Capitulo Unico
《Al final, fui seducido nuevamente por mi amor. Nunca pude resistirme a él… y cuando mi guardia bajó, él me mató.》
En una noche tan oscura como el corazón de un asesino, dos figuras se encontraban a la mitad de un prado, la más baja temblando suavemente entre los brazos del otro, que parecía intentar conservarlo por la fuerza en su lugar, los brazos aferrándose sin fuera a alguien que no tenía la voluntad de escapar.
-Mi vida está en tus manos ahora, has lo que desees con ella
La voz grave sonó tan dulce a los oídos del chico que su corazón se llenó de una suave ternura que sin piedad arrancó de sí mismo, el dolor de la traición llenando de inmediato el lugar que está dejó.
Shi QingXuan apretó el abanico contra su pecho, lagrimas fluyendo lentamente por sus mejillas mientras presionaba con fuerza el objeto, sus ojos nublados por el llanto y un nudo cerraba su garganta. Volteó el rostro para ver a la calamidad que le abrazaba por la espalda, sus ojos fijos en los orbes dorados que le mostraron una mezcla de cariño y diversión.
-No te creo...
Murmuró el mendigo mientras le devolvía el abanico, intentando apartarse de él, las esquinas de sus ojos teñidas de un sueve rojo por retener a la fuerza sus lagrimas y sus mejillas ligeramente sonrojadas por el esfuerzo; un recordatorio mudo de que su fuerza ahora era tan insignificante como una hormiga ante una bota.
-Aléjate de mí...- pidió, siendo soltado de inmediato, pero el abanico regresó a sus manos en un parpadeo. El joven vio con furia al demonio antes de colocar el abanico con suavidad en el suelo, sin atreverse a lanzarlo a pesar del dolor en su corazón, sus ojos mostrando una mezcla de ira y tristeza.
-¿Qué significa esto?, ¿Estás loco o es que acaso no me crees capaz de vengar a mi adorado hermano?
Las palabras abandonaron los dulces labios como gritos mientras retenía las lágrimas, sus ojos viendo con furia el pedazo de madera y papel que antes fue su adorado abanico, la muestra de cuanto su hermano mayor lo amo y hasta donde llego por protegerlo.
-Tómalo... si quieres venganza, rómpelo, si no quieres que yo desaparezca guárdalo; pero si lo dejas en el suelo alguien terminará pisándolo y yo desapareceré sin siquiera darte la oportunidad de vengarte.
Tras estas palabras el cuerpo del supremo comenzó a alejarse, dejando el abanico tirado en el suelo.
Los ojos de Shi QingXuan se permitieron derramar libremente lágrimas cuando el hombre desapareció y sin pensarlo se lanzó de inmediato para tomar el abanico; y recordando las palabras de He Xuan, su corazón se apretó dolorosamente.
Sus manos se posicionaron una en cada extremo, como si planeara quebrarlo a la mitad, pero no fue capaz de usar su fuerza. El recuerdo de su amado Señor de la tierra invadió su mente antes de siquiera iniciar a doblarlo, abrazó con fuerza el objeto mientras susurraba de nuevo el nombre de quien creyó su mejor amigo, su imagen sobreponiéndose a la de su adorado hermano, como podría asesinar a la persona que una vez amo tanto, como podría olvidar este amor no correspondido y vengar la muerte de su hermano.
Su mirada se llenó de resentimiento de nuevo... aunque no estaba seguro a quien debía odiar.
Como era posible que el mundo fuera tan injusto, que la oportunidad de vengar a su hermano fuera también el dolor de matar a su primer amor.
Sin encontrar la fortaleza necesaria, el joven tomó el abanico y lo acuno contra su pecho, limpio las lágrimas de sus ojos y se levantó para comenzar a caminar hacia el antiguo templo donde vivía con los otros mendigos, alejándose con pasos temblorosos sin saber que He Xuan lo observaba a lo lejos con una suave expresión, casi una sonrisa, adornando sus labios.
Shi QingXuan estaba sentado en un pequeño rincón con pasto verde cuando escuchó de nuevo los pasos tras él. Su semblante se mantuvo serio aun sin voltearse, dejando el abanico en el suelo junto a él.
-¿Que deseas conmigo? Si lo que quieres son tus cenizas, tómalas. Nada tienen que ver conmigo, ni ese abanico ni tú. Tómalas y márchate, antes de que las arroje al fuego
Advirtió el chico, logrando a penas que su voz no temblará mientras hablaba. Sin embargo, un sutil sonido metálico le hizo voltear, era una buena cantidad de monedas de oro junto al abanico. Su mirada se hizo más seria mientras recorría de arriba a abajo la figura del hombre de negro, esperando una explicación
-Puedes tomar las monedas y comprar comida para ti y tus amigos, pero solo si te llevas el abanico también, claro.
El rostro de Shi QingXuan quedó en blanco por unos segundos, una oleada de maldiciones subió por su garganta, pero al recordar el rostro hambriento de sus amigos no pudo hacer más que tragarlas de nuevo, su mirada tornándose cautelosa
-Nadie creerá que ese dinero es nuestro... los mendigos no tenemos monedas de oro. Si les doy esto para que compren comida, solo los envió a su muerte.
Su mirada se tornó dura antes de levantarse del césped, dejando en el suelo las monedas y el abanico.
-Ve a venderle tus falsas buenas intenciones a alguien más... yo no seré engañado más veces por ti.
Sin dedicarle otra palabra se volteó, y comenzó a caminar, pero su brazo enfermo fue retenido por el demonio, robándole un jadeo de dolor, aun así no volteo.
-Te daré de cobre si lo deseas...
-Vete...
-Te daré el alimento si es lo que quieres
- No quiero nada que venga de ti... absolutamente nada.
Shi QingXuan volteo violentamente, esta vez su rostro estaba manchado con lágrimas pero sus ojos solo mostraban ira.
-Me quitaste a la única familia que tenía como venganza porque él te quitó la tuya, la suerte que nunca fue mía también me abandonó. Bien, es justo y lo sé, lo entiendo... Ahora la deuda de mi hermano fue pagada con su vida y toda mi felicidad pasada la pague con la muerte de la única que persona que realmente me amó. Las deudas están saldadas, lo que tú al parecer sientes que me debes te lo cobrará la vida misma, yo no quiero desearte males, así que solo déjame vivir lo que me queda en paz.
La mirada del joven se suavizó lentamente, su mano sana se acercó al rostro de He Xuan y lo tocó con suavidad, el rostro de Ming Yi sobreponiéndose al de la calamidad
-Todo el amor que te tuve sigue aquí, atrapado en mi alma y recordándome el horrible hermano que soy por no odiar al asesino de mi hermano. Tú, que arrancaste la cabeza de mi hermano sin escuchar ninguna de mis súplicas... dime ahora ¿Qué debo hacer con este amor que me consume cada día?
He Xuan no espero a que la lucidez volviera a los ojos del bello joven y unió sus labios con delicadeza, siendo correspondido por el joven mendigo, primero con duda y luego con necesidad y por un segundo, el supremo sintió que el hambre que lo atormentaba día y noche se saciaba poco a poco.
La ropa fue quitada con cuidado del cuerpo del chico, las prendas estaban viejas y gastadas pero curiosamente limpias, ya que el joven tenía la costumbre del lavarse por las noches en un arroyo cercano.
He Xuan beso de nuevo los finos labios y su pecho dolió al notar lo delgado que era el señor del viento ahora. Sus manos se detuvieron los segundos suficientes para que Shi QingXuan volviera en sí y lo empujara con las pocas fuerzas que tenía con el rostro de pronto tan pálido que incluso temió que fuera a morir en ese instante, un grito escapó desde el fondo de la garganta del joven antes de abrazarse a sí mismo.
-Ming-xiong... ¡oh hermano, perdóname!...
Murmuró entre llantos mientras se abrazaba las rodillas, He Xuan lo vio con curiosidad e intento abrazarlo, pero el chico lo alejo violentamente, su labio interior temblaba levemente mientras murmuraba el nombre de su hermano e innumerables disculpas, su corazón latiendo frenéticamente mientras recordaba que había besado los labios de quien arranco la cabeza de su única familia.
He Xuan se apartó lentamente, dejando al chico con las monedas, ahora de cobre, y el abanico. Tras unas horas la calamidad vio como los nuevos amigos del antiguo señor del viento llegaban por él, y sin esperar más desapareció
Los días pasaron lentamente en la capital, la sonrisa de Shi QingXuan seguía tan brillante como siempre, esta vez caminaba por la calle antes de arrodillarse frente una estatua del dios de la basura, sonriendo cuando tras un tiempo la figura de Xie Lian se materializó frente a él, su sonrisa titubeó un segundo antes de hablar
-Su alteza....
-Shi QingXuan
-Perdone que le moleste, yo... quería pedirle un favor, esto es lo único que me queda para recordar los días en que mi hermano me acompañaba- murmuró sacando el abanico de sus prendas- ¿Me preguntaba si su alteza podría guardarlo para mí? Al menos por un tiempo
La mirada de Xie Lian titubeó un segundo antes de que Shi QingXuan le sonriera de nuevo, su mirada cargada de tristeza
-Es un objeto valioso que temo empeñar en un momento de necesidad, y creo que si lo hago jamás podría perdonármelo...
Xie Lian asintió, conocía mejor que nadie ese sentimiento y no estaba interesado en que nadie más lo experimentase, con suavidad guardo el abanico entre sus prendas y retrocedió dispuesto a irse, pero a su ropa se aferró Shi QingXuan de pronto.
-Su alteza, debe prometerme que no se lo dará a nadie más que a mi, ni a la lluvia sangrienta y menos a la otra calamidad... por favor, aún si muero, quiero que usted lo conserve y lo proteja... ¿podría hacer eso por mí?
Al llegar a uno de los templos que en el pasado perteneció a su hermano y a él mismo, Shi QingXuan vio con anhelo la estatua rota de su hermano mayor, sus ojos llenándose de lágrimas mientras se acercaba.
Si, había tenido una nueva oportunidad de ser feliz, pero había sido a costa de la vida de su hermano... su felicidad siempre era a costa de otros, sin que se le diera la opción se rechazar, simplemente era empujado a ello.
Sonrió con tristeza mientras tocaba con suavidad el rostro roto, su vista clavada en lo que solía ser nada más que una expresión severa.
Mordió su propio labio, dolía como el infierno saber que la persona que amaba mató al único que le amó más que a su propia vida, más que a la vida de otros... que lo amo en la forma más primitiva del amor filial, un amor ciego e incondicional.
Y ahora él se atrevía a ver con nostalgia a su asesino.
Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, dolía, dolía, se sentía cruel e inhumano, ¿Qué no debería planear una venganza sangrienta como él había hecho por su gente?, ¿Cómo es que solo podía pensar en?...
La verdad es que no lo odiaba, se odiaba a sí mismo por no haber escuchado más a su hermano, por no enterarse hasta tan tarde del pecado que ambos cargaban, por no forzar a He Xuan a que le concediera la primera oferta... no odiaba a la calamidad, odiaba al ser débil que no había podido defenderse o enfrentarlo, que solo sabía amarlo ciegamente.
Sus ojos se apagaron un poco antes de soltar la figura de su hermano, comenzando a desatar la seda blanca que el Xie Lian le había regalado un tiempo atrás para cubrir la herida en el brazo, arrepentido en su corazón por el uso que esta terminaría teniendo...
Jalo su propia estatua y la colocó junto a la de su hermano bajo una viga, su corazón sangrando aun con las manos temblando armaba nudo, sus ojos derramando lágrimas de miedo mientras lo colocaba alrededor de su garganta... tenía miedo, más miedo del que había sentido en toda su vida.
Ahora la felicidad que su hermano había cambiado por su vida también sería desperdiciada, si podía volver a verlo de alguna manera sabía que no se atrevería a ver sus ojos de nuevo.
Respirando de forma entrecortada aseguro la venda al techo y se paró sobre las dos estatuas, escuchando como estas crujía suavemente por su peso y espero un momento, estaba tan cansado, tan cansado…
Se permitió a sí mismo un momento para recordar cada uno de los momentos en que fue feliz, recordó el rostro de sus padres, de Xie Lian, de su hermano y el de Él
Y justo cuando la sonrisa de su "mejor amigo" se convertía en la expresión de la calamidad el día que mató a su hermano, crujieron las estatuas al romperse, el nudo se tensó y un último suspiro salió del delgado cuerpo.
El día siguiente Xie Lian buscaba al señor del viento con el abanico guardado en las mangas, pues tras meditarlo concluyó que quizás era mejor que el chico lo tuviera, si lo que necesitaba era dinero, bien podría prestarle un poco del dinero de su pareja, quien lo acompañaba con una expresión de ligero disgusto.
El príncipe sabía que el antiguo dios del viento solía ir a los antiguos templos para ver el rostro de su hermano, sin embargo, cuando se adentró un poco en el que era favorito del chico se quedó helado en su lugar, su rostro palideciendo antes de ser jalado hacia el pecho de Hua Cheng que no le permitió ver ni un segundo más.
-Si sigues buscando su fantasma pierdes el tiempo, los dioses no dejan nada cuando mueren, ni siquiera un rastro de alma - la voz de Hua Cheng sonó aún cargada de rencor hacia el antiguo dios, sabía que era imposible que el chico supiera que así habían muerto los padres de Xie Lian... pero aun así, de todas las formas de morir, ¿Por qué justo esa?
-Él ya no era un dios- contesto la otra calamidad con un suave tinte de furia
-Basta con que lo fuera, esos dos se perdieron en donde quiera que vayan a dar esas almas... ¿No era lo que querías?
He Xuan gruñó, claramente lo sabía, sabía que esas almas desaparecían, sabía que no rencarnaban jamás, lo sabía bien, pero no estaba dispuesto a aceptarlo, desvió la mirada antes de hablar de nuevo.
-Lo dices tan calmado, como si tu dios no fuera a irse jamás.
-Los dioses tardan mucho en irse, igual que nosotros... además cuando él se vaya, me iré con él después de todo, cosa que tú tampoco puedes hacer- "pudiste conservarlo" pensó Hua Cheng, antes de darle la espalda- él no volverá nunca, al menos no en este mundo, no pierdas tu tiempo e intenta buscar tu felicidad... o buscar tus cenizas y síguelo a la tumba, no hay nada más que puedas hacer ahora.
Siento mi alma romperse en un pensamiento, el vacío en mi interior crece cada día, mientras veo pasar los minutos y las horas, solo espero que esa oscuridad que veo cada día en el espejo, muestre ya sus colmillos y me devore.
Cada día al cerrar mis ojos, veo una y otra vez mi muerte, siento sus pestañas revolotear en mi cuello, siento sus labios helados besar mis hombros, escucho sus murmullos llamándome dulcemente, pero espera que me acerque y no quiere dar el primer paso.
Sé que no puedo acercarme a ella y me conformo con verla de lejos, preguntándome si por la mañana, despertaré con su helado beso en mis labios.
Nota de la autora:
En verdad, algún día escribiré algo fluff, lo prometo ><
Si alguien algún día lee esto
Gracias ♡
Pd: la frase del inicio pertenece a la saga BeMo's
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