26. Su oscuridad llamada Elle
Resumen: La calidez que sentía a su lado no fue suficiente para salvarlos del destino que les esperaba.
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Secuela de capítulo 11 "su Luz llamada Light"
Light quería irse, no podía más con las adicciones de su novio, pero ese había sido el motivo de la discusión de esa mañana.
—¿¡Qué te ha hecho falta!? —gritó Elle, soltándole un puñetazo al mueble de la cocina— ¿¡Acaso no te he amado lo suficiente!?
—No se trata de eso, mi amor —la voz de Light tembló mientras fingía una sonrisa, acercándose despacio con intención de calmarlo—, pero... estoy cansado, tú no quieres aceptar que tienes un problema...
—¿¡Que no lo quiero aceptar!? —sujetó a su novio de los brazos y lo jaló hacia él de forma brusca— ¡Tú eres testigo de que estoy intentando cambiar! ¿¡Y quieres dejarme!?
—Elle... suéltame —murmuró, intentando removerse y sin inmutarse por el calcinante aroma a alcohol, ya estaba acostumbrado—... me estás lastimando...
El aludido le entierra más los dedos antes de soltarlo con un empujón suave.
—¡No digas eso! ¡No digas eso! —comenzó a caminar de un lado a otro, tapándose los oídos— ¡Yo jamás te he golpeado como el infeliz de mi padre sí lo hizo conmigo!
Era cierto, jamás le había puesto una mano encima, pero Light se asustaba cuando lo veía golpear muebles, lanzar objetos y gritar. Sin embargo, no pudo evitar correr hacía él al verlo caer de cuclillas llorando mientras era atormentado por recuerdos que siempre intentaba ahogar con alcohol.
Abrazó a Elle, se quedaron acurrucados en la esquina de la cocina y cuando estuvieron más calmados hablaron, prometiendo que esta vez todo sería diferente. Y de eso pasaron varios días en los que pareció que todo iba a cambiar.
*****
Near abrió la puerta del piloto y desactivó el seguro para que su compañero pudiera entrar al lado del copiloto.
—De verdad, gracias por llevarme, Near. —Comentó Light, poniéndose el cinturon.
—No es nada, me queda a la pasada —encendió el auto para ponerlo en marcha—, aunque sabes lo que pienso de todo esto.
Light soltó un suspiro, su compañero de trabajo no soportaba a su novio, y bueno, es que las pocas veces que se habían visto, Elle no había dejado la mejor impresión.
—Dale otra oportunidad, te juro que Elle es un amor.
—Puede ser, pero eso no quita que tiene un problema, Light.
—Un problema que él está dispuesto a corregir, por algo estamos yendo a su trabajo y luego lo llevaré a su primera sesión grupal..
—La tercera vez de lo que va del mes... —murmuró poniendo los ojos en blanco. Quizá se metía en lo que no le importaba pero de verdad apreciaba al castaño y sentía que estaba perdiendo su tiempo en esa relación.
—Pero esta vez será diferente —agregó muy seguro de sí mismo y con una sonrisa—. Hemos estado hablando por días y esta vez sí va en serio.
—Si tú lo dices...
—Near...
—Perdoname, Light, no quiero ser aguafiestas pero tú sabes que Elle está enfermo y no es sano que sigan juntos mientras no cambie realmente. —Respondió sin apartar la mirada del camino.
—¿Y cómo quieres que lo logre sin apoyo? —Frunció un poco el ceño. Una parte de él sabía que su amigo tenía razón, pero la otra parte de él se negaba a admitir que se estaba equivocando en su decisión.
—Sonará cruel pero él ya es un adulto y tú no eres un centro de rehabilitación.
—Sí, suena cruel —se cruzó de brazos, volteando hacía la ventana— ¿Y sabes qué más es cruel? Que su padre lo haya maltratado al punto que su cuerpo está lleno de cicatrices de tantas golpizas mientras su madre bebía en la cocina.
Near suspiró. El trauma explica el comportamiento pero no lo justifica.
Por lo que el mismo Light le había contado, uno había sido el amigo del otro por años, siendo solo ellos dos hasta que formalizaron en un noviazgo. Una historia de amor exitosa si le preguntaban al castaño, para Near más bien parecía la fórmula perfecta para un desastre. Elle al tener una vida llena de maltratos, se volvió cohibido y se alejó del resto, pero arrastró a Light a su oscuridad. Y Light, en su necesidad de salvarlo constantemente, se dejó arrastrar, a tal punto de que comenzaron a vivir juntos tan pronto como cumplieron la mayoría de edad, porque Elle no iba a quedarse un segundo más en ese infierno y Light no lo iba a dejar solo.
Cuando aparcaron frente al edificio donde Lawliet trabajaba, el castaño se bajó sin decir nada. Near supuso que su compañero prefería ir solo luego de la tensa conversación, pero de igual manera se bajó y fue tras él
Por suerte lo hizo, ya que en recepción le estaban diciendo que Elle no se había presentado a trabajar y Light no entendía nada.
—Pero... debe haber un error... —murmuró, sus pupilas erráticas moviéndose de un lado a otro.
—El joven Elle Lawliet no se ha presentado la semana completa. —Explicó la mujer tras el mostrador.
—Light, ven. —Near lo tomó del brazo para llevarlo a las afueras de las instalaciones.
—Lla-Llamaré un taxi... —balbuceó mientras su temblorosa mano sacaba el celular— debo ir a casa..
—Déjame llevarte.
—No... no es necesario. —negó con la cabeza, sintiendo un nudo en su garganta cuando la llamada que le intentó hacer a Elle fue desviada al buzón de voz.
—Te juro que mi entrometida boca se quedará callada, pero déjame llevarte.
Light se mordió los labios, y asintió despacio. Honestamente no tenía cabeza para pensar en cómo regresar a casa, solo quería llegar.
El viaje fue casi en completo silencio, interrumpido sólo cuando Light comenzó a sollozar por lo bajo luego de que sus múltiples intentos de llamada no fueran satisfactorias.
El castaño se bajó del auto tan pronto llegaron, Near lo siguió pero esta vez mantuvo cierta distancia para no abrumarlo. Atravesó la puerta y al ver un mechón negro asomando por el sofá, la preocupación desapareció y comenzó a invadirlo la furia.
—¿¡Qué haces aquí!? —lanzó las llaves de la casa hacía un lado, sin importarle donde cayeran— ¡Se suponía que pasaría por ti al trabajo y te acompañaría a tu primera sesión!
—Me llamarón esta mañana para decirme que estoy despedido... —la voz de Elle sonó floja mientras dejaba caer la cabeza hacía atrás contra el respaldo del sofá.
Fue hasta entonces que Light prestó atención a lo que le rodeaba, a las sala patas arriba, las botellas en el piso y el fétido olor a alcohol en el aire. Ni siquiera supo por qué le tomó tanto darse cuenta, quizá porque el escenario no era nuevo.
—Volviste a... —se detuvo, un nudo formándose en su garganta— ¿volviste a beber? —más que molesto, sonó decepcionado.
—¿¡Que no acabas de escuchar lo que dije!? —gritó, lanzando una botella vacía contra la pared— ¡Me acabo de quedar sin empleo, Light!
El aludido no dijo nada, tan solo se agachó para recoger los vidrios rotos como lo ha hecho todas las veces en las que se ha repetido el mismo cuento.
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