Amigos no, hermanos.
Ava no pudo quedarse con ellos, pese a que su hijo lo quería y él se sentiría mejor si se lograra. La trabajadora social y la policía fueron específicos al negarles esa solicitud. No es familiar ni cercano ni lejano y ser compañera en la escuela de su hijo no era suficiente.
El único triunfo que logró fue poder verla siempre que sus horarios lo permitieran o en la escuela cuando iba a llevar o recoger a su hijo. La rectora insistió en que la llevaran a esa escuela y no la alejaran de ese ambiente ya conocido. Uno al que, según había constatado, había encontrado más amigos y sus compañeros dejaron de acosarle.
Gracias a Anker supo, la niña no había podido ver a su madre tras varias semanas en el hospital. La pareja que con la que estaba se negaba a llevarla por creer podría afectarle. Era el tema que se trataba aquella noche en el estudio. Los miserables estaban preparando a Ava a estar lejos de su madre por si esta fallecía.
Sus cuatro compañeros solían llegar al final del día con el resumen de su investigación. Al entrar al estudio escucharon extractos de su discusión con un trabajador social, que insistía no ver a su madre era lo correcto.
—¿Piensa que es fácil para Ava? Su padre estuvo a punto de matar a su madre y a ella misma de haber entrado cuando era asaltada. —reclama a la voz masculina del otro lado indicándole a sus amigos sentarse.
—Señor Vryzas, estoy siendo elástico en hablar con usted sobre un tema que no tiene por qué saber... Le recuerdo, no es familia. No estoy obligado a darle detalles y lo hago por su hijo.
—Soy padre de Anker, el mejor amigo de Ava y quien alertó del maltrato, —le recuerda —todo esto pudo evitarse si le hubieran dado apoyo real a madre e hija.
—Hicimos lo que pudimos...
—Que no fue suficiente. —le interrumpe viendo los rostros divertidos de los suyos — Ahora, madre e hija están separadas. La niña fue dejada en un lugar que no conoce, expuesta y vulnerable.
—En las mejores manos —la actitud calmada del hombre le estresa y siente no llegará a ningún sitio, es mejor acabar esto. —no sufrirá daños, estamos pendientes a que eso no suceda.
¿No hacían lo mismo con el padre alcohólico? ¿Cómo acabo? Hay tantos niños por cuidar que sabe, algunos no van a visitar, tiene experiencia en esos temas por los relatos de sus hombres.
—¿Cómo los escogen? —pregunta de mal humor —basándonos en que actitudes hacen la selección, porque solo veo incompetentes.
Molesto y al borde de una explosión de mal humor cuelga la llamada ante la mirada interrogante de los cuatro. En la mañana su hijo querrá saber qué le dirá a Ava ¿Qué se supone le dirá? Le hizo la promesa que podrá ver a su madre cuanto antes.
La ceja de todos se arquea mientras se cruza de brazos y controla su respiración. Esta es una de las razones por la que insiste, no encaja en este mundo ¿Cómo ignoras el pedido de un niño que desea ver a su madre? Ves a diario a tu vecina e hija golpeada ¿No haces nada?
Narra un detalle escueto y sin irse en explicaciones a sus hombres, la gran mayoría asiente sin decir nada con rostros tensos. Conocen lo que sucede en el interior de esos hogares, no por experiencia propia (Los cuatro salieron de un orfanato), por sus filas pasaron hombres que llegaron a hogares de paso y de los que se escaparon por los abusos de todo tipo.
—Es su madre —explica Akim como si los demás no supieran —¿Qué se puede hacer?
—Nada, a juzgar por lo que le han dicho —comenta Estanislav igual de enojado.
—¿Por qué estamos hablando de una desconocida? —se queja Estanislav, lo que le hace merecedor de una mirada enojada de Akim. —¿Qué? —pregunta abriendo sus manos y con ello se muestra la marca en una de ellas.
—¿Es esos colmillos?
Noah, que de momento se ha limitado a verlos en silencio, rompe el protocolo y toma la mano de su amigo. En efecto son colmillos, la marca de las fauces de un animal se marca en la palma y revés de la mano.
—Y eso son garras —Noah alza la remera hasta los brazos en un movimiento tan rápido que Stan no lo ve llegar. —¿Qué tenemos aquí?
—Colmillos y garras—resalta Angelo —¿Fuiste al zoológico?
Cubre de nuevo la herida de su brazo, saca un pañuelo del bolsillo de su pantalón haciendo lo mismo con su mano. Acto seguido alza el rostro hacia todos en silencio inescrutable.
Estanislav, es el único que no le gusta hablar de su vida privada, asegurando no tener. En cuanto a su niñez solo se sabe, es de algún lugar de Polonia, fue encontrado de ambulando en las calles cuando tenía solo dos años, con una nota y llorando. Partió de su país hacia Rusia a la edad de quince años como polizón, ha hecho de todo para sobrevivir y no se arrepiente de nada.
Es ambiguo en dar detalles puntuales, gran amigo y diestro con los puños. También malhumorado y de comportamiento hostil si cruzas la línea, aquellas que te advertirá previamente. Te golpeará si lo haces, sin importar quien sea.
¡Le consta!
—Encontramos al chico —dice en respuesta y alza el brazo —esto lo hizo un perro minuto antes —sigue y su jefe asiente.
Hacían recorrido por sectores dados por la madre de Gary, se dividían zonas y se encontraban en puntos estratégicos. Fue en su ruta que dice tropezó con un perro al que intentó acariciar. Las quejas van desde que no debió tocar a un animal callejero, porque saben por experiencia propia lo peligroso que son, hasta que no dijo lo que le había sucedido.
—Estuvimos en las calles, sabemos lo que suele significar una caricia en ellas —habla Nikolái y Estanislav solo afirma. —o te van a golpear o te van a coger...
—¿Lo olvidaste? —pregunta Akim —primero debes ganarte la confianza del animal y hacerlos ver que son parte de la manada...
—Ama los animales, no podrá limitarse al ver uno herido —resume Noah.
—¿Te curaste esa herida? —pregunta viendo que son profundas —ambos animales podrían tener rabia... la próxima compra comida y dáselas. Es todo lo que necesitas para que crear vínculos con ellos...
Afirma al decirle a Angelo que lo hizo, fue con Alexandra hace dos días. Pasan al tema importante rápidamente, relajando a Stan y su jefe lo nota. Frota su mano sobre la herida de su brazo por encima de la americana mientras escucha a los demás.
—No sé si es buena idea decirle a la anciana.
Explica rascando la herida en su brazo, lo que solo ocasiona más intriga y Angelo les indica dejarlo pasar. No están en la isla en donde pueden irse a los golpes y hasta enfrentarse con las armas. Lo mejor es comportarse y dejar pasar ciertas cosas por extrañas que parezcan.
—No le gustará verlo en ese estado. —sigue Akim.
—Lo ha visto en peores o por lo menos es lo que le ha dicho.
Akim es el más joven de todos, fue reclutado cuando acaba de cumplir los dieciséis. En aquel entonces su juventud fue tema de dudas para todos, pero al ver lo diestro que era con las armas (las que le dieras) acabó aceptándolo. Sin embargo, tuvo que esperar hasta obtener la mayoría de edad y acabar sus estudios básicos, para que Angelo aceptara sacarlo del país e ingresarlo como miembro del grupo.
Aunque debió esperar su mayoría de edad para salir con ellos y quitarse de encima el apodo de "Bebé". Hacerse respetar le costó, ya que tuvo que trabajar el doble que los demás, pero lo había logrado.
—¿Qué tan malo puede ser? —le cuestiona y chico sonríe.
—Tendrías que verlo —explica Noah.
—Es VIH positivo —comenta Akim —y no quiere que su madre lo sepa.
No era extraño, suelen compartir agujas y fluidos sin protección, lo que le preocupa es si al enterarse de eso su madre quiera seguir colaborando. Sobre quien le convenció de dejarse ayudar guardan silencio sin decirle nada y todos con una media sonrisa.
—¿Debía ser opcional? —Akim sonríe alzando una ceja con ironía.
—De preferencia —responde ignorando la risa de los presentes.
Natural de Finlandia y según rasgos físicos, padres asiáticos. Akim ostentaba el título de no haber sido herido en ningún lugar. Con una agilidad innata para escalar cualquier tipo de cosas y movimientos rápidos. Solía bromear diciendo era el hijo perdido de algún samurái, personajes que llamaban poderosamente su atención.
En cuanto a su infancia, fue dejado en la Iglesia de Santa Úrsula (Kouvola) un 26 de marzo hace 32 años, por lo que se presume es de esa ciudad. Se fue de polizón a los ocho años a bordo de un tren con rumbo desconocido tras escapar del orfanato al no soportar los maltratos dentro del sitio.
Arribó a Moscú a dos días después de cumplir los diez y su primer robo lo hizo casi que al bajarse del tren. En adelante, le siguieron un número desconocido de robos a panaderías, tiendas y licores. Asegura que solo para comer y cuando le negaban trabajar para ganarse el pan.
—Necesito verlo —le dice y es Noah quien aceptar llevarlo.
De camino al sitio, Noah amplió detalles sobre el estado de Gary Harrison, en un hotel de mala muerte, cuyo olor nauseabundo le hizo querer a Noah salir huyendo, era el nuevo hogar de Gary Harrison.
Fue sacado a la fuerza por los cuatro, aun drogado y bastante famélico. Les costó asociarlo con el chico de la foto que le habían entregado, creyó que estaban exagerando hasta que lo vio.
—El lugar no es el más cómodo, pero más limpio que donde estaba —dice Noah deteniendo el vehículo frente a una residencia.
Los demás habían quedado a cargo de la casa y el cuidado de Anker que dormía. La realidad era que jugarían, comerían y vaciarían el bar hasta que él llegara. Mañana tendría que hacer compras, se tomarían hasta el jabón líquido.
—Esto puede no ser lo que la señora espera. —confiesa a Noah.
Retira el cinturón de seguridad, mantiene la esperanza que la mujer sea ley como imagina lo es, sabrá que él cumplió. Aunque no dejaba de ser una madre herida por el daño que le habían hecho a su hijo.
—Esperemos que no —dice abriendo la puerta y saliendo, sorprendido por el silencio de su compañero.
No podrá hacer nada si eso sucede, pero estaría en problemas y habría puesto a sus hombres en peligro. Al pasar recepción se enfrenta al primer problema, el aviso que los ascensores están en reparación.
—Décimo pésimo...—se queja llegando a las escaleras.
Ha vuelto a llevar el arma y traerla encima, algo que no hace desde hace mucho tiempo. Rara vez está nervioso, últimamente eso ha cambiado, tiene la sensación de que es vigilado o que corre peligro.
Se toma en serio esos presentimientos, no solo por experiencias propias sino también por personas que ha conocido. ¿A cuántas personas no ha visto ser traicionada al salir del cualquier grupo? Una prueba muy simple es la del policía o militar una vez se retira
¿No esperan sus enemigos que lo hagan para cobrar sus faltas? Y él tiene muchas. Dejando claro que no es a su muerte a lo que le teme, es a que su hijo salga herido en el proceso.
—Necesito hacer esto más seguido —comenta al llegar al piso correspondiente y buscando el número encima de las puertas.
Saca la llave y la ingresa en la ranura y abre la puerta. Un cuerpo se lanza sobre él justo al entrar, en segundos logra zafar a la pila de huesos que es lo que de momentos percibe como agresor.
El hombre que está frente a él luce en los huesos, su piel trasparente, dentadura podrida, algunas o amarillenta, otras. Lo que más llama su atención es su rostro cadavérico y su delgadez.
—¿Qué mierdas te sucedió?
Estaba delgado cuando asaltó a su madre, pero no a ese extremo. Su rostro está desorientado, movimientos involuntarios en las manos y ojos que no se posan en un lugar más de treinta segundos.
—¿Qué desea de mí? —pregunta en respuesta.
Angelo le ve temblar como si de una hoja al viento se tratase. Es cuando sus ojos encuentran el rostro de Angelo que le identifica y el temblor en su cuerpo aumenta.
—¿Mamá? —le pregunta simplemente. —se resiste en que no hay nada que rescatar.
Retrocede hasta sentarse en uno de los bordes de la cama y desde ese sitio le observa. Hombros caídos, mirada lánguida y perdida, verle se siente como tener en frente a un cadáver.
Así delicado es su apariencia.
—Necesitas ayuda...
—¿Y ustedes me la darán? —le reclama —justo ahora cuando ya nada se puede hacer.
—Tener un sitio correcto donde cerrar los ojos, una mano que te sostenga y una madre que deje de sufrir ¿No te son suficientes motivos? —cuestiona retirando el saco y dejándolo encima de una silla, que ocupa segundos después frente a él.
El chico observa sus dos armas cruzadas debajo de sus axilas. No las usa por él, pero no dudará en usarlas si no logra controlarlo. Viéndolo bien, con los puños sería suficiente.
Gary sonríe y el sonido que sale de sus labios es casi un lamento, escuchando su peculiar risa, revisa el interior de la habitación, tiene lo básico para dormir bien y por lo que ve le han provisto de mucha comida. Varios empaques vacíos de restaurantes tirados en la cesta, otros en la mesa y sillas.
—¿Cuánto te está pagando? —pregunta acercando su cuerpo al de Angelo —yo podría fingir que colaboro y me haces un lugar dentro de tu grupo —frota sus dedos mientras lo dice y sonríe.
El desespero en su voz y comportamiento le indican que está a punto de explotar, un buen camino imagina. Se cruza de brazos mirando su rostro y escuchándole prometer las cosas más absurdas.
Hasta su cuerpo.
—No lo hacemos por dinero —le interrumpe.
Segundos después hay decepción, enojo e ira, pues se levanta con furia empezando a tirar todo tras de sí. Mientras le observa, Angelo le explica que espera de su madre, pero él parece no querer saberlo.
—Solo necesito información de alguien y tu madre me ayudará si le demuestro deseo colaborar—sigue diciéndole a sabiendas de que no le escucha —de todas maneras, el trato se hizo mierda cuando sepa que estás contagiado.
Sin importar si la anciana desee ayudarle o no, está dispuesto a seguir haciéndolo a su hijo. Al final de su arrebato apoya su cuerpo en la ventana y se sostiene de los barrotes metálicos.
—Creí poder pertenecer y fui absorbido por ese demonio —empieza a decirle en un tono de voz derrotado. — quien describió el infierno se inspiró en las drogas... así se ve.
No lo duda, porque Axel, su amigo, estuvo mucho tiempo lidiando con ellas y solía llamarla "ese infierno".
—¿Desde cuándo te diagnosticaron? —pregunta —¿Estás en control? —sigue.
—No he iniciado... ¿Sabes qué haría de tener una oportunidad de vivir? Buscaría a mi madre y nos iríamos lejos... Donde los recuerdos no duelan.
—Primero debes aceptar, tienes un problema y pedir ayuda —la voz de Akim le causa sorpresa solo un instante, pero se repone al entender lo que ha hecho —Y solo lo dices por qué sientes a la huesuda detrás de la oreja.
—Tengo un problema y necesito ayuda —le escuchan decir —haría lo que fuera por qué fuera un error.
—Aún no me dices como sabes de tu enfermedad —insiste Angelo viendo a Akim quien sonríe estirando hacia él un sobre.
—Tus amigos me golpearon hasta la inconsciencia tras negarme a ir con ellos... luego el que fue mordido por Mía y Bruno, su perro me llevó a un hospital—dice y Angelo no deja de ver a Akim quien sale encogiéndose de hombros. —¿Qué tipo de sadismo manejan? Golpean a alguien y luego lo llevan a curarse.
Se sorprendería si detalla las veces que han hecho lo mismo entre ellos. No tienen otra manera de demostrar cariño y está seguro de que irse a los golpes es su forma de socializar.
—¿Te dijeron eso allí? —insiste. —¿Quieres ver a tu madre?
Niega diciendo que no podría verla y decirle que va a morir. Que su mayor sueño no lo realizó, las drogas le ganaron la batalla.
—Me encantaría verla, decirle que haré lo imposible porque se sienta orgullosa de mí. Qué lamento mucho todo el daño que le causé —su olfato capta el aroma inconfundible femenino y siente las manos de la anciana en sus hombros detrás de él.
Da varios pasos adelante, vestida de negro y con un ramo de rosas en su mano, contempla a su hijo mientras llora. Gary solo debe dar media vuelta para verla, ella solo dar un par de pasos para abrazarle.
—Tus hombres no son como los de Vladímir... Ustedes se cuidan. —sigue ajeno a la mujer que llora detrás de él observando su cuerpo delgado. —¿Qué hubieran hecho por mí de ser uno de ustedes?
No tiene mucho que pensar, conoce al detalle el comportamiento de quienes le acompaña. Tantos años a su lado, observando sus virtudes y defectos, que podría señalar a Estanislav como el cerebro de esta idea, con algunos detalles de los demás.
—De todo para hacerle reaccionar, golpearte y llevarte a un hospital, allí te mentiríamos diciendo que tienes una, enfermad incurable... —lo observa girar lentamente, aliviado y confundido por ver a su madre allí. Llora como niño pequeño viéndola a ella acercarse y abrazarle, pero el continúa levantándose—de esa manera sabrías de todo el tiempo que te falta de vida y no te centrarías en aquellos que te autodestruyeron.
Extiende a su madre el examen de lo que en realidad tiene y afirma lentamente en silencio. Sus métodos pueda que no sean ortodoxos, pero nadie podrá juzgarles si al final el resultado era el esperado.
—¡Gracias! —comenta la anciana leyendo el examen —son grandes chicos, eres muy afortunado de tenerlos como amigos.
—Hermanos —le corrige y la mujer sonríe —los dejo solos...
—Te buscaré mañana antes de irnos...
Al salir de ese lugar la nostalgia se apoderó de él, como los de Gary y su madre fueron sus primeros trabajos. Madres en búsqueda de sus hijos o hijos cumpliendo la última voluntad de su padre de ver por última vez a sus hermanos. Baja al primer piso con los recuerdos de aquella época en que al acabar lo hacían con una sonrisa de satisfacción.
Extrañaba esa vida, en esta seguía sin encajar. Una sociedad que deja morir una mujer en mitad de una sala y no escucha sus ruegos al ser maltratada merece la extinción.
—¿Qué hacen todos aquí? —les pregunta al ver a los demás rodear a Noah, felicitándole porque sabrá su verdadero origen.
—La doctora Alexandra dijo que ella cuidaba a Anker —le dice Nikolái —y Akim se ofreció a que Ava vea a su madre... ¿Zafiro? —Noah asiente y Angelo sigue teniendo problemas con lo que acaba de escuchar.
—¿Quién cuida a Sasha y a Anker? —insiste en saber y todos sonríen.
—Llegó con dos hermanos... Vincent y Christine —explica Estanislav
—¿Qué sigue? —pregunta Nikolái.
—Esperar—les responde. —me buscará mañana.
Anker está por salir de vacaciones, lo dejará en Atenas y dependiendo lo que le lea decidirá que sigue.
Solo eso
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