6. Prometo cuidarte hasta que la muerte nos separe

Notas de autor: Al igual que ayer, esta fue una idea que se le ocurrió a demon_lawliet me la comentó y yo la escribí. De verdad que ella tiene muchas ideas geniales, solo esperemos que yo haya sabido llevarla a cabo al escribirla, ya que como verán me dejé ir como hilo de media y el capitulo salió largo.

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Resumen: Elle cumpliría su promesa de cuidar a Light, aunque ellos ya no estuvieran juntos.

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La brisa primaveral se hizo presente aquella tarde, haciendo danzar los frondosos árboles mientras algunos pétalos revoloteaban a pocos centímetros del césped verde. Con ellos se había formado una vereda entre las mesas forradas de lino blanco y sillas decoradas con cintas de satén. Los invitados vestidos de forma elegante y en colores claros esperaban ansiosos la llegada de los novios a la recepción; un idílico jardín botánico que también sería testigo de su amor luego de la emotiva ceremonia.

Los novios pusieron el primer pie en el jardín, Light rodeando el brazo de Elle, viéndose entre ellos reflejados en los ojos del otro y sonriendo como si no existiera nada más, siguiendo por inercia un camino que practicaron en días previos.

El camino de pétalos los lleva a la pista de baile ubicada en medio de todas las mesas. La pista de baile de madera para no desentonar con el lugar, siendo sutilmente iluminado por unas pequeñas luces colgantes, creando un ambiente íntimo y romántico, perfecto para el primer baile de los novios.

Una vez que los recién casados llegaron al centro de la pista de baile, la suave música instrumental se detuvo y la canción "I'll be watching you" en versión acústica comenzó a sonar. Elle se la había dedicado cuando apenas tenían dos meses de relación y Light adoraba cuando su ahora esposo se la cantaba al oído, era la canción perfecta para un primer baile ahora que habían prometido amarse hasta que la muerte los separe.

—¿Nervioso? —Preguntó Elle a la vez que se situaba frente a su esposo y lo tomaba de la cintura.

—Más bien feliz. —Respondió con una sonrisa que no había podido quitarse desde la ceremonia. Él reposo los antebrazos en los hombros del contrario y entrelazó los dedos, moviéndose los dos de un lado a otro de forma grácil— ¿Y tú?

—Más que feliz. —Dijo de inmediato y sin dudarlo, perdiéndose en esos bonitos ojos color miel— ¿Cómo no podría estarlo? Soy el hombre más feliz del mundo a tu lado.

Elle no se caracterizaba por ser un hombre romántico pero la felicidad y la calidez que sentía en ese momento no era comparable con nada. El momento era tan íntimo que ambos estaban con los sentimientos a flor de piel, ni siquiera se besaron, tan solo se veían a los ojos y sonreían como si fueran dos bobos mientras sus cuerpos unidos, encajados como dos piezas de rompecabezas, danzaban despacio, ajeno a lo que los rodeaba porque en ese instante lo único que importaba eran ellos.

Every breath you take, and every move you make, every bond you break —Elle apoyó el mentón en el hombro de su esposo y comenzó a cantarle en voz suave la canción al oído—, every step you take... I'll be watching you.

Light sonrió y cerró los ojos, dejándose arrullar por la voz de su esposo. Elle siempre le había dicho que cuidaría de él y que la canción era para que recordara esa promesa cada vez que la escuchara. Era algo que había sido constante en la relación, Elle haciendo hincapié que procuraría su bienestar sin importar nada y es algo que volvió a prometer a la hora de los votos. Le prometió cuidarlo, amarlo y respetarlo hasta el final de sus días, y Light había prometido lo mismo con una sonrisa.

Sin embargo, no todas las promesas son realmente para siempre y así como las estaciones cambian, también lo hizo su amor. El amor tan fuerte que parecía de ensueño se fue debilitando hasta llegar a un punto de no retorno, al menos para uno de ellos así fue, la decisión a tomar estaba clara.

Elle intentó salvar su matrimonio pero para Light habías diferencias irreconciliables entre ellos y creía que lo más maduro era ponerle un fin a la relación de la manera más sana posible, aunque las cosas no habían funcionado, no quería irse de ahí con rencor u odio hacía un hombre que lo había hecho tan feliz y al que tanto había amado.

Elle no quería eso pero lo aceptó, él había prometido que procuraría su bienestar y si el bienestar de Light ya no estaba a su lado, no tenía más opción que aceptar el divorcio.

No obstante, otra de las promesas que le hizo, no solo durante los votos sino que a lo largo de la relación, era que siempre lo cuidaría y eso no estaba en discusión. Cuidaría de Light hasta que la muerte los separe, estuvieran juntos o no.

oooo

Dos años más tarde.

Elle se removió en la silla, sentado de esa manera peculiar suya, como si estuviera de cuclillas, frotando un pie con el otro de vez en cuando. Estiró un brazo hacia el frente para enterrar dos dedos en la porción de pastel que tenía sobre el escritorio, llevándose un buen pedazo a la boca. Eso, un pedazo de pizza viejo y una soda habían sido su comida del día. Había perdido bastante peso desde que fue despedido hace casi un año, cosa que no le importaba, de hecho hasta fue lo mejor que le podía haber pasado.

Actualmente subsistía de proyectos ocasionales que hacía para algunas empresas como freelancer, no era mucho pero le alcanzaba. No le interesaba vivir bien, solo vivir. La ventaja era que trabajar de esa forma le dejaba bastante tiempo para...

Sus ojos se mantuvieron muy abiertos, procurando parpadear lo menos posible, en sus pupilas reflejándose la luz blanquecina proviniendo de la cantidad exagerada de pantallas mal apiladas frente a él. Cada puñado de pantallas mostraba ángulos diferentes para cada habitación, sin dejar puntos ciegos en ningún rincón.

Eso le permitía observar a Light donde fuera que estuviera, aunque si era sincero no estaba disfrutando la vigilancia de ese día. De hecho, había dejado de disfrutarlas desde hace un par de meses, cuando notó que cierto acercamiento entre Light y un hombre que conoció en el supermercado se volvía más estrecho.

Por supuesto que averiguó todo del tipo: Teru Mikami, treinta años, fiscal, amante de la lectura, le gusta comer balanceado y ejercitar. Un resumen por lo que ha encontrado en archivos y redes sociales, pero agregando lo que ha visto con sus propios ojos: atento y detallista. Y con ver a Light, notaba que el interés era mutuo.

Vio a su exesposo ir de un lado a otro, tarareando mientras se esmeraba por preparar algo. Tenía mucho tiempo de no verlo así de feliz y eso le dolió. Así como también le dolió cuando ese hombre tocó la puerta, le había llevado flores y Light casi se había colgado de su cuello al abrazarlo.

Le había prometido cuidarlo hasta que la muerte los separara. Se lo prometió un sinfín de veces y se lo prometió el día que se juraron amor eterno frente a un altar. Él había cumplido su palabra, por eso siempre que lo seguía lo hacía desde lejos, solo para procurar de que llegara con bien a donde sea que fuera su destino. Sus intenciones solo eran protegerlo como siempre se lo dijo, por eso instaló cámaras en el departamento del castaño sin que se diera cuenta, para poder estar pendiente de él en todo momento.

Lo había visto dormir a través de esas pantallas, lo había visto cocinar y hasta habían visto películas juntos esos sabados que su exesposo prefería quedarse en casa comiendo helado. Pero no sabía si estaba listo para seguir cuidándolo mientras lo veía al lado de otro.

oooo

Era una tarde fría, así que Light se cerró por completo el abrigo, abrazándose a sí mismo mientras veía de vez en cuando hacía atrás, acelerando sus pasos cada vez que lo hacía. El vaho que escapaba de sus labios era constante debido a su respiración agitada. Su comportamiento era como si intentara alejarse de algo o de alguien, y solo se sintió seguro cuando cruzó la puerta de un pequeño establecimiento.

Era una acogedora cafetería, hecha de madera por donde se le viera, desde las mesas hasta el techo, del cual colgaban lámparas de luz amarilla, aportando a lo rústico pero cálido del lugar.

Un mesero muy amable se acercó para ofrecerle una mesa, pero con lo pequeño del lugar, no le fue difícil vislumbrar la cabellera rubia de su amiga.

—Vine a tiempo —fue lo primero que dijo mientras se quitaba el abrigo y se deslizaba en la banca frente a ella—. Eres tú la que vino antes. —Finalizó, mostrando la hora en su reloj de muñeca.

—Cuando dijiste que estabas paranoico no pensé que fuera para tanto —respondió Misa, sus voluminosos labios rosa formando una sonrisa burlesca— ¿quién te está reclamando?

—No te burles —Light se pasó las manos por el rostro, como si estuviera agotado—. Te juro que no estoy loco.

La chica meneó la cabeza y levantó con elegancia un par de dedos para llamar la atención de un mesero, a quien le pidió dos lattes.

—A ver, primero cuéntame qué te tiene tan mal y luego yo decido si estás loco o no.

Light dudó por varios segundos, viendo hacia un lado y hacia el otro para asegurarse que estuviera a salvo para decir algo.

—Misa... —la vio a los ojos y se inclinó hacia el frente, para que sus palabras quedaran entre ellos—, estoy seguro que alguien me está siguiendo.

—¿Cómo dices? —Alzó una ceja desconcertada, una expresión que tuvo que cambiar a una sonrisa cuando llegó el mesero.

Light también agradeció y esperó que el joven se marchara antes de continuar.

—Lo que escuchas. Alguien me sigue, Misa, ¡puedo sentirlo! —exclamó ansioso, arañando un poco la superficie de la mesa con las uñas.

—Y... ¿sospechas de alguien?

Light agachó la mirada y se echó para atrás con la pregunta. Sí, tenía a alguien en mente. Nunca le comentó a nadie el verdadero motivo de su divorcio porque ante los ojos de todos Elle era el hombre perfecto para él. Muchas veces escuchó comentarios como: «puede ser que en apariencia ustedes sean muy diferentes pero ese hombre trata de darte gusto en todo y siempre te cuida. Cualquiera quisiera un hombre así». No iba a negar que como esposo Elle había sido grandioso, el problema fue que con el tiempo él comenzó a sentirse... incómodo.

—Sí... —respondió tragando saliva—, creo que puede ser Elle.

Cuando estuvieron casados, muchas veces se había despertado a la mitad de la noche para encontrarse con los enormes ojos de Elle viéndolo fijamente. Al principio le pareció linda su excusa: «eres tan hermoso que no puedo dejar de verte, y dormido pareces un ángel», pero cuando eso se repitió dejó de ser lindo y pasó a ser raro. Sin mencionar que a veces lo veía revisando el cesto de ropa sucia, no buscando alguna pista de infidelidad, no, lo veía oliendo y abrazando su ropa. Nunca dijo nada porque llegó a convencerse que era él el que estaba mal, o que nadie le creería. Y la respuesta de Misa le confirmó lo segundo.

—¿¡Elle!? —Dijo soltando una breve risa— Definitivamente estás loco, ese hombre te adoraba, ¿cómo vas a pensar que él te haría daño?

—No dije que me hiciera daño, dije que me sigue —aclaró, inclinándose de nuevo hacia el frente sobre la mesa—. Y baja la voz.

Misa meneó la cabeza.

—Light, tú me has dicho que se han visto un par de veces luego del divorcio y que se han sentado a charlar como si nada, ¿te parece que ese es el perfil de un acosador?

El aludido volvió a echarse hacía atrás, apretando los labios. Era cierto, se había encontrado con Elle un par de veces y ya que habían tenido un divorcio bastante sano, no tenían problema en sentarse y charlar para ponerse al día con sus vidas. No tenía ningún rencor hacía Elle, además se había convencido que él había exagerado las cosas, que su exesposo no era "raro" como creía. Pero ahora no sabía qué creer, ¿acaso su mente otra vez lo estaba haciendo ver cosas donde no lo habían?

—Sí, pero... —intentó defenderse sin saber cómo.

—A ver —lo interrumpió—, ya me habías comentado algo parecido hace unas semanas, y lo siento, voy a sonar cizañosa y quedará más a la vista que soy team Elle, pero ¿quién es la única persona nueva en tu vida?

Light frunció el ceño. —No insinuaras que... ¿Teru?

Misa encogió los hombros. —Solo digo, que casualidad que te sientas así desde hace unas semanas, ¿no?, ¿y quién es la única persona que conociste no hace más de seis meses y con quien últimamente andas muy pegadito? ¡Ah, sí! ¡Teru!

oooo

Elle observó a Light a través de las pantallas, llevaba un rato alistándose, ahora terminaba de hacerle un nudo a la corbata mientras contemplaba su reflejo frente al espejo de cuerpo completo. Se veía hermoso con esa camisa manga larga color borgoña junto a ese pantalón y corbata negra, pero Light no lucía feliz, más bien parecía pensativo.

Cuando la cita de Light llegó y salieron juntos, Elle también lo hizo. No le dio chance de cambiarse así que con la amarillenta camisa con manchas viejas y recientes se puso de pie, procuró no tropezar con los cientos de envases, envolturas y cajas que habían en el suelo y antes de salir lo único que hizo fue tallarse los ojos para retirarse las lagañas, tenía cinco días sin bañarse y durmiendo poco así que probablemente se habían formado algunas.

Gracias al GPS que había instalado en el auto de Teru, dio con el lugar de destino, un elegante restaurante como esos que le gustan a Light. Sin embargo, no le quedó más opción que esperar afuera, no había forma de que entrara con su aspecto.

La espera fue larga, en algún punto no solo le dolían las piernas sino que se sentía a punto de desmayarse, ¿había comido ese día?

Cuando Elle creyó que se desvanecería en medio de la avenida, la pareja que había estado esperando salió. Aunque al verlos, quizá desplomarse de la nada no sonaba tan mal.

Lo vio sonreír, no entendía de qué hablaban, parecían no poder ponerse de acuerdo con algo pero Light tenía esa tonta sonrisa en el rostro. Elle sabía lo que pasaba, lo había sabido por semanas. Comenzó con algo sutil hace unos meses, pero veía como algo se iba construyendo ahí y haciéndose más fuerte.

Él estaba atado a Light por una promesa de amor, y no le importaba cumplirla aunque ellos ya no estuvieran juntos, pero no estaba listo para verlo con alguien más. Y el mundo de Elle terminó de desmoronarse cuando los vio besarse al otro lado de la avenida, besarse como alguna vez Light lo había besado a él.

Elle corrió, corrió lo más rápido que su descuidado y débil cuerpo le permitió.

oooo

Light salió del restaurante caminando muy cerca de Teru. La cita había sido perfecta, aunque debía admitir que al principio había querido cancelarla, las palabras de Misa hicieron de las suyas en su cabeza. Se alegraba de no haberlo hecho, se la pasaba bien con Teru. Además seguían conociéndose y pensaba tomarse el tiempo que hiciera falta hasta sentirse listo.

En algún punto llegó a pensar que el problema de su matrimonio fue que aún eran jóvenes y tomaron decisiones impulsivas, guiados por lo intenso que era su amor. No se arrepentía, prefería verlo como un aprendizaje más que como un error. Ahora con un par de años más encima y una experiencia previa, sabía que un paso tan importante como el matrimonio no era algo para tomarse a la ligera.

—Gracias por la cena, la pasé muy bien. —Comentó Light con una sonrisa bobalicona cuando el valet parking dejó el auto de Teru frente a ellos.

—Gracias a ti por aceptarme la invitación —respondió con una mirada encantadora—. Pero, ¿por qué lo dices como si te estuvieras despidiendo?

—Oh... —dio un respingo— es que pensaba pedir un taxi.

—¿Un taxi? ¿Esperas que mi cita se regrese en un taxi? —Alzó una ceja. Light se ruborizó.

—Bueno, es que mi apartamento queda para allá —señaló con su pulgar hacía atrás por sobre el hombro—, y el tuyo queda hacía allá. —Finalizó, esa vez señalando con el índice el lado contrario.

Teru frunció el ceño en señal de confusión. —No entiendo, ¿por qué no quieres que te lleve?

—No, no, no es eso —agitó las manos—, es solo que ya es noche y no quisiera molestar.

—No es ninguna molestía —le aseguró con una sonrisa galante mientras se atrevía a tomarlo del mentón con un par de dedos—, todo lo contrario, me gusta mucho pasar tiempo contigo. Además, yo te invité a venir, fui por ti, lo correcto es que sea yo quien te regrese sano y salvo a tu casa.

Light se mordió los labios para que su sonrisa no lo delatara de que se estaba derritiendo por dentro. Le encantaba la seguridad con la que Teru le había dicho lo último, le encantaba que le hubiera llevado rosas para la cita, que hubiera elegido un restaurante tomando en cuenta sus gustos. Que presten atención a lo que te gusta es el punto débil de cualquiera, o al menos el suyo si lo era. Por eso no pudo evitar rodearlo del cuello con los brazos y jalarlo hacía él, buscándole los labios con los suyos. Sí, dijo que se tomaría el tiempo que fuera necesario hasta sentirse seguro, ¿pero que tenía de malo un pequeño beso luego de tan fabulosa cita?

Lo besó como hace mucho no besaba a nadie, olvidando que estaba en plena avenida. A Teru le tomó unos segundos corresponder, él era bastante conservador y tímido para muestras de afecto en público, sobre todo si lo tomaban desprevenido, pero ¿quién se negaría al beso de un hombre tan guapo?

Se dieron algunos cuantos besos más adentro del auto, pero en todo momento las manos de Teru se mantuvieron sujetando el rostro de Light. Si Light era sincero, no le hubiera molestado que le faltara un poquito el respeto, pero que Teru fuera tan correcto lo enamoraba más. Tantos cariños y flotar en el aire por el momento mágico que estaban viviendo, hizo que el camino de regreso tomara más tiempo, pero una vez llegaron, Teru se bajól y como el caballero que era rodeó el auto para abrirle la puerta y ofrecerle su brazo para acompañarlo hasta la puerta de su apartamento.

Light iba en un sueño, el aura que los rodeaba era todo en color rosa mientras subían por el ascensor y caminaban por los pasillos. Una burbuja que explotó cuando se acercaron a su apartamento y escuchó una melodía viniendo desde adentro, de inmediato la sonrisa de Light desapareció.

...Since you've gone, I've been lost without a trace...

—Qué extraño, no recuerdo que hayas dejado la radio encendida. —Comentó Teru como si nada. Sin embargo, notó la palidez en el rostro de su cita y no pudo evitar preocuparse.

—N-No lo hice... —Balbuceó, su mano temblando mientras intentaba ingresar la llave en la cerradura.

—Déjame ayudarte. —Teru le tomó las llaves, mostrándose calmado pese a que por dentro no sabía qué pensar.

Cuando la puerta se abrió, el apartamento de Light era un desastre si se lo comparaba con lo pulcro que era el muchacho. Había cosas tiradas en el suelo como muebles o cuadros, algunas quebradas pero no eran tanto. La canción terminó pero solo para empezar de nuevo, pese a que Light estaba temblando fue él quien caminó de prisa hacía el origen de la música para detenerla, pero el aparato no respondía, por lo que en su agitación jaló los cables para arrancarlos de la corriente.

Teru por su parte, estaba recogiendo algunos muebles, creyendo que se trataba de un robo cuando escuchó un grito despavorido. Se enderezó de inmediato y volteó hacía atrás, viendo a Light cubriéndose la boca con una mano mientras en la otra sostenía un papel a duras penas. Teru corrió hacía él, llegando a tiempo para sostenerlo cuando sus piernas flaquearon debido a la impresión, le arrebató el papel de las manos y leyó las mismas líneas que el otro había leído: «Prometí cuidarte hasta que la muerte nos separe. Yo sí cumpliré esa promesa»

—Hay que llamar a la policía. —Dijo Teru frunciendo el entrecejo mientras aún sostenía el cuerpo laxo de Light, sacándolo del apartamento para intentar calmarlo y mantenerlo a salvo.

oooo

Un par de policías aporrearon la puerta con un tipo ariete mientras otros más se mantenían detrás con las armas en alto. Tenían orden de cateo, así que luego de que las bisagras cedieron, entraron tomando las precauciones necesarias.

El olor que los recibió era nauseabundo.Había cajas, envases, bolsas y mugres por doquier, seguramente debajo de esos puñados de basura debía haber también comida echada a perder para que, junto a la falta de ventilación, hiciera que el hedor fuera tan ácido. Los oficiales entraron con cuidado intentando no pisar nada, aunque con el desastre que había era casi imposible. Con la misma cautela fueron habitación por habitación encontrando más desorden, y en una de ellas encontraron algo... peor.

Abrieron una puerta y fueron recibidos por un montón de pantallas encendidas. Todos hicieron una inspección rápida, viendo a un puñado de policías revisando una vivienda, policías que reconocieron como compañeros, el otro grupo asignado al mismo caso. Sin embargo, no prestaron mayor atención a ese detalle, al menos no por el momento. La mirada de todos se dirigió a la butaca azul de respaldar alto que estaba al medio y al frente de todas esas pantallas, logrando ver por un costado la parte de un brazo.

—¿¡Elle Lawliet!? —Llamó con voz firme Aizawa, el encargado de la operación, manteniendo su arma apuntando. Pero no obtuvo respuesta.

El mismo hombre le hizo un gesto con la cabeza a dos de sus subordinados para que se acercaran. Matsuda e Ide acataron, haciéndolo con precaución como es preciso en esos casos, armas en alto. Sin embargo, el objetivo no movió ni un solo músculo ni cuando estuvieron a pocos pasos de él. Ide estiró un brazo para tomar el costado del asiento y jaló para voltearlo.

La butaca giró despacio y frente al grupo de oficiales apareció el hombre que estaban buscando. Elle estaba sentado allí como si estuviera en cuclillas, rodillas al pecho, labio pálidos, brazos a los costados y cabeza cayendo hacía un lado con los ojos cerrados. Fue entonces que se percataron de la ensalada de pastillas que estaba desperdigada sobre el escritorio, ahí revuelto entre más basura. Matsuda se atrevió a tomarlo de la muñeca solo para confirmar lo que para todos ya estaba claro.

—Está muerto. —Dijo el más joven e inexperto del equipo luego de corroborar que la piel estaba fría y que no había signos vitales.

Todos bajaron sus armas.

—Hay que llamarle al jefe. —Indicó Aizawa con hastío mientras se presionaba el puente de la nariz con un par de dedos

oooo

Soichiro había preparado un té, no solo era el jefe de la NPA sino que también el padre del afectado. Había colocado una silla en el pasillo, un poco lejos del apartamento y también le había llevado un abrigo para cubrirlo con él. Le insistió para que fuera a casa, él podía llevarlo y así pasar la noche allá, Sachiko también se sentiría más tranquila de esa forma. Sabía que su esposa estaba preocupada, no había dejado de llamar a ninguno pero Light no quiso, no se sentía seguro y tampoco quería poner en peligro a su madre.

—Toma. —Soichiro le ofreció un vaso de poliestireno con té.

Light apenas alzó la cabeza desde su asiento y agradeció con una leve sonrisa. Teru se había mantenido a su lado en todo momento, acariciándole la espalda o intentando calmarlo con palabras.

Soichiro estaba a punto de insistirle de nuevo que fuera dormir a casa, uno de sus hombres podía llevarlo. Nada en contra de Teru pero apenas lo conocía y con lo sucedido no pensaba arriesgarse. Sin embargo en ese momento su celular comenzó a sonar, por lo que se disculpó y se alejó algunos pasos.

—¿Cómo dices? —Preguntó alarmado tras escuchar el resumen de lo que habían encontrado en el apartamento de Elle—. Entiendo. —Asintió y luego desconectó la llamada.

Volviendo a su rol de jefe, regresó apresurado hacía el interior de la vivienda. Light parecía estar en su mundo, pero había notado la reacción de su padre, tal vez no escuchó nada de la llamada pero vio la forma en la que se alejó, por lo que se puso de pie para ir detrás de él pese a que Teru intentó detenerlo.

—Necesito que revisen todo —le indicó a su equipo una vez entró al lugar— cada rincón, cada esquina, todo... —continuó mientras se relamía los labios. Los oficiales voltearon a verse entre sí sin entender nada, salvo tres de ellos que justo iban saliendo de una de las habitaciones y se acercaron inquietos al grupo—. Hay cámaras y micrófonos en este lugar —indicó al notar la confusión en sus hombres—, el otro equipo nos ha estado viendo todo este tiempo.

—Justo eso le íbamos a decir, jefe —se apresuró a responder uno de los recién llegados—, solo en el dormitorio de Light encontramos más de sesenta y sospechamos que deben haber más en el resto del apartamento.

Soichiro estaba a punto de decir algo más pero la voz de su hijo lo hizo dar un respingo.

—¿Papá, qué pasa? —preguntó Light, cubriéndose por completo con el abrigo que tenía solo puesto encima.

—Light —dio media vuelta, dándole la cara—, por favor vuelve allá.

No pensaba decirle, al menos no en ese momento que Elle lo había estado vigilando demasiado por quién sabe cuánto tiempo.

—Sí, Light —intervino Teru, rodeándolo con un brazo para ayudarlo a volver—, dejemos que ellos hagan su trabajo.

—No —fue tajante, viendo primero a uno y luego al otro mientras se apartaba de Mikami—. Es obvio que algo pasa, ¿por qué no me quieres decir!?

—Lo único que tienes que saber es que todo está bien. —Su voz fue contundente como jefe pero a la vez calmada como padre.

—¿¡Cómo puedes decirme que todo está bien!? —A diferencia de su padre, la reacción de Light no fue calmada— ¡Mi ex entró a mi casa! ¡Nunca le di mi dirección! ¿¡Cómo la sabía!? ¡Y para dejarme ese mensaje que... que... —su voz comenzó a temblar al igual que su cuerpo de solo recordar aquellas palabras y de imaginar que Elle lo iba a estar siguiendo.

Porque eso debía significar esa nota, ¿verdad? Esa promesa junto a esa canción que le había parecido tan hermosa cuando estaban juntos y que ahora se convertía en una enfermiza pesadilla.

Soichiro lo tomó de los brazos con la firmeza necesaria para hacerlo volver.

—Te aseguro que Elle no volverá a ser un problema en tu vida. —Dijo, viéndolo a los ojos.

—¿Qué...? —Light parpadeó.

Soichiro se relamió los labios, como jefe quizá no era el momento pero como padre creyó que su hijo estaría más tranquilo si sabía la verdad.

—Lo encontraron muerto en su apartamento —explicó despacio, dejando salir el aire—. Parece que él decidió quitarse la vida.

—¿Qué...? —repitió, no porque no hubiera escuchado, sino porque el mundo entero se paralizó a su alrededor. Las piernas volvieron a fallarle y Teru lo sostuvo a tiempo cuando cayó inconsciente de nuevo.

No había otra forma, Elle no podía romper la promesa que hizo, y la única forma que encontró para liberarse de ella fue cumpliéndola. Él lo cuidó hasta el final de sus días, tal y como siempre se lo prometió.

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