Black and White

14 de Enero del 2014

Han pasado ya ocho años desde que "Annabel" despertó debajo de un puente en el continente Americano, más específico en Kansas, Estados Unidos, sin ningún recuerdo, o bueno, lo último que recuerda es que ella estaba dirigiendo una tropa de ángeles hacia una batalla contra los ángeles oscuros, no entendía lo que estaba haciendo ahí, con los humanos, lo único que pensaba, era que hizo algo muy horrible para que Dios desterrará a su ángel favorito. Esos ocho años vivió escondida, con un nombre diferente, ya que a diferencia de los ángeles puros —así llamados lo ángeles que aún siguen a Dios— los oscuros pueden entrar y salir de la dimensión mundana cuando quieran.

-Anna, Ann...Annabel despierta- susurró una chica de cabello rojo cerezo, una piel muy blanca y unos ojos hermosos, azules grisáceos, verdosos metalizados, unos ojos imposibles de describir

Cuando Annabel abrió uno de sus ojos, casi se cae de la cama al inspeccionar el cabello de su amiga.

-¡Estás loca!, ¿por qué te hiciste eso en el cabello?-

-Vamos, Anna cálmate, solo le quise poner un tono más fuerte-

-Pero ese era el cabello que el gran Señor nos dio, cómo pudiste mancharlo con ese tinte mundano- decía Annabel muy iracunda

-Pero ya no estamos arriba, por si se te olvida, ahora somos casi humanas, podemos dormir, sentimos hambre, sueño, antes ni había notado que tenía cabello-

Después de una pausa de silencio, alguien toca la puerta de la habitación, y por esta, entra otra chica, muy diferente a la otras dos, cabello castaño, ojos azules extremadamente claros y una tez morena perfecta.

-Qué bueno que las dos están despiertas, ya dejen de discutir por favor, y hablemos de algo muy serio, Ann ¿aún te piensas ir?- dijo aquella chica con una mirada muy preocupada y tierna

Annabel le mostró una expresión de disculpa.

-Eres muy complicada, podemos envejecer nuestra apariencia para que las personas no sospechen que durante estos años hemos conservado la juventud- dijo la primera chica en aparecer

-Ustedes no entienden, nunca cambiaría este cuerpo, aún tengo la esperanza de que Dios nos vuelva a llamar... hace unos días tuve un mensaje dormida, de esos que los humanos llaman sueño, apareció una academia a la que jamás había visto, me puse a buscarla y me di cuenta que en verdad existe, está en el continente Europeo, en una ciudad de Inglaterra, Canterbury... estoy segura que es una señal que Dios me mandó, de pronto me dejó acá por una misión, ustedes deberían de venir conmigo- Annabel estaba tan entusiasmada, que parecía un niño en una dulcería

-Lo lamento, pero sabemos que ningún ángel caído ha regresado, o se quedan camuflados durante siglos, o son asesinados por los oscuros- dijo dulcemente una de las chicas y la otra estaba de acuerdo con las palabras de su amiga

Annabel se bañó, se vistió y empacó sus maletas. Luego se quedó parada en la puerta del pequeño apartamento que compartía con sus dos amigas... las tres se quedaron mirándose, y después de un silencio, se abrazaron, lo más duro para Annabel era dejar a sus dos mejores amigas, una consideración que no se había dado cuenta hasta que llegó a la Tierra, aunque en el cielo no había diferencia, siempre estaban las tres juntas.

El vuelo sería largo, más o menos trece horas contando la parada en Chicago y en Londres, a Annabel le daba risa el solo pensar que llegaría mucho más rápido si usaba sus alas, pero eso sería exponerse demasiado, y no estoy hablando a los humanos, si no a los oscuros.

Ya en el avión continuó pensando en sus amigas, ellas también cayeron en diferentes países y les tomó tres años el volverse a encontrar, aunque aún no lo entiende, fue demasiada coincidencia. Annabel se quedó dormida, y en su subconsciente comenzó a ver muchas lucecitas pequeñas, estaba viendo nada más ni nada menos que el nacimiento de muchos ángeles; cada ángel nace de una energía que no tiene explicación, hasta el mismísimo señor de los infiernos nació de una de estas luces, a Annabel siempre le gustaba ver aquel espectáculo, era de algo que hasta los ángeles se sorprendían. De un momento a otro todo se oscureció, y... sus alas comenzaron a quemarse, fue la peor sensación que ha sentido Annabel, durante esos años.

-Señorita, ya llegamos a su destino, despierte, ya llegamos a Londres- dijo una azafata despertando a Annabel

Annabel quedó sorprendida con la ciudad, pero no podía desviarse de su camino, sabía que aún le faltaba una hora en bus hasta Canterbury, pero este se estaba tardando, por lo que decidió tomar algo en una cafetería cercana. Mientras tomaba un té caliente, recibe una video- llamada de sus amigas, y cuando esta finaliza un chico se le acerca.

- ¿Me permite sentarme, señorita?- dijo aquel chico, que Annabel al verlo tan apuesto no le negó

- Soy Benjamín, y escuché que te diriges a Canterbury, si quieres te puedo llevar en mi auto, yo también me dirijo hacia allá-

Annabel lo primero que pensó era que tenía al frente un pervertido, nadie se acerca de la noche a la mañana ofreciéndose a llevarla en su auto, pero igual, el bus nada que llegaba, y si aquel Benjamín intentaba sobrepasarse, ni se imaginaba lo que le esperaba, ya se había encontrado con esa clase de chicos.

Durante el camino, Benjamín intentaba sacar tema de conversación, pero Annabel no le paraba mucho cuidado, hasta que él, comienza a poner música y a contar chistes, que hacen del viaje placentero para Annabel, no era tan mal chico como pensaba. A mitad del camino se encontraron con un gran accidente y un gran trancón, Annabel se baja del auto a pesar de que Benjamín se lo quiere impedir, y cuando ella llega al centro del accidente, se encuentra en el suelo una pluma negra, Anna sospechó que algo tenían que ver los oscuros, por lo que se adentró al bosque y extendió sus enormes alas. Todo se iluminó, esas alas emanaban un calor y una fuerza asombrosa, hasta que todo, otra vez fue cubierto por una capa de oscuridad y Annabel tenía enfrente cuatro oscuros; lo más temible de estos seres eran sus enormes alas negras, que al solo verlas, muestran una oscuridad infinita.

-Pequeña ángel, este será tu fin- dijo uno de los oscuros a manera burlona

Annabel no decía nada, ni los miraba, solo miraba al cielo.

-No me digas que le estás pidiendo a tu Dios que te ayude, ¿no entiendes que ya no te necesita y por eso te desechó?-

Cuando ya se disponían a atacarla con su oscuridad, de las manos de Annabel salió una gran luz que se convirtió en un arco, esto dejó segados a los oscuros, y cuando recuperaron la vista, se sorprendieron, uno quedó petrificado, los otros tres dieron la vuelta ocultándose en la oscuridad. Annabel preparó el arco con una flecha de luz, y se lo lanzó directo a las alas del ángel que se había quedado, convirtiéndolo en cenizas. Luego lanzó dos flechas que atravesaron la oscuridad y se interceptaron en las alas de otros dos oscuros; Annabel se puso en frente del último.

-No le estaba pidiendo que me ayudara, le estaba pidiendo que los perdonara-

-Yo sé quién eres, entonces es verdad que Dios te desterró, a su ángel favorito- dijo aquel oscuro muy asustado pero a la vez sorprendido

-Dime, ¿sabes algo de eso?, si me respondes dejaré que sigas cayendo en la oscuridad- Annabel le apunta el arco directo a las alas

-No, no lo sé, solo era un rumor de que te había desterrado y nadie sabe el por qué, puede que tenga razón, puede ser que Dios se haya cansado...-

De un segundo a otro, todo quedó en silencio... y enfrente de Annabel solo quedaron cenizas.

-No eres nadie para hablar de mi Señor, ni mucho menos tienes el derecho de nombrarlo-

15 de Enero del 2014

Desde que abrió los ojos, "Leonard" sabía que algo cambiaría, algo no, todo. Este chico de una inexplicable belleza, misterioso, guardaba un secreto, era un ángel caído, y no solo un caído, sino que además había escogido el bando oscuro, escogió dejar los cielos para bajar a los infiernos, convirtiéndose en una pieza muy importante para el más grande de los oscuros. Pero y entonces ¿qué hace en la Tierra?, eso es algo que ni él sabe, aún no entiende por qué su señor le niega la entrada a su reino.

Leonard pasa el letrero de la entrada BIENVENIDOS A LA ACADEMIA BRITISH CROSS NUEVOS ESTUDIANTES, todos y en especial todas lo voltean a mirar, como siempre; una parte porque era el chico más lindo y popular, y la otra porque venía montado en un Bugatti Veyron. Al bajarse, se puso sus gafas oscuras y se echó a un hombro la chaqueta de cuero; no pudo evitar el saludo de todos, y el coqueteo de las chicas.

-Hola, Leo, te estuve pensando mucho en vacaciones, te dejé muchos mensajes pero no me contestaste ninguno- dijo una chica rubia tomándolo por el brazo

-A sí, estaba ocupado, podemos salir hoy por la noche, yo te recojo- dijo Leonard sin ni siquiera mirar a la rubia

-Espero que sea la primera chica en montarme en ese espectacular auto, estoy muy emocionada, ¿a dónde vamos a ir?, ¿qué ropa me pongo?- dijo aquella chica muy entusiasmada, saldría con el chico más lindo que haya conocido

-No te pongas, nada, me ahorrarás tiempo- le susurró Leonard, dejando a la chica confundida

-Perra- dijo una chica alta, con el cabello rojizo y unos ojos verdes, no antes de haber empujado con el hombro a aquella otra chica rubia

Puede ser que aquella chica alta era la única a la que Leonard por lo menos notara su existencia.

-Elena, has visto...- un silencio se apoderó de Leonard

Aquel ángel oscuro, sintió algo que "nunca antes había sentido", era la primera vez que una chica le llamaba la atención de esa manera. Annabel caminaba por los pasillos buscando su casillero, y todos se preguntaban, quién era esa chica.

-Hola, eres nueva, permíteme ayudarte en lo que necesites- dijo un chico, alto, guapo, y de gran cuerpo

-Hola, gracias, estoy buscando el casillero 34- dijo Annabel metiéndose el cabello por entre las orejas

-Ah, por cierto, mi nombre es David Madlow-

-Mi nombre es Annabel, Annabel Calder y vengo de Kansas, Estados Unidos-

-Sí, ya me había dado cuenta, por tu acento, y además porque eres muy bonita, dejaste con la boca abierta a muchos por acá- era obvio que aquel David estaba coqueteando con ella, sin saber en verdad a quien tenía enfrente

Todo el día, David estuvo mostrándole la academia a Annabel y presentándola a sus amigos, hasta que ella se liberó un minuto para poder ir al baño, pero en verdad se quedó bastante tiempo encerrada en un cubículo y pensando que rayos estaba haciendo ahí, en esa academia, en ese país. Cuando cayó en cuenta que ya le tocaba entrar a una clase, sale apresurada, y se estrella con un chico.

-Tú, pero si eres aquel chico de la cafetería- dijo Annabel apartándose un poco

-sí, tu eres aquella chica que nunca me dijo su nombre, se bajó del auto y no volví a ver-

-Lo siento, me impresionó mucho el choque que preferí coger un taxi que estaba por ahí e irme lo más rápido posible, por cierto te llamas Ben ¿cierto?-

-Benjamín, pero Ben suena bonito, me puedes decir así, y tú eres...-

-Annabel, pero tenemos que hablar luego porque estoy atrasada en una clase, en el salón 5B-

Annabel ya se disponía a macharse, cuando Benjamín la detuvo y salió con la sorpresa de que él también estaba yendo a esa clase, así que se fueron los dos juntos.

-Joven Köhler llegando tarde como siempre, y usted... debes ser una estudiante nueva, a la que se le están pegando los vicios del joven- Habló una señora de edad, robusta y con unas gigantes gafas

-Soy Calder, Annabel Calder-

-Muy bien, jovencita Calder tome asiento al lado del joven Brown-

Annabel pudo ver que David estaba en la parte de atrás y este le hizo un gesto de saludo, ella sólo le mostró una linda sonrisa. Anna solo había asistido un año a una academia en Kansas, pero le pareció perder el tiempo, así que se retiró a mitad de año y nunca volvió a asistir a una, y gracias a la Sra. Monroe, se acordó el porqué de su decisión.

Mientras tanto a unos cuatro pupitres de Annabel, se encontraba Leonard, pensando, sobre que tenía aquella chica que le llamaba la atención, dejó de fijarse en ella en el momento cuando el chico de al lado, David, le estaba escribiendo una nota, Leonard sintió mucha rabia y no entendía por qué, tanta rabia que con su energía abrió las ventanas y dejó entrar un viento helado y fuerte que hizo que la nota de David para Annabel saliera volando. En el momento que todos se levantaron para cerrar las ventanas, Annabel sintió mucho escalofrío y se percató que esa era la energía de un oscuro, pero no pudo distinguir de dónde provenía.

Ya por la tarde, las clases habían terminado, fue un largo día para Annabel, hubiese preferido combatir en un ejército contra los oscuros, que haber pasado todo el día escuchando a los profesores. Annabel se dirigió a rectoría para que le entregaran las llaves de su nueva habitación, resulta que el director tenía en su propiedad unos edificios, no muy lejos de la academia, donde los acondicionó para que los alumnos de intercambio pudieran alojarse.

En un lugar muy oculto de la academia, al otro lado de donde se encontraba Annabel, donde nadie podría interrumpir, ni molestar, se estaba presentando una reunión de oscuros.

-¿Qué te sucedió, Leonard?, ¿qué sucedió en la clase?- preguntó Benjamín un poco confundido

-Esa chica nueva, me imagino que sabes de quien hablo, entraste con ella-

-Ah, Annabel, ¿qué sucede con ella?-

-No lo sé, hay algo en ella que me parece diferente, desde que la vi, me dejó muy confundido-

-Sí, aquella mosca muerta es extraña, las tipas como ella, así todas princesitas, son las que peor me caen- dijo una tercera en la conversación

-Elena, pero si a ti todas las que miran a Leonard te caen mal, en este caso es al contrario, es una chica a la que Leonard está mirando, te debe caer aún peor- dijo Benjamín en un tono burlón

Elena fijó la mirada en Leonard, dándose cuenta que no estaba poniendo cuidado a lo que decían, nunca lo había visto tan pensativo. Leonard se levanta y sale del sitio, advirtiéndoles a Benjamín y a Elena, que, quería estar solo.

Annabel recibe las llaves del director, y se dirige a la salida de la academia. En el camino se encuentra con David, este se ofrece a llevarla, pero Annabel se niega, ya que David tenía entrenamiento de futbol; así que ella decidió caminar hasta el hotel para recoger sus maletas y luego ir a su nueva estadía, sabía que era una caminata larga ya que la academia se encuentra a las afueras de la ciudad, pero tenía muchas ganar de llegar y hablar con sus amigas, contarles todo lo que había sucedido. A mitad de camino comienza a llover y escucha un auto aproximándose a toda velocidad, pasa por el lado de ella y se detiene.

-Si manejas tan rápido puedes ocasionar un accidente, o atropellar a alguien- dijo Annabel sin ni siquiera mirar al conductor

Annabel continuó caminando, y de un momento al otro el conductor se baja.

-¿hacia dónde te diriges?- se escuchó una voz muy seria

Annabel voltea, y queda hipnotizada con aquel chico, de cabello oscuro como la noche, una piel muy blanca, unos ojos plateados y profundos y una boca tan roja y perfecta.

Leonard, se dio cuenta que era la única mujer, que ni siquiera le había puesto cuidado al auto, las demás primero miran el auto, y luego, cuando él se baja, quedan encantadas con él, pero por su apariencia, ni siquiera les importa conocer como es él en verdad; aquella chica que tenía al frente, rubia clara, casi plateado, de una tez rosada, ojos de un color aguamarina, y una boca tan rosada, que le provocaba besarla hasta quedar sin respiración, lo miraba como si quisiera ver su alma.

Aquellos dos chicos en mitad de carretera, bajo la lluvia, lo único que deseaban era estar más cerca, darse calor, rosar sus labios, acariciarse. Era algo que ninguno de los dos entendía, "era la primera vez que ella había visto a ese chico" y ya lo quería abrazar.

Annabel se monta en el auto y le explica hacía donde se dirigía; durante todo el camino permanecieron en silencio, ella lo miraba desde la punta del ojo, y escuchaba su corazón latir, al igual, él escuchaba tanto su corazón como su respiración. Annabel esperaba que sucediera como Benjamín, que prendiera la radio y comenzará a contar chistes, pero nada sucedió. Cuando recogió las maletas, se percató de que aquel chico aún la estaba esperando, y además le ayudó con estas. Annabel no aguantó más, ¿cómo podía reaccionar de esa manera con un humano?

-Por cierto, soy Annabel, disculpa por no presentarme antes-

-sí, te vi en clase de la Sra. Monroe, mi nombre es Leonard LeBlanc-

-LeBlanc, ese apellido no es de por acá ¿cierto?-

-Vengo de Francia-

-Yo tampoco soy de por acá, soy de Kansas, Estados Unidos... ¿hace cuánto vives en Inglaterra?-

-Llevo cuatro años viviendo acá, antes vivía en Lyon, pero me quise mudar a Inglaterra, no quería una ciudad muy grande, quería algo tranquilo-

-¿Y vives con tus padres, tienes hermanos?-

Leonard no contestó a esa pregunta, se quedó callado y puso una mirada perdida ya que le recordaba a aquel hermano que no volvió a ver desde que quedó atrapado en ese mundo.

-Lo lamento, fui demasiado importuna-

-No, es que odio las presentaciones-

Con aquel ODIO LAS PRESENTACIONES, se le vino la imagen de un niño pequeño, pero no distinguió su cara, porque la imagen estaba llena de una luz que no la dejaba ver con claridad, intentó buscar aquella imagen entre sus profundos recuerdos, pero no encontró nada.

Cuando llegaron a los edificios, Leonard le ayudó a llevar las maletas a su habitación.

-Bien, muchas gracias, en verdad te lo agradezco-

-Nos vemos- dijo Leonard de una manera tan seria, pero a la vez irresistible

Se quedó observando por la ventana hasta que Leonard salió en su auto, sabía que la había embarrado con tantas preguntas, pero a la vez no entendía, por qué eso le importaba tanto, ella no podría estar sintiendo eso por un humano, era imposible, así nunca podría regresar al cielo. Anna se percató de que muchas de las chicas de las otras habitaciones la estaban observando, ella salió para ver qué era lo que sucedía y todas esas chicas la bombardearon con preguntas.

-Dime, ¿tienes algo con Leonard?- dijo una de las chicas un poco emocionada

-Vamos, pero sabemos que él sale con Elena, ellos son los más populares-

-No, ellos son solo amigos, nunca los he visto, ni besarse, ni abrasarse-

-Esperen un momento, cálmense, no, no estoy saliendo con ese chico, él solo se ofreció a llevarme porque estaba caminando en medio de la carretera, además ¿quién es Elena?- interrumpió Annabel con un tono fuerte

Todas comenzaron a salir de su habitación.

-Se nota que eres nueva, en la academia hay tres chicos muy populares, no solo porque son muy lindos, sino porque son los más inteligentes y ricos de la academia; en el centro está Leonard LeBlanc que ya lo conoces, es un chico muy serio y misterioso, pero eso es lo que más nos gusta, a la derecha siempre está Elena Doménech, es un poco odiosita, y a la izquierda Benjamín Köhler, él es muy amable y carismático, por eso es nuestro presidente y gracias a él nos quitaron el uniforme-

Aquella chica, de nombre Susan no paró de hablar toda la noche, y poner al tanto a Annabel de todo acerca de la academia British Cross, Annabel tuvo que despacharla con la excusa de que estaba muy cansada, pero en verdad necesitaba hablar con sus amigas. Solo pudo hablar con una de ellas, ya que la otra no se encontraba en el apartamento, esto no impidió que Annabel contara todo lo que había sucedido, primero comenzó a hablar de aquel chico Leonard, luego habló de lo que sucedió en la clase y la energía que había sentido, no le quiso contar lo de su batalla con esos oscuros en el bosque, para no preocupar más a su amiga.

Annabel cerró los ojos con la mente en blanco, se olvidó de los oscuros, de sus profesores, de sus amigas, pero aún había algo que la inquietaba y provenía de aquel misterioso Leonard, que tanto le llamaba la atención.

En el mismo instante que Annabel pensaba en Leonard, en un bar de la ciudad, Leonard había bebido hasta cansarse, y al estar bastante tiempo en el mundo de los humanos, llegó a un estado de ebriedad y llevar a la cama hasta siete chicas esa misma noche, pero aun así, lo que más le molestaba, era que no se podía sacar de la cabeza a Annabel.

16 de Enero del 2014

Al otro día, Annabel ya era bastante popular en la academia, pero a ella no le importaba ninguno a su alrededor, solo quería volver a ver aquellos labios rojos, que tanto la hacían suspirar, pero nada, en todo el día no lo encontró, es como si se hubiese desaparecido. En un intermedio de clases decidió sentarse en una roca y mirar el lago de al frente, sin sorpresa, alguien le tapa los ojos con las manos, pero Annabel sabía que era David antes de que lo hiciera, porque lo vio aproximándose; aquel chico, muy tierno, le entrega una hermosa rosa y luego se marcha. Annabel se queda admirando aquella rosa, le pareció un gesto muy lindo de parte de David, pero de un momento a otro siente la misma energía que sintió en el salón y su rosa, pasó de ser hermosa, a una flor negra marchita; Annabel de inmediato se concentró para ver de dónde provenía esa energía, pero otra vez falló, solo sabía que aquel que estuviera haciendo eso, ya sabía de su presencia y tomó lo de la rosa como una amenaza.

En la terraza de la academia se encontraba Leonard, pensativo de la manera como Annabel había reaccionado, cuando él, marchitó su rosa.

-Una chica normal no reaccionaría así, al ver su flor marchitarse- dijo Benjamín abriendo la puerta de la terraza

-¿Qué haces acá, no deberías estar en esa reunión directiva?- dijo Leonard ignorando las palabras de su amigo

-sí, ya terminamos, y la fiesta que propuse se hará este sábado-

-¿los convenciste rápido o usaste las habilidades?-

-déjame decirte que usé mis habilidades de convencimiento-

Leonard se disponía a irse pero unas palabras de Benjamín lo detienen por un segundo.

-Me imagino que la vas a invitar, ¿cierto?, porque si aquel chico la sigue acortejando, tus celos provocarán la desaparición de esta ciudad y nos veremos en la necesidad de buscar otro sitio que habitar-

Tirando la rosa al lago, Annabel, como siempre mira para el cielo, y se da cuenta que unas nubes muy grises cubrían aquel castillo renacentista ubicado en la mitad de toda la academia, nunca se puso a pensar cuan antiguo era, más o menos del siglo XVI, y cayó en cuenta que los edificios donde se estaba hospedando, tenían una arquitectura parecida. Al ocultarse el sol y mirar a su alrededor, le pareció un sitio muy siniestro, sin tener en cuenta que la mayoría del tiempo el sol desaparece y siempre está lloviendo, un lugar perfecto para esconder a esos seres de la oscuridad.

En la clase, la Sra. Monroe ya había explicado el primer proyecto que tenían que entregar la próxima semana, era una señora muy exigente, pero para cuatros chicos de esa clase, era pan comido. El proyecto consistía en investigar la biografía de un personaje histórico, y exponer sus ideales, por lo que era un trabajo en parejas, por supuesto la Sra. Monroe los escogería.

-Joven Blúmer, Srta. Salvin...-

-Sr. Köhler y la Srta. Doménech-

-Madlow, y... Wells-

De un segundo a otro la Sra. Monroe entra en una pausa y se queda observando sin pestañar hacia el fondo del salón y al reaccionar sigue pronunciando apellido por apellido, Annabel no sabía con quién le tocaría, quería con Ben o con David pero ya los había nombrado, y se quedó helada cuando escuchó su nombre.

-Jóvenes Calder y LeBlanc-

En su subconsciente, aquel chico, era con el que ella más deseaba que le tocara, y precisamente le tocaría con él, no sabía cómo agradecerle a la maestra, es como si hubiese querido que ellos dos trabajaran juntos, estuvieran juntos.

Al finalizar la clase y cuando Annabel se disponía a salir del salón, David la detiene.

-Anna, que lastima que no nos haya tocado juntos-

-Sí, pero tu compañero es muy bueno en el estudio, les quedará un proyecto perfecto- dijo Annabel, para no decir que ella sí estaba feliz con su compañero

-David, ¿me devuelves a mi compañera?- interrumpió un Leonard un poco molesto.

Leonard le hace una seña a Annabel para que lo siguiera. Todos, absolutamente todos veían a aquellos dos hermosos chicos caminando y hablando juntos, por supuesto, ya comenzarían los rumores, pero ni Annabel, ni Leonard se habían percatado, ya que estaban muy concentrados mirándose el uno al otro.

-Quiero que hoy mismo terminemos ese proyecto- dijo fríamente Leonard

-Sí, pero en mi habitación sería algo muy incómodo, vamos a tu... donde estés viviendo-

-Bien-

Cuando ya estaban saliendo, se encuentran con Benjamín pegando un anuncio. Annabel se quedó pensando, que en esa academia había chicos muy guapos, David, Leonard, y Ben, un chico castaño, alto, con ojos color chocolate y lo que más le gustaba a ella, su enorme y sexy sonrisa.

-Hey, Anna, Leo, pillados niños traviesos- dijo Benjamín con sus tonos burlones de siempre

-No, vamos a empezar el proyecto que nos dejaron, ¿qué estás haciendo, para que es ese letrero?- dijo Annabel un poco sonrojada

-Ah, entonces no les hago perder el tiempo, tranquila luego te darás cuenta-

Leonard se pone unas gafas oscuras y sin ni siquiera dejar a Benjamín despedirse, arranca a toda velocidad.

-No sabía, que se conocían- mintió Annabel

-Es un viejo amigo- le respondió Leonard sin despegar los ojos de la carretera

-¿En que personaje centraremos el proyecto, Leonard?-

Era "la primera vez" que Annabel pronunciaba su nombre, Leonard se quita las gafas oscuras y la mira directamente a sus ojos.

-Estaba pensando en un Hitler o en Stalin, eran hombres de carácter-

Annabel conocía muy bien qué clase de seres eran aquellos, eran seres malvados, despiadados, sin una pizca de misericordia, eran oscuros, y Leonard también lo sabía, ya que los había conocido en persona y estuvo en primera fila cuando fueron asesinados...

28 de Abril de 1945

Berlín, Alemania.

Durante más de 10 años, Alemania estuvo bajo el poder de un hombre, pero nadie comprendió que era un monstruo... literalmente, había llegado desde los mismísimos infiernos a evocar el caos y la desesperación, le pareció muy divertido centrarse en solo una parte de los humanos, y decidió eliminar a aquellos que creían en un ser superior que no fuera su señor, por lo que se dedicó a torturar, matar y apoderarse del miedo de los Judíos.

-Heil Hitler!- Cuatro soldados se atrevieron a entrar a la habitación de aquel hombre, no sin antes un saludo de respeto.

-Nos llegó reportes, que la Unión Soviética acabó con Mussolini- pronunció un soldado Nazi muy preocupado

-Ya lo sé, ¡ahora salgan de mi habitación!-

Hitler estaba muy enojado, pero se percató que aún no estaba solo, entre las sombras salieron unas alas negras...

-Estaba esperando a otro, a tu hermano-

-Vine en su lugar, a entregarte un mensaje de nuestro señor-

-Bien, igualmente me agradas más que tu hermano... ¡Que quiere mi Señor! Sus órdenes son mis deseos-

-Quiere que vuelvas, esos puros acabaron con el que se hacía llamar Mussolini, además están usando el nombre de uno de nosotros y recuerda que no podemos sentir su presencia por muy cerca que estén de nosotros-

-Jm, Mussolini bajó la guardia, yo ya lo había advertido, con respecto a Stalin, me dijo que me encargara de acabar con esos puros que usaban el nombre de su gobierno... ellos tampoco pueden sentir nuestra presencia, y nosotros somos más rápidos- dijo aquel Hitler muy serio

Se acercó a la ventana y por esta observó a un grupo de judíos sentados conversando entre ellos.

-A demás aquí me he divertido mucho con estos patéticos humanos, por mí acababa con todos, pero me gusta que sientan injusticia, que le aleguen a su patético señor del porqué ellos y no otros... aquí soy como un señor, un soberano y obedecen todo lo que yo mande- dijo aquel ángel oscuro, desplegando sus alas de plumas negras, y con unos ojos de un color diferente, un rojo sangre, miraba fijamente a aquellos humanos de afuera, estos dejaron de conversar y se quedaron sin parpadear, un segundo después comenzaron a pelear entre ellos y llegaron unos soldados a golpearlos.

-Recuerda que solo existe un único señor, si te quedas ya no tienes nuestro apoyo, pero cuando les arranques las alas a esos puros, serás bienvenido cuando quieras-

Aquel enviado de los infiernos, observó dos días después, cómo el que se hacía llamar Hitler, fue derrotado por los puros, tenía tantas ganas de eliminar a esos puros, pero cuando se disponía a atacar, tuvo que retroceder ya que otro ser, el segundo ser más aterrador, se encargó de ellos en dos segundos.

-No te habían dado órdenes de entrometerte, discúlpate con nuestros señor, hermano-

- Lo lamento, hermano...-


Annabel multimedia



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