14. Te llevaré conmigo hasta el final de mis días

Resumen: Las cicatrices que se llevan en el alma son las más difíciles de curar, porque esas duelen todos los días aunque pasen los años.

Habían encontrado unas ramas secas y a alguno se le ocurrió que hicieran una fogata. Por supuesto que el refugio improvisado era mucho más seguro, pero estarían a solo unos pasos de distancia. Querían disfrutar del aire fresco y la noche estrellada, aunque estuvieran en la mitad de un campo árido cuya tierra estaba abonada con los sueños sin cumplir de muchas personas.

Aún con sus uniformes dañados por el enfrentamiento de esa misma tarde, los soldados tomaron asiento en el suelo, rodeando el fuego mientras charlaban animados, como si ese momento no fuera más que un oasis temporal

Elle se sentó al lado de Light y ambos se dedicaron una sonrisa de complicidad. Se habían conocido ahí, en ese ambiente tan hostil, pero habían congeniado desde el primer instante.

—Aunque está rico... —comentó uno de los presentes luego de haber dado un sorbo a la taza improvisada hecha de metal—... no hay como el café que me preparaba mi novia. Bien dicen que la comida hecha con amor sabe mejor.

Todos asintieron, dándole la razón mientras degustaban esa comida enlatada como si fuera un manjar. Tenía buen sabor; luego de haber aguantado hambre gran parte del día, hasta una piedra con sal podría ser comestible. Sin embargo, todos coincidían que no había como ese sazón hogareño que se encontraba solo en las manos de sus seres queridos.

Las conversaciones llenaron el aire, mezclándose con risas y bromas que ayudaban a romper la solemnidad del entorno bélico. Algunos soldados compartieron historias de sus vidas antes de la guerra, recordando con nostalgia los momentos de tranquilidad y felicidad que ahora parecían tan lejanos. Por un momento ese tema los dejó en silencio, llenos de nostalgia y dándose cuenta como día con día el grupo era más pequeño..

—¿Qué es lo primero que piensan hacer al volver? —preguntó uno con intenciones de volver a levantar los ánimos.

—¡Ah! ¡Yo pienso ir a mi restaurante favorito y pedir un enorme pedazo de carne! —respondió el más joven casi salivando, usando las manos para indicar el tamaño de lo que pediría.

Uno a uno comenzó a hablar de sus anhelos, de eso que los mantenía de pie aún en ese ambiente lleno de sangre. Soñaban con volver a casa, abrazar a sus seres queridos, dormir sin miedo.

—Yo... —Elle Lawliet se aclaró la garganta cuando fue su turno y por un instante miró hacía el suelo, haciendo círculos en la tierra con su dedo al percatarse de lo que estaba a punto de decir—... Lo primero que haré al volver será invitar a Light a una cita. —Volteó hacía su compañero, a quien le sonrió para demostrarle que hablaba en serio.

Los silbidos y canturreos no se hicieron esperar, la mayoría golpeando con ramas las tazas de metal para molestarlos mientras gritaban cosas como: «¡que vivan los novios!» «¡Ya era hora que lo hicieran oficial!». Light se sonrojó de inmediato, tanto porque no esperaba que Elle le dijera algo como eso frente a todos, y a la vez por la reacción de los demás. Aún así lo miró directo a los ojos y le devolvió la sonrisa, diciéndole con ella que aceptaba.

De forma inconsciente ambos se acercaron un poco más al otro hasta que sus hombros se rozaron en complicidad. Fue entonces cuando un destello explotó en medio de los dos, cegándolos.

El oasis de tranquilidad se esfumó.

A la primera le siguieron más detonaciones. Las llamas de la fogata parpadearon mientras el círculo se disolvía para tomar armas y cascos. Las facciones de todos cambiaron, entrecejo apretado y mirada afilada, organizándose con una agilidad impresionante, demostrando porque a estas alturas el conflicto no había podido con ellos.

—¡Todos allá y a sus posiciones! —Gritó el que se había caracterizado por tomar el liderazgo en momentos así.

Todos acataron, dividiéndose entre las trincheras reforzadas con sacos de arena. No obstante, ni bien se había iniciado el enfrentamiento ya habían dos hombres heridos.

Light no lo dudó, tomó a Elle y como pudo lo jaló con él hacía una trinchera. En el estado que ambos estaban serían más un estorbo si sus compañeros decidían preocuparse por ellos. Lo mejor era hacerse cargos por ellos mismos mientras pudieran.

********

—Esto detendrá el sangrado.

—Light... me duele...

—Shh, no hables. ¿Crees poder caminar un poco? Si llegamos a la base podríamos tratar mejor las heridas.

—No... no puedo... —Light se había cortado parte del pantalón con una navaja para detener el sangrado pero le costaba respirar.

—Entonces yo te cargaré.

El polvo caía como cascada en la trinchera con cada detonación, el ruido los dejaba sordos y la pólvora les hacía arder la vista.

—Light... pero tú también estás sangrando... —a ese punto todo estaba negro a su alrededor, lo único que lo acompañaba era la voz de su amigo.

—Claro que no —mentía, el costado de su uniforme también estaba empapado— Estoy bien...

...

...

...

—¿Elle? Por favor, no te duermas. Recuerda que me prometiste una cita.

—No te llevaré... rosas si es lo que esperas. —su voz cansada, jadeando.

La risa de Light, tan cálida y reconfortante.

—Estoy seguro que sí lo harás, ¿quieres apostar?

********

Elle abre los ojos, parpadea un par de veces para aclarar su visión. Paredes blancas, un ventilador en el techo chirriando, una enorme ventana a un lado. Luce cansado, las bolsas oscuras e hinchadas debajo de sus ojos no le ayudan, tampoco lo hacen las líneas de expresión alrededor de la boca, las cuales jalan sus labios hacía abajo, haciéndolo tener un semblante de amargura perenne. Y no es para menos, ha tenido el mismo sueño una infinidad de veces.

—Buenos días, señor Lawliet —la vivaz voz de un joven cruza la puerta, empujando un carrito con una charola encima, en ella un desayuno balanceado y un par de pastillas—, ¿durmió bien?

El aludido tan solo lo observa de reojo por unos segundos, viéndolo acomodar todo en una mesita que luego le acercara para que coma. Minoru ha sido el muchacho que le ha dado los buenos días los últimos seis meses, antes lo hacía alguien más pero debe admitir que él le cae un poco mejor.

—¿Crees que alguien en este sitio pueda dormir bien luego de haber presenciado tantas muertes? —dice con la voz carrasposa mientras se sienta despacio, haciendo una mueca de dolor. Aunque había sobrevivido a aquella guerra, no había salido del todo ileso— Preguntale a quien quieras en esta clínica y todos te dirán que el olor a pólvora y sangre los persigue hasta el día de hoy.

El joven no responde de inmediato, primero voltea a verlo sin perder la sonrisa y ve al hombre llevarse una mano de forma inconsciente hacía un costado del torso, por debajo de la camisa. Lo ha visto hacer esa acción todos los días y alguna vez le contó de manera escueta la historia de esa cicatriz.

—¿De nuevo soñó con Light? —Pregunta manteniendo un tono de voz suave a la vez que empuja la mesita para acercarle la comida.

Elle sonríe de lado. Luego de su psiquiatra, Minoru ha sido el único a quien le ha hablado de Light.

—No hay noche que no sueñe con él. —Responde con amargura y desviando la vista hacía la ventana.

No entiende por qué tiene que soñar precisamente con ese momento, ¿por qué no con la vez cuando le robó un beso a escondidas del resto? ¿O cuando se tomaron de las manos bajo la excusa de no perderse? ¿Por qué siempre tiene que soñar con la última vez que vio sus bonitos ojos, que escuchó su melódica voz y su cálida sonrisa?

—Puede ser que mis palabras no ayuden —Minoru carraspea la garganta, viendo que el hombre continúa con una mano debajo de la camisa—, pero así como usted sigue soñando con Light, esa cicatriz es un recordatorio de que usted también era importante para él.

El otro voltea a verlo entrecerrando los ojos y se percata de que sus dedos están rozando el costado de su torso, sintiendo con ellos lo áspero de su piel. Siempre lo hace por inercia y darse cuenta de eso lo hace sonreír mientras menea la cabeza

—¿Sabes? Él tenía razón —suspira, sus ojos brillando por primera vez en el día—. Sí le hubiera llevado rosas...

A veces se pregunta por qué Light no los dejó morir a ambos en esa maldita trinchera. Cuando recobró la consciencia, sus compañeros le dieron la noticia de que su amigo no lo había logrado, e intentaron darle palabras de aliento al hablarle del acto heroíco, Light dando su mejor esfuerzo para salvarlo sin importar de que también estaba herido. ¿Eso de que le sirve ahora?

Intentó seguir con su vida para honrar el sacrificio de su alma gemela, desde siempre esa cicatriz ha significado mucho para él. Aún así, por más que intentó no pudo llevar una vida normal luego del estrés postraumático, y el único lugar donde encontró un poco de paz fue en ese centro de ayuda.

Sin embargo, es duro cuando la realidad golpea, cuando en esos momentos de lucidez se da cuenta que los años pasaron por su cuerpo en un abrir y cerrar de ojos, que está a nada de cumplir sesenta y que su Light por siempre tendrá veintiséis.



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Esta idea en sí la hablamos con @LaRose242  y si soy honesta no estoy del todo satisfecha jaja, me costó mucho y de verdad pensé que no la iba a sacar, así que corazón de melón perdón si no llegué a las expectativas :c

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