Comienzo y fin


D espués de crear todo el universo, sobró mucha energía, Dios decidió utilizar esa energía para crear unos seres que estuviesen junto a él y siguieran su voluntad. El primero que nació de la energía fue el ángel más precioso y el más querido por Dios, al que llamó Lucifer; era su mano derecha, siempre estaba junto a Él. Pero al pasar el tiempo aquel ángel fue invadido por la curiosidad y le pidió a Dios que lo dejara salir a conocer nuevas cosas, por supuesto que Dios no se lo permitió, sin embargo, bajó a la Tierra para conocer a quienes llamaban humanos, desobedeciendo a su creador. Cuando regresó, Dios con todo su dolor tuvo que castigarlo, desterrándolo de los cielos; cuando lucifer se sintió abandonado, comenzó a sentir un gran desprecio, y llevó toda su ira hacía los humanos. Poco a poco comenzó a sentir placer en hacerle mal a los otros, en las guerras, las mentiras, el engaño y las traiciones, se alejó de su pureza característica y se refugió en lo profundo de la oscuridad, haciendo todo tipo de males desde lo más debajo de la Tierra, al otro lado de los cielos, los infiernos.

Desde que lucifer decidió desobedecer a Dios, se ha presentado una guerra entre los que decidieron seguirlo, llamados los oscuros y aquellos que obedecen al Creador, llamados los puros. A medida que se libraban las batallas, encontraron la forma de cómo matar a un ángel, y eso radicaba en sus alas, después de cada batalla, solo quedaba montañas de cenizas; a la vez, los ángeles vieron más eficaz, en usar su energía en la creación de unas armas. Sin importar si fuese energía oscura o pura, cada ángel tenía un arma diferente, y cada señor tenía una mano derecha, el más obediente, el que siguiera su voluntad y por ende manejara a los ejércitos. Sin embargo los ángeles más importantes se encontraban en la Tierra, confundidos y sin poder regresar.

Annabel, estaba comenzando a pensar que no fue buena idea que la pusieran junto a Leonard, los dos tenían opiniones muy diferentes, sin embargo cuando lo miraba, se olvidaba de eso y estaba muy contenta de estar a solas con él, en un auto a mitad de carretera. No sabía, hacía donde estaban yendo, pero estaba segura que no era a la ciudad, Leonard tomó un camino entre el bosque; hasta que por fin llegaron, era una casa muy linda y grande, con ventanas extremadamente grandes.

-Es hermosa tu casa- dijo Annabel al salir del auto

-Ya te había dicho que me gusta la tranquilidad, lejos de todo y de todos, la casa es lo de menos- por un momento paró Leonard al ver el rostro de Annabel, tan pálido pero a la vez tan hermoso y como observaba su casa, con unos ojos tan brillantes y una mirada que aquel oscuro no tenía explicación -¿Vas a entrar o te vas a quedar afuera con la lluvia que se aproxima?-

-La lluvia no me molesta, pero debemos de terminar el trabajo- Annabel le dirigió una tierna sonrisa que sonrojó a Leonard mientras entraban a la casa

Por dentro, la casa era un poco oscura, a pesar de las grandes ventanas, se debía a que no hacía mucho sol y la casa estaba rodeada por grandes árboles, sin embargo cuando Leonard encendió la chimenea, se sintió muy cálida. Después de tanto pensarlo, decidieron hablar de Isabel I de Inglaterra, ya que los dos por alguna extraña razón, conocían perfectamente la historia de aquella reina, pero Annabel sabía cosas que nunca se supo ya que durante su estadía en la Tierra, una vez se topó con aquella mujer, ángel puro, que trabajaba en un restaurante y se quedaron horas hablando de su vida como caído y su reinado.

Ya llevaban dos horas y casi iban a terminar.

-¿Tienes frio? Te traeré chocolate caliente- antes de que Annabel pudiese contestar, Leonard ya se había dirigido a la cocina

-Leonard, nunca se me pasó por la cabeza que nos tocara juntos...pues solo nos habíamos conocido el día anterior y...-

Annabel se silenció cuando Leonard le entregó un chocolate caliente y luego de observarlo le dijo:

-¿No crees que fue una coincidencia?-

-...Las coincidencias no existen... solo existe lo inevitable-

Después de aquella respuesta, Annabel lo mira fijamente a los ojos. Solo lo inevitable... aquellas palabras la dejaron inquieta, estaba tan distraída que con una mano regó el chocolate, a pesar de que con su velocidad y reflejos hubiese podido prevenirlo.

-Lo lamento, yo lo limpiaré-

-No te preocupes-

Leonard rápidamente agarró un trapo y se puso a limpiar la mesa, mientras lo hacía, se acercó demasiado a Annabel y la miró fijamente, ella no resistió y se fue acercando más... Annabel retrocedió cuando sintió que alguien más estaba con ellos, y si no fuese por Elena, Annabel y Leonard se hubiesen dado "su primer beso".

-Leonard, la invitas a nuestra casa y ya está regando cosas en la mesa, me parece un irrespeto- dijo aquella chica llamada Elena

Como le habían dicho, Elena era un poco odiosa, pero lo que más le impresionó a Annabel fue que aquella chica peli roja, estaba en ropa interior, con una camiseta de hombre.

-Elena... estamos en el proyecto- dijo Leonard un poco serio

-Vamos, Leo, quería hacerles compañía, además quería conocer a la Estadounidense de quien tanto hablan en la Academia-

-No importa, igualmente ya me iba... nos vemos mañana Leonard, y fue un placer... -

Antes de que pudiese terminar de despedirse, entra alguien por la puerta.

-Elena, te he dicho que odio que te pongas mis camisas-

Benjamín. Annabel estaba sorprendida.

-¿También vives aquí?-

-Anna, ¿Cómo estás, por segunda vez? Espero que Leonard te haya tratado como una gran invitada, y sí, Elena, Leonard y yo vivimos aquí, pero no te imagines cosas raras, solo somos tres buenos amigos compartiendo una casa a mitad del bosque, alejados de toda civilización-

Annabel, se rio, a ella le causaba risa todo lo que Ben decía.

-Bien, ya me estaba yendo- Se despide de Ben con un abrazo y un beso

-Leonard deberías llevarla a su casa, no creo que consiga por aquí un taxi-

-Ah, y por cierto, mi nombre es Annabel, y también me moría de ganas por conocer a la Elena del carácter fuerte, de la que todos los de la Academia hablan- dijo Annabel mirando fijamente a Elena

Leonard y Benjamín se miraron y se dirigieron una pequeña sonrisa. Luego de que Annabel y Leonard se fueron de la casa, Benjamín tuvo que lidiar con la ira de Elena, y detenerla para que no fuera tras de Annabel.

-¿No crees que fui un poco grosera con Elena?-

-Te diría que si no lo hacías te la seguiría montando, pero conociéndola, en estos momentos...-

-Me quiere arrancar la cabeza, sí lo sé- dijo Annabel, por no decir arrancar las alas

-Vi cómo me observaba con esos ojos verdes, pero no la culpo, también estaría enojada, no sabía que ella también vivía allí... y estábamos muy cerca...-

-De que hablas, ella y yo no tenemos nada, somos viejos amigos, desde que... -por un momento Leonard se quedó mirando fijamente la carretera –Éramos niños- Continuó diciendo

-Annabel... este sábado hay una fiesta que la organizará Benjamín-

-Ah, entonces de eso era el cartel que estaba pegando-

-Vas conmigo a la fiesta- dijo Leonard en un susurro, que si Annabel no fuese un ángel, no lo habría escuchado

-Y esa fiesta... ¿tiene un motivo o algo?- Preguntó Annabel para no contestar rápidamente un Sí

-Simplemente divertirse-

-Pensé que no te gustaba el escándalo y preferías la tranquilidad-

-A veces, hay excepciones-

-Bien, me gusta divertirme... recógeme a las 8-

Durante el camino, la conversación se hizo agradable, no fue tan incómodo como la vez que se conocieron, a pesar de que eran tan diferentes en sus gustos; duraron todo el camino hablando, y a pesar de que Leonard era tan serio, la hacía sonreír y sonrojar. Aquellos dos ángeles, se olvidaron de su realidad, de su alrededor, olvidaron el tiempo, en donde se encontraban, en verdad quienes eran y a que bandos pertenecían, si lo supieran, tal vez se estarían odiando a muerte...o tal vez no.

Ya era muy oscuro, y la carretera estaba desolada, de un momento a otro, Leonard fue aumentando la velocidad, cada vez más rápido.

-Deberías bajarle a la velocidad...Leonard-

En vez de hacerle caso a la chica, aumentó aún más la velocidad.

-¡Leonard! Puedes atropellar a alguien, ¡¡puedes perder el control del auto, o salirte de la carretera y caer al barranco!! ¿Estás loco?- Dijo Annabel muy enojada

Sin embargo Leonard no le hacía caso, por lo que, a la fuerza Annabel quería apagar el auto, pero Leonard se lo impidió.

-¡¡Te ordeno que apagues este maldito auto!! ¡Déjame bajar!- gritó antes de intentar abrir la puerta del auto

- ¡A mí, acá nadie me da órdenes!-

-Sí, el gran señor de los cielos ordena sobre todos nosotros, tú no eres el dueño de tu vida-

Al escuchar aquellas palabras, Leonard se apoderó de una profunda rabia. Cuando le cogió la mano para que dejara de intentar abrir la puerta, una energía brillante y electrizante, les repeló las manos; de inmediato detiene el auto, Annabel sale enojada y sigue caminando, Leonard se queda un rato en el auto y ve como Annabel se va alejando, no sabía que golpear, que hacer, comenzó a darle golpes al volante y de repente comenzó a mirar su mano, aquella explosión de energía fue en la misma mano en la que tenía una marca en forma de Yin Yang, que aún no encontraba explicación, ya que cuando despertó en la Tierra ya la tenía en la mano, pero no recuerda quién o cómo se la hizo.

-¡Annabel vuelve al auto!- gritó Leonard para que lo escuchara, sin saber que no era necesario

Annabel... lo que iba a decir en esos momentos, nunca se lo hubiese imaginado, si su hermano o su señor lo escuchasen lo acabarían, pero con aquella chica era diferente, y si no hacía algo, se alejaría de él.

-Por favor, Annabel, regresa al auto... por favor –

Annabel regresó al auto, y en el camino que faltaba no se pronunció ninguna palabra, todo estaba en silencio, ni cuando llegaron a los dormitorios se despidieron, Anna simplemente se bajó y entró al edificio sin ni siquiera voltear, y Leonard regresó por aquel camino, hasta parar a mitad de la carretera, apagar el auto y seguir mirando aquella marca y pensando en Annabel, cuando la vio por los pasillos de la academia, cuando entró al salón, cuando estaba caminando por la carretera en medio de la lluvia, cuando le entregaron aquella rosa y la manera en que ella actuó, cuando estaban a punto de besarse, cuando hablaron en el auto y ella sonreía, cuando se tocaron las manos y esa energía que sintió, aquella marca, la atracción que sentía hacia ella, los celos y la rabia de cada vez que algún chico de la escuela se le acercase, en especial cuando era tan linda y tenía esa confianza con Benjamín, todo lo que hace, dice, todo lo que es ella, era imposible que fuese una simple humano, y Leonard comenzó a darse cuenta.

18 de Enero del 2014

Annabel observaba como todas las demás chicas de las otras habitaciones, se estaban arreglando, la única que sabía que iría con Leonard a la fiesta era Susan, pero le hizo prometer que no le contaría a alguien; igualmente ni sabía si era necesario esa promesa, ya que Leonard no le había confirmado nada... claro después de la pelea, y el día de ayer no fue a la academia, por lo que no sabía nada de él, pero tampoco quería llamarlo. Una hora antes de las 8, recibe un mensaje de Leonard:

-Llego en una hora, a la hora que me dijiste, claro si aún quieres ir-

-No quiero ser la única que se quede debajo de unas sábanas porque dos días antes de la fiesta, pelee con mi pareja- Pensó Annabel – Ok. Nos vemos- escribió Annabel con un suspiro

Llega Leonard y la espera un rato afuera, cuando se disponía a bajarse, Annabel sale. Leonard queda admirado, Annabel estaba usando un vestido blanco largo, estaba hermosa, muy hermosa, no dejaba de mirarla disimuladamente, sí, parecía un ángel. Cuando llegaron a la fiesta, y se bajaron los dos juntos, no paraban de mirarlos, Annabel no se había dado cuenta que Leonard también estaba muy elegante, con un traje negro. Dejando a un lado que los dos eran realmente hermosos, sus trajes hacían que los dos combinaran, como si estuvieran hechos el uno al otro, ella blanco y él negro. Durante la fiesta Leonard y Annabel se dedicaron a tomar y charlar solamente los dos.

-Benjamín organiza buenas fiestas-

-Y faltan aún más, esta es como una apertura-

-Leonard lo que pasó el otro día... lo lamento, no debí gritarte, eres de aquellos con carácter fuerte-

-¿Me estás diciendo odioso?- dijo Leonard haciendo que Annabel se riera

-No te gusta recibir órdenes, cuando dices algo no lo preguntas, simplemente suena como si lo ordenaras-

-Vamos, preguntar es una pérdida de tiempo-

-No, preguntar significa que puede que no te obedezcan, por ejemplo, debiste preguntarme ¿Te gustaría ir al baile conmigo? Y me dijiste, vas conmigo a la fiesta, no me diste el chance de responderte, pero... cuando me bajé de tu auto, me pediste el favor que regresara, y fue por eso que...-

-Ya hemos hablado mucho, intentaré cambiar, pero no te prometo nada- Leonard se paró y le extendió la mano con una pequeña sonrisa

Annabel desde que lo conoció, nunca le había visto ni una pequeña sonrisa...en esos momentos, solo estaban ella, él y la música, todo a su alrededor desapareció, ella lo abrazó por el cuello y él por la cintura, y bailaron, no pronunciaron ninguna palabra, solo se sentía uno cerca del otro y no habría nada, ni nadie que los separa en esos momentos.

Al otro lado se encontraba Elena mirando con mucha rabia; tanto tiempo que llevaba con Leonard, que ha estado a su lado, y nunca, ni borracho, la sacó a bailar, ni mucho menos la llegó a coger de esa manera, solo hubo una vez, cuando no se encontraban en la Tierra, aquella vez... cuanto daría Elena por volver a vivir ese éxtasis de aquella vez... con Leonard, pero fue la primera y última vez que le hizo el amor. Aun así nunca la miraba como miraba a aquella chica, de una forma tan tierna, era un Leonard diferente, sus ojos cuando estaba con ella eran diferentes, su energía; lo único que pudo hacer Elena para remediar tantos celos que sentía fue quebrar las copas del bar.

Cuando ya estaba por finalizar la canción, Leonard presenció algo que lo dejó estremecido y confirmó sus sospechas, aquella chica a la que tanto se sentía atraído, aquella Annabel, tenía en su cuello la marca de los caídos. Cuando la canción terminó, rápidamente se separó de ella, y salió por la parte de atrás del salón, Annabel no entendió lo que le había sucedido, pero cuando iba a ir detrás de él, se detuvo ya que Elena también estaba saliendo.

-Leo, Leonard, detente- dijo Elena en vuelo

Leonard no la volteó a ver, volaba a una gran velocidad y se sentía tan impotente y con tanta rabia, que todo a su paso quedaba desolado, las flores se marchitaron, los árboles se derrumbaban, el pasto se quemaba.

-¿Qué sucedió? con ella, te veías tan fe...-

- ¡¡Cállate!! Ni lo menciones o soy capaz de –

-¡Te veías tan feliz!-

-No, no no no, es imposible- decía Leonard mientras se agachaba en el suelo y se cogía la cabeza con las dos manos

En un segundo llega Benjamín a toda velocidad.

-Cálmate Leonard, no lo sabías, simplemente se dio-

-¿Se dio qué? ¿De qué están hablando?- dijo Elena muy confundida

-Es un caído... puro... le vi su marca en el cuello, y no es oscura porque ya lo hubiésemos notado, a lo único que no podemos sentirle la energía es a los puros-

-Pero... es imposible, cierto Benjamín, dime ¿es posible que un oscuro se enamore de un puro?-

-No lo sé...Leonard fuiste atraído por ella sin saber a qué bando pertenecía, ahora... que sientes por ella, aún la sigues...-

-No, no lo sé, no sé lo que siento, esto nunca antes lo había experimentado- Leonard abrió sus alas y se fue volando demasiado rápido

Elena también abrió sus alas pero Benjamín se lo impidió.

-Dejémoslo solo, es lo mejor, en ese estado es capaz de arrancarnos las alas-

-Pero...-

-Leonard en estos momentos se está debatiendo entre el dolor y la frustración, él no está así por estar amando a aquella ángel puro, está así porque no entiende el porqué siente eso por ella, es imposible, prohibido, es desobedecer todo en lo que él cree... humanos, ángeles, no importa lo que seamos, tememos a lo que no podemos ver... a esos sentimientos que consideramos nuevos y lo que hacemos es simplemente huir de esto e intentar ignorarlo, aunque por dentro nos estemos quemando –

-Solo el corazón humano es egoísta, siempre busca la propia satisfacción por encima de la razón-

-No solo los humanos, el nuestro también... al fin y al cabo existimos por la misma energía-

Annabel quedó completamente sola, no estaba Leonad ni Benjamín, estaba confundida por la manera en que Leonard había reaccionado, quedó muy preocupada por él. A pesar de que muchos chicos la invitaron a bailar, ella a todos rechazaba con la excusa de que estaba muy cansada, hasta que vio una cara conocida.

-Me puedes explicar ¿qué hace una chica tan hermosa sola y sentada?- dijo David mientras le extendía una mano

-Solo una canción, porque ya me iba- Annabel tomó la mano de aquel chico amable

-¿Y tu pareja? No te invité a que fueras mi pareja porque me imaginé que vendrías con él... y no lo veo por ninguna parte-

-Sí... se tuvo que ir por una emergencia-

-Créeme que si mi chica fuese así tan hermosa, no la dejaría sola ni un segundo, después alguien llega y la puede enamorar-

Todo el resto de la fiesta Annabel se la pasó con David y sus amigos, este chico era muy tierno y muy amable, pero no la hacía sentir lo mismo que Leonard, y aunque se estuviese divirtiendo en la fiesta, no dejaba de pensar en aquel chico tan misterioso.

12 de Febrero del 2014

Ya han pasado cuatro semanas desde aquella fiesta, y Leonard ha desaparecido. No volvió a clases, le preguntó a Elena y esta solamente la ignoró, fue una vez a su casa, por la noche, sin que nadie se diese cuenta, pero la casa estaba completamente sola, es como si se hubiese esfumado, como si solo hubiese sido una simple ilusión, un sueño, algo que la hizo distraer de su camino, desde que lo conoció, no había pensado ni un segundo en lo que ella era y de donde venía, ni muchos menos a donde quería volver, pero ahora que él no estaba todo había vuelto a como era antes. Ese tiempo le sirvió para conocer mejor a David, y a formar una gran amistad con él, lo mismo que con Susan, pero de todas maneras sentía que algo le faltaba. Algo que también le dolía, fue la forma en la que Benjamín se estaba comportando con ella, con los demás era el mismo, pero con ella... estaba muy distante, ya no la hacía reír, cada vez que ella hablaba con él... la miraba de una forma muy triste.

-Ben... Benjamín- Annabel dejó a un grupo de compañeros por ir tras de él

-Hola- dijo Benjamín, sin mostrar esa sonrisa tan sexy, que tanto le fascinaba a Annabel

-Me preguntaba... ustedes... ¿ya no están viviendo en esa casa?-

-Mmmm, sí, pero... en estos momentos no, como Leonard tuvo que regresar a Francia por un problema familiar y Elena está viviendo con un chico, me conseguí un apartamento, la casa es muy grande para una sola persona-

-Leonard... está de viaje por un problema familiar... ¿sabes cuándo regresa?-

-No, y ya me tengo que ir, adiós-

Esa forma de hablarle, no era el mismo Ben, pero ahora sabía que Leonard no estaba molesto con ella, sin embargo aún no entendía por qué no le había contado algo, ella lo hubiese podido ayudar.

Por el bosque se encontraban dos ángeles oscuros, uno, mira a aquella ángel puro de la que se había enamorado, pero la miraba con desprecio, la otra miraba al primero de una manera especial.

-Te tardaste mucho en pensarlo, dime Leonard que decidiste-

-Me dejé controlar por los sentimientos que adquirimos al llevar tanto tiempo en la Tierra, somos oscuros, nosotros no sentimos, no amamos, no perdonamos, acabamos con todo lo que está en nuestro camino, acabamos con toda la energía pura que tanto le molesta a nuestro señor, he acabado con muchos puros, y esta no será la excepción-

-¿Te he dicho cuanto te admiro, Leonard? tienes que arrancarle esas alas, así te liberaras de esa atracción por ella, pude que nuestro señor nos dejó acá por esta misión... pero si quieres yo misma me puedo encargar de eso, de todas maneras nunca me cayó bien-

-No, yo mismo me encargaré, y será hoy mismo- Leonard tenía una expresión muy sádica, como si quisiera que sufriera y luego arrancarle lo más preciado, sus alas

Mientras estaba en clase, Annabel recibe una nota de David:

-¿Quieres ir a la fiesta de hoy conmigo, mi querida Anna?

Annabel había escuchado de aquella fiesta, ya varios chicos se lo habían propuesto, pero no pensaba en ir, de igual manera Benjamín no le había comentado nada, como si quisiera que ella no fuera. Miró hacía atrás y con una sonrisa le dijo a David que sí. Ya en los dormitorios, se quedó tendida en la cama mirando el techo, hasta que recibió una video-llamada de sus amigas en Kansas.

-¡¡Hola!! Anna- dijo la peli rojiza muy contenta

-Hola, ¿cómo están?-

-Nosotras bien, pero como veo, tú no tanto- siguió diciendo aquella chica alegre

-¿Qué te sucede, Anna?- continuó la tercera chica

Annabel solo suspiró y permaneció en silencio.

-Vamos, no me digas que es otra vez ese chico del que nos contaste, ese tal Leonard-

-No ha vuelto... ¿cierto?-

-Regresó a su país por un problema familiar, pero... tengo curiosidad, y si no regresa, si es algo más grave, pero él no me habló de eso, creo que es algo de hermanos, la otra vez le pregunté de eso y se molestó-

-Vaya, vaya, el gran ángel, la favorita de Dios, sufriendo por un mortal-

- Ya, no la molestes, es la primera vez que Annabel siente eso, ese chico debe ser especial-

-Sí... es la primera vez que siento eso, cuando lo veo, cuando me habla, cuando me mira, mi corazón comienza a latir muy rápido, nunca me había sucedido... pero ahora no está, y... hay otro chico...-

-¡Hay otro! Y que tal con este-

-No, es diferente a Leonard, es amable, abierto, dice lo que piensa, siempre está sonriendo, pero solo lo veo como un buen amigo, es un gran humano, me invitó a una fiesta-

-Y le dijiste que sí, me imagino-

-¡Ya basta! Si ella quiere al otro chico, estaría jugando con los sentimientos de...-

-David, ese es su nombre, y sí acepté, con él me divierto, pero...-

-No es Leonard- dijo la chica morena

Aquellas palabras de su amiga la hicieron pensar cada vez más en Leonard, pero no podía rechazar a David y mucho menos como él se comportaba con ella, era de aquellas pocos humanos que tenían un alma blanca, y Annabel estaba consciente de esto más que nadie.

David recoge a Annabel a la hora acordada y se dirigen a la fiesta, ya en esta, hablan un poco, se ríen, bailan, pero en un momento a otro David se separa de Annabel para traer unas bebidas, se estaba tardando un poco, y lo que ve Annabel no le agradó mucho, vio a David que estaba bailando con otra chica, claro, con más atributos que Annabel y estaba coqueteando con ella; Annabel no sabía que hacer así que decidió salir de la fiesta, y comenzó a caminar por un parque, estaba tan triste, tan desilusionada, estaba lastimada. Se apoyó en un árbol sin saber que desde las sombras alguien la estaba observando, mirando, admirando, aquellos ojos que la miraban con desprecio, ahora la estaban mirando con ternura, amor...

Annabel se da cuenta que alguien se está acercando, y para justamente al otro lado del árbol de donde ella estaba derramando unas pequeñas gotas de cristales, por fin había comprendido lo que eran.

-Toma- dijo aquel misterioso entregándole un pañuelo

Annabel sabía de quien era esa voz... Leonard.

-Qué haces aquí, pensé que estabas con tu familia- dijo Annabel mientras se limpiaba las lágrimas con aquel pañuelo

-Ya solucioné el problema, no era tan grave como pensaba... debí contarte y no dejarte tirada a mitad de una fiesta... ¿Por qué lloras...? si es por ese hombre que te invitó a la fiesta, significa que lo amas-

-No... no fue nada... sí... te extrañaba, sé que nos conocimos hace poco, y como te fuiste no tuvimos tiempo de conocernos mejor, pero cuando te veo, no sé lo que siento, mi corazón comienza a palpitar más rápido de lo normal...-

Leonard se acerca a Annabel para quedar al frente de ella y la aprisiona contra el árbol con sus brazos.

-A mí me pasa lo mismo... desde que apareciste en mi vida, todo se puso al revés, cuando estoy contigo... soy otra persona, cambio completamente- Leonard comenzó a acercar sus labios a los de Annabel

-O tal vez... no es que cambies, sino que demuestras lo que realmente eres...- susurró Annabel

Solo se escuchó la respiración de aquellos dos caídos, todo estaba en silencio... estaban más unidos que nunca, él la amaba, y ella lo amaba; aquel oscuro sintió un corazón, por más que lo odiara... aquel beso fue tan apasionado, sintieron como si ya lo hubiesen hecho, pero hace mucho tiempo, como si aquel sentimiento volviese a renacer, como si no importara que él fuese oscuro y ella puro.

Leonard lleva a Annabel a los dormitorios, y se regresa a su casa en el bosque, ahí lo estaban esperando Elena y Benjamín:

-Leonard, que te pasa, ese no era el plan- Elena estaba muy furiosa

-Cuidado con ese tono, Elena- Leonard se baja del auto

-A mí me pareció bien, al fin y al cabo no estamos en el infierno, podemos hacer lo que queramos... además cuando Leonard está con Annabel deja de ser tan cascarrabias y antipático- dijo benjamín mientras evadía la mirada matadora de Elena –¡Vamos! O no tengo razón, desde que apareció Annabel, Leonard ha dejado de hacer sus maldades y alborotos, está más tranquilo-

-Ya cállense ustedes dos, no la quise matar en esos momentos, no sería divertido, en cambio si juego con sus sentimientos, si acabo poco a poco con ella, si juego con ese corazón del que tanto hablan, al final ella misma me va a pedir que le queme sus alas... ah y Benjamín, crees que por ella no hago lo que más me gusta hacer... solo observa- Leonard extendió sus alas y se perdió en la noche

Benjamín conocía muy bien a su amigo, desde aquella vez que Leonard lo entrenó como oscuro, y le fue encargado a él protegerlo con su vida, sabía lo que en verdad sentía Leonard, toda esa escena en el parque no era una actuación, nunca antes lo había visto comportarse de esa manera, tan abierto, dejar fluir sus sentimientos, pero sus ideales lo estaban cegando, iba a destruir lo único que lo podría salvar y él no se lo iba a permitir.

Leonard veía como sus llamas quemaban una casa, él pensaba que no tenía un corazón, pero era eso lo que le molestaba por dentro, solo se imaginó aquel beso, quiso correr a buscarla y besarla otra vez, tenerla entre sus brazos, se acordó de las palabras que le dijo... demuestras lo que realmente eres... pero lo que estaba haciendo en esos momentos era todo lo contrario, era el Leonard de siempre, antes de que ella llegara.

13 de Febrero del 2014

Annabel había estado todo el día en el hospital, con David, debido a que según los bomberos un corto provocó un incendio en su casa, milagrosamente David no salió muy afectado, solo unas pequeñas quemaduras, pero lo que no saben, es que si no fuera por Annabel, David ya no estaría en el hospital. Después de que Leonard la dejó en los dormitorios, sintió la energía de un oscuro, el problema es que es imposible saber de dónde viene y solo lo siente cuando el oscuro está actuando, de un momento a otro dejó de sentirlo, pero sí escuchó muchos gritos a lo lejos en la ciudad, así que se apresuró y se dio cuenta que ahí estaba David. Él no paraba de hablar de un ángel guardián que lo había salvado.

Durante la visita de Annabel en el hospital, Leonard la invita a comer en un restaurante.

-Lo lamento, no podía dejar a David solo-

-A sí, y ¿cómo está?-

-Bien, solo se hizo pequeñas quemaduras-

-Qué te parece, tú, yo, mañana vamos a dar un paseo, al fin y al cabo somos novios- Leonard cambió la conversación en un segundo

-Sí, y quién dijo eso, fue solo un beso aún no me lo has preguntado-

-Annabel Calder, ¿te gustaría ser mi novia?- dijo Leonard después de un profundo suspiro-

-Déjame pensarlo...-

-Amo tus chistes- dijo Leonard de una manera sarcástica

Annabel no le respondió, simplemente le dio un beso, algo que Leonard se contuvo desde que entró por la puerta de aquel restaurante.

-Y a donde vamos a ir, perderemos clases, ¿cierto?-

-Es un secreto, pero si prefieres, puedes ir mañana a escuchar la clase de la Sra. Monroe, por mí no hay problema- Leonard le guiña un ojo y llama a una camarera

Después de comer, él la lleva a los dormitorios, pero Annabel no quería que este se fuera todavía, así que los dos fueron a su habitación sin que nadie se diera cuenta, y se acostaron en su cama, simplemente a hablar, ella lo abrazaba como si no quisiera que él se fuera, que estuviera siempre junto a ella, y muy en su interior estaba pensando que no fue tan mala idea haber sido desterrada del cielo, él la miraba a los ojos, olía su esencia, en esos momentos no era capaz de hacerle algún daño, ya se había olvidado que era un ángel puro.

14 de Febrero del 2014

Annabel se despertó por tanto ruido afuera de las habitaciones, cuando salió vio a muchas chicas en la cocina:

-¿Qué sucede aquí?-

-Hola Annabel, Buenas días- dijo una de las chicas

-Estamos preparando chocolates para nuestros novios, ¿ya preparaste tus chocolates?-

Chocolates... cierto, hoy era ese día san Valentín, que le hacen chocolates a los novios, novios... novio... Leonard, por un segundo se sonrojó.

- No... ni me acordaba de esta celebración- era la verdad, Annabel nunca se interesó en conseguir un novio, por lo que este día era común y corriente

-Claro, igual no tenía tiempo, no ven que anda pegada a su guapo novio, con decirles que ayer estuvieron en su habitación hasta muy tarde, sabrá Dios que estaban haciendo- dijo Susan entrando a la cocina

-Es decir que el lindo de Leonard ya no está disponible- dijo una de las chicas un poco triste

Todas comenzaron a hacerle preguntas a Annabel, pero esta quedó estupefacta con lo que dijo Susan... sabrá Dios que estaban haciendo... era la verdad, si su Señor había visto todo lo que estaba haciendo, enamorarse de un humano, nunca se lo perdonaría y puede que en estos momentos estuviese muy enojado.

Después de que Annabel se termina de arreglar, escucha una moto llegar a toda velocidad, sabía quién era. Salió y se montó en la moto:

-Espero que me dejes manejar a mi velocidad, para eso son las motos-

-Con una condición-

-La que quieras- dijo Leonard sonriendo

-Que me dejes conducir un rato-

Annabel se puso el casco y salieron a toda velocidad, esta vez no le dijo nada porque lo estaba disfrutando, sintió como si estuviera volando, pero lo que más le gustaba era que estaba muy pegada a Leonard. Después de un largo viaje llegaron a unas montañas muy altas, y al otro lado de las montañas había una cascada; se quedaron todo el día, ahí, juntos, admirando el paisaje, bailando debajo de la cascada, hasta que llegó el atardecer.

-¿Te gusta?- pronunció Annabel mientras Leonard la cubría con su chaqueta

-¿Qué cosa? ¿El atardecer?-

-Sí, pareciese como si-

-Se estuviese incendiando el cielo- la interrumpió Leonard

Los dos estaban mirando hacia arriba, pero Annabel bajó su mirada hacia Leonard.

-Cuéntame de ti, que problemas tenías con tu familia-

-Te dije que no era tan importante-

-Vamos, y yo te cuento algo de mí-

-Jm, la curiosidad mató al gato, como sé que no dejarás de preguntarme te contaré, mis padres se divorciaron de un momento a otro, se veían tan felices, mi madre no aguantó que mi padre estuviese con otra mujer, así que lo asesinó, y luego se suicidó, mi hermano y yo éramos muy pequeños para comprenderlo. Después de todo, nuestros padres nos dejaron una gran herencia, mi hermano manejaba mi parte, pero me llamó porque ya tenía la edad de hacerme cargo-

Annabel no pronunció ni una sola palabra, ya entendía el por qué Leonard era un poco retraído, pero había algo en sus ojos que le decían que no estaba diciendo toda la verdad, sin embargo no quiso seguir insistiendo, era mejor que con el tiempo le contase, vaya... ya estaba pensando en su futuro.

-Ahora que me acuerdo... me dejaste sola en la exposición de la Sra. Monroe- dijo Annabel, dándole un suave golpetazo en su hombro

-Me imagino que nos fue bien, algún día te lo recompensaré- la acercó hacía su pecho fuertemente

-Hay otra cosa que me intriga, el día del parque, como supiste que David me había invitado-

-Benjamín-

-Lo sospechaba- dijo Annabel con una sonrisa

-Ahora es tu turno-

-Yo... no conocí a mis padres, desde muy pequeña viví en casas de adopciones, luego con dos amigas reunimos para alquilar un apartamento, y ahí estaba viviendo- dijo Annabel sin saber que Leonard sabía en verdad su secreto

-Y ¿por qué te mudaste a otro país?-

-Primero, siempre ha sido mi sueño conocer Londres, una vez recibí un correo de la academia British Cross y era una beca para estudiar de intercambio, así que acepté, esas oportunidades se ven solo una vez en la vida- a Annabel le dolió haberle mentido, nunca lo había hecho, pero era mejor así, sin embargo Leonard aún seguía sin creerle

Leonard revisó los bolsillos de su pantalón, y sacó una caja alargada

-Odio hacer esto, entregar regalos, me parece una estupidez, pero me gustaría que tuvieses esto-

Annabel destapa la caja y ve un collar con un dije de dos alas, una blanca y otra negra.

-La blanca el Yang- dijo Leonard

- Y la negra significa el Yin- dijo Annabel

-Gracias... Leonard- Leonard cogió el collar, y se lo abrochó, viendo aquella marca de los caídos.  


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