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— Discúlpeme señorita, ¿Podría repetirlo? — de seguro se trataba de una broma de mal gusto.
— Lo que escuchó señor Choi, su vuelo ha sido reprogramado para dentro de 24 hs por las tormentas tropicales que existen en su destino. — respondió nerviosa. A pesar de los lentes y gorro que cubrían su rostro, no se podía negar que el joven que estaba al frente suyo era exquisito. — ¡Lamento mucho las molestias generadas! — le brindó una pequeña reverencia.
JiMin suspiró. Si hubiera sido un error de sistema podría haberlo solucionado en un abrir y cerrar de ojos pero contra la madre naturaleza no había nada que pudiera hacer.
— Tsk. — replicó el rubio.
El riesgo sobre sus hombros se incrementaba cada vez más mientras su cabeza siguiera en este lugar.
— ¡P-por favor! — le llamó la atención la recepcionista — ¡Permita que invitemos su estadía en nuestro lujoso hotel! — la mujer le entregó una black card con un número de habitación — Desde fly sea lamentamos mucho haberle generado estos inconvenientes, es por eso que con esta tarjeta puede acceder a nuestras habitaciones VIP — el joven le miró dudoso ante la propuesta, no estaba previsto demorarse más tiempo en el país — ¡No se preocupe por los gastos ya que están totalmente cubiertos!
Park se encogió de hombros, jamás entendería como las personas con mayor cantidad de riquezas, eran quienes menos terminaban pagando por servicios o cualquier otra cosa que pudieran necesitar o querer.
En su caso se daba la buena vida gracias a desbancar a los estúpidos que le contrataban y a sus enemigos también de paso. Pero por más ceros que tuvieran sus diversas cuentas bancarias, eso jamás le haría sentirse superior al resto, después de todo aun recordaba las noches en las que había pasado frío y hambre.
Un escalofrío recorrió su espalda, trayéndolo a la actualidad.
No era momento de traer al chiquillo sucio y raquítico al presente, menos cuando más tenía que tener los pies sobre la tierra.
El rubio simplemente asintió a los dichos y tomó la tarjeta entre sus manos, luego se despidió con un breve asentimiento para salir de la fila.
— Habitación 404... — murmuró distraído, si mal no recordaba la parte correspondiente al hotel se encontraban en los últimos pisos del exclusivo aeropuerto privado.
Con un esquema mental del lugar, se dio media vuelta para dirigirse hacía el ascensor cuando se chocó con lo que parecía una pared.
El rubio esperó el impacto de su cuerpo contra el suelo, producto de su torpeza, sin embargo cuando abrió sus ojos se encontró con un firme pecho y grandes brazos que le tomaron por la cintura, logrando evitar que cayera.
El sujeto que le sostenía, le sacaba fácilmente una cabeza de distancia y ni hablar de la diferencia corporal.
Park se relamió los labios inconscientemente ante la presencia del adonis que tenía en frente, portador de cabellos oscuros, belfos gruesos, hombros anch—
"Concéntrate, JiMin. No puedes dejarte llevar por una cara bonita" se reprendió. Estuvo a punto de bufar, decirle "cara bonita" al pelinegro sería un crimen total al buen gusto.
— Ejem — carraspeó, tratando de llamar la atención de su "salvador".
El sujeto sonrió, dejando entrever una gummy smile, haciéndole sonrojar ante la intensidad de su mirada a pesar de usar lentes oscuros que ocultaban la tonalidad de su mirada.
— G-gracias — ¡¿Desde cuando Kitty Gang tartamudeaba?! Volvió a carraspear para acomodar su voz que parecía no querer cooperar. Tomo aire y trató de mantener la compostura. — Puede soltarme... No voy a caer. — agregó con vergüenza.
La sonrisa del recién llegado se hizo más pronunciada y el rubio durante unos instantes temió que sus piernas comenzaran a fallar.
— Lo sé. — Su profunda voz le provocó un cosquilleo por toda su espina dorsal. — Pero no quiero hacerlo. — finalizó.
El menor abrió y cerró su boca sin saber qué responder. ¡Se supone que debería sentirse completamente ofendido! En cambio algo dentro suyo estaba removiéndose.
Su radar de peligro estaba a punto de explotar. Este sujeto parecía gritar "problemas" por todos lados. Si este tipo iba para un lado, JiMin debería de salir corriendo para el lado opuesto, ¡Ya había tenido demasiado de hombres que no se merecían enredarse entre sus sábanas.
El rubio lo examinó nuevamente y con su nuevo examen llegó a la conclusión de que el mayor estaba en la peor categoría de amenazas. Toda su aura profesaba una falsa tranquilidad, todo esto para ocultar algo que JiMin lograba leer: posesividad.
Park bajó sus lentes, sin importar el riesgo que pudiera conllevar.
Si quería guerra, guerra tendría. No le dejaría doblegar su orgullo por más sensual que fuera, ni tampoco por como los finos rayos del sol se filtraban por las ventanas del lugar, y ahora sin sus lentes podía aprovechar para apreciar la tonalidad blanquecina que adornaba su piel. ¿Sería tan suave como parecía?
JiMin mordió su lengua, necesitaba salir corriendo antes de caer en la tentación de probar al pelinegro. Preparado para mandarlo muy lejos de su integridad física y psicológica, abrió su boca para hablar cuando fue interrumpido por otra persona.
— Disculpe... Señor Min. — Al instante, el aludido desvió la mirada hacía el hombre y la sonrisa que tenía segundos antes, se borró, dando lugar a un aura de frialdad total. —¡L-lamento molestarle pero tenemos..! — bajó la voz — problemas. — finalizó con temor.
— Tsk. — se quejó.
El recién nombrado Min, lentamente aflojó el agarre que sostenía sobre el rubio, dejando una sensación de vacío en ambos.
Una fría mirada fue más que suficiente para que el individuo diera un paso hacia atrás. Habiéndose retirado unos pasos más atrás, el mayor se quitó los anteojos de sol que protegían su mirada, para fijarlos en el ojimiel que tenía en frente.
Le inspeccionó de arriba a abajo, quedando embrujado del bello espécimen humano que había sostenido entre sus brazos.
Su delicada cintura le llamaba a preguntarse cómo se vería balanceándose sobre su cintura, sus firmes piernas parecían llamarle a enredarse entre las suyas, y su boca le incitaba a convertir todas sus fantasías en una realidad.
Detenerse en las mil y un maneras en las que le encantaría tomar sus belfos, podría considerarse una falta de respeto pero poco le importaba.
En su vida había conocido un simple mortal que le llamara tanto la atención como para pensar en llevarle a su cama y convertirlo en su amante.
Continuó su escrutinio, admirando como a pesar de tener sus pómulos sonrojados, el menor trataba de mantener su máscara de orgullo.
Su mirada esmeralda se posó en los miel del joven, sumiéndose ambos en una pelea interna por la dominación el uno del otro.
El rubio intrigaba a su parte animal lo suficiente como para sentir a su pantera interior estar dispuesta al acecho. El deseo y la excitación comenzaban a recorrer su cuerpo lentamente, y lo mejor sería retirarse antes de cometer algún error.
JiMin comenzaba a sentir como si el aire comenzará a escasear, así como su sangre corría disparada por todo su ser. Vislumbró un color ámbar cruzarse por su mirada, similar a la de algunos predadores de la selva, lo que le llevó a refregar sus ojos en respuesta.
No conocía a nadie en este mundo al que le cambiará la tonalidad de sus ojos de esa manera.
Cuando volvió a abrir sus ojos, estos regresaron al verde esmeralda de un principio, dándole cierta tranquilidad a su cordura.
Sin embargo, el escrutinio sobre su persona no se terminaba... Parecía ser que el sujeto de cabellos oscuros no tenía intenciones de ocultar el descaro con el que le observaba, y ni hablar del aura sexual que desprendía por los poros.
Debería de sentirse completamente ofendido y no al borde de la excitación.
Este definitivamente era el momento perfecto para retirarse.
Con esta idea en mente, reafirmó el agarre sobre su maleta y se dispuso a cortar el contacto visual con el adonis en frente, no tomando en cuenta que sus manos estuvieran sudadas por el nerviosismo y que se le cayera la tarjeta del hotel.
Antes de que JiMin siquiera pudiera procesarlo, Min había levantado el plástico negro, inspeccionándolo.
— ¿Habitación 404? — mencionó curioso mientras le extendía la misma a su propietario.
Park tuvo que evitar gemir ante la melodía de su voz.
Gruesa y con un tono perfecto para narrar las mejores noches de su vida.
— S-si. — afirmó el rubio.
Una sonrisa juguetona volvió a instalarse en su rostro. — Seremos vecinos entonces, ¿Señor..?
— Choi... Choi JooSeon — se mordió la lengua en reprimenda ante lo dicho. ¡Había revelado más de la cuenta! No se suponía que nadie más que el personal del aeropuerto conociera su identidad, falsa claramente, pero de todas maneras representaba un riesgo en su coartada.
Mientras más personas pudieran reconocerle, más en juego estaría su pellejo.
Molesto consigo mismo, volvió a colocarse sus gafas oscuras con el fin de también imponer distancia con el pelinegro.
— Min YoonGi — le extendió su mano, a la que JiMin respondió casi automáticamente. Justo cuando el rubio pensó que tan solo iba a estrecharla, Min llevó el dorso de su mano hacía sus labios, depositando un lento beso en ella. — Es un placer, señor Choi...
Park asintió sin prestarle mucha atención al sentimiento que crecía en su interior acerca de que todo su teatro parecía haber quedado al descubierto. Rápidamente quitó su mano del agarre del contrario y salió corriendo como alma que lleva el diablo.
Mientras tanto, YoonGi se deleitaba con admirar el vaivén de las caderas del rubio y todas sus curvas por las que mataría por poseer.
Negó divertido al haber olido la mentira que había salido de aquellos dulces labios.
Sea lo que sea en que el menor estuviera metido, no dejaba de intrigarle ni a él ni a su pantera.
Quizás, después de todo, sí podía ser un buen vecino de habitación y tocar su puerta para saber si necesitaba algo.
— SooBin. — llamó a quien había interrumpido antes su conversación anteriormente.
El aludido se acercó inmediatamente hacía su jefe, temiendo escuchar una reprimenda por su comportamiento inapropiado.
— ¡¿S-señor?!
— Consígueme una habitación en el mismo pasillo. — SooBin tragó grueso, ¿Qué era lo que planeaba su líder ahora? Cuestionarlo no estaba dentro de sus planes, ni ahora ni nunca. No por nada YoonGi había sido elegido como el jefe de su manada a temprana edad. — ¡Ah! — volvió a llamarle la atención — Comunícame con TaeHyung, necesito que me averigüe un par de cosas. — sin más se retiró sin darle lugar a poder decirle nada.
— Pero... — murmuró.
Por un instante, SooBin estuvo tentado a tirar de sus cabellos ante la impotencia, ¡Se suponía que tenía que decirle algo importante a su jefe y este no le prestó atención alguna!
Suspiró tratando de mantener la compostura, luego vería la forma de informarle las novedades al Min, ahora tenía que poner manos a la obra si no quería tener que enfrentarse al alfa líder de la manada de cambia formas pantera, Min YoonGi.
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