16. Desaparecido
Resumen: No era la primera vez que Elle desaparecía. Ni una llamada, ni un mensaje. Light ya estaba harto de eso.
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Parte 1/3
Light estaba al borde del colapso, no había sabido nada de su esposo en una semana completa. Cualquier persona pensaría que ocurrió algo grave, pero las malas noticias siempre son las primeras en correr, además no era como si Elle no se hubiera esfumado de su vida por días antes.
Se conocieron trabajando en un caso, L había llegado a Japón para formar su equipo de investigación e ir tras la pista de un asesino que tenía al país temblando. Fue Soichiro quien propuso la ayuda de su propio hijo, apenas iba a iniciar la universidad pero había ayudado a la policía con otros casos anteriormente. L dedujo que el señor Yagami lo hacía por la experiencia que sería para su retoño trabajar al lado del mejor detective del mundo, pero luego de investigarlo un poco terminó aceptando.
Light no diría que fue amor a primera vista pero ambos sintieron una conexión innegable, por primera vez L se sentía bien con la compañía de alguien y Light al fin había encontrado a una persona con la que compartía más cosas de las que imaginaba. Por supuesto, aunque habían miraditas cómplices y sonrisas nerviosas entre ellos, lo mantuvieron profesional, enfocados en el verdadero objetivo, y solo se dieron la oportunidad de estar juntos hasta finalizar el caso.
Sin embargo, no todo en la relación había sido miel sobre hojuelas, Light tenía una vida en Japón y L en el resto del mundo. Al principio creyó que la comprensión y paciencia sería la clave, él debía entender que su novio debía viajar constantemente, los problemas iniciaron cuando Elle desaparecía por completo. Ni llamadas, ni mensajes. Y eso podía ser así el tiempo que durara el nuevo caso.
Podía entender que estuviera ocupado, pero ¿no tomarse ni un minuto para mandarle un mensaje?
Light se cansó, no había enfrentado a sus propios padres y a la sociedad japonesa para estar en una relación a medias. Sin embargo, cuando decidió ponerle fin a todo, su novio le pidió otra oportunidad. Pero Light le dejó claro que no aceptaría si no iban en serio. Y Elle le demostró su compromiso poniéndole un anillo en el dedo.
El pelinegro planeó todo un viaje a Noruega donde pudieran consumar su unión y pasar una pequeña luna de miel en ese país sacado de cuentos de hadas. Si alguien podía darle una boda de ensueños, ese era Elle Lawliet.
Se mudaron juntos y acordaron vivir en Japón mientras Light terminaba sus estudios universitarios y L se las ingeniaría para encontrar un lugar donde montar su oficina de forma discreta. El castaño aspiraba a ser un detective de talla mundial como su esposo y la idea era esa, viajar por el mundo resolviendo los casos en los que se les requiriera tan pronto como Light se graduara.
Todo fue perfecto por un tiempo, Elle de verdad demostró estar comprometido aunque estuviera lleno de trabajo. Si no podía volver a casa porque estaba muy ocupado, procuraba mandarle mensajes, tal vez no muy seguido pero si intentando estar más presente.
No obstante, todo había cambiado desde hace unos meses, su esposo pasaba más tiempo en el trabajo, y podía entenderlo, estar trabajando en un caso desde el otro lado del mundo quizá no era lo más conveniente o fácil, pero comenzó a sentirlo más distante. Pero hay una gran diferencia de eso a que no dé señales de vida por una semana entera, y a él no lo van a tener como idiota.
Tomó su parka del perchero y salió. Ya le había estado llamando la noche entera y todas habían sido dirigidas a buzón. Se plantaría en el edificio donde trabajaba como lo había hecho a diario, donde los guardias le habían dicho con esas voces tontas: "Lo sentimos pero Ryuzaki no puede atenderte», ¿perdón? ¿Sabían siquiera quién era él?; se quedaría en la entrada el día entero de ser necesario y llevaba el anillo en el bolsillo, oh no, él no iba volver a usar esa cosa, pero la llevaba porque pensaba lanzarsela a L tan pronto éste tuviera la decencia de darle la cara.
Llegó al lugar y se plantó en la entrada con ganas de maldecir al primero que se le pusiera enfrente. Sin embargo, esta vez no fue ningún guardia el que salió por la puerta principal, fue Watari. Genial, porque también tenía muchas cosas que decirle a ese viejito que había estado ignorando sus llamadas.
—Light... —La voz de Watari fue solemne como siempre, pero había también un deje de tristeza.
—¿Qué? ¿Su protegido no tiene los pantalones para enfrentarme? —Refutó, apretando los puños.
El hombre mayor guardó silencio unos segundos y fue cuando el otro se percató de la pequeña caja de madera que traía abrazada contra el pecho.
—Por favor, pasa... —continuó el señor, haciéndose a un lado y extendiendo la mano hacía la puerta como muestra de cortesía.
A Light le pareció tan extraño que en su confusión no hizo más que acatar. A L no le gustaba que él llegara al edificio, decía que para evitar distracciones para ambos, el castaño con sus estudios y él con sus casos.
Miró hacía todos lados por inercia, era una recepción espaciosa, con pisos brillantes, sillones esponjosos, plantas en cada esquina, y otra puerta al fondo con un detector de metales y una mesa frente a ella, pero ahí no había ni un alma. Así de ostentoso y excéntrico podía ser L cuando tenía libertad para diseñar sus espacios de trabajo, así fuera un edificio completo para él, su asistente y uno que otro guardia en la entrada.
—¿Te gustaría tomar asiento?
La voz de Watari lo hizo dar un respingo y de nuevo acató obediente, como si hace unos minutos no hubiera querido ver al detective y arrancarle pelo por pelo. Recordar eso le hizo hervir la sangre de nuevo, sin embargo antes de poder decir algo, el mayor continuó.
—Sé porque has venido y, seré sincero, no sé lo que debería decir. —Mencionó mientras se acomodaba los anteojos con paciencia.
—Luego de que "su Ryuzaki" no dé señales de vida por días —formó las comillas en el aire lleno de rabia—, lo único que quiero es honestidad.
—Es precisamente lo que has dicho, Light.
—¿Precisamente qué? —entrecerró los ojos, casi retándolo.
Watari suspiró y despacio caminó unos pasos hacía el joven hasta quedar frente a él, acto seguido extendió los brazos hacía adelante para ofrecerle la caja.
—L está muerto y aquí están sus cenizas.
Aunque Watari era muy correcto y formal, Ryuzaki debió sacar la falta de tacto para decir las cosas de alguna parte.
—¿Qué...? —murmuró abriendo los ojos de par en par. De todas formas no importaba la manera en la que le dieran la noticia, su reacción hubiera sido la misma, y en ese momento su mundo acababa de quebrarse.
—El último caso en el que estaba trabajando... —la voz del mayor se quebró un poco y tuvo que agachar la cabeza para que no lo viera llorar— el asesino dio con su ubicación y... y...
—No... —susurró aturdido, meneando la cabeza mientras tomaba la caja con las manos temblorosas— ¡No! ¡No! ¡Elle no puede estar muerto! —abrazó las cenizas de su esposo y se echó a llorar encorvado en el sofá.
Watari dio un paso hacía atrás y le dio unos minutos
—A un lado de la caja hay unas cartas donde podrás encontrar más detalles... —dijo, cubriéndose la boca para contenerse— Lo siento pero no creo ser capaz de relatar lo ocurrido.
Light continuó lloriqueando, su cabeza a punto de explotar mientras su corazón se partía en mil pedazos. Su Elle no podía estar muerto, ¡no podía!
—Light... —Watari carraspeó la garganta— Ryuzaki tenía un testamento desde hace mucho y su voluntad era que toda su fortuna pasara a sus herederos, solamente a la organización de detectives.
—¿¡Y usted cree que me importa el dinero en este momento!? —levantó la cabeza con el ceño fruncido y apretando los dientes— ¡Yo solo quiero de vuelta a mi esposo!
—Perdón... —agachó levemente la cabeza— Mi intención no era ofenderte, solo creí que era importante que lo supieras. Perdona mi imprudencia.
Ninguno dijo nada más, Watari le ofreció un té y cuando lo vio más calmado, puso a su disposición un chófer. El conductor le hizo el favor de pasar por algunos lugares antes de dejarlo en casa.
Tan pronto como llegó, dejó las bolsas a un lado y apartó todo lo que estaba en la mesita de la sala y en medio de ella puso la bonita caja de madera con detalles dorados en cada esquina. Acto seguido subió a su habitación para ponerse ropa más apropiada: una camisa negra manga larga y cuello de tortuga, pantalones y calcetines del mismo color. Luego bajó y tomó lo que había comprado, las flores las acomodó en dos floreros y puso uno a cada lado de la caja, y en medio un cuadro con la fotografía de Elle que había pasado imprimiendo.
Se hincó frente al mini altar que había formado y no pudo evitar llorar de nuevo. El anillo había vuelto a su dedo desde que subió a cambiarse de ropa, y es el lugar donde pensaba dejarlo.
—Te juro, mi amor... —murmuró con los ojos abnegados en lágrimas, primero viendo la fotografía de Elle y luego al símbolo de su compromiso: ese brillante anillo— Te juro que voy a vengarte... voy a buscar al maldito que te arrebató de mi lado y lo haré pagar con mis propias manos...
El objetivo de ambos era trabajar juntos tan pronto como Light terminara la universidad, estuvieron tan cerca de cumplirlo, tan solo le faltaban pocos meses para concluir pero un infeliz les había arrebatado ese sueño.
Su primer caso sería ese: buscar al asesino de su esposo y hacerlo desear nunca haber nacido.
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