4: Mal genio.
Día 4.
Cuando pensé que me había salvado de mis tareas por hoy al fingir y decirle a Liam que tenía el estómago revuelto, mi mamá llegó diciendo que era mentira y que solía hacerlo cuando no quería hacer algo.
Así que no me quedó otra más que trabajar. Cosa que no quería.
Jamás en mi vida me imaginé haciendo lo que en este preciso momento estaba haciendo. Tenía una vaca —llamada Pilli — delante mío esperando impacientemente ser ordeñada. Tenía una cubeta de metal en mis manos y un banco de madera para estar más cómodo. Pero mi pregunta era ¿quién estaría cómodo ordeñando una vaca?
Mi papá me había dado unos guantes por si quería usarlos y obviamente lo haría. No tocaría las ubres de esa vaca. Es asqueroso. De verdad, si alguna vez tienen la oportunidad de tocar las ubres de una vaca, no lo hagan. Es traumático.
Me puse los odiosos, pero útiles, guantes y me senté en el banco, poniendo la cubeta bajo la vaca. Hice una mueca al mismo tiempo que alzaba una mano lentamente hacia ahí. Estaba a punto de hacer esto y era escalofriante.
Me di cuenta de que no tenía de otra, así que me armé de valor —que no tengo idea de dónde saqué — y toqué finalmente a la vaca, que mugió en respuesta. O a ella le gustaba o estaba indignada de que la tocara. Esperaba que fuera la segunda y de que no tuviera una vaca gustosa por mi tacto.
La leche comenzó a brotar y yo quería llorar de la horrible tortura que esto era. Se sentía muy feo tocar a una vaca en esa parte. Era muy desagradable y épico.
Seguí así, con cara de sufrimiento, hasta que el flash de un celular hizo que la vaca se sobresaltara un poco al igual que yo. Gemma estaba parada frente a mi riéndose.
—¡Esto va para el álbum familiaaaar! —Cantó muerta de risa.
Mi rostro tomó una expresión de enojo y me quité los guantes aventándolos al pasto, luego me paré del banco y llegué hasta ella para quitarle el celular, pero ella lo guardó bajo su blusa.
—Mira Gemma, si no me das eso a la cuenta de tres te irá muy mal —Le dije —Uno, dos...
—¡Bien, bien! —Dijo —No te lo daré porque es mío, pero borraré la foto, mira.
Y borró la foto.
—Bien, como vuelvas a hacer eso me voy a vengar —Le dije y ella se rio dándose la vuelta para ignorarme.
Me giré dispuesto a tomar la cubeta de leche esperando ser llevada al granero, pero en lugar de eso me topé con una vaca bebé tomando de ella.
—¡Oye! —Le grité —¡Puedes tomar leche de tu mamá, no de ahí!
El becerro dio un salto del susto y tiro la cubeta, luego se fue corriendo hacia el granero. Suspiré frustrado y caminé hacia la vaca para volver a llenar la puta cubeta.
—Hoy va a ser doble trabajo, Pilli —Le dije —A menos que cuides a tu hijo.
***
Cuando terminé con Pilli, fui al corral de los cerdos a dejarles la comida, luego fui con los caballos —que había bañado anteriormente, dos veces — para darles también su comida. Yo no había comido más que una barra energética y nadie me llevaba comida a mí.
Ya casi terminaba cuando escuché un sonido de un cerdo que me sobresalto, había un pequeño cerdito de piel obscura fuera del corral, arrugué mi rostro confundido y me acerqué más. Escuché el grito de mi mamá al toparse por sorpresa con otro cerdo y luego vi como Gemma venía con uno cargando y lo ponía en el corral rápidamente.
—¿Qué estás haciendo ahí parado, tarado? — Me gritó mi hermana —¡Los cerdos se escaparon y eres el último que salió del corral!
Abrí los ojos más de lo normal. Yo había cerrado la puerta. Estaba casi seguro de que había cerrado la puerta. Casi. Un cerdo pasó a mi lado y me hizo tambalear. Corrí detrás de él esquivando algunos charcos de lodo.
Cuando estaba a punto de llegar al granero dio la vuelta hacia la derecha y corrió más rápido haciendo horribles sonidos, luego miré a mi izquierda y vi como un enorme —de verdad gigante — cerdo corría hacia mí. Me hice un a un lado y el cerdo enorme fue tras el pequeño.
Corrieron un poco más hasta que llegaron al corral y entraron. Corrí hasta ahí y cerré la puerta.
—¡Ahí va el último! — Escuché el grito agudo de mi hermana.
Abrí la puerta y cuando me giré para mirar donde estaba el cerdo, lo tenía frente a mí. Me hice a un lado rápidamente, pero me resbalé con un charco de lodo. Me llene completamente de esa sustancia viscosa y desagradable.
Gemma cerró la puerta con una carcajada dejándome ahí dentro del corral, mientras se acomodaba su blusa de cuadros. Escuché su risa burlona por unos segundos más hasta que paró.
—Ay no, eso fue más épico que verte ordeñar una vaca —Dijo, hizo una pausa y tomó aire —¡El engreído de mi hermano persiguiendo cerditos en una granja!
Tomé un poco de lodo y se lo avente, pero ella lo esquivó. Luego hizo un ademán con la mano mientras se reía, otra vez, y se fue. Salí del corral completamente enojado. Hoy era un día demasiado caluroso así que no me importó bañarme con agua helada antes de horario.
Cuando salí todos estaban ya en el comedor, hablaban de cosas que no me importaban, me senté en mi lugar, al lado de mi madre y vi como Liam charlaba con Gemma y se reían. Me daban pequeñas miradas y volvían a reírse.
Karla llegó junto a otro chico que al parecer todos conocían, hasta mi familia, menos yo. Vieron el celular de Gemma y luego me miraron a mí y soltaron una carcajada. Mi frente se arrugó, ¿qué era tan divertido?
Mi hermana le tendió el celular a mi mamá y ella rio también. Luego me miró y sonrió.
—Eres la cosa más adorable ordeñando una vaca y lleno de lodo —Dijo tomándome por las mejillas.
Me avergoncé porque me estaba tratando como bebé. Pero luego me confundí por lo que estaba hablando. ¿Cómo sabía que yo...?
—Gemma —Dije con voz amenazadora.
—¿Sí, Harry? —Preguntó inocente.
—¿No era que habías borrado la foto? —Le pregunté —¿Y por qué saben que me caí en el lodo?
—Tal vez guardé una copia de la foto con la vaca y tal vez te tomé una cuando no te diste cuenta mientras caías en el lodo...
Solté el aire lentamente y respiré más pesado mostrándole mi enojo.
—Oh, vamos Harry, tu hermana no lo hizo con mala intención —Dijo mi mamá.
¿QUE NO LO HIZO CON MALA INTENCIÓN?
Entonces si yo no hago mis tareas no quiere decir que tenga una mala intención, tener pereza no es mala intención ¿no?
—Las personas reciben lo que dan, Harry —Dijo Karla— Si cambiaras esa actitud te iría mejor pero siempre tienes mal genio.
—¿Mal genio? ¡Tú dijiste que te gustaba más el Harry de noche! —Eleve la voz haciendo que varios en el comedor me miraran, ella me miró confundida—Porque en la noche nadie está jodiéndome —Dije y mi mamá me miró con mala cara por mi lenguaje — Yo no tengo mal genio, ustedes son los que me quieren hacer quedar en ridículo, ¡todos se confabulan para hacerme quedar mal, ustedes son los que hacen que tenga mal genio!
Me levanté de ahí de golpe y salí rápidamente enojado. Me encerré en mi habitación, no me importaba si no comía. Prefería morirme de hambre a estar con esas personas.
Estúpido becerro que tiró la leche. Estúpida vaca que da leche y no cuida a su hijo. Estúpidos cerdos que se escapan. Estúpidos charcos de lodo que hacen resbalar. Maldita Gemma que guarda copias de fotos y malditos los demás por reírse. Maldita granja. Todo aquí me salía mal, y apenas habían pasado cuatro días.
Escuché que tocaron mi puerta, no me levanté de mi cama. No quería hablar con nadie. Insistieron por mucho tiempo hasta que me desesperé y me levanté de la cama. Cualquiera que fuera no era un buen momento, no recibiría buenos modales de mi parte.
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-K.
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