiéndola hasta que perdió los cabales y aumentó la velocidad y mis dedos se fueron directamente a mi clítoris para alcanzar mi orgasmo. Tomé uno de mis pechos y lo manoseé con morbo, mientras que seguía dándome placer, el cual también me lo regalaba Koko.

— Dame una cachetada y escúpeme — Supliqué.

— No tienes vergüenza — Salió de mi y me hincó junto con él —. Abre la boca.

Saqué mi lengua mientras este presionaba mi lengua con su dedo pulgar, se levantó y dejó caer un escupitajo en mi boca, mismo que recibí con gusto. Era obvio que no se acababa, me dio una suave bofetada que me hizo colocar los ojos en blanco.

— Si la quieras más fuerte, deberás ganártelo — No me dio tiempo de siquiera protestar cuando ya me tenía en cuatro.

Bajé totalmente mi pecho y este soltó un piropo al verme de esa forma. Nuevamente se abrió paso en mí, resbalando con facilidad, tomando mis caderas, jalando mi cabello, ahorcándome y dándome más nalgadas. Mi sudor ya era protagonista también, los cabellos de mi frente se pegaban a mi rostro mientras seguía moviéndose.

Hajime posicionó sus dedos sobre mi clítoris y los movió con rapidez, haciendo que me tensara por completo, así como desatando el oleaje que se incrementaba. Mis rodillas ya estaban marcadas por alfombra, de color rojo, las mejillas también estaban de ese color.

— Koko — Chillé de placer, no podía formular ni una estúpida oración.

— Ya lo sé, corazón. Córrete — Todo en mí tembló y me liberé.

Hajime se detuvo mientras me venía, susurro todo tipo de cosas, una en especial diciendo que le encantaba como apretaba su eje mientras gemía como una zorra.

— Ahora en el sofá, brinca para mí — La resistencia de este hombre me hizo temblar de nuevo.

Koko se echó al sofá color crema y se sentó, me encantaba ver su pene erecto.

— ¿Ya me puedo quitar el vestido?

— No, déjatelo — Avancé hacia él, colocando mis rodillas a sus lados, restregando mis pechos sobre su cara.

Tomé su erección, acomodé mi cuerpo y fui descendiendo poco a poco hasta llegar nuevamente al fondo, tomé apoyo en sus hombros al mismo tiempo que realizaba mis saltos, haciendo que rebotaran mis pechos para él, quien los atrapaba con sus manos, con sus dientes y escupía en ellos.

No tardamos en pegar nuestras frentes y hacer que el me ayudase, posando las manos sobre mi pronunciado trasero, ayudándolo a subir y bajar ahora a su velocidad.

— Mierda — Tensó la mandíbula.

— ¿Ahora serás tú el que se va a correr? — Obligué a mi cuerpo a acelerar mis movimientos, apretando y soltando su pene.

— Maldita sea — Escondió su cara en mi cuello, para clavar sus dientes —. Quiero terminar en tu boca.

— Como desee — Mis rodillas de nuevo tocaron aquella alfombra persa y esperé a que Koko terminara, observaba su puño ir y venir, hasta que se acercó más, abrió mi boca y nuevamente coloca su dedo pulgar en mi lengua presionándola.

Direccionó su punta a mi lengua y yo esperé el líquido lechoso, mismo que no tardó en salir salpicando más allá que mi boca... Esperé un momento para tragar rápidamente. Hajime limpió las lágrimas de semen que había en mi cara y me llevo entre brazos arriba.

— Vamos a bañarnos — Era justo, puesto que estábamos sudorosos.

El cancel de vidrio era perfecto, pero el último problema que tenía era que no traía ropa de repuesto. Me quedé pensativa mientras escuchaba el agua caer, misma que no tardó en presentar vapor debido a la temperatura.

— Tierra llamando a mi amiga — Mis ojos se movieron a la izquierda donde Koko se encontraba templando el agua. No evité sonreír al ver sus nalguillas.

— No tengo ropa.

— No es problema, mando a otros por ella, supongo que vas a quedarte aquí.

— Si no es mucha molestia — Entrecerré los ojos.

— No, para nada, ven — Tomé su mano y nos metimos debajo del agua, misma que fue empapando nuestro cuerpo y cabellos.

Hajime me atrajo a su cuerpo y me abrazó debajo del chorro del agua, posando su mentón en mi coronilla. Yo me dejé, sinceramente era demasiado reconfortante estar así con él, sintiendo el calor de su piel y escuchando el agua caer sobre nosotros... Me separé un poco para mirarlo, observando sus pestañas con unas gotas de agua... Mis puntillas se alzaron y le clavé un beso suave.

Metí mis manos por sus cabellos mojados y lo acerqué más a mí con la intensión de sentirlo más. Hajime apoyó sus manos sobre mi cintura demandando aquel control del beso, el cual cedí por completo, era casi inevitable que mi interior no ardiera con él. Se separó nuevamente para mordisquear mi cuello.

Nuestras miradas conspiratorias nos hicieron reír a la vez que sus manos viajaban nuevamente sobre mi piel.

— Mierda, Koko, no puedo estar satisfecha — Entre besos y caricias estaba lista para tenerlo conmigo nuevamente.

Hajime me apoyó contra el vidrio, y me restregó su erección nuevamente.

— Vamos, clávate ya — Soltó una carcajada y me penetró de una estocada.

Nuestras respiraciones se entrecortaron llenándose de júbilo puro, sentir a este hombre detrás haciendo lo que le plazca era meramente increíble. Mis pezones se endurecieron nuevamente debido a las gotas de agua, así como respuesta del frío vidrio, mismo que empañaba al emitir mis jadeos.

— Eso es, mantén tú culo levantado — Mordió mi lóbulo, tirando de él y succionando a la vez —. Ya vi que te hiciste adicta a mi polla.

— Hajime... — Se burló cerca de mi oído, provocando escalofríos.

A estás alturas tenía nuevamente mis cabellos en mi rostro, los cuales trataba de quitar, pero no podía realizar mis movimientos contra sus estocadas perfectas, así que terminé rindiéndome una vez más. Mis piernas quisieron desfallecer cuando nuevamente atacó mi clítoris.

Abracé su cuello con mi brazo, me pegué a su pecho y esta vez tuve cuidado en echar cabeza atrás... Mis ojos se humedecieron ante el placer y mis gemidos nuevamente se hicieron presentes.

— Voy a venirme — Un temblor se apoderó de mis piernas, así como una perfecta oleada de placer que atacó toda mi zona baja, haciendo que emitiera jadeos, gemidos y maldiciones a su paso.

— Yo terminaré en tu culito — Y eso hizo, se corrió en mis nalgas, dejando salir su blanco líquido.

La pijama era demasiado cómoda, además la noche caía amablemente... Desde aquí podía ver la luna llena, y eso me encantaba. La cama era como las nubes y no evité rodar a mi antojo mientras llegaba Koko.

— ¿Ya te lavaste los dientes?

— Así es — Lo miré con su pijama —. Te verías muy lindo con un gorrito.

— Tonta — Apagó las luces dejando que la luz de la luna entrase por la ventana —. Siempre anhelé dormir contigo.

— Yo también... — Extendí mis brazos para que se costara conmigo y quedar abrazados.

— Descansa, pequeña — Se metieron en las cobijas y durmieron abrazados.

Eran las cuatro de la mañana, ambos seguían abrazados y envueltos en un sueño muy muy ligero, mismo que podría ser roto fácilmente. La chica respiraba tranquilamente, su pecho subía y bajaba al igual que Hajime, quien se dio la vuelta para atraer a la chica, misma que abrió los ojos poco a poco.

— ¿Hajime? — Se aventuró a hablar.

— Dime... — Suspiró y le plantó un beso en el hombro.

— Pensé que estabas dormido.

— Tengo el sueño muy ligero — Ella también coincidió —. Oye...

— ¿Mande? — Nuevamente miró la luna.

— Quiero hacerte el amor... — Dejó besos en su hombro hasta subir a su cuello.

Ella inmediatamente sintió su sangre hervir ante la brutal declaración. Quedaron frente a frente y no perdieron el tiempo para besarse. Se atraparon con delicadeza, sintiendo el sabor de sus salivas, comunicando lo mucho que se deseaban más que unos mocosos hormonales. Hajime no tardó en quedar arriba de la chica entre sus piernas, tomó el dobladillo de su pijama y poco a poco la subió hasta dejarla desnuda de la parte de arriba... Se agachó un poco y de igual manera se deshizo de sus pantalones, así como de la ropa interior. Koko hizo los honores y se desnudó frente a la chica que le gustaba, donde la luz del cuerpo celeste iluminaba nítidamente, provocando que sus energías se mezclasen.

Las cobijas estaban desperdigadas y el chico subo dando besos desde sus tobillos hasta sus labios, ya que tenía la intensión de adorar su cuerpo sin importar nada. Sus manos rozaron aquella piel blanquecina de la chica, donde provocó la contracción de sus músculos arrectores pilorum.

Sus húmedos labios aterrizaron en su cuello y ella lo abrazó completamente buscando un beso por parte de él, lo cual logró cuando se miraron a los ojos con fijeza emanando excitación pura.

Se estrellaron cálidamente, la chica pasaba sus manos por la piel de chico y no evitó apretujar de vez en cuando con cariño. Koko reaccionó a sus caricias, entrando en vértigo, haciendo que su cuerpo respondiera positivamente, direccionando varia sangre a su entrepierna para que esta cobrara vida conforme pasaban las caricias.

Bajó a sus pechos y rodeó con su lengua sus pezones, llenándolos de cariño con fruición, a él le encantaba escucharla así, con la voz entrecortada, la respiración rápida y sus pequeños gemidos... La chica ya se restregaba contra él, húmeda, envuelta en deseo, misma que hizo perder la poca cordura que le quedaba a Hajime.

Atrapó nuevamente sus cobijas para cubrirse, y sin más tomó su lista erección para jugar un poco con la entrada de la muchacha de cabellos desperdigados, ella le abrió más las piernas, llamándolo con lujuria y por supuesto con cariño.

Ella ya estaba lista y poco a poco se empezó a hundir en ella, dejando que la lentitud abrazara su miembro debido al calor que la chica emanaba. Colocó sus manos a cada lado de su cara y la miró, en ningún momento quería perder el contacto de sus ojos.

Su espalda sintió las yemas de los dedos de quien estaba debajo recibiendo, y n hizo más que seguir el ritmo, grabándose todos los gestos de la fémina, pulcros, llenos de lujuria, vanidosos y delicados.

Llegó un momento donde simplemente quiso besarla, interrumpiendo los gemidos de la chica, cuyas piernas abiertas lo recibían... Desde ese momento Hajime definió la postura del misionero como su favorita, porque no podía perderse de nada... Los fluidos de la chica comenzaron a humedecer las sábanas, puesto que ella estaba a reventar de excitación pura.

— Hajime... — Besó su cuello.

— Me encantas — Ellos querían hundirse nuevamente en un orgasmo, así que la chica quiso montarse, pero Hajime no le dejó, argumentando que la quería hacer suya.

Sus dedos se enfocaron en su clítoris, ayudando al chico a no hacer el trabajo completo. Así que ella niveló la velocidad, hasta que poco a poco se arrastró al orgasmo junto con él. En esos momentos Kokonoi quedó desahuciado mentalmente y la tomó de las nalgas para arremeter con fuerza buscando su orgasmo.

— Quiero que termines dentro — La petición de la muchacha lo dejó en blanco —. No te preocupes, no pasará nada si tomo la pastilla.

— Está bien.

Ambos se tomaron la libertad de llegar a su orgasmo, mismo que llegó de la manera más suave pero intensa a la vez... Ella se contrajo al liberarse, algo que ayudó al chico a correrse y terminar adentro de ella, donde la chica sintió su cálido espesor salir de él.

Se quedaron un rato y más tarde salió de la chica, dejando restos de su semen.

Lo que la hermana de Takemichi no sabía, era que dentro de unas semanas se enfrentaría con el amor de su vida...

Espero les haya gustado n.n, nos vemos en el siguiente.

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