Apatía

El Ruso (Nicolae)

Jamás, había tenido una noche tan mala como esta. Y he tenido malas noches, donde fui golpeado, torturado y sometido. Al llegar a casa la deje sola en su habitación. Sin embargo, la estuve observando, su habitación tiene cámaras bien posicionadas, ella no lo sabe. Ver como su cuerpo se convulsionaba, está en posición fetal sobre la cama, una almohada le sirve de consuelo, la abraza como si le fuesen a salir pata y huir de ella. Llora desconsolada, sin hacer ruido, hasta que el cansancio la vence y se duerme.

Desde mi despacho la veo dormir, mientras me odio por el daño que le he hecho. Quisiera ir a su habitación, cobijarla, abrazarla y hacerla sentir amada. ¡Qué cursi me he vuelto! Me tomo un wiski mientras intento controlar mis nuevas emociones. Debo planificar mi siguiente día, mañana llega un nuevo embarque, luego podré dedicarme a consentirla. Por los momentos debo centrarme en los negocios.

¡Demonios! Se puede saber ¿Cómo supo la policía de esto?−digo totalmente cabreado, mientras veo que tan serio es la herida en mi brazo. Me doy cuenta que fue solo un raspón, al contrario de mi guardaespaldas− ¿cómo esta él?

Tiene una herida seria en el pecho, si no fuera por él; estaría muerto jefe.

Si lo sé, sirvió de escudo en la balacera. Llegamos al muelle, era una tarea sencilla. Recibir el cargamento, pagar y concordar la nueva entrega. ¿Cómo diablos se convirtió en una guerra? Tengo un topo, esto no lo pudo descubrir la policía por si sola. He logrado llegar a un refugio, mientras contamos las bajas, todas las perdidas y mi salvador recibe la debida atención médica. No puedo perderle, después de este sacrificio está más que claro, que solo puedo confiar en él. Hasta que no descubra quien es el topo, debo ser muy precavido.

El medico verifica mi herida, efectivamente la bala solo me rozo, la limpia y me da el alta. Mi escudo tuvo suerte la bala le atravesó, estará unos días en cama, pero sin ninguna consecuencia, no le toco ningún órgano. Comienzo a planear la salida del país, mientras logro evaluar la situación. Hago todos los arreglos para que muevan los heridos a sitio seguro.



Dos días después estamos en Malta, me gusta el mar me apacigua. He decidido mudar la fiesta de cumpleaños aquí, mis socios están más que cabreados por la pérdida de la mercancía. Tuve que cubrir los gastos, aceptar tratos. Lo bueno es que aún me respetan, así que solo tuve que soltar dinero. El viaje no mejoro el humor de Anika. No entendió que en medio de la noche saliéramos de viaje. Ha estado en silencio, cuando le obligo a hablar lo hace en susurro y con monosílabas. Sin contar el sexo, su entrega se fue a la mierda. Tengo una maldita muñeca inflable, sin vida. ¡Como carajo pude joderlo tanto!

No sé cómo ganármela de nuevo, francamente esta situación me está sacando de mis cabales. Cada día tengo menos paciencia, estoy agresivo. Intento no ser agresivo con ella; sin embargo no he tenido mucho éxito en ello. La planeación de su cumpleaños va viento en popa. Si las cosas no mejoran entre los dos, sospecho que su fiesta de cumpleaños no va ser buena para ella.

Hoy planifique una cena romántica, quiero conocerla. Saber que quiere de la vida, si puedo dárselo. Quiero darle la oportunidad de que se me entregue porque es su deseo. Así que no la voy a volver a doblegar, sé que ella necesita un amo que la guie. Tarde o temprano suplicará por mi dominación, seré paciente, esperare por ella. Debe saber que no quiero usarla más, ya tengo su cuerpo, deseo poseer su alma.


Anika

Estos días han sido una locura, un infierno y una total desolación. Primero la fatídica noche donde fue entregada para placer de otros hombres. Jamás me había sentido tan mal, creí que él sentía algo por mí. Como Leylan demostró que solo soy un objeto, su propiedad. La careta cayó, si aún me quedaba alguna ilusión de que alguien me trataría con humanidad, esa noche murió. Algo se rompió en mí. Llore toda la noche, por mí, por Marcus, por mis sueños y deseos. Al dormirme, supe que ya no volvería a ser igual. No me equivoque.

Desperté con Nicolae, zarandeándome. Jamás me había sentido tan vaciá, hueca, no había dolor, tristeza o pesar. En cierta forma me sentí libre, ya nada me tenía prisionera, ya no esperaba nada, no deseaba nada. Era solo una cascara viviente. No me daba hambre, ni sueño. Por lo cual tenía dos días, sin dormir o comer.

Salimos de madrugada, hacia un destino desconocido. Estaba alterado, herido en un brazo. Cada vez que su teléfono sonaba, hablaba en un idioma que desconocía. Lo más triste es que aunque sabía cuál era la razón, no me daba temor que supiese que yo era su espía. Quería que sucediese, ya no había razón para vivir. Rogaba porque se enterara, con lo malévolo que es, sabía que me torturaría y luego mataría. La idea me ilusionaba.

Estoy de pie, delante del mar. Es una isla hermosa. El sol calienta mi piel, sería tan hermoso que la estuviera compartiendo con los que amo. Sin embargo, estoy sola. Él ha intentado darme libertad, dejar que yo tome decisiones. Creo que me está probando o jugando conmigo, seguro en algún momento me vuelve atar, entregándome a otros hombres como la pobre diabla que soy.

Durante estos dos días, he caminado y disfrutado de la isla. Nicolae, se ha mantenido al margen. No duerme a mi lado, me ha permitido estar sola. Es algo que agradezco, mi contacto ha desaparecido, no sé qué fue de él. Es algo que me mantiene preocupada, no quiero que muera. Si alguien debe morir seré yo.

Llego a la que es mi nueva prisión, El Ruso me espera con una gran sonrisa. Eso me eriza la piel, ¿Qué tramara esta vez? Me besa con pasión, solo abro la boca, total no necesito corresponderle. A nadie le interesa lo que desee.

Te tengo una sorpresa− dice tomándome de la mano y guiándome a mi habitación. Allí me espera un hermoso vestido sobre la cama y sus accesorios− debes vestir esto, para la noche. Hare una fiesta, debes verte hermosa.

Como desees, maestro –su sonrisa desaparece, al parecer no le gusto mi respuesta. Suspira, desaparece por la puerta.



Llega la noche, escucho un toque en la puerta. Me acerco, allí esta él con una rosa en la mano. No se cómo actuar ante esta situación, quedo de pie esperando que me ordene que desea de mi hoy.

Te ves hermosa, princesa− su coqueteo me lastima.

Gracias, Señor.

Anika, sé que estas enojada conmigo. Nena, necesito que me perdones. Extraño tu inocencia, escucharte hablar, tu sumisión, tu entrega− dice mirándome a los ojos. Pareciera ser sincero, pero ya no me importa.

Tienes mi sumisión, amo− mi declaración hace que su rostro se torne rojo de ira, aquí va el castigo. Entonces, logra calmarse.

Quiero que tu sumisión me sea dada, desde tu libertad. Hare lo que sea para ganármela− su declaración no genera ninguna emoción en mí.


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Hola mis lectoras amadas, aqui les dejo otro capítulo de nuestra pobre niña. Diganme que les parece. Quiero sus comentarios, gracias por sus votos, por sus comentarios. Gracias por su apoyo

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