El Ruso


La observaba desde hace meses, su piel perlada se había convertido en mi obsesión. Y el hecho de que ya no tuviera dueño solo reforzó el quererla poseer. Llevo años teniendo bajo mi posesión mascotas; pero ninguna como ella. Cada vez que recuerdo la noche de estreno junto a Leylan mi piel se enciende. Cuando Leylan decidió que había llegado el momento de desvirgarla, dijo que lo haría público, el viejo estúpido estaba encaprichado con la niñita, no quería herirla, él quería marcarla como su propiedad, quería su miedo; más que nada deseaba que ella le amara. Me parecía estúpido, era su propiedad, un objeto para ser usado, no tiene opinión. Sin embargo ese día no opiné; pues deseaba ser partícipe de esa noche, bien conocía la fascinación de Leylan por prestar sus mascotas, era mi oportunidad de poder al menos saborearla, sabía que esa noche nadie más que él, la poseería; pero tenía la esperanza que luego de esa noche se me hiciera fácil que me la diera, necesitaba saciarme de ella. Su inocencia me había robado el sueño, su natural sumisión era algo difícil de encontrar, tus mascotas se acostumbran a actuar sumisas; ella no. Su mayor deseo era complacer a su amo, odiaba que ese no fuera yo.

Provengo de Rumania, llegue muy joven aquí. La llegada fue lo más duro, venía con la ilusión que aquí se cumplirían mis sueños. Me había escapado de la mafia, en mi país o eres esclavo o eres amo, jamás seré esclavo, así que hui. Cuando llegue aquí pensé que podría estudiar, tener mis posesiones con el sudor de mi esfuerzo, estúpido de mí. Aquí era peor, la mafia aquí era más poderosa que en mi país, nadie hablaba, todos temían. Ellos surtían a bares, prostíbulos y casas privadas de la mercancía, rápido tuve que aprender a trabajar con ellos, sino yo sería parte de la mercancía. A mis 21 años era alto, atlético, con buen porte, siempre me decían que me parecía mucho a Marlon Brandon.

Tarde algunos años en hacerme de un nombre: El Ruso. Así me llamaban por mi acento y por ignorancia, cuando me inicié en el negocio fue como entrenador de la mercancía, en algún momento creí que me costaría, que me sería difícil, estaba muy equivocado, me excitaba, mientras más lloraban y suplicaban, mas placer sentía. El amor a mi trabajo me hizo el mejor en mi área, toda mercancía que llegaba a mí, salía sumisa, siendo respetuosa. Nunca recibí una queja o reclamo - no me odien, entrenarlas bien las salvaba de morir – para una mercancía defectuosa solo logra su muerte rápido. Aunque quizás para ellas, esa salida era mejor que vivir la esclavitud.

Pasó casi una década, había logrado mi sueño: poseía locales nocturnos, varias propiedades y acciones en otros negocios, era respetado y temido. Nadie me contradecía, en solo diez años había amasado una gran fortuna, me codeaba con políticos, senadores, hasta un presidente tuve en una de mis fiestas, tenía toda una red de corrupción, nadie llegaba a mí, en un inicio porque nadie conocía mi nombre real. Pasaba las noches amaestrando mascotas, no por trabajo; sino por placer. Sus gritos agónicos, sus suplicas eran la mejor tonada para un dulce sueño.

Me suplicaban para que entrenara y preparara esclavas o mascotas. ¿Cuál es la diferencia? Fácil una quiere ser tratada como esclava, recibe placer de ese trato; la otra es obligada, le guste o no. Con el tiempo fui recibido en una logia de hombres amantes de este mundillo, decidí aceptar; porque de esa forma tendría más poder sobre ellos, sabría todos sus sucios secretos, nunca se les ocurriría traicionarme. En fin pasaron veinte años, mi vida aunque satisfactoria se volvió monótona, hasta una noche donde vi la cosa más hermosa, su inocencia, su sumisión, podría decir que me enamore, ella estaba sirviendo en una fiesta de Leylan, así que debía ser de él. La tentación fue demasiada, me acerque hablarle, quería saber cuan bien entrenada estaba, después de todo no debería tener más de catorce años. ¿Cuánto podría conocer?, sabia las consecuencias si me hablaba, rogaba poder lograr que le castigaran y que su castigo fuese público. Aun hoy sonrió cual niño cuando realiza una travesura, ¡lo logré! Leylan la castigó, lo mejor pude probar su piel, sus mieles de inocencia, sin dudar ella debía ser mía, tenía que poseerla. ¿Cómo hacerlo? Si se la pedía directamente a Leylan podría generar todo un problema entre los dos, no me convenía, así que me mantuve en la distancia, con la esperanza de que en algún momento se cansara de ella y la subastara, mientras aprovechaba en cada oportunidad que Leylan decidía prestarla. Una noche en una mano de póker, la ofreció, quien ganara la tendría todo un fin de semana, para hacer con ella lo que le provocara ¡Debía obtenerla, debía ganar!

Estaba nervioso, ansioso esperando en mi casa. Había ganado, dentro de poco me traerían mi premio, estaba excitado cual adolescente, estaba seguro que me correría rápido en la primera sesión. No importaba, la iba a tener setenta y dos horas, solo para mí. Había cancelado todo lo que tenía, sacado a todo el personal de la casa, dejé solo la seguridad; aun así ellos estarían por fuera de la casa. Ella iba ser mi prioridad todo el fin de semana, la tomaría de todas la formas posibles, al finalizar este fin de semana mi obsesión por ella debía estar curada, totalmente saciada.


Hola mis amados lectores

Ante todo disculpas por la tardanza el dia de hoy, he tenido toda la semana enferma, hoy me estoy sintiendo mejor. Aqui les dejo un nuevo capitulo, quedo muy largo asi que decidi cortarlo y que sean dos.

Les doy la bienvenida a mis nuevos seguidores : @VillaArghely; @AngelesKing; @FuckingFat; @YaoSl17.

Quiero darle un especial agradecimiento a otra escritora de nuestra comunidad @Jakalava, ella ha mostrado interes por nuestra situacion aqui en Venezuela, que hermoso que estes tan a fin con tu fanaticada.

Gracias por todos sus comentarios, votos y criticas. Estoy muy contenta por contar con ustedes, espero sentirme mejor mañana de ser asi, les sorprendere en la semana con un capitulo regalo. Gracias por su amor. Feliz Fin de semana

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