Cap 18: Se suman cuatro.

Por muy increíble que pareciera, y en contra de todas las predicciones que Cassiel había hecho, las jóvenes humanas oyeron toda la historia sin interrumpir. Las tres escuchaban atentamente a Zachary, sin apartar ni un segundo la vista ni perderse cada uno de los detalles, como si fueran esponjas absorbiendo toda la información para procesarla.

Mientras Zachy les narraba el momento de la huída del Instituto, la chica sintió cómo Astartea la clavaba esos ojos de lava en una expresión que transmitía un mensaje bastante claro: "Si algo sale mal, es tu culpa". Cassiel no pudo evitar el nerviosismo que le ataba la garganta cuando el camaleón terminó por fin el relato, mirando casi expectante a las humanas, al igual que todos.

Ellas parecieron tomarse su tiempo para procesar todo. Tatia tenía el ceño fruncido, y casi se podían oír los engranajes de la mente de Lauren funcionar a todo vapor. Fianalmente, luego de unos minutos de un insoportable suspenso, ambas miraron sin decir una palabra a Faith, quien, por alguna razón, tenía la cara roja como un tomate y los cachetes inflados, como si estuviera conteniendo la respiración.

-¿Escala del 1 al 10?- le preguntó Tatia de pronto, para total confusión de los viajeros del Calleum.

Con rapidez, pero luciendo culpable, la mas bajita levantó cinco dedos en una mano y tres en la otra. Ocho. La curiosidad de Cassiel aumentó cuando Tatia asintió con la cabeza, y ella y Lauren se taparon las orejas. Pero no tuvo tiempo de peguntar qué estaba pasando, porque de repente Faith inhaló bruscamente, casi tragándose el aire a bocanadas, y expulsó un torrente de preguntas con tanta velocidad que el ángel apenas pudo captarlas:

-¿Cómo es el Instituto?, ¿rendere exámenes también?, ¿estudian biología di angeli, di demoni, o en general?. ¿Entonces su allenatore sostituto era malvado?, ¿y nadie se dio cuenta?. ¿Eso es normal?. ¿En su mundo hay dragones?, ¿hadas?, ¿marshmellows malvados?. ¿Hay más mundos?. ¡Y...Y...-!

Por suerte, Tatia se precipitó hacia adelante y detuvo el tsunami de preguntas, cubriendo la boca de la chica bajita con una mano. Con las sienes latiendo de dolor por el ruido, Cassiel abrió la boca para decir algo, pero, a pesar de que no pudo hacer un sonido, la joven humana de lentes pareció entender.

-Lo siento por eso- sonrió con incomodidad, dirigiéndoles una mirada culpable- Faith es demasiado curiosa para su propio bien. Así que intenta guardar las preguntas para el final.

La aludida parecía querer agregar algo, porque se puso a murmurar indistinguiblemente debajo de la mano de su amiga, pero se rindió al final con un suspiro.

Uriel parpadeó, confusa.

-¿Y qué pasa con la escala del uno al diez?- le preguntó a Lauren.

Ella levantó un dedo.

-Uno: "solo dos o tres preguntas"- explicó, haciendo una pausa antes de extenderlos todos- Diez: "si no abro la boca, exploto"

-Sorprendentemente gráfico- gruñó Cupido, quien se había vuelto a sentar en el sillón.

-Y sorprendentemente molesto, también- añadió Ágramon, riendo y ajustándose los lentes.

Cassiel y las gem le lanzaron una mirada de muerte, pero Faith sonrió, aunque sus ojos se habían opacado considerablemente.

-Scus-, perdón...- se corrigió en voz baja, bajando la mirada al suelo.

Pero Tatia y Lauren se enderezaron, con los ojos clavados tan intensamente en el diablo de escamas verdes que Cassiel pudo jurar que sintió como el aire se tensaba, a la espera de una pelea inminente. 

-Escucha, "Don Soy Increíble",- dijo Lauren, fría como el hielo de Dómaco- no sé cómo serán las cosas por dónde vives, pero aquí en Gódoma tenemos algo muy importante llamado "respeto". Es bastante popular, pero siempre hay algunos listillos que se creen que algunas personas no lo merecen tanto como ellos.

Mientras hablaba, la chica había caminado lentamente hasta él, hasta quedar frente a frente. A pesar de ser la más alta de las tres humanas, Ágramon aún le llevaba una cabeza. Pero esto parecía no tener importancia, porque Cassiel sentía como la actitud burlona de el diablo daba un tropezón.

Lauren no despegó la vista de los lentes que ocultaban el poder del joven ni un segundo.

-Así que voy a ser buena y, solo por esta vez, te ayudaré a entender cómo es que funciona- dando un paso más, podrían haber olvidado por un minuto que era Ágramon el que tenía poderes, y no ella- A mis amigas vas a respetarlas.

No era una sugerencia, no era una pregunta. Era una orden. Y de pronto, Cassiel se encontró deseando pedirle a esa chica un autógrafo.

Toda la atención se fijó en Ágramon, quien carraspeó, como si todo fuera parte de lo esperado, y forzó una sonrisa.

-¿Hacerle caso a la humana aterradora? Seh, no suena mal- aceptó, disimulando los escalofríos con una risa.

Lauren mantuvo la mirada clavada en él un poco más, para luego asentir, satisfecha, y volver al lado de sus amigas humanas. 

Y entonces, Cassiel recordó por qué se suponía que estaban en la Tierra en primer lugar. Abariel y la misión loca. De pronto sintió deseos de golpearse la frente ella misma. ¿Cómo pudo haberse distraído tanto de su objetivo? ¡Su amigo podría estar herido en ese preciso momento, y ella estaba casi tomando el té!

Así que, como si fuera a pedir la palabra en una clase del Instituto, levantó la mano y la agitó prácticamente en la cara de Cupido.

-Odio ser una aguafiestas, pero nos prometiste que nos ibas a dar la información que necesitábamos- le recordó, apretando los dientes con impaciencia.

Cupido miró su arco por unos segundos, como si realmente se hubiera olvidado de qué rayos les habían prometido, o si lo había hecho para empezar, para luego abrir los ojos en comprensión y asentir.

-Cierto, casi lo olvido- admitió, sentándose más erigido en el sofá y dejando por fin su adorado arco- Querían saber la ubicación de la base de mis no tan queridos y viejos compañeros de armas, ¿no?- les preguntó, recorriendo sus expresiones con esos ojos morados fríos y calculadores.

Zachy y Uriel asintieron con ansiedad al instante, sin duda conscientes del tiempo que habían perdido con tanta introducción.

-¿Entonces crees que podrías decirnos, no lo sé, dónde se ocultan?- se apresuró a preguntar Aziel.

Cassiel pudo entrever como tanto Astartea como Ágramon parecían inclinarse hacia delante, expectantes por conocer dónde tenían a su hermano y amigo, respectivamente.

No sin una sonrisa soberbia, Cupido se cruzó de brazos con actitud triunfante, y dijo (por fin):

-En efecto. Y les alegrará saber que, de hecho, la base de los Arcángeles está aquí mismo, en la Tierra.

Cassiel parpadeó con confusión, al igual que las propias humanas.

-Ey, no es por cortarles il rotolo- interrumpió Faith- pero... ¿no crees que la gente se enteraría de que hubiera miles de ángeles voladores-

-Arcángeles- la corrigió Zachary.

-Quello stesso. Digo, no es como si fueran ciegos...a menos- susurró, entrecerrando los ojos con sospecha- que se hayan escondido en un pueblo de ciegos...

-No, niña, no creo que haya un pueblo de ciegos de toda formas- respondió Cupido, quien parecía estar disfrutando de la ansiedad que estaba probocandole a los viajeros.

Cassiel no lo estaba disfrutando en lo absoluto.

-¿Y entonces?- le apuró.

Aún así, el ex-soldado decidió tomarse su tiempo antes de responder:

-Están en Árcander.

Esta vez se hizo el silencio por unos treinta segundos. Hasta que Astartea gruñó, confundida:

-¿Qué se supone que es eso?

-Eso, niña, es un dónde- le dijo Cupido- Es una isla. La isla de los Arcángeles, mas correctamente.

Tatia replicó casi enseguida, ajustándose los lentes mientras le lanzaba una intrigada y calculadora mirada al informante:

-Nunca me ha gustado demasiado Geografía, pero estoy casi cien por ciento segura que esa isla no existe. Suena un poco...- dijo, ladeando la cabeza de un lado al otro, buscando la palabra adecuada-...inventado. Sin ofender.

Cupido rechazó la supuesta ofensa con un movimiento de mano.

-Por supuesto que suena así. Gaby nunca tuvo mucha imaginación, después de todo- murmuró, casi en un susurro, con la mirada apagada de repente al decir ese nombre. Pero enseguida sus ojos volvieron a encenderse, y sonrió, mirando a las tres humanas- Pero puedo asegurarles que esa isla es real. Muy real, de hecho. 

-¿Pero cómo ocultas una isla entera llena de ángeles de los humanos?- interrogó Cassiel, quien sentía que pronto su cabeza podría salir disparada por la presión que parecían generar la cantidad de preguntas que estaba conteniendo. De pronto podía comprender mucho mejor a Faith en ese aspecto. No era de extrañar que pareciera tan desesperada por respuestas.

-Si, en eso concuerdo con Plumero- bufó Astartea, recostada contra una pared y de brazos cruzados- No creo que los humanos puedan ser TAN tontos, ¿o sí?

-¡OYE!!- se quejaron las tres de la misma especie. Faith había añadido lo que sonaban como varias maldiciones en su otra lengua, pero Cupido interrumpió sus chillidos indignados.

-Tienes razon, niña. Los humanos no son para nada tontos en ese aspecto

-¡Grazie!

-Pero tienen sus viejos trucos- prosiguió, con una expresión misteriosa- Las mejores cosas siempre están ocultas a cierta vista, y justamente por eso nadie se da cuenta de que existen.

-¿Cómo funciona eso, exactamente?- consultó Aziel, con los ojos bien abiertos ante la información, al igual que su melliza.

-Árcander existe desde hace siglos- comenzó a explicar Cupido, haciéndole sentir a Cassiel que estaba de vuelta en el Instituto recibiendo clase- Al principio, cuando los humanos apenas podían salir a pescar en esas patéticas y diminutas embarcaciones de juncos, no era problema. Pero, cuanto más desarrollaban sus naves, sus mapas, y su tecnología, las cosas se debieron tomar de otra manera- y, mirando a Tatia con complicidad, le preguntó, cual profesor en una clase:- ¿Cómo se podría hacer para que nadie quisiera pasar por esa zona, ni en barco, ni en submarino, ni en avión?

La chica de los lentes parecía confundida al principio, pero de pronto sus cejas se fruncieron, mientras miraba a la nada con lo que parecía una repentina pero lenta comprensión.

-Oh, no, sorella mia- protestó Faith, dando dos palmadas que sacaron a su amiga de su ensueño- Conozco esa expresión tuya, y se que se te prendió il candelabro. ¿Qué descubriste?- la interrogó, cruzándose de brazos.

Ella miró a la más bajita con el entusiasmo desbordando por sus ojos.

-Se aseguraron de que el sitio creara mala fama, Fajita- le explicó, siguiendo involuntariamente el rollo del profesor- ¿Cuál es el único lugar por el que ni los barcos ni los aviones recorren, por puro miedo?

-¿El Área 51?

-No. Bueno, si, pero no es eso- se corrigió. Luego, al ver que la otra parecía estar haciendo un esfuerzo para pensar, sonrió, y continuó con otra pregunta- ¿En dónde está ubicado el mar repleto de monstruos que narra la mitología griega?

Esta vez, su amiga le lanzó una sonrisa iluminada.

-En las costas de Florida, pero no veo qué tiene eso que ver con- de pronto, sus ojos se abrieron con sorpresa- Non scopare con me, vecchio- mustió, para luego mirar al sonriente ex-arcángel con los ojos como platos- ¿Es en serio?

Cupido asintió, sin perder esa soberbia sonrisa que ya estaba empezando a sacar de quicio a Cassiel como nunca nada lo había hecho antes.

-¿A qué se refiere?- exclamó con impaciencia, prácticamente fulminando con la mirada al hombre de diminutas alas- ¿Dónde está?

Fue Tatia quien respondió esta vez:

-Se lo conoce como "El Triángulo de la Muerte". O, más sencillo, "El Triángulo de las Bermudas".

(...)

Tomó aproximada mente diez minutos para que los cuatro entendidos en el tema lograran explicarle a los estudiantes de qué se trataba todo el asunto. Y cuando terminaron por fin, Cassiel ya casi podía sentir las esencia de las almas malvadas que le habían dado al lugar su reputación.

-Árcander se encuentra justo en el centro del Triángulo- les informó Cupido, levantándose y dirigiéndose de pronto hacia donde en una Iglesia normal estaría la parte trasera del altar. Los demás lo siguieron sin mediar palabra, incluso cuando él comenzó a apartar cajas y mantas cubiertas de polvo que estaban acumulados en lo que parecía una pequeña montaña- Es imposible que entren volando: está demasiado lejos de la costa, y los verían llegar a cinco kilómetros de distancia.

-¿Entonces nos estás diciendo que es imposible llegar sin ser vistos?- le espetó Aster, molesta.

Cupido se dio vuelta para mirarlos.

-Dije que si iban volando. Nunca dije nada de que era imposible- le contestó.

Y dándole un último tirón a una vieja lona, dejó al descubierto...un portal. Un pequeño portal, de superficie sucia y opaca. Un portal en el medio del altar.

Cassiel estaba segura de que no pudo disimular como la mandíbula se le desencajaba del asombro. ¿Qué hacia un portal, por más pequeño que fuera, en una Iglesia abandonada? Ningún humano podría haber sido capaz de construirlo, por más conocimiento que tuviera. Era imposible, a menos que...

Miró a Cupido con cautela, y este estaba sonriendo orgullosamente, levantando una ceja en su dirección.

-Tú lo construiste- comprendió el ángel, sin disimular el asombro presente en su tono.

La expresión orgullosa del hombre se hizo aún más brillante, mientras asentía, dándole unos golpes a la superficie lisa del portal.

-La Orden no es la única con talento para estas cosas, niña.

Y, con una palmada firme en uno de los costados más pulidos, un haz de luz los deslumbró a todos por unos segundos. Cuando la vista se les aclaró, el portal estaba encendido.

Las tres humanas estaban maravilladas.

DANNAZIONE, É EPICO!- gritó Faith, sin poder contenerse, rebotando en el lugar de emoción.

Zachary, al contrario, miraba al portal como si este fuera a estallar en cualquier segundo. Luego miró casi de la misma forma a Cupido.

-¿A dónde lleva?- preguntó, entornando los ojos con lo que Cassiel podía leer como sospecha.

El ángel marginado pareció llegar a la misma conclusión que ella, porque levantó ambas manos, en gesto inocente.

-En Árcander hay un portal principal, que está vigilado los 24 horas del día. Sería un suicidio seguro aparecer allí como si quisieran vender galletitas de exploradora- se explicó- Pero esta belleza- añadió, señalando su portal personal- Está conectada con una..."entrada trasera"; por decirlo así. Un portal oculto en los terrenos inhabitados de la isla. Si lo usan, tal vez tengan una pequeña oportunidad de salvar a sus patéticos amigos.

Cassiel estaba tan cautivada por el plan que dejó pasar el desagradable tono con el que se había referido a los estudiantes secuestrados. En cambio, miró a los demás viajeros. Aziel y Uriel le dieron un asentimiento con la cabeza, al igual que Zachary. Aster y Ágramon se limitaron a sonreír con todos los colmillos imaginables.

-Hagamos esto rápido- dijo la demoniesa de fuego, acomodándose los guantes negros.

Cupido asintió.

-Será mejor que sea así, niña, porque este portal, por más genial que sea, no se quedará encendido por mucho más tiempo. Y no volverán a tener otra oportunidad hasta que se recargue, que sería en unos dos días- les informó.

Y tenía razón: Cassiel pudo ver como la luz que salía de este parecía volverse más tenue con el tiempo que pasaba.

-De acuerdo. Vámos

Alargó un pie para caminar directo hacia él...Pero de repente, un fuerte estruendo resonó por toda la Iglesia, como un terrorífico trueno. Las humanas chillaron, al igual que las gem, cuando un poco de polvo cayó del techo. 

Y de pronto, sonó otro golpe.

Y otro. Y otro.

-¿¡QUÉ ESTÁ PASANDO!?- gritó Zachary, alarmado, cubriéndose con las alas de las piedritas que caían sobre el.

Sin perder un segundo, Cassiel tomó impulso con las alas, y voló directo hacia uno de los vidriares que la Iglesia tenía al frente. Manteniéndose en el aire aleteando, logró mirar por uno de los agujeros que el vidrio tenía...y la sangre se le congeló.

Afuera de la Iglesia, justo en frente de la entrada, había cuatro guardias de la Orden. Sus armaduras y espadas lanzaban destellos cuando se arrojaban con todas sus fuerzas contra la gran puerta de madera principal, lo que provocaba los temblores. 

Estaban intentando entrar. Y estaban allí por ellos.

La sangre bombeaba por su sistema a toda velocidad cuando se lanzó directo hacia donde los demás la esperaban, todos prácticamente gritándole con los ojos qué estaba sucediendo.

-¡Guardias de la Orden!- exclamó tan breve como pudo, con las plumas erizadas y sacudiéndose a cada golpe- ¡Tenemos que irnos ya!

Cupido parecía furioso.

-¿¡TRAJERON A LA ORDEN DIRECTAMENTE A LA PUERTA DE MI CASA!?- rugió, lanzando llamas por los ojos en completa ira.

-¡No sabíamos que nos estaban siguiendo, lo juro!- se quejó Cassiel, tensándose ante cada nuevo golpe.

Tatia cubrió a sus dos amigas con su cuerpo cuando más polvo se desprendió del techo, mientras las vigas y columnas que soportaban a la iglesia temblaban ante el poder de los ataques que estaba recibiendo su entrada.

-¿Cómo es que no han entrado todavía?- chilló la humana  pelirroja- ¡Esa puerta no es tan fuerte!

-¿¡En serio crees que vivo en un lugar sin ningún tipo de protección mágica!?- exclamó Cupido, sonando casi ofendido- ¡Es un escudo mágico sencillo, pero aguantará un poco más!

-¿Qué tanto?

-¡No tanto como les gustaría!

Aziel se apresuró a llamar la atención dando unas palmadas. Señaló el portal, el cual se estaba apagando lentamente, y gritó:

-¡Eso ya no importa! ¡Tenemos que irnos, AHORA!

-¿¡Pero que hay de estos cuatro!?- exclamó Aster, señalando bruscamente a Cupido y las tres humanas, quienes tenían los ojos abiertos como balones del susto-¿Que sucede si los guardias los encuentran aquí?

Cassiel se jaló desesperadamente del cabello rubio.

-¡No tenemos tiempo!- apremió- ¡Si nos atrapan, nunca llegaremos a Abariel y los demás!

Un crujido los sobresaltó a todos. Una larga grieta se había abierto en el medio de las puertas. El tronco que Cupido había instalado apenas habían entrado las humanas para evitar más invitados no deseados resistía, pero ya comenzaba a lanzar astillas a cada nuevo golpe. Era solo cuestión de tiempo para que cediera.

Y entonces, todo habría sido para nada.

Entonces, Cassiel tomó una decisión que mas tarde probablemente lamentaría.

-¡No hay otra opción!- les gritó, y, tomando de las manos a Cupido y Faith, corrió hacia el portal haciendo caso omiso a los chillidos sorprendidos de estos. Zachary la siguió pisándole los talones, y tomando de la otra mano a la aterrada chica de piel café.

Lauren y Tatia gritaron cuando Astartea hizo lo mismo con ellas. 

Las mellizas fueron, de nuevo, las primeras en saltar. Astartea y Ágramon las siguieron al segundo. Tatia lanzó un alarido cuando Aster las empujó a ella y a Lauren al portal, para después saltar él.

Y, sin pensarlo siquiera un segundo, Cassiel hizo lo mismo: empujó con todas sus fuerzas a Faith y a Cupido (quien desapareció en medio de un millar de gritos furiosos).

La puerta se rompió en mil pedazos justo cuando Cassiel estaba en el medio del salto, con la mano firmemente agarrada a Zachy, quien se la había tendido en algún momento.

Y el espiral de luz casi apagado del portal se la llevó en el medio de un mar de destellos, para luego apagarse finalmente. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top