Armando Mendoza/Mario Calderón - Eros y Apolo
Prompt: Gaslighting
Sinopsis: Armando comienza a ser torturado por su consciencia.
Con el paso del tiempo Armando se sentía ansioso. Eran tantas cosas de las que tenía que preocuparse.
Por un lado (y quizás el mas importante en ese momento), estaba la situación de Ecomoda. Como él ni en papeles era el Presidente de la empresa creada por su padre hace tantos años, y como le había bastado menos de un año para llevarla a la ruina por su egocentrismo.
Pero también estaba el tema de Betty. Aquella pobre e ilusa mujer que se había dejado caer ante sus dulces palabras de amor y su cariñoso tacto, a pesar que todas eran vacías y cada que tocaba al “Monstrete“ como le llamaba Mario, imaginaba que se trataba de su mejor amigo.
Ya era un gran problema que estuviera siéndole infiel a Marcela, pero si Betty se enteraba que ella no era su único “amante“ el problema sería peor.
Aquella noche en un intento de distraer su creciente ansiedad se excusó con ambas mujeres, por separado, claro, con que tenía que ocuparse de un asunto con Mario Calderón. Dado que todos sabían de su estrecha relación con el hombre, aunque solo como su mejor amigo y vice presidente, no sería atacado por las preguntas llenas de celos de Marcela ni sería seguido por la mirada lastimera de Betty.
Pero ni las copas de vino o la manera en que se entregó a Mario esa noche le dieron tranquilidad.
El reloj marcaba las dos de la madrugada, pero el sueño simplemente no parecía llegar a él. En comparación, su amante descansaba a su lado profundamente.
—No puedo mas con esto. Tenemos que decir la verdad.—murmuró con voz átona. Estaba cansado de su propia consciencia.
Escuchó unas pequeñas risas de su acompañante. No le sorprendió, Mario tenía un sueño muy ligero.
—¿Decirle a Marcela que no se quiere casar con ella porque tiene un gusto compartido con Hugo Lombardi?—preguntó el hombre con sorna.
Hizo un gesto de desagrado ante la sola mención del diseñador de Ecomoda.
—Oiga, no nos comparé con ese. Una cosa es el gusto de Huguito y una muy distinta lo que nosotros hacemos. Tenga dignidad Calderón.
—Entonces, mi estimado presidente. ¿A qué se refiere?—Calderon mantuvo una sonrisa coqueta mientras que comenzaba a besar su mejilla.
En cualquier otro momento Armando habría caido ante sus encantos, enredandose con Mario en las sabanas de la cama para otra ronda de sexo pero en ese momento los remordimientos no le dejaban disfrutar de nada.
—Usted sabe a qué me refiero, Calderón.
En cuanto terminó de hablar, Mario detuvo sus besos mientras que la tensión comenzaba a crearse.
—No.—respondió el hombre con firmeza, dando a entender que no daría lugar a reclamos pero Armando no podía seguir con eso.
—¿Se imagina que pasará si mi padre se entera? Quizás no podamos volver a tener Ecomoda y no puedo confiar que Betty no decida hacer nada peligroso.
—Por eso, Armando, debes de tenerla envuelta alrededor de tu dedo. Si Miss Colombia llega a decir la verdad, y presenta los informes financieros. Escúcheme Armando Mendoza, usted y yo desearemos estar en el infierno por la situación que se nos va a venir.
Pero Armando negó con la cabeza. No podía seguir mintiéndole a su padre.
—Calderón, ya he tomado una decisión. Mañana se lo diré a mi padre.
Sus palabras impactaron a Mario, quien solo pudo parpadear varias veces por la incredulidad del momento.
—Pe…pero…—Carraspeó negando con la cabeza.—Armando si haces eso, nuestras carreras estarán acabadas.
—Mas la mía que la suya, Calderón.
Armando no notó la forma en que su amante le veía. Porque aunque Mario Calderón estuviera en los grandes grupos de elite, sus padres no eran tan adinerados como los de Armando Mendoza. Si el fallaba, no tendría a donde ir. Viera por donde lo viera, él era quien tenía cosas que perder.
Mario Calderon era conocido mas allá de su promiscuidad, por la manera en que lograba seducir mujeres. Por eso en un principio Armando y él se habían vuelto tan buenos amigos, hasta que ambos se atrajeron.
Una idea pasó por su mente.
—¿Me harás esto a mi?—preguntó con una voz herida.—Después de todo lo que he hecho por ti…Intenté no creerlo pero es cierto, todo lo que haces es tomar. Tomas y tomas. ¿Qué hay para mí?
Sus palabras sorprendieron a Armando, quien le miró con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
—¿De qué me habla Calderón? Si usted fue quien creo este plan. Además, ¿qué es eso que yo solo tomo? Por Dios, Calderón no sea así.
Mario hizo una seña de extrañeza.—¿Crearlo? No señor, yo solo soy participe pero usted fue quien lo propuso. ¿O acaso la memoria ya le esta fallando? Debe serlo, tantos embellecedores le están afectando. Aunque a mi también me fallaría si todos los días tuviera que ponerme amoroso con el Monstrete ese. Es lo que digo, lo he estado apoyando todo este tiempo con dulces y tarjetas solo para que usted no sea desplazado de la presidencia. ¿Y así me pagaras? Desperdiciando nuestro arduo trabajo.
Armando se quedó en silencio intentando rememorar si él había sido el que ideo el plan, o si había sido Mario. No podía recordarlo, quizás era el estrés de todos esos meses pero realmente no sabía si él lo había propuesto.
—¿Así fue?—preguntó tras una pausa.
—Por supuesto.—Mario volvió a acercarse, esta vez consiguiendo robar un beso de sus labios.—¿De verdad nos harás esto? Después Marcela va a matarte.
—Ella siempre me quiere matar.—murmuró Armando suspirando.
—Trabajaremos juntos para que las cosas funcionen, así usted no tendrá que enfrentarse al demonio de Marcela ni será desheredado por su padre. Ni a mi, solo por ayudar a mi querido amigo.
Armando se quedó en silencio, pensando en las palabras de su amante. En retrospectiva, Calderón siempre había estado ahí para ayudarlo. A salir con otras mujeres a escondidas de Marcela, a crear el plan para conseguir la presidencia y para todas sus fechorías. E incluso con Betty, le ayudaba a mantenerla feliz.
Calderón era su mejor amigo, e incluso se atrevía a describirlo como su alma gemela. Solo podía confiar en él.
—Tienes razón. Quizás solo es el temor a que Betty no nos traicione.
—No lo hará.—prometió Mario mientras que acariciaba su mano y volvía a besarle, mirándole a los ojos.—Te encargaras de eso, ¿verdad?
Una sonrisa apareció en los labios del presidente de Ecomoda, asintiendo lentamente.
—Me encargaré de tenerla de nuestro lado.
Día 3 y ugh en un principio iba a escribir de Genshin pero terminé escribiendo de esto xd no me terminó de gustar pero me duele la cabeza y lo deje en manos de diosito
Muchas gracias por leerme 💖
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