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El alfa abrió la puerta y el fuerte aroma casi le desestabilizó. Tuvo que tomar mucho de sí para poder mantenerse en pie y lograr mantener a su pantera en su lugar.

Ingresó lo más rápido que pudo y cerró la puerta para tratar de sellar el atrapante aroma a manzanilla y pomelo. Para asegurarse de que nadie más pudiera entrar mientras él se encargaba de cuidar al omega, colocó uno de los muebles de la habitación sobre la puerta.

Tendrían que matarle antes de permitir que cualquiera osara tocarle mientras él estuviera presente.

Habiendo quedado satisfecho con los obstáculos que colocó, se concentró en ubicar al joven.

Cuando su ámbar mirada se cruzó con el cuerpo que yacía en el suelo semi desnudo, no dudó en correr en su dirección.

— ¡Maldita sea! — tomó al inconsciente rubio, para darle la vuelta y examinarle.

Luego de su escrutinio, determinó que por suerte no se había lastimado, simplemente se había desmayado por la magnitud de su fiebre.

Su piel ardía de forma incesante y podía notar el dolor que el menor estaba atravesando.

— Tsk. — tomó al joven entre sus manos y lo colocó suavemente sobre la cama mientras preparaba todo lo necesario para aliviarlo.

Agradeció a su super velocidad para poder dirigirse al baño y preparar la bañera con agua limpia. Minutos después, volvió a traer al omega y lo depositó suavemente sobre la misma, mientras se quitaba rápidamente su ropa.

El menor se encontraba en un estado delicado, ya que tanto alfas como omegas formaban una sinergia logrando su propio equilibrio. Ambos se necesitaban el uno al otro para poder vivir, por lo que no lograba entender cómo era que había logrado sobrevivir tanto tiempo por su cuenta.

En este caso, el rubio se encontraba famélico a nivel químico.

Debía de haber una manera de poder ayudarle, por eso decidió confiar en su pantera y dejarla llevar las riendas de todo.

Minutos después, el hombre desapareció para dejar a la luz a una hermosa pantera que se acomodó detrás del rubio en la amplia bañera. Instantes luego, su animal comenzó a largar sus propias feromonas para calmar al menor.

YoonGi se acomodó suavemente sobre el cuello del omega, lamiendo suavemente la piel por debajo.

A partir de ahora le restaba rezar y esperar que pudiera despertar pronto.

Poco a poco comenzó a recuperar el control de su cuerpo, lentamente su mente estaba volviendo a la consciencia.

Lo primero que sintió, fue una comodidad que nunca antes había probado, nada de su ser le dolía y existía una exquisita fragancia en el ambiente.

Con pesar, abrió sus ojos de forma pausada, dándose el tiempo de que su vista se acostumbrara a la suave luz que se filtraba por la ventana del baño. Miró su cuerpo y visualizó que se encontraba en la bañera.

Se sintió confuso, ya que según sus últimos recuerdos, él había salido de la bañera antes de... ¡¿Caer inconsciente?!

Sus manos se aferraron con temor a los bordes de la tina en donde se encontraba, mientras su respiración se aceleraba y su mente se alborotaba buscando una explicación lógica de lo que sea que hubiera sucedido.

Estuvo a punto de levantarse de su lugar cuando escuchó una profunda voz.

Detente. — JiMin se quedó inmóvil, dudando de si aquello había sido producto de su imaginación. — No deberías moverte. — Una persona podía dudar del susurro de una palabra, pero cuando se trataba de una oración completa eso empeoraba las cosas — Aun estás débil. — pudo escuchar como ese alguien bufaba, mientras sentía una respiración en su cuello.

Durante un instante, sus pulmones dejaron de recibir aire.

Se encontraba presa del pánico al levantar la cabeza y que su mirada se chocara con un profundo ámbar inhumano en el reflejo de los azulejos del baño.

Respira. — le ordenó aquel ser.

Decirlo era mucho más sencillo que lograrlo. Por más esfuerzo que hiciera no podía lograr que su cuerpo le prestara atención.

Atónito, continuó con el análisis de la imagen que tenía en frente.

De seguro debía de seguir inconsciente en su habitación y este era uno de esos extraños sueños en los que tu mente enviaba impulsos nerviosos para que pudieras despertar.

Ya que de lo contrario no encontraba palabras para describir cómo era que había terminado en una tina de baño, siendo acunado por una pantera de monstruoso tamaño, y que además de eso, parecía hablarle a su mente.

Llevó sus manos hacia su garganta, tratando de que el aire pudiera ingresar pero parecía una tarea imposible. ¿Cuántos minutos llevaba así?

Juro que si no dejas que el aire ingrese en tu interior, — la voz de la pantera sonaba gruesa y envolvente — yo mismo voy a empujar el oxigeno en ti, — el rubio pudo visualizar como el dorado de la mirada del animal se iba coloreando de un profundo rojo — y no puedo prometerte que sólo voy a conformarme con eso, — su promesa quedó flotando en el aire, mientras el joven pudo escuchar un ligero ronroneo y sintió como su nuca era acariciada por el suave pelaje, llevando suaves escalofríos a lo largo de su figura — Respira, omega. — demandó.

Esas últimas palabras fueron todo lo que necesitó para que algo en su interior le obedeciera y por fin pudo sentir el alivio en su cuerpo cuando el tan ansiado aire llenó su ser.

Llevó de todo su esfuerzo para no gritar ni salir corriendo. Debía de tener cuidado, después de todo, seguía teniendo a uno de los principales depredadores de la selva a espaldas.

Chico listo. — le animó. — Me tomaría solo un parpadeo alcanzarte y eso no nos conviene a ninguno de los dos. — Park tragó grueso al escuchar esa declaración, y se abrazó a sus piernas de forma protectora. — Tal vez pienses que puedes esconderte, pero puedo oler tu aroma por millas. — el felino volvió a respirar en su nuca — Quizás deberías hacerlo... Disfrutaría cazarte omega. — el rubio pudo notar el tono divertido en su voz.

JiMin podía sentir como su sangre comenzaba a correr, la adrenalina se arremolinaba en su vientre al escuchar la promesa del animal, y por un instante consideró el salir corriendo tan solo para verificar cuánto tiempo se tardaría la pantera en atraparlo.

— Esto tiene que ser un sueño... — su garganta dolió al momento de pronunciar esas palabras — No encuentro otra explicación. — nuevamente la pantera volvió a bufar, disconforme con el rubio.

Estuvo a punto de reír, ¿Había vuelto a consumir éxtasis con NamJoon?

Eso no había resultado bien la primera vez.

Ni la primera, segunda o tercera. Que va, había dejado de contar luego de la cuarta vez en la que lo habían hecho.

Lo difícil era recordar el momento exacto en el que se había reencontrado con el Kim. Se suponía que ya no sería tan fácil caer en sus garras, nuevamente.

Un gruñido le volvió a la situación en la que se encontraba. — Sólo estamos tú y yo, — la amenaza podía escucharse en su voz, y lejos de asustarse, le llenaba de euforia. — Y quien intente cruzar esa puerta, estará muerto en un abrir y cerrar de ojos.

— ¡¿Quién eres?! — mantuvo su mirada fija con la del animal por el reflejo, mientras tragaba grueso.

Lo sabes. — ronroneó.

Durante un instante, el ámbar de sus ojos se tornó de un esmeralda que había quedado grabado en su memoria. Una vez más, el calor se arremolino en su cuerpo.

JiMin gimió ante la sorpresa del reciente descubrimiento.

— No puede ser... — susurró incapaz de poder creer lo que el felino decía.

Instantes luego, pequeñas chispas salieron disparadas a su alrededor y en el lugar en donde antes había estado un enorme animal, ahora se encontraba un magnífico ejemplar masculino, reforzando su creencia de que estaba completamente loco.

Donde antes habían estado suaves y mullidas patas, ahora se encontraban largos dedos que acariciaban su espalda, enviándole diversos escalofríos alrededor de su espina dorsal.

Donde antes se había encontrado un suave pelaje, ahora podía sentir la firmeza de su pecho a milímetros de distancia.

Donde antes se trataba de un gran hocico capaz de devorarle, ahora se encontraban unos mullidos labios que se estaban posando suavemente por su cuello, dejando un pequeño hilo de saliva alrededor.

Donde antes había colmillos, ahora podía sentir juguetonas mordidas en su nuca.

Y definitivamente podía sentir el imponente y grueso miembro que se encontraba rozando su trasero.

A pesar de lo bizarra de la situación, no pudo evitar relamerse los labios, expectante al siguiente paso del hombre detrás suyo.

— YoonGi... — susurró el joven de cabellos rubios, expectante a la próxima acción del mayor.

El recién nombrado levantó la mirada para encontrarse con la suya. Un suave ronroneo brotó de su garganta.

La encandilante fragancia del omega estaba volviéndolo loco, su propio aroma a anís y roble salía en respuesta para conjugarse en la más afrodisíaca combinación que podía existir.

Mi parte animal y yo decidimos que lo mejor sería que él te cuidara, sanarías más rápido de esa manera. — los suaves toques sobre sus costillas seguían enviando diversos impulsos nerviosos a todo su organismo. El rubio cerró sus piernas para evitar que se pudiera notar el efecto de estos toques sobre sí. Además, todavía no lograba procesar todo lo que había sucedido.

¡¿Hombres que podían transformarse en pantera?!

Definitivamente había vuelto a consumir estupefacientes de muy mala calidad, ¡Maldito NamJoon!

Un gruñido salió de lo profundo del Min, llamándole la atención.

Unas fuertes manos se posaron sobre sus muslos, impidiendo que pudiera volver a cerrarlos. Su duro toque se vio compensado por pequeñas caricias en la cara interna de los mismos. Los dígitos del mayor formaron círculos en la tersa piel del rubio, logrando arrancarle pequeños suspiros.

No te cierres a mí, omega. — le pidió — Ni tampoco traigas a otros hombres a tu mente, — su voz sonó más dura, indicando cuánto le molestaba el poder ver la confusión que existía sobre los pensamientos del menor. YoonGi podía entender que al rubio le costara comprender su existencia, pero otra cosa muy distinta era que sus pensamientos fueran llenados por otra persona. Aquello enojaba de sobremanera a su pantera y al hombre por igual.

— Preferiría que no te metieras en mis pensamientos para evitarte el mal rato. — a pesar de todo, algo dentro suyo le daba la confianza para decir aquellas palabras sin tener miedo de lo que pudiera sucederle. Algo que no podía explicar del todo, le decía que el pelinegro que tenía detrás, jamás le lastimaría o haría algo para perjudicarlo.

Ese algo, le había acompañado durante toda su vida y le había salvado más de una vez, por lo que si bien no podía terminar de confiar en el ser a espaldas suyas, confiaría en sí mismo.

Park pudo escuchar una melodiosa risa detrás suyo — Estar en tu cabeza es algo inevitable para mí,— dicho esto, el alfa llevó su mano hacía el torso del rubio, jugando con sus pezones. — Me sale tan natural como respirar.

No existía ni un deje de culpabilidad en su voz, por lo que JiMin comprendió que no lograría nada con pedirle que se disculpe. Quizás lo hiciera pero ambos sabrían que en el fondo, Min le estaría mintiendo.

Pequeños suspiros luchaban por salir de la boca del joven, sin embargo su orgullo estaba en juego. No podía caer tan fácilmente en las fauces de alguien que acababa de conocer.

Pero debía de reconocer que jamás se había sentido tan cómodo bajo el toque de un hombre, nunca se había mostrado tan receptivo a nadie, tanto así que por voluntad propia terminó por abrirse más de piernas, dándole mayor acceso al mayor.

Eso cariño, déjame ayudarte. — su voz sonaba ronca, producto de la gran excitación de tener a un hermoso espécimen como lo era su acompañante.

Las feromonas de ambos unidos, se sentían como una potente droga que estaba absorbiendo en grandes cantidades. YoonGi podía sentir como el omega se removía intranquilo, producto de sus caricias.

Min admitía que como felino que era, estaba jugando con su presa antes de tirársele encima.

El cortejo también formaba parte del apareamiento, ellos y su parte humana no estaban exentos de querer adentrarse en una adrenalina sinfín que sería poseer al rubio.

— ¡¿Q-Qué — gimió en contra de su voluntad — ¡¿Q-qué me está sucediendo?! — logró articular a duras penas.

La fiebre que antes le había atacado cruelmente, estaba volviendo a su cuerpo pero esta vez estaba arremolinándose en su vientre.

El tacto del pelinegro agravaba la situación, haciendo que sus paredes internas se estremecieran buscando su toque. Estaba tomando toda la fuerza de JiMin no saltar sobre el adonis que tenía detrás y enterrarlo profundamente en su cuerpo.

En respuesta a sus pensamientos, pudo sentir toques en su espalda provenientes del miembro del sujeto.

Creo que a él también le gusta tu idea, cariño. —JiMin pudo sentir como una sonrisa se formaba sobre los labios del mayor, antes de dejar un beso sobre su hombro. — A mi también se me está haciendo casi imposible no cumplir tus pedidos, — una de las manos del alfa se dirigió al miembro del omega, que tan necesitado de atención estaba. — puedo sentir a todo tu cuerpo llamándome para poseerlo. — nuevamente ronroneo, y el rubio pensó que no había sonido más seductor que ese.

— ¡R-Responde mi pregunta! — demandó.

Estás en celo, cariño. — indicó, como si esto fuera la explicación más sencilla del universo.

Park gimió al sentir como su pene era apresado por una gruesa mano, concentrándose en la punta.

¡¿Qué significaba aquello?! Que él supiera, solamente sucedía en los animales, no en hum-

Exacto. — la duda y el entendimiento le llegaron de forma sorpresiva, — Estás en época de apareamiento y tu cuerpo necesita de un alfa que pueda ayudarte a pasarlo.

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