17: Minotauro.

26 de Julio.

—Sigo sin entender por qué dejé que me trajeras hasta aquí— Le dije a mi hermana.

Estábamos en medio de varias rocas a la orilla de la costa. El agua iba y venía chocando con ellas. Se escuchaba el sonido de mar y se sentía una brisa relajante.

—Cállate, si no quieres que le cuente a Karly tu sueño húmedo con ella.

— ¿Qué? ¡Yo no he tenido sueños con ella! —Exclamé—Al menos no húmedos...

En parte era verdad.

—No me importa, tú camina.

— ¿Qué hacemos aquí?

—Quiero que me ayudes a asustar a Liam.

— ¿Por qué quieres hacer eso?

—Porque él me jugó una broma pesada, y no voy a quedarme con las ganas de regresársela, y no preguntes que hizo.

No iba a preguntar. Su rostro mostraba expresiones no muy amigables, y siendo mi hermana no quería que me matara. No creía que Liam le hubiese hecho algo tan pesado, mi hermana siempre exagera. Aunque de verdad tenía curiosidad de qué era lo que había pasado.

— ¿No me puedes dar una pista de qué sucedió?

—No.

—¿Por qué?

—Te vas a reír de mí, te conozco lo suficiente para saber que te vas a burlar por años.

—Estás exagerando—Le dije.

—El día en que te hagan esa broma con tu linda cabellera verás que no estoy exagerando—Dijo con rabia y luego se agachó entre las rocas— Ahí viene ese hijo de... ¡agáchate!

Al momento de agacharme me golpeé suavemente con una roca causándome una raspadura. No fue nada, pero por algo tan estúpido me había lastimado, así que era mucho. Vi por una pequeña rendija entre las rocas cómo Liam y Karly dejaban unas mantas sobre la arena y una hielera. Al parecer iban a tomar el sol. Lo dejaron ahí y fueron hasta un carrito donde vendían helados.

—¿Cómo se supone que vas a asustarlo?

—Con esto que compré en la carnicería—Murmuró sacando una langosta y corriendo hacia la hielera, la puso dentro y luego regresó corriendo —Liam me contó que les tiene miedo.

—¿Dónde entro yo en esto?

—Karly no tuvo la culpa de nada, así que debes distraerla y llevarla a otro lugar porque no quiero que ella vaya a ser la que caiga en la broma.

***
Dos minutos después Gemma fue hasta Liam, yo le dije a Karly que también quería un helado y que me acompañara a comprarlo así que me la llevé de ahí y le dije que lo comprara por mí.

De lejos vi como mi hermana le hablaba a Liam y él se acercaba a la hielera. Al momento en que abrió el contenedor dio un brinco enorme hacia atrás aventando la hielera. Gemma comenzó a reír fuertemente tumbándose a la arena mientras Liam temblaba sobre la manta.

—¿Qué rayos fue eso? —Preguntó Karly dándose la vuelta con mi helado en su mano.

—Liam le jugó una broma pesada a mi hermana, así que ella se la regresó.

—Liam de verdad le tiene miedo a las Langostas —Dijo —En la granja antes de los atunes teníamos langostas, pero los cambiamos por la misma razón.

—Bien, creó que ahora los dos están a mano —Le dije.

—En realidad, Liam va a empezar una guerra de bromas, así que no te metas si no quieres que te ataque a ti también, lo digo por experiencia. Es un excelente jugador.

—Está bien... ¿te gustaría dar una vuelta mientras ellos se recuperan de la broma?

—Sí, Liam va a durar un buen rato ahí tirado y no creo que tu hermana termine de reír pronto.

Fuimos a pasear por en medio de las rocas. Algunas tenían nombres tallados, otras estaban cubiertas de moho.

—Esto parece un laberinto —Le dije.

—¿Te gustaría perderte dentro de él conmigo? —Preguntó con una mirada pícara.

—Otra miradita así y no respondo —Le dije —Pero sí, me gustaría.

Ella sonrió y continuó caminando entre las rocas.

—Los laberintos me recuerdan al Minotauro —Dijo viendo una escritura en una de las rocas. Pensé que lo estaba leyendo, pero al ver la roca y no ver esas palabras me di cuenta de que ella era la que lo decía.

—¿Por qué? —Le pregunté.

—¿No te sabes la mitología del Minotauro? —Preguntó y negué —Pero sabes que es ¿cierto?

—Sí, sé lo que es.

—El minotauro era hijo de Pasifae, esposa del rey Minos de Creta y de un toro blanco enviado por Poseidón, dios del mar.

—¿Y un toro? —Pregunté sorprendido. Ella asintió.

—Minos había ofendido gravemente a Poseidón quien como venganza hizo que Pasifae se enamorase del animal. Fruto de dicha unión nació el Minotauro, un ser violento, mitad hombre, mitad toro, que se alimentaba de carne humana.

La miré sorprendido, me gustaba la mitología y sabía algunas historias. Pero ella parecía saberlo todo.

—Para esconder su vergüenza y proteger a su pueblo, el rey Minos rogó al inventor Dédalo que le construyera un laberinto del que el monstruo nunca pudiera salir. Cada nueve años, a fin de apaciguarlo, Minos le ofrecía la bestia, siete mujeres y siete jóvenes que imponía como tributo a la ciudad de Atenas —Dijo, ahí estaba lo del laberinto.

—¿Y quienes eran esas personas que le ofrecían? —Pregunté, siempre había pensado que la gente inocente no debía ser responsable de los actos de los demás.

—En realidad no sé, supongo que eran bandidos, debo investigarlo —Dijo mientras seguía caminando.

Era yo o el camino se iba haciendo más estrecho entre las rocas. Ella giró y yo la seguí por detrás.

—Lo que sé es que en una ocasión, Teseo se ofreció voluntario como víctima, con la intención de matar al Minotauro y liberar a Atenas de un cruel destino. Y con la ayuda de Ariadna, la hija del rey, que se había enamorado de él, logro su propósito: Ariadna le ofreció a Teseo un ovillo de hilo que le había dado Dédalo, el arquitecto del laberinto. Habiendo atado uno de sus extremos en la entrada y siguiendo el hilo por los intrincados vericuetos del laberinto, Teseo pudo encontrar la salida.

Ella giró su cabeza al ver que yo no decía nada. Me miró curiosa y sonreí.

—Me sorprende que sepas tanto, es que... las mujeres de mi escuela me hablarían de marcas de maquillaje o ropa y tú... me encantas.

Ella sonrió también y se detuvo. Yo me acerqué poco a poco y la atrape contra mi cuerpo y la roca, se recargo suavemente mientras miraba fijamente a mis ojos. Vi como su respiración se entrecorto y sonreí internamente al pensar que era por mi cercanía.

—Me gustaría saber si te acelero el corazón de la misma manera estúpida en la que tú me lo aceleras a mí —Susurre cerca de sus labios.

—Yo... —Tomó aire profundamente para después sonreír —Lo haces Harry, lo haces.

Estaba dispuesto a perderme en mil laberintos mientras pudiera besar sus labios.

Al separarnos ella giró hacia todos lados y me miró asustada, luego comenzó a reír.

—¿Qué pasa?

—Estamos perdidos Harry —Rio.

—No, nosotros vinimos por aquí, no, por allá, por...

—¿Me ayudas a trepar las piedras para ver por donde es la salida?

—Bien, sólo no te vayas a lastimar por favor.

—Qué es la vida sin un poco de riesgo —Me dijo.

—Concuerdo con eso, pero tampoco te quiero ver descalabrada.

Ella sacudió la cabeza y rio. La ayudé a subir a una roca, su pequeño short de subió un poco dejando ver su ropa interior, me fue imposible no ver. Su camisa de cuadros se adoro un momento en la roca pero logró liberarse.

—Oh ¡es por allá! —Exclamó emocionada.

Podría perderme con ella en un laberinto, y juntos podríamos buscar la salida. Siempre.

al sM^

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