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Con el viento sacudiendo levemente el cabello y el pelaje de Mia, la cual se había vestido con una sudadera solo para cubrir su parte superior, Ale y ella estaban observando desde la azotea del edificio la ciudad, la cual era enorme a comparación de Ale, el sol se estaba ocultando en ese momento.

–Perdón, pero ya no vas a poder regresar a tu antigua casa, pero no te desanimes, vivirás en una mucho mejor ahora –le comentó Mia a Ale, tratando de animarlo, aunque este se mantenía indiferente ante la situación.

–No importa... –respondió Ale, antes de recostarse contra Mia, sujetándose de su sudadera.

–¿Te pasa algo? –ella preguntó, antes de ver caer al suelo gotas de sangre, lo que la pone en alerta.

Ale sangraba por la nariz de debajo de sus lentes, sangrando por los ojos, posteriormente, vomita de nuevo el cereal antes de caer inconsciente...

Nuevamente estaban dentro de la habitación de Mia, Ale estaba recostado en la cama, mientras que una mujer gacela poco más alta que Mia, quien tenía una bata blanca, lo atendía, pues ella era la doctora Mónica, la cual había sido llamada por Mia.

–Ale tiene Kelvin Fox –Mónica le hace saber a Mia tras examinar detenidamente a Ale, el cual seguía dormido.

–¿Y en español eso es? –Preguntó Mia, sentada en en suelo, con la cabeza recostada sobre la cama, al lado de Ale.

–El síndrome de Kelvin Fox se produce cuando el cuerpo de un individuo tiene un potencial mayor al que está acostumbrado a usar, o para hacerlo más simple, su cuerpo se está ahogando en su propia fuerza.

–¿Tiene cura?

–Ale por lo que veo, pese a ser humano, tuvo un potencial más allá que cualquiera en la historia, al traerlo a este mundo, las condiciones forzaron a su cuerpo a usar todo ese potencial, el cual nunca ha usado, por lo que no se adaptó al mismo, lo que llevó a una casi caída de todas sus funciones biológicas.

–Eso no responde mi pregunta.

–Lo haría si me dejaras terminar, Mia. Como te decía, en cualquier otro caso como el suyo, habría muerto en segundos, pero Ale está resistiendo demasiado, hasta estoy sorprendida, pero sí, es tratable –Explicó, antes de materializar en el aire una botella con píldoras, mismas que, usando su dedo, reduce en tamaño para que Ale pudiera tomarlas–. Una píldora al día durante 30 días, no elimina todos los síntomas, pero ayudará a que su cuerpo se adapte rápido y sin riesgo a su fuerza.

Ante la explicación y mirando las píldoras en sus manos, Mia suspira, lo cual llama la atención de Mónica, –es raro verte preocupada por alguien, ¿hay algo que deba saber?–, Mónica le preguntó.

–¿No crees que ya deberías irte? –respondió algo molesta por las preguntas.

–¿Qué piensas hacer con él?, un humano en este mundo no es algo que se ve todo los días, Mia, tal vez la pase muy mal, tal vez la pase bien, ¿fue buena idea traerlo? –decía mientras recogía sus herramientas médicas en su bolso–. Además de que tal vez le causes problemas si piensas inscribirlo a la escuela.

Finalmente Mónica se marcha del departamento de Mia, quien se había quedado pensativa con sus palabras, pero siendo esto opacado por el alivio de saber que Ale iba a estar bien, subiéndose a la cama para acostarse a su lado. En la cama Mia mira la etiqueta del embace de las píldoras mientras que apegaba a Ale a su cuerpo con un abrazo, acción que hace que Ale se acurruque a su lado.

Mia tras dejar las píldoras a un lado, empezó a quedarse dormida, sin embargo se pone seria, pues alguien estaba dentro de su departamento... Con un movimiento instantáneo, Mia arremete con un filoso espadín en mano contra Phillip, el cual había entrado en su departamento, él detuvo el espadín de Mia con su mano desnuda, dejando la punta a centímetros de su rostro y, unos instantes después ocurre un estallido sónico que abre la puerta violentamente y manda a volar las cobijas, tirando a Ale de la cama y desordenando toda la habitación.

Ale antes de caer se despierta muy alarmado, –¡Mia, Mia!–, gritó Ale alarmado, verdaderamente asustado, buscando por todos lados a Mia, sin embargo los efectos de su actual condición lo hace caer de nuevo en la cama.

–¿No tienes mejores cosas que hacer –le preguntó Mia, bastante enfadada a Phillip, soltando su espadín para atender a Ale, levantándolo y cargándolo en brazos.

–Sí, tengo cosas que hacer, pero de todas formas tenía que venir a ver al chico, así que dime, ¿qué le ocurre? –preguntó Phillip, mirando el estado de Ale, el cual aún tenía algo de fiebre.

–Solo pescó un resfriado, ¿trajiste lo que pedí?

–Alice.

Alice entra en la habitación para entregarle a Mia una carpeta con unos documentos en los que se hacía referencia sobre la nueva nacionalidad de Ale como persona bestia, junto con una identificación, en la que se detallaba el nombre de Ale, su ID numérica y su olor, también había un apartado en la que en lugar de establecer una edad numérica, establecía que Ale era un Adulto.

–Recomiendo clases intensivas si desea incorporarlo al sistema educativo de la división Wolf –Alice le recomendó a Mia tras haberle entregado la documentación de Ale.

–Gracias, ahora ya pueden irse, necesitamos descansar –dijo Mia, levantándose de la cama para recoger las cobijas, aun sosteniendo a Ale en sus brazos, el cual había vuelto a caer dormido.

–De acuerdo –dijo Phillip, dejando el espadín de Mia a un lado, recostado de la pared–. Lo dejaré a tu cargo.

Cerrando la puerta, Phillip y Alice se marchan del departamento en un auto plateado, siendo conducido por Alice, era algo tarde. Mia terminó de arreglar la cama y se volvió a acostar...

Mia se despierta durante altas horas de la noche debido a los movimientos bruscos de Ale, sus manos inquietas buscaban algo de lo cual aferrarse, siendo ella lo más cercano que había, «¿Una pesadilla?», Mia se preguntó, momentos antes de que las lagrimas brotaran de los ojos de Ale, lo que la deja más pensativa.

Era de mañana, Ale se despierta aproximadamente a las siete por la costumbre, Mia no se encontraba con él ya que se había levantando antes para prepararle el desayuno, uno un tanto improvisado debido al pequeño tamaño que tenía Ale, este aún tenía algunas nauseas, pero no tan fuertes como antes.

Ale se baja de la cama y tambaleándose un poco, camina afuera de la habitación; en la sala Mia estaba ordenando comida para Ale, siendo casi comida para bebés, ella ya se había duchado y se había puesto un uniforme azul y zapatos de tacón bajo.

–Buenos días, Mia –le dijo Ale a Mia, luego de verla al teléfono, él se ayudaba con las manos, apoyándose de las paredes y los muebles.

–Buenos días Ale, no deberías salir de la cama, aún debes descansar –le comentó Mia a Ale, segundos antes de que llamaran a su puerta, el repartidor había llegado–. Ve a lavarte, ya te daré el desayuno, en el lavabo hay un cepillo para ti.

Ale quería decir algo más, pero Mia se había ido a atender la puerta, por lo que no le quedó de otra más que ir a lavarse los dientes, sin embargo de fondo se podía ver como Mia abría la puerta, siendo atacada ferozmente por el repartidor.

Inicia una lucha en los pasillos del edificio donde Mia desviaba, detenía y evadía todos los potentes golpes del joven repartidor; Ale asustado sale a ver qué ocurría debido que los golpes eran muy poderosos, tanto que hacían retumbar todo el edificio de 10 pisos.

Al salir al pasillo, Ale ve que el repartidor tenía a Mia contra la pared, mientras que ella detenía su puño, el cual estaba envuelto en plasma purpura de alta intensidad, junto a unos nudillos de acero.

–Nada mal, Henry, se ve que haz mejorado –Mia le dijo al repartidor.

Henry era un hombre nutria un poco más pequeño que Mia, el cual siempre atacaba a Mia por una simple propuesta que esta le había hecho, y era que le daría 500 Furs de propina si él lograba golpearla una sola vez.

Ale al no saber sobre esto, corre a apoyar a Mia, sujetando a Henry de la cola y tirando con todas sus fuerzas, –¿hum?, enano no molestes–, Henry le dijo a Ale, antes de azotarlo con su cola de forma accidental, ya que solo quería zafarse de él, pero esta lo golpeó de lleno, el golpe tuvo la suficiente fuerza como para mandar a Ale a volar al final del pasillo, estrellándolo con fuerza contra la pared, haciéndolo escupir algo de sangre, «¡Qué débil!», desconcertado y algo nervioso Henry pensó, antes de sentir que su puño estaba apunto de romperse.

Furiosa, Mia lanza un puñetazo, mismo que a duras penas henry pudo bloquear con su puño libre, ocurriendo en ese momento lo mismo que pasó con Ale cuando estalló la bomba y el ataque de los jóvenes, siendo Ale también excluido de aquella situación por estar inconsciente.

Henry atraviesa uno de los lados del edificio, derribando toda esa planta y volando por los aires, atravesando otras estructuras más antes de finalmente detenerse unas cuantas calles más adelante, pensando para sí mismo que había metido la pata, sin poder pensar más por ser aplastado por Mia, la cual había caído del cielo acompañada de un rayo que devasta varias edificaciones a la redonda y otras son derribadas como daño colateral, terminado Mia sobre la espalda de henry.

–Me rindo... –con sus últimas fuerzas, Henry admite su derrota.

La ciudad tras los eventos simplemente regresó a la normalidad, donde nada estaba dañado, Mia y Henry terminaron sobre el techo de un local de comida. Henry y Mia regresaron al departamento, donde Henry se disculpó con Ale, entregándole a Mia unos medicamentos en tabletas para curar las heridas de Ale, él también se tomó unas porque muy ileso no estaba.

–No lo sabías, así que por eso fui gentil contigo –le comentó Mia a henry.

Momentos después, henry se marcha volviéndose un pequeño orbe de energía, luz que sale disparada a dicha velocidad. –¿Estás bien?–, Ale pregunta ya que seguía sin entender lo que ocurría.

–No le des importancia a lo que pasó, es solo un pequeño juego que tenemos él y yo –responde, antes de darse cuenta de que Henry se había ido sin entregarle su pedido.

–Se me olvidó entregarte esto –Le dijo Henry a Mia, habiendo regresado para entregarle la comida, yéndose del lugar una vez más.

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